viernes, 15 de septiembre de 2017
Descubren cómo murió hace 150 años la tripulación del primer submarino militar exitoso
Tomada de: actualidad.rt.com
Publicado: 30 ago 2017 23:50 GMT
Científicos estadounidenses han sugerido la posible causa de la muerte de los tripulantes del Hunley, el primer submarino militar que logró hundir un buque enemigo.
Publicado: 30 ago 2017 23:50 GMT
Científicos estadounidenses han sugerido la posible causa de la muerte de los tripulantes del Hunley, el primer submarino militar que logró hundir un buque enemigo.
wikipedia.org
El misterio de la muerte de los tripulantes del Hunley, el primer sumergible que logró hundir un buque enemigo, parece haber sido resuelto 150 años después, según el estudio de un grupo de científicos estadounidenses publicado en la revista PLOS ONE.
Una escrupulosa simulación de los daños que causaría en el organismo humano una onda expansiva ha logrado arrojar luz al destino de este famoso sumergible de la Guerra Civil estadounidense. La conclusión es que el Hunley fue destruido por la misma bomba que su propia tripulación colocó en el barco unionista USS Housatonic, informa CNN.
El submarino confederado H.L. Hunley fue subido a la superficie en el año 2000 y dentro de su oxidado casco los arqueólogos hallaron los restos de sus ocho tripulantes. Los huesos se encontraban en sus puestos de combate correspondientes y no presentaban muestras de haber sufrido heridas de bala o de metralla, lo cual inmediatamente dio lugar a varias teorías sobre la muerte de los marinos.
La historia del CSS HunleyAl CSS Hunley se le asignó la misión de atacar a los buques unionistas que bloqueaban los puertos del Sur.
El sumergible llevaba atada a la proa una larga pértiga con una carga explosiva, un arma conocida como 'torpedo de pértiga'. El funcionamiento de esta tecnología requería que el submarino impactara en el buque enemigo para incrustar la bomba en su casco, para luego alejarse y detonar la carga. Estos ataques eran muy difíciles de llevar a cabo y muy arriesgados, sobre todo considerando el nivel técnico que los submarinos de la época.
Tras cumplir con su misión y comunicar la baja del USS Housatonic, el CSS Hunley desapareció.
¿Cómo murieron sus tripulantes?
El análisis del casco del Hunley demostró que ninguno de los tripulantes trató de abrir las escotillas de escape, accionar las bombas de achique o soltar los lastres del submarino.
La detonación no solo provocó el hundimiento del Housatonic, sino también la muerte de los atacantes. "Por lo que entiendo, el misterio del Hunley ha sido resuelto", explicó Rachel Lance, autora de la investigación. La investigación efectuada por científicos de la estadounidense Universidad de Duke ha concluido que un fenómeno conocido como 'estallido pulmonar' provocó la muerte de la tripulación cuando los explosivos del sumergible estallaron bajo el agua.
La clave de la operación fue la bomba que estaba atada al extremo de la pértiga del Hunley, un artefacto de 61 kilos lleno de pólvora negra que hundió al Housatonic y mató a los tripulantes del Hunley sin dejar rastro.
Para resolver ese misterio, Lance —biomecánica e ingeniera del Centro Naval de Combate en Superficie— diseñó una réplica del Hunley de una sexta parte del tamaño real del submarino.
El modelo fue sumergido en un lago en St. Louis (Carolina del Norte) y expuesto a explosiones equiparables a las que soportó el Hunley auténtico.
El estudio reveló que la onda expansiva que golpeó al sumergible dobló el metal del casco solo ligeramente, pero lo suficientemente rápido para enviar la onda al interior de la cabina y a través de los cuerpos de los ocho miembros de la tripulación.
Pero el daño real, según Lance, probablemente ocurrió cuando la presión de la onda expansiva alcanzó sus pulmones.
LOS GRANDES PLACERES DE LA VIDA
Foto tomada de: Liturgia |
Lola
Benítez Molina
Málaga
(España)
Sonidos de violines ensalzan al espíritu hasta
alcanzar lo sublime. Amor nocturno por los Palacios de Aranjuez, Fontana de
Trevi majestuosa, batuta de sentimientos que debilitan a la melancolía y que
anidan en el embrujo del despertar de la primavera con amapolas en su creciente
fulgor, suaves fragancias de perfumes que despiertan los sentidos a veces
marchitos, sueños que alimentan el alma, juego de fagots, violonchelos en
dulces atardeceres… son los grandes placeres de la vida: una sonrisa inesperada
que te abre su corazón.
No me abandones en las horas de
desdicha, que el jardín que abonamos florece con savia creciente y, aunque me
pierda en esas noches oscuras, al despertar hallaré de nuevo el placer de
compartir lo bello de cuanto se nos ofrece. Acompañada de Andrea Bocelli con su
cantar a Granada o de Charles Aznavour en un paseo en góndola por Venecia, mi
espíritu saborea el instante de lo prohibido, de lo que pudo ser y será. El corazón
se engrandece de dicha y en mi interior nace un manantial, que fluye, por cada
poro de mi piel, cascadas de aguas cristalinas sin que nada ni nadie las
enturbie. Es el éxtasis que abre los intrincados caminos de la vida. El tiempo
dejó de correr, respira sutil, y el sueño de una noche de verano alcanza la
eternidad.
¡Qué más se puede pedir en ese
juego de la vida! Ya no hay tormentas. Es el nuevo resurgir. Ese resurgir,
valga la redundancia, es el que muestran las sempiternas melodías de Bach, Debussy
y un largo etcétera, o, el olor del lienzo recién pintado. Es el arte en estado
puro.
Hay una frase del político,
escritor, periodista, filósofo y poeta cubano José Martí que viene a colación:
“La felicidad existe en la Tierra; y se la conquista con el ejercicio prudente
de la razón, el conocimiento de la armonía del Universo, y la práctica de la
generosidad”, o una del escultor francés Auguste Rodin: “El arte es el placer
de un espíritu, que penetra en la naturaleza y descubre que también ésta tiene
alma”.
Siempre se ha dicho que es en la
congoja cuando el hombre puede descubrir lo mejor de él, pues el dolor, a
veces, es el motor que impulsa a las mentes creativas: una forma de
subsistencia o de evasión, y es en ese preciso instante donde se halla el
placer de la creación.
Colaborador de Pensamiento
Pedro Briceño (Venezuela)
Nació en Caracas, Venezuela en 1962. Vive en las Carolinas desde 1984. Su obra poética se inició con No Necesariamente Viviendo(1992) mientras estudiaba Español en la Universidad de North Carolina. Esperando en el Viento salió publicado en 1993, De Cerca y Profundo en 1999, Once Testimonio de Amor en 2001 y su primera novela Donde Pega y No Pega El Sol en 1997, novela Pandemonio 2016. Ha publicado sus poemas, cuentos y ensayos en varias revistas y periódicos.
Nació en Caracas, Venezuela en 1962. Vive en las Carolinas desde 1984. Su obra poética se inició con No Necesariamente Viviendo(1992) mientras estudiaba Español en la Universidad de North Carolina. Esperando en el Viento salió publicado en 1993, De Cerca y Profundo en 1999, Once Testimonio de Amor en 2001 y su primera novela Donde Pega y No Pega El Sol en 1997, novela Pandemonio 2016. Ha publicado sus poemas, cuentos y ensayos en varias revistas y periódicos.
Bares en La Habana. Las barras que hicieron historia.
José Rafa Malém, presidente de la Asociación de Cantineros de Cuba*
Archivo Excelencias
En los primeros meses del año 1805 aparece en el Puerto de La Habana “El Rey del Hielo”, Federico Tudor, un bostoniano que obtuvo en el 1810 un monopolio por 6 años para la venta de este novedoso producto en Cuba. El hielo tuvo una acogida muy grande en la Mayor de las Antillas, y con su introducción se crearon en La Habana las primeras neverías o depósitos que brindaban servicio a los cafés, bares y restaurantes.En los alrededores de la calle Obispo surgen el Café La Bolsa y la Columnata Egipciana, esta última anunciaba la horchata de chufas y el agua de cebada; el Salón H, ubicado en el edificio de la Manzana de Gómez, entre los años 1808 y 1810; La
Pero la célebre Condesa de Merlín, una cubana casada con un oficial francés que vivía en la mansión donde radica hoy el actual Palacio de la Artesanía, fue la que marcó un hito en el desarrollo de la vida de los cafés y bares entre la acaudalada burguesía de la época.
En orden cronológico, mencionaremos aquellos más antiguos y célebres, previos al Siglo XX:
Lonja, que alternaba la “zarzaparrilla imperial” con la ginebra holandesa; y la Fuente de Ricla, que lanzaba a sus clientes el prestigio de sus refrescos de cola.
EL BAR PIÑA DE PLATA, HOY FLORIDITA
Alrededor de 1817, cerca de uno de los portones de la Muralla, conocido por la Puerta de Montserrat, se erigía un típico bodegón. Su nombre original fue La Piña de Plata, el cual conservó hasta la instauración de la República en 1902, en el que pasó a llamarse La Florida. En 1914, comenzó a trabajar la barra un inmigrante cantinero español, Constantino Ribalaigua Vert, nombrado “El Constante”, que pronto convirtió a este lugar en la catedral de la coctelería. Posteriormente se le cambia el nombre a Restaurante Florida y por alguna razón, años más tarde, los propios clientes comenzaron a llamar al asistido bar El Floridita.
FONDA DE LA MURALLA O RESTAURANTE BAR LA ZARAGOZANA
Es probable que este lugar esté entre los bares-restaurante más antiguos de La Habana. Fue fundado en 1830 con el nombre de La Fonda de la Muralla. Más tarde, el zaragozano José Currais, de una familia española afincada en Cuba, adquiría este lugar y con una decoración acorde a lo que representaba fundó La Zaragozana.
BAR DEL HOTEL TELÉGRAFO
El Hotel Telégrafo data del año 1860. En aquel entonces estaba ubicado en la calle Amistad, en Centro Habana. Alrededor de 1888 se traslada a su definitiva ubicación en la populosa esquina de Prado y Neptuno, frente al Parque Central, en la conocida acera del Louvre. Es considerado uno de los más antiguos de Cuba.
CAFÉ ESCAURIZA
En 1843, se levantaba una edificación de dos pisos conocida como Café y Salón Escauriza. Era el principio del futuro Hotel Inglaterra. En ese mismo local se abrió luego el Café El Louvre, lugar de reunión obligatoria para la juventud y antesala de duelos famosos y alegres parrandas. Fue también la sede “del más alto señorío en la que palpitó, como en ningún otro sitio de la ciudad, el sentimiento patrio”. El Louvre cambió su nombre por el de Inglaterra cuando Juan F. Villamil adquirió el establecimiento.CAFÉ TACÓN
Al lado del Teatro Tacón, Prado esquina a San Rafael, se encontraba un café que llevaba el mismo nombre del famoso coliseo. Por las tardes se colocaban sillas en su frente y habitualmente era el sitio más concurrido del paseo. Allí hoy se levanta el Gran Teatro de La Habana.
BAR DEL HOTEL MASCOTTE O LUZ
La casa perteneció a la familia Luz hasta el año 1845. Luego sus nuevos propietarios la dedicaron al lucrativo negocio de hotel, al cual nombraron Mascotte. Más tarde, otros dueños le pusieron el de la familia que la había habitado, y fue el Hotel Luz uno de los más conocidos y de más intenso movimiento.
BAR RESTAURANTE MESÓN DE LA FLOTA, DEL HOTEL SANTA ISABEL
Convertido en hotel a partir de 1867. Otrora mansión de los condes de Santovenia, sigue siendo uno de los lugares preferidos por quienes deciden admirar la ciudad desde su historia. El hotel funcionó como tal solo por espacio de 20 años a partir de su fundación, pero en su tiempo fue considerado como el mejor de la ciudad.
BAR RESTAURANTE GRAND PARÍS
En el año 1870 Eduardo Chaix funda este restaurante en la calle O’ Reilly entre Mercaderes y San Ignacio, en La Habana Vieja, frente a la antigua Universidad de San Gerónimo, del cual fue propietario Alfredo Petit, desde 1903 hasta 1932.
BODEGÓN DE ALONSO, HOY PRADO Y NEPTUNO
Fue edificado en el siglo XIX. Con el tiempo esta bodega, que era de madera, se derrumba y en su lugar construyeron el actual edificio. En 1899 pasa a ser el Café de las Columnas y en 1939 se convierte en el Restaurante Bar Miami. En la década del 80 se convierte en el Restaurante Caracas, luego Budapest, y tras una renovación vuelve a nombrarse Caracas. Por último, es llamado Restaurante Prado y Neptuno.
BAR DEL HOTEL PASAJE
El Hotel Pasaje era un edificio de dos plantas construido hacia 1871, en lo que se llama el Paseo del Prado. Se termina en 1876 y fue la primera instalación hotelera construida especialmente para este fin. Contaba con un bar muy reconocido y frecuentado por personalidades de la política.
BAR DEL HOTEL FLORIDA
Abrió sus puertas en 1885. Ubicado en el centro de La Habana Vieja. Su buen gusto y atractivo seductor lo convirtieron en uno de los más reconocidos de la capital desde los años 10´ hasta la década de los 40´. Allí quedaban satisfechas las exigencias de la refinada clientela que buscaba deleite en el bar, donde oficiaba Emilio González, uno de los bármanes cubanos más famosos de principios del siglo XX.
BAR DEL HOTEL EDÉN, DESPUÉS TROTCHA
El sitio escogido por el catalán Buenaventura Trotcha para levantar este hotel se ubicó en el tramo que hoy corresponde a Calzada entre Paseo y 2, en el Vedado. Quedó inaugurado a finales de 1886. En este existía una cantina o bar que le brindó servicio exquisito a muchas personalidades de la época.
BAR DEL HOTEL BISCUIT
Situado en la esquina de Prado y Cárcel, era un punto de reunión de cocheros. De esta esquina partía una diligencia que llegaba hasta el Wajay, condición que dio lugar a que aquí se creara el primer cóctel cubano nombrado El Tren.
*Fragmentos del libro Un brindis por mi Habana.
Havana Bars that Made History
In the early months of 1805, “El Rey del Hielo” (The Ice King) showed up in the Havana harbor. His name was Frederick Tudor, a Bostonian who in 1810 got the green light to sell ice in Cuba for six years. Ice was welcomed like a king on the largest Caribbean island and its introduction prompted the creation of the first cold stores and iceboxes that started providing their services to cafés, bars and restaurants.
Medicina y médicos cubanos de nuestros días
- Detalles
- Escrito por Emilio Roig de Leuchsering
- Visitas: 2075
Pues que de todas nuestras clases profesionales, es la clase médica, la más estudiosa, la más progresista, la más laboriosa, la que más se interesa por el conocimiento y mejoramiento de su especialidad.
Los médicos están en nuestros días de actualidad. Cuatro congresos de medicina se han celebrado en nuestra capital: de la Prensa médica, Nacional del niño, de Eugenesia y homicultura; galenos de toda la República, de todo el Continente y de España, han asistido a esas magnas asambleas científicas; banquetes y recepciones han sido ofrecidos en su honor; los periódicos han publicado copiosas informaciones sobre los trabajos presentados y debates a que muchos de ellos dieron lugar. Y, por si todo esto fuera poco, las conferencias de un médico ilustre que es al mismo tiempo, ilustre hombre de ciencia, el doctor Marañón, batieron el record de curiosidad social.
He querido aprovechar, pues, esa reiterada actualidad médica, para dedicarle a los médicos el presente artículo. Y a inclinarme más a ello ha venido la lectura del interesantísimo libro que la casa Capel, de Madrid, me acaba de enviar: Cuatro ensayos sobre la medicina de nuestro tiempo, por H. Téllez Plasencia, con prólogo de G. Marañón.
¿Qué puede decir hoy el que estas líneas escribe sobre los médicos, sobre los médicos y la medicina en Cuba, y más siendo abogado, aunque le esté mal el decirlo?
Pues que de todas nuestras clases profesionales, es la clase médica, la más estudiosa, la más progresista, la más laboriosa, la que más se interesa por el conocimiento y mejoramiento de su especialidad. Año tras año celebra congresos y conferencias en nuestra capital y asiste a los que ocurren en el extranjero; posee numerosas asociaciones de carácter técnico en que periódicamente se debaten temas, presentan casos de alguna de las diversas ramas de la medicina a que cada uno se dedica; publica revistas, algunas de ellas tan notables y tan bien presentadas, como la flamante de la Facultad de Medicina; y, probablemente sea ésta la más importante y trascendental de cuanto tiene realizado, ha dado el ejemplo a todos los profesionales y a todas las clases de nuestra sociedad, de constituirse en Federación en la República entera, no bien comprendida por algunos, pero que yo he visto nacer y desenvolverse y he seguido sus pasos con el interés y el entusiasmo del que encuentra en medio del indiferentismo, pasivismo o afeminamiento general —que diría Marañón —padecido hoy por la sociedad cubana, tal vez el único rasgo de virilidad — también serían palabras de Marañón— que hace pensar en un futuro mejor y tal vez cercano para la República, libre de inconsciencia, guataquería, indiferentismo y servil afeminamiento.
Desde luego que todavía queda entre nosotros alguno que otro médico charlatán y mercachifle, que ofrece curar con inyecciones secretas y taumatúrgicas, que exige comisión en los laboratorios, farmacias y clínicas, que tiene agentes en la Estación Terminal para nutrir de enfermos su clínica, que interviene quirúrgicamente no tanto por necesidad médica como por la necesidad de cobrar mayores honorarios; que estando a tiempo para salvar a un enfermo de su equivocación, prefiere anotar una muerte más en su ya crecido record, antes que rectificar, confesando , el error; que con planchas radiográficas falsas hace creer al enfermo que padece determinada enfermedad de la que le demostrará con otras planchas, éstas sí auténticas, estar curado a los pocos meses, los necesario para cobrarle la suma que se propuso ganar; que hace análisis a punta de lápiz y no con microscopio, análisis en los cuales lo esencial es arrojar previamente la materia que debe ser analizada desde luego que todo esto ocurre aún entre nosotros, pero esas son excepciones de la regla. Y la regla es que el médico cubano se dá cuenta ya de cual es su verdadera misión y su verdadero papel; que no es un sacerdote, entre otras cosas, porque a lo mejor sería ofenderlo, y la medicina va dejando de ser cada día más una religión —una superstición y una brujería— para hacerse cada vez más científica, para convertirse por completo en una ciencia, y nada mas que una ciencia, de observación, aplicación y especialización.
Ya el médico no necesita, como antaño, para ser buen médico, correr quitrín, usar levita larga y sombrero de copa, adoptar el aire de solemnidad y gravedad, misterioso y reservado, del Don Antonio que apunta Téllez-Plasencia en uno de los capítulos de su libro y que ha sido pintado entré nosotros por varios antiguos costumbristas; ni requiere el médico moderno desempeñar ante el cliente y sus familiares el papel de brujo o santo que en otras épocas desempeñaba, y que aún hoy le quieren seguir achacando ciertas gentes ignorantes y fanáticas. Me contaba Marañón la impresión que le produjo que en su visita a una localidad del interior de la Isla le presentaron a un niño enfermo para que él lo curase con la imposición de manos.
El fluido misterioso, llamado «ojo clínico», que antes tenía determinado médico, ha sido sustituido, como afirma Marañón en su Medicina nueva, moral nueva, por el valor de la Medicina, que ha derrotado al valor del médico. Y agrega: «De ello resulta una conclusión paradójica e inesperada: que el prestigio del médico aumenta. Acaso tienden a desaparecer los antiguos prestigios gigantescos que, gracias a una poderosa individualidad, destacaban en la profesión, como cimas ingentes, sobre el nivel de las personalidades modestas. Ya no es época de cumbres ni en éste ni en otro sector de la vida (¡qué maravillosa declaración contra los hombres providenciales y en pro del derecho de las masas!). Pero inversamente se hace más sólido el prestigio médico del profesional. Lo bueno del médico lo dá su ciencia; lo malo que tiene éste en su aspecto social se debe casi exclusivamente a la humana naturaleza de los médicos. El balance resulta infinitamente favorable al prestigio de la Medicina y de sus sacerdotes».
Hoy el médico cubano no sólo ha progresado como científico y profesional, sino como ciudadano y hombre; es más avanzado, cosa rara, en ideas, que el abogado. Mientras nuestros médicos están al tanto del último progreso y descubrimiento científico, los abogados —he confesado que lo soy, con perdón sea dicho— nos aferramos cada vez más a la letra de los viejos códigos que hablan del Rey y de los esclavos, y los cuales no queremos reformar; y cuando se logra alguna ley progresista, moral y humana, como la del divorcio, los jueces se encargarán de ponerle toda clase de dificultades, trabas y obstáculos, como si el fin de la ley fuera el no divorciarse. Y mientras los médicos cubanos, poniéndose a la cabeza, de las normas que han de regir, necesaria e inevitablemente, la humanidad del futuro, se mueven y organizan en federación nacional con una base de mutualidad, los abogados cubanos, dando un gigantesco salto atrás, restablece más, con toda su morbosa teatralidad y trágica mascarada, el garrote.
Hoy el médico cubano ha progresado extraordinariamente; le falta ahora educar a su público, a los clientes, destruyendo prejuicios y fanatismos que aun conserva y evitando otros nuevos que con la medicina nueva pueden nacer.
Todavía se oye:
—Doctor, ¿no me receta algún patente?
Y está en peligro de oirse:
—Doctor, ¿no me manda usted los rayos X o la alta frecuencia?
Hoy el médico cubano tiene algo que es muy necesario, además de la ciencia, y algo difícil de encontrar: conciencia. Conciencia de su propio esfuerzo, de sus conocimientos y de sus deberes ante el enfermo, y hasta conciencia de su papel de ciudadano y de hombre.
Al médico cubano le toca robustecer esas cualidades que ya posee; desenmascarando, franca y valientemente a sus malos compañeros que han hecho de la carrera sólo un negocio; y haciéndole ver al público que en la medicina no hay secreto que sólo alguno puede poseer, como el brujo, ni fluidos misteriosos, ni inventos reservados; que lo que hay son hombres, que serán buenos médicos si tienen ciencia y conciencia.
Para lograr todo ello, le basta a los médicos cubanos con aplicar y exigir su Código de Moral Medica, que en el fondo no es sino un código de moral humana y ciudadana.
He querido aprovechar, pues, esa reiterada actualidad médica, para dedicarle a los médicos el presente artículo. Y a inclinarme más a ello ha venido la lectura del interesantísimo libro que la casa Capel, de Madrid, me acaba de enviar: Cuatro ensayos sobre la medicina de nuestro tiempo, por H. Téllez Plasencia, con prólogo de G. Marañón.
¿Qué puede decir hoy el que estas líneas escribe sobre los médicos, sobre los médicos y la medicina en Cuba, y más siendo abogado, aunque le esté mal el decirlo?
Pues que de todas nuestras clases profesionales, es la clase médica, la más estudiosa, la más progresista, la más laboriosa, la que más se interesa por el conocimiento y mejoramiento de su especialidad. Año tras año celebra congresos y conferencias en nuestra capital y asiste a los que ocurren en el extranjero; posee numerosas asociaciones de carácter técnico en que periódicamente se debaten temas, presentan casos de alguna de las diversas ramas de la medicina a que cada uno se dedica; publica revistas, algunas de ellas tan notables y tan bien presentadas, como la flamante de la Facultad de Medicina; y, probablemente sea ésta la más importante y trascendental de cuanto tiene realizado, ha dado el ejemplo a todos los profesionales y a todas las clases de nuestra sociedad, de constituirse en Federación en la República entera, no bien comprendida por algunos, pero que yo he visto nacer y desenvolverse y he seguido sus pasos con el interés y el entusiasmo del que encuentra en medio del indiferentismo, pasivismo o afeminamiento general —que diría Marañón —padecido hoy por la sociedad cubana, tal vez el único rasgo de virilidad — también serían palabras de Marañón— que hace pensar en un futuro mejor y tal vez cercano para la República, libre de inconsciencia, guataquería, indiferentismo y servil afeminamiento.
Desde luego que todavía queda entre nosotros alguno que otro médico charlatán y mercachifle, que ofrece curar con inyecciones secretas y taumatúrgicas, que exige comisión en los laboratorios, farmacias y clínicas, que tiene agentes en la Estación Terminal para nutrir de enfermos su clínica, que interviene quirúrgicamente no tanto por necesidad médica como por la necesidad de cobrar mayores honorarios; que estando a tiempo para salvar a un enfermo de su equivocación, prefiere anotar una muerte más en su ya crecido record, antes que rectificar, confesando , el error; que con planchas radiográficas falsas hace creer al enfermo que padece determinada enfermedad de la que le demostrará con otras planchas, éstas sí auténticas, estar curado a los pocos meses, los necesario para cobrarle la suma que se propuso ganar; que hace análisis a punta de lápiz y no con microscopio, análisis en los cuales lo esencial es arrojar previamente la materia que debe ser analizada desde luego que todo esto ocurre aún entre nosotros, pero esas son excepciones de la regla. Y la regla es que el médico cubano se dá cuenta ya de cual es su verdadera misión y su verdadero papel; que no es un sacerdote, entre otras cosas, porque a lo mejor sería ofenderlo, y la medicina va dejando de ser cada día más una religión —una superstición y una brujería— para hacerse cada vez más científica, para convertirse por completo en una ciencia, y nada mas que una ciencia, de observación, aplicación y especialización.
Ya el médico no necesita, como antaño, para ser buen médico, correr quitrín, usar levita larga y sombrero de copa, adoptar el aire de solemnidad y gravedad, misterioso y reservado, del Don Antonio que apunta Téllez-Plasencia en uno de los capítulos de su libro y que ha sido pintado entré nosotros por varios antiguos costumbristas; ni requiere el médico moderno desempeñar ante el cliente y sus familiares el papel de brujo o santo que en otras épocas desempeñaba, y que aún hoy le quieren seguir achacando ciertas gentes ignorantes y fanáticas. Me contaba Marañón la impresión que le produjo que en su visita a una localidad del interior de la Isla le presentaron a un niño enfermo para que él lo curase con la imposición de manos.
El fluido misterioso, llamado «ojo clínico», que antes tenía determinado médico, ha sido sustituido, como afirma Marañón en su Medicina nueva, moral nueva, por el valor de la Medicina, que ha derrotado al valor del médico. Y agrega: «De ello resulta una conclusión paradójica e inesperada: que el prestigio del médico aumenta. Acaso tienden a desaparecer los antiguos prestigios gigantescos que, gracias a una poderosa individualidad, destacaban en la profesión, como cimas ingentes, sobre el nivel de las personalidades modestas. Ya no es época de cumbres ni en éste ni en otro sector de la vida (¡qué maravillosa declaración contra los hombres providenciales y en pro del derecho de las masas!). Pero inversamente se hace más sólido el prestigio médico del profesional. Lo bueno del médico lo dá su ciencia; lo malo que tiene éste en su aspecto social se debe casi exclusivamente a la humana naturaleza de los médicos. El balance resulta infinitamente favorable al prestigio de la Medicina y de sus sacerdotes».
Hoy el médico cubano no sólo ha progresado como científico y profesional, sino como ciudadano y hombre; es más avanzado, cosa rara, en ideas, que el abogado. Mientras nuestros médicos están al tanto del último progreso y descubrimiento científico, los abogados —he confesado que lo soy, con perdón sea dicho— nos aferramos cada vez más a la letra de los viejos códigos que hablan del Rey y de los esclavos, y los cuales no queremos reformar; y cuando se logra alguna ley progresista, moral y humana, como la del divorcio, los jueces se encargarán de ponerle toda clase de dificultades, trabas y obstáculos, como si el fin de la ley fuera el no divorciarse. Y mientras los médicos cubanos, poniéndose a la cabeza, de las normas que han de regir, necesaria e inevitablemente, la humanidad del futuro, se mueven y organizan en federación nacional con una base de mutualidad, los abogados cubanos, dando un gigantesco salto atrás, restablece más, con toda su morbosa teatralidad y trágica mascarada, el garrote.
Hoy el médico cubano ha progresado extraordinariamente; le falta ahora educar a su público, a los clientes, destruyendo prejuicios y fanatismos que aun conserva y evitando otros nuevos que con la medicina nueva pueden nacer.
Todavía se oye:
—Doctor, ¿no me receta algún patente?
Y está en peligro de oirse:
—Doctor, ¿no me manda usted los rayos X o la alta frecuencia?
Hoy el médico cubano tiene algo que es muy necesario, además de la ciencia, y algo difícil de encontrar: conciencia. Conciencia de su propio esfuerzo, de sus conocimientos y de sus deberes ante el enfermo, y hasta conciencia de su papel de ciudadano y de hombre.
Al médico cubano le toca robustecer esas cualidades que ya posee; desenmascarando, franca y valientemente a sus malos compañeros que han hecho de la carrera sólo un negocio; y haciéndole ver al público que en la medicina no hay secreto que sólo alguno puede poseer, como el brujo, ni fluidos misteriosos, ni inventos reservados; que lo que hay son hombres, que serán buenos médicos si tienen ciencia y conciencia.
Para lograr todo ello, le basta a los médicos cubanos con aplicar y exigir su Código de Moral Medica, que en el fondo no es sino un código de moral humana y ciudadana.
(Artículo de costumbre publicado en Carteles, el primero de enero de 1928).
Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.
NUNCA CAERÁN EN EL OLVIDO
Foto de: wikipedia |
Lola Benítez Molina
Málaga
Un lugar de
ensueño es sin duda el Palacio de Carlos V que, en las calurosas noches
estivales, acoge para deleite de autóctonos y visitantes el Festival
Internacional de Música y Danza de Granada, ciudad que nunca vive en el olvido.
Una vez más, la música, representada en el patio circular, rodeado de columnas
renacentistas y abierto al cielo, nos hace alcanzar el éxtasis de los sentidos:
vaivén de sueños, de nostalgias de juventud inquebrantables… Ejemplo de paraíso
terrenal, cuna de grandes poetas y amores. La fragancia de los que por allí
pasaron jamás morirá.
Escuchar la Novena Sinfonía de
Mahler o la de Beethoven a la luz de la
luna y bajo las estrellas, que parecen danzar gozosas de tan alta belleza, es
llegar a rozar lo atemporal, uno de esos instantes que daríamos cualquier cosa
por detener.
El palacio, que ordenó construir
Carlos V, en pleno corazón de la Alhambra, da muestras del gran poder que llegó
a alcanzar tan ilustre y venerable emperador, V de Alemania y I de España.
Nieto de los Reyes Católicos, en 1520 se convirtió en el monarca más poderoso
de Europa, al heredar las Coronas de Castilla y Aragón, con sus respectivas
posesiones en América y en el Mar Mediterráneo. Hijo de Juana, llamada “la
loca”, y de Felipe “el hermoso” y, por tanto, nieto del emperador Maximiliano I
de Habsburgo.
Bajo su reinado España se convirtió
en la primera potencia mundial: las artes, la cultura iniciaron el llamado
“Siglo de Oro”. Al mismo tiempo, misioneros y conquistadores españoles
extendían por América y el mundo sus dominios.
Carlos V hubo de lidiar numerosas
batallas para frenar el avance de los turcos, que bajo el liderazgo de Solimán
“el Magnífico”, llegaron a sitiar Viena. Hubo de enfrentarse también a la
reforma Protestante iniciada por Lutero, y a la animadversión de Francia y de
otros países abrumados por su hegemonía.
En los últimos
años de su vida, y tras abdicar a favor de su hijo Felipe II, se retiró al
Monasterio de Yuste, ubicado en plena naturaleza de la provincia española de
Cáceres, zona de robles y castaños. Allí se dedicó a la vida contemplativa y a
sus grandes aficiones (las matemáticas y la mecánica, en especial de relojes).
En 1555 padecía terribles dolores a causa de la gota y sostener su colosal
imperio habían terminado por agotarle.
El pintor veneciano Tiziano lo dejó
inmortalizado en los bellos retratos que se conservan en el Museo del Prado de
Madrid en los que, como queda constancia, reflejan: “su inextinguible tristeza
y su pertinaz melancolía”.
Tanto el Palacio de Carlos V como el
Monasterio de Yuste son de esos lugares que, cuando uno los visita, parece
contagiarse del duende y enigma que encierran.
Conocer la historia es muy
importante para, al menos, intentar subsanar errores del pasado. Existe una
frase del poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana muy
acertado: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.
Adiós Cuba.
Foto de: Travels with Moose |
Se debe aceptar el destino tal cual viene, sin pensamiento románticos contra la corriente, es juzgarse y ser condenado a la máxima pena por uno mismo.
Nuestra nación se derrumbó, los solares tomaron por asalto la capital, se fusilaron los valores cívicos, se envenenó la decencia y se hizo hábito el robo, la maledicencia, la delación y el lenguaje carcelario se adueñó de las calles. Cuba es un país destrozado como nación, no hay valores, ni principios. La democracia no le importa a nadie, es supervivencia pura y dura. Un padre hambriento cierra los ojos a los hijos que se les prostituyen, se sueña con ser extranjero, la delación es un medio de vida.
El cubano ha traicionado a la tierra que lo trajo al mundo, dentro y fuera de sus fronteras y merece lo que tiene, lo merecen ellos, lo vivirán sus hijos y sus nietos. Es la condena a su servilismo. Los de fuera dan más tristeza aún, cargados de maletas revientan los aeropuertos de todo el mundo para ir a dejarles los dineros al tirano. Hablan mal de la dictadura, pero bajan la cabeza en los consulados del sátrapa. Me dan asco y lo confieso, pero lo pagarán con creces, con hijos y nietos sin patria, serán muy buenos abuelos, sin decoro y sin bandera, porque quien no grita por su tierra, no merece tumba en su tierra que lo acune.
Adiós Cuba, hace tiempo has muerto, el único consuelo que me llevaré el día que toque enfrentar la muerte, es la satisfacción de no haber claudicado ni comulgado con el tirano, pero también con la sonrisa perenne de verles rumiar entre sus maletas ya envejecidas, hablarles a sus nietos de su tierra esclava. Debemos de reconocerlo de una vez, nuestro pueblo degeneró, se embruteció, se hizo miserable. Los ves en las redes dónde nos venden como un país de prostitutas y nos vendemos como buenos bailarines, como máxima aspiración de un cubano mediocre.
Mi país es un país de esclavos listos, de disidentes luchadores de dólares y visas. Mi país es un asco, que debe bajar la frente cada vez que vea a jóvenes venezolanos muriendo en sus calles. Cuba tiene lo que merece, es justamente merecido que una joven tenga que venderse a un turista para comprarse una blusa en una tienda, es recíproco con la conducta de todos los cubanos. No somos ni buenos hijos, ni queremos más a la familia que nadie, somos desvergonzados y debemos admitirlo. Somos los perros de América, la isla de los cobardes donde una vez se alzó la Suiza de América.
Adiós Cuba.
RUBÉN DARÍO Y SU POÉTICA MODERNISTA
Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
En 1892 Darío viaja a España, como
secretario de la Delegación de Nicaragua, a los festejos del IV centenario del
descubrimiento de América. Convertido en poeta de éxito en Europa y América, es
nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid. Conoce personalmente
a don José Zorrilla, “viejo y pobre”, a Gaspar Núñez de Arce, a don Ramón de
Campoamor…
También conoce a Pío Baroja, Jacinto
Benavente, Manuel Valero, Miguel de Unamuno, Salvador Rueda, Francisco
Villaespesa, Ramiro de Maeztu, Ramón María del Valle Inclán, Ricardo Baroja,
Azorín, Carlos Fernández-Shaw, Ruperto Chapí…
Ese mismo año 1892, Juan Valera
escribe a Menéndez y Pelayo: “Darío es natural y espontáneo, aunque primoroso y
como cincelado. Es un muchacho de 24 a 25 años, de suerte que yo espero de él
mucho más. Y me lisonjeo de pensar como yo cuando lea con atención o bien oiga
lo que escribe este poeta en prosa o en verso. Y no me ciega ni me seduce su
facha, que no es todo lo buena que podría ser, ni su fácil palabra porque es
encogido y silencioso”.
Rubén Darío conoce en
París, en la editorial Garnier en la que colabora, a Antonio Machado,
que trabaja como traductor, al que en alguna ocasión Darío calificó como "Verleniano de la más legítima
procedencia". En París, los hermanos Machado
también escribían artículos para la revista Mundial Magazine de la cual
era director el propio Darío y ambos mantuvieron estrecha amistad con
el nicaragüense.
En Madrid se hospeda en el hotel "Las cuatro naciones" donde
coincide con el intelectual y humanista Marcelino
Menéndez Pelayo a quien recibía por las mañanas en su
habitación; juntos forjaron una gran amistad.
Rubén Darío fue un gran apasionado,
desde la infancia, de la literatura española. Durante sus prolongadas estancias
en España y sus veraneos en Asturias, visitaría a Ramón de
Campoamor, en Navia. Frecuentó la casa de Antonio Cánovas
del Castillo, político e historiador español, Presidente
del Consejo de Ministros de
España y también visitaría la casa del gran orador y excelente gourmet Emilio Castelar. Igualmente, Darío frecuentaba las tertulias que organizaba en su estudio
el pintor Julio Romero de Torres, miembro de la Real Academia de Córdoba y de La Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, a donde
también acudían Ignacio Zuloaga,
Gregorio Marañón,
Benito
Pérez-Galdós y Manuel Machado. En su libro titulado Cabezas,
escrito en prosa y con un trazo rápido, Darío retrata con verdadera admiración
a un grupo de españoles e hispanoamericanos entre los que destacamos a: Santiago
Rusiñol, Enrique R. Larreta, Alejandro Zawa, Juan y Jenaro Cavastany, Joaquín y
Serafín Álvarez Quintero, entre otros.
Rubén Darío siempre respetó la obra de Unamuno, pero sus contactos eran
fríos y cordiales como las cartas que se enviaron. A Unamuno, en cambio, no le
interesaba Darío de quien llegó a decir: "se
les veían las plumas de indio de debajo del sombrero". Al enterarse
el propio Rubén, que se encontraba en París, envió una nota a Unamuno, el 5 de
septiembre de 1907: "Mi querido
amigo: Ante todo para usted una alusión. Es con una pluma que me quito de
debajo del sombrero con la que le escribo. Usted es un espíritu director. Sus
preocupaciones sobre los asuntos eternos y definitivos le obligan a la justicia
y a la bondad. Sea pues justo y bueno".
La muerte de Rubén
Darío conmovería a Unamuno que publicó un artículo en la revista “Summa”, de Madrid, lleno de
humildad, humanidad y arrepentimiento hacia la figura del gran poeta: "Hay que ser justo y bueno,
Rubén".
En 1898 Darío regresa a Madrid como corresponsal de
“La Nación” de Buenos Aires y alterna su residencia entre París y la capital de
España. A principios de 1900 traba amistad honda con Juan Ramón Jiménez. En
1904 Darío escribe a Jiménez: “Después de tantas decepciones solo me queda
usted; y tres seres a quien querer”, decepcionado de tantos aduladores y
traidores. Jiménez escribe: “Usted es
el único gran poeta que hay actualmente en España”. A continuación, transcribo
el soneto que Rubén Darío le dedicó a Juan Ramón:
Nicasio Urbina refiere
que en el siglo XXI los estudios darianos continúan con gran ímpetu y
vitalidad. Los estudiosos nicaragüenses recientemente realizaron un simposio en
León titulado “Rubén Darío y su vigencia en el siglo XXI” entre el 18 y el 20
de enero del 2003 en la ciudad de León. Se puede leer una selección de las
charlas en la edición preparada por Jorge Eduardo Arellano bajo el mismo título.
La calidad de muchas de las ponencias y la visión de conjunto demuestra que
tanto dentro como fuera de Nicaragua la obra de Darío se sigue leyendo y
estudiando, que sus logros, alcances y significación continúa generando debate,
ideas, revaloraciones. Eso me parece es la prueba definitiva como dice Noel
Rivas Bravo, de un clásico. Los dos pensadores más profundos de Nicaragua,
Carlos Tünnermann Bernheim y Alejandro Serrano Caldera, coinciden en afirmar
que la contribución más importante de Darío, aparte de su renovación en la
poética, fue su modelo de humanismo, su integración de la cultura universal
para crear una especificidad hispanoamericana, su conducta humanista. Los
ensayos contenidos en este volumen demuestran, por diferentes caminos, las profundas
repercusiones de ese modelo.
El cubano
Por Eliana Onetti (+)
Escrito como epístola a un corresponsal,
el 12 de marzo de 2006
“Querido
amigo:
Eso sucede cuando la gente pierde el Norte a fuerza de oír sandeces sobre sus
excelencias. Los hombres verdaderamente grandes son siempre modestos y
moderados. Y los poetas y escritores, que tienen el derecho y el deber de
hacerse leer/oír -después de haber logrado su fin primero: pensar y escribir
para sí mismos- tienen que "hablar humildemente bien" su lengua y
procurar mejorarla y engrandecerla; no utilizarla en propio beneficio ni
desprestigiarla con caprichos de "diva".
Vivimos época desgraciada para las letras porque hoy día cualquiera se
considera capaz de escribir un libro y porque precisamente son los órganos que
se suponen más autorizados para premiar el verdadero talento y sancionar
pecados lingüísticos los primeros que aprueban, aplauden y bonifican estos
desmanes literarios. Léase, por ejemplo, Camilo José Cela y semejantes.
En
la Real Academia española hay académicos como, por ejemplo, el caricaturista
"Mingote". ¡Delirante! ¡Y pensar que a la Avellaneda la vetaron
simplemente por ser mujer!
Las grandes editoriales sólo apuestan por los "best sellers" de
"literatura basura" y los Concursos literarios de
"prestigio" están adjudicados desde antes de convocarse. La razones
políticas y económicas permean y prostituyen los criterios y de nada
sirve el valor genuino; sólo las relaciones.
Con respecto a la poesía, están de moda los pseudopoetas, ésos que hilvanan
palabras eufónicas o cacofónicas como en un rosario de la aurora, pero al final
no dicen nada, o los que utilizan la palabra como expresión de morbo y
desajuste psíquico o sexual. Priman lo grosero, lo inmoral y lo incomprensible.
Ya no hay mensaje ético... ¿porque esta sociedad contemporánea, con su
filosofía del "todo vale", lo fomenta?
Con respecto al tema "Castro", ahí sí que me pone usted el dedo en la
llaga y es a mí a quien se me acalora la mente...
Definitivamente, el pueblo cubano tiene el gobierno que se merece y habrá que
ver si, después de esta tragedia, aprendemos algo.
Lo cierto es que los cubanos somos el más hispano de todos los pueblos de
América y nuestra idiosincrasia no cambió por el solo hecho de haber obtenido
nuestra emancipación de España.
Los cubanos no pudimos conseguir
que nuestra República fuera una verdadera democracia, sólo una democracia en la
estructura, porque ésta sólo puede realizarse con la generación plena de un
estado de conciencia pública capaz de comprenderla, aceptarla y practicarla. Y
los cubanos de nuestra República se dedicaron a disfrutar de nuestros
“derechos” recién adquiridos sin preocuparnos en absoluto de cumplir con
nuestros deberes. ¿Por qué? Pues porque seguíamos siendo radicalmente
individualistas, intransigentes y ambiciosos: tres características
eminentemente anti-sociales y, por lo tanto, poco favorables a la supuesta
democracia que se había establecido.
Jorge Mañach calificó en su momento nuestro patriotismo con los adjetivos de
declamatorio y externo. Y llegó más lejos: Decía que los cubanos teníamos
patria; pero nunca hubimos de llegar a ser una nación. La patria es subjetiva.
Nos la podemos llevar con nosotros a la emigración y al exilio. Pero la nación
implica inamovilidad. Depende del grado de compromiso y solidaridad de todos y
cada uno de sus componentes para con la res pública, la cosa pública, la
República que viene a ser lo mismo que el bien de todos y para todos.
Y por eso, porque fuimos lo que éramos y somos quienes somos, se quebró en 1959
nuestra cubana República en la que, a pesar de los pesares, la vida, qué
duda cabe, transcurrió desde 1902 con muchos vicios políticos (los que se
heredaron de la época colonial y nunca fueron extirpados de la vida pública),
pero también muchos ejemplos de "virtud doméstica”. Y también es cierto
que los logros de la cultura aunados al progreso económico y social de la Isla
permitieron que Cuba y muchos cubanos de pro descollaran entre todas las
repúblicas hermanas del continente americano.
El cubano es, sin embargo, muy inteligente aunque algo superficial; gregario
aunque individualista; amigo del "choteo", de la "pachanga"
y del "oportunismo". Amante más de ser "cabeza de ratón" que
"cola de león"; enemigo de dar su brazo a torcer cuando se equivoca;
exagerado e intransigente. Pero es capaz de los sacrificios que considere
necesarios para conseguir sus propósitos personales. (Conste que hablo, como es
lógico, de la generalidad. Después, habría que entrar en materia y hablar de
las orgullosas excepciones en que la honradez, la laboriosidad, el espíritu de
sacrificio, la sinceridad en las convicciones, la brillantez del intelecto y
otras muchas virtudes de las que no voy a hablar marcan la personalidad de una
élite cubana que ojalá y fuese menos exigua).”
ESCRITORES Y VIDAS TRUNCADAS
Lola
Benítez Molina
Málaga
Dice un proverbio chino: “Jamás desesperes, aún
estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua
limpia y fecundante”.
Sin
embargo, llamó poderosamente mi atención al conocer la biografía de algunos
escritores que, en algún momento de sus vidas, no supieron afrontar lo que el
porvenir les deparó. Su talento incuestionable no fue suficiente para continuar
el que debería haber sido su camino.
Los
pasos errantes sucumben en el mar. ¿Quién os acogiera en su seno para quitaros
esa congoja, que al abismo os lleva? No dudéis de vuestra fortaleza, que
inmortal se ha hecho. Quien no os amó…, su castigo llevó implícito.
Inquietudes, anhelos, zozobra… Queríais un poco de paz y encontrasteis la
eternidad. No fue suficiente la fragancia de vuestros éxitos. Preferisteis
imitar a las alondras al emprender el vuelo. Yo quiero ofreceros mi humilde
regazo y, en las cálidas noches estivales, encontrar el consuelo.
Juego
de palabras, silencios ocultos, vanidades rotas, fuego incandescente que os
llevó a huir a un destino incierto. El murmullo de las olas os envolvió y
entrasteis en el paradigma de lo desconocido. Ni el Fuego Fatuo de Manuel de
Falla puede ya despertar vuestro dulce sueño.
Encontramos
ejemplo de ello en la vida de Alfonsina Storni, poetisa argentina de origen
suizo (1892-1938) y considerada una de las grandes poetas de América.
Evolucionó desde el Romanticismo hasta el intimismo del Modernismo. Su vida no
fue afortunada y eso se refleja en sus poemas, que recogen una visión
angustiosa debido a difíciles relaciones con el hombre y, a eso se añade, que
fue madre soltera, lo cual no estaba bien visto en su época. Tras una
enfermedad terminal, terminó suicidándose en Mar del Plata. Cabe destacar esta
frase: “Se me va de los dedos la caricia sin causa. Se me va de los dedos… En
el viento, al rodar”. Destaca cierta idealización del amor.
Otra
vida nada fácil fue la del escritor y diplomático granadino Ángel Ganivet
(1865-1898). Para algunos, precursor de la llamada “Generación del 98” y, para
otros, un reconocido miembro de ésta. Su valía es incuestionable, pero ello no
le impidió caer en una profunda depresión al verse solo en Riga, donde ejercía
de cónsul, sin su mujer y tras perder a una hija al poco de nacer, entristecido
por la pérdida de las últimas colonias de España y enfermo de sífilis. Se
suicidó tirándose desde un barco al río Dvina, de Riga, tras haber sido salvado
tras un primer intento.
Otra
escritora, de ascendencia británica, que cabe mencionar es Virginia Woolf
(1882-1941). Comenzó con depresiones tras la repentina muerte de su madre
cuando ella tenía trece años. Posteriormente, con la de su padre, tras lo cual
se trasladó con sus hermanos al bohemio barrio Blomsburry, que dio nombre a un
extravagante grupo de poetas, novelistas y pintores que se formó a su alrededor
y que estaba integrado, entre otros, por T.S. Eliot, el filósofo Bertrand
Russell, Vita Sackville-Wets y el escritor Leonard Woolf, quien sería su
marido. Virginia Woolf se suicidó rellenándose los bolsillos del abrigo con
piedras y zambulléndose en el río Ouse, Lewes, Sussex.
No
podemos olvidar al egregio escritor norteamericano Ernest Hemingway, Premio
Nobel de Literatura 1954. El autor de “El viejo y el mar” compró en 1959 una
casa en Ketchum (Idaho), donde se suicidó el 2 de julio de 1961.
Todos
ellos y muchos otros, genios de las Letras, no supieron lidiar con un mundo
hostil.
Los fantasmas de la calle Infanta
Tomado de:
Noticias de Cuba – Prensa Independiente desde 1994
Miércoles, 14 de junio 2017
/ Los fantasmas de la calle Infanta
Para la calle Infanta, y La Habana toda, no hay duda de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”
Viernes, noviembre 16, 2012 | Orlando Freire Santana |
LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -El pasado domingo 4 de noviembre el periódico Juventud Rebelde publicó una de las habituales crónicas del periodista Ciro Bianchi Ross. En esta ocasión trató sobre la calle Infanta, esa conocida arteria habanera que va desde el Malecón hasta la Esquina de Tejas, y que en su recorrido bordea los barrios del Vedado y Centro Habana, para penetrar finalmente en el Cerro. Bianchi se refiere a la historia de esta calle, en lo fundamental durante el período comprendido entre los años 1843 y 1959.
La propia Esquina de Tejas, entre otros establecimientos, poseía una panadería que clasificaba entre las mejores de la ciudad, con una producción de pan cada 15 minutos que hacía las delicias de los consumidores. Allí mismo se ubicaba el cine Valentino, en el cual los vecinos de los alrededores podían disfrutar del séptimo arte sin necesidad de acudir a las grandes salas cinematográficas. Ya no existen ni la panadería ni el cine. A propósito, en toda la larga extensión de Infanta solo encontramos un cine, el denominado Multicine Infanta, restaurado hace algunos años después de ser destruido por un incendio. El otrora cine Astral ya no funciona como tal, y ahora se emplea casi siempre en actividades políticas progubernamentales.
En el tramo de Infanta correspondiente a las calles Manglar y Amenidad se levantaban la fábrica de muebles Orbay y Cerrato y la embotelladora de refrescos Canada Dry S.A., además de un terreno de béisbol que vio pasar por su césped a relevantes figuras de nuestro deporte nacional. Han desaparecido el terreno de béisbol y la fábrica de muebles, mientras que la próspera y bien surtida embotelladora de entonces se ha transformado en una fábrica que elabora un solo tipo de refrescos, por supuesto de menor calidad que sus predecesores. Ahora en el lugar se erige un edificio multifamiliar de 20 plantas, cuyos apartamentos, casi en su totalidad, fueron destinados a miembros de la oficialista Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y a otras personas identificadas con el gobierno.
Si avanzamos hasta la esquina de Infanta y Peñalver, la nostalgia nos invade al rememorar el edificio que albergó a la revista Carteles, clausurada en 1960, y que fue una de las más importantes publicaciones de la época. Esta revista, además de divulgar los acontecimientos políticos y sociales de Cuba y el mundo, se destacó por la gran cobertura que brindaba a los temas culturales, en especial el cine y la literatura. Sin embargo, asombra que, entre los nombres mencionados por Bianchi Ross no estuviese el de Guillermo Cabrera Infante, ya que el novelista realizó durante toda la década del 50, desde las páginas de Carteles, tal vez la mejor crítica de cine que se haya hecho en Cuba. ¿No se habrá enterado el señor Bianchi de que la necrocultura oficialista permite referirse a los intelectuales fallecidos que se opusieron al castrismo? Pero hay más: ¿es que acaso no habrá leído el libro Sobre los pasos del cronista (El quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965), Premio UNEAC de ensayo en el año 2009?
En Infanta y San Lázaro, Bianchi recuerda la existencia de Lámparas Quesada, una tienda que exhibía y vendía útiles del hogar (lámparas). Este local habanero era la casa matriz de la empresa, la cual tenía sucursales en Panamá, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico. El sitio se halla cerrado y en total abandono desde hace varios años. Ni siquiera la sombra del Caballero de París, el pintoresco personaje que pernoctó antaño en sus portales, sería capaz de insuflarle vida a esos contornos.
Se impone agregar que Infanta no escapa de la lista de calles habaneras que han sufrido últimamente derrumbes en sus edificaciones. En la intersección con la calle Salud, dos edificios de viviendas se desplomaron, causando la muerte de varias personas.
No hay dudas de que la crónica de Bianchi, con independencia de su intención, debe de haberles resultado útil a los lectores cubanos. Su lectura desprejuiciada nos acerca a una máxima muy recurrente: cualquier tiempo pasado fue mejor.
viernes, 1 de septiembre de 2017
Muere el legendario comentarista cubano de béisbol Felo Ramírez
Tomada de : Diario de Cuba | Madrid | 22 de Agosto de 2017 - 16:41 CEST. | 4
Rafael "Felo" Ramírez, la legendaria voz del béisbol latinoamericano, falleció en Miami el lunes por la noche a los 94 años al sufrir una recaída tras largos meses recuperación por un accidente sufrido a fines de abril en Filadelfia, informa ESPN.
Ramírez llevaba varias semanas hospitalizado desde que se cayó y se golpeó la cabeza al bajarse del autobús del equipo el 26 de abril, detalló la publicación.
Pasó casi dos meses en un hospital de Delaware antes de ser trasladado a Miami en junio donde siguió su convalecencia.
El equipo de los Marlins lamentó la pérdida.
"La organización de los Marlins está sumida en la tristeza por la muerte de un gran amigo, Salón de la Fama e ícono de la comunidad, Felo Ramírez. Desde nuestra temporada inaugural, narró prácticamente todos los momentos mágicos de la franquicia a generaciones de fanáticos", dijo el equipo en un comunicado.
Ramírez es considerado un icono en la narración del deporte de las bolas y los strikes no solo dentro de la comunidad hispana en los Estados Unidos, sino en América Latina.
Nacido en Bayamo, el 22 de junio de 1923, comenzó su carrera profesional en la radio cubana en 1945, antes de moverse a narrar partidos para equipos en Puerto Rico y Venezuela, como los Criollos de Caguas, Cangrejeros de Santurce, Senadores de San Juan y Navegantes del Magallanes. Además narró muchas peleas de boxeo, incluyendo algunas de Muhammad Ali.
Había sido la voz en español de los Marlins de Miami desde el nacimiento de la franquicia en 1993, y trabajó como narrador por más de siete décadas, en una carrera que abarcó 32 Series Mundiales y 40 Series del Caribe. Tuvo a su cargo la narración de los primeros cinco juegos sin hits de los Marlins y los dos campeonatos de Serie Mundial de la franquicia, en 1997 y 2003.
Asimismo compartió el micrófono con su colega argentino, y también miembro del Salón de la Fama del Béisbol, Eloy "Buck" Canel en la Cabalgata Deportiva Gillette, un programa que se llegó a transmitir en más de 200 emisoras de radio en español por toda Latinoamérica.
En 2001, recibió el prestigioso premio Ford C. Frick, siendo exaltado al Recinto de los Inmortales del Béisbol en Cooperstown, Nueva York.
Ramírez fue el primer narrador hispano en tener una grabación suya en el Salón de la Fama, donde se guardan varias narraciones consideradas icónicas, como la del hit 3.000 de Roberto Clemente en 1972, el jonrón 715 de Hank Aaron y el juego perfecto de Don Larsen en la Serie Mundial de 1956.
El mundo del béisbol lamenta la muerte de Felo Ramírez
DDC | América TeVé | 23 de Agosto de 2017 - 13:27 CEST. | 0
Suscribirse a:
Entradas (Atom)