POR HERMINIA D. IBACETA
Cansado de escuchar promesas,
aplaudir mentiras,
me calcé la sandalia del destierro.
Veleta en torbellino giré
desasida de luz,
inventándole soles a la sombra;
anduve… anduve…
hasta agotarle al tiempo
el minuto póstumo.
Una entre todos apuré indiferencias,
aprendí la amargura
de estar sola entre tantos.
Con los ojos en cruz
ensayé nuevas alas,
me arropé en otro nido,
estrené nuevo acento.
Por los dedos marchitos mis cenizas escapan
y me quejo inculpando a la vida,
porque al sur de la senda,
aún no sé donde anclar
mi sandalia raída
Cansado de escuchar promesas,
aplaudir mentiras,
me calcé la sandalia del destierro.
Veleta en torbellino giré
desasida de luz,
inventándole soles a la sombra;
anduve… anduve…
hasta agotarle al tiempo
el minuto póstumo.
Una entre todos apuré indiferencias,
aprendí la amargura
de estar sola entre tantos.
Con los ojos en cruz
ensayé nuevas alas,
me arropé en otro nido,
estrené nuevo acento.
Por los dedos marchitos mis cenizas escapan
y me quejo inculpando a la vida,
porque al sur de la senda,
aún no sé donde anclar
mi sandalia raída
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