Por Zilia L. Laje
La Esquina de Tejas es la intersección donde termina la calle Infanta, nombrada en honor a la Infanta Eulalia, o Avenida Menocal, que corre de norte a sur, y empieza la Calzada de 10 de Octubre o de Jesús del Monte, y la calle Monte o Avenida Máximo Gómez que nace en Egido al este frente al Palacio de las Ursulinas y continúa como Calzada del Cerro hacia el barrio elevado fundado en 1803, al oeste. Se le llama así porque las casas que se ubicaban allí durante la época colonial tenían techos de tejas francesas color terracota. También en el Siglo XIX vivió en la Calzada del Cerro, Felipe Tejas, dueño de dos casas situadas allí. Los tramos de las calles en esa esquina eran muy estrechos, tanto que la calle Infanta que corría desde 23 y Malecón allí se hacía de una sola vía y sólo el tránsito que se dirigía hacia el sur pasaba por allí, el que iba por 10 de Octubre en dirección norte se desviaba por la calle Omoa hacia el este y continuaba por la calle contigua, San Joaquín, por un par de cuadras al norte quizás hasta Santa Rosa, para volver a salir a Infanta, antes de la Escuela Normal para Maestros. Recuerdo el letrero con flecha de la dirección del tránsito fijado a la pared del edificio en esa esquina. También eran muy estrechas las aceras y allí se hacía transferencia de muchas rutas de ómnibus que la atravesaban. La Calzada de Monte, que corre de este a oeste y en 1736 ya se encontraba pavimentada, era adecuadamente ancha, y su continuación como Calzada del Cerro.
En la esquina noreste había un edificio de tres plantas construido en 1926 y en la baja estaba la panadería La Esquina de Tejas, nombrada antes La Cantábrica, de donde emanaba el aroma a pan fresco y tocaban un timbre para anunciar el café acabado de colar, al lado por Monte una ferretería; en la acera de enfrente el bar Cantabria, en la otra esquina por la Calzada del Cerro, estaba el Bar Moral, nombrado así por el apellido de su propietario, Ramón Moral García, con una escalera estrecha al lado a la planta alta de esa edificación, el Juzgado Municipal del Oeste y a continuación la Quinta del Marqués San Miguel de Bejucal, en el número 1217, y en la esquina noroeste el modesto, anciano cine Valentino, alto en una loma con una palma real delante. La entrada costaba 10 centavos, el martes era “Día de las Damas” y en una época exhibió la película mexicana “Tania la bella salvaje”, del año 1948, por Rosa Carmina y Manuel Arvide. Detrás por Infanta había una vieja valla de gallos, “La Nacional” y al norte en la esquina de Velázquez estaba la fábrica “La Fosforera Cubana” con su reja de hierro alta. Monte estaba llena de vidrieras que exponían ropa, zapatos y otros muchos productos, era la zona de la que se habían apropiado los campesinos recién llegados en los ómnibus del interior. En la acera sur en el barrio de Atarés quedaba una Escuela Nocturna en la que enseñaban mecanografía. Al lado por 10 de Octubre quedaba la tienda de paraguas La Cubana, con su taller en el que tantos habaneros reparaban sus sombrillas. Cruzando Omoa hacia el sur, en la esquina estaba el gabinete de un dentista, el Dr. Angel G. Alvarado, con el letrero vertical grande en la columna del portal, se me hace ahora en la memoria azul marino.
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El cine Valentino fue derribado y en la esquina noroeste que ocupaba, ahora nivelada, redondeada, la calle ampliada, se han construido dos edificios residenciales de 21 pisos, que demoraron 30 años en construirse y ya en 2010 estaban destruidos, derrumbándose.
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