Nancy Morejón con Marcelino Arozarena (poeta cubano). Foto Miriam DeCosta Willis Foto tomada de: www.cervantesvirtual.com |
Por René León
Con las corrientes literarias vanguardistas
al final de la Primera Guerra Mundial, empieza a tomar fuerza el tema negro en
tierras antillanas. Desde que el negro esclavo
llegó a tierras americanas, dio rienda suelta a su espíritu. La lucha de
aclimatación tanto física, síquica como social y económica que sostuvo el negro
africano liberto en la sociedad colonial cubana fue dura y ardua, pero al final
se impuso su fuerte constitución física.
La poesía afrocubana con la temática de la
sensualidad y la musicalidad, tiene toda la inspiración heredada de la
corriente literaria oral africana. Esta temática fue cultivada desde el
continente africano y se continuó cultivando en la época colonial en Cuba,
dentro de las canciones y recitaciones de los cabildos negros y esclavos que
funcionaron en la Isla, llegando inclusive con la misma fuerza y dinamismo, a
la etapa republicana.
Los pregones negros cantados por los
vendedores de frutas, vegetales, dulces y mariscos fueron metiéndose en el
lenguaje popular. Vocablos de origen bantú, ibo y yoruba llegaron a fundirse
dentro del castellano. La Música popular fue tiñéndose de ritmos africanos y de
vocablos africanizados en el hablar diario, comprensibles para las multitudes
blancas que compartían la música negroide.
La característica principal del negro es su
deseo de fuga espiritual, y ello lo lleva a acentuar su sensualidad. En la
música, carnavales, bailes y la poesía es donde emerge la sensualidad. En la
referencia constante a las caderas, nalgas y movimientos eróticos del caminar o
bailar de la mulata o de la negra que aparecen en las imágenes de los poemas
afrocubanos, es lo que hace de ésta poesía cargada de sensualismo.
Uno de los pocos poetas negros que cultivó
la poesía afrocubana fue Marcelino Arozarena, y se dice que uno de los pocos,
porque por regla general los intelectuales negros cubanos despreciaban este
estilo poético por ofrecerles poca confianza la forma, el tema, y la
musicalidad africanista de su composición. Nicolás Guillén utilizó la temática
negroide pero desde un punto de vista social, ya que la poesía de Guillén es
una poesía negrista pero con compromisos políticos por su militancia en el
Partido Comunista Cubano desde su fundación.
Arozarena hizo algunas publicaciones en
periódicos locales y en una revista
bimensual semi-intelectual dirigida por Juan Marinello, otro intelectual del
Partido Comunista. Marcelino Arozarena
cultivó este género, pero no dio a la publicidad hasta el año de 1966, su
producción. En su libro Canción negra sin color publicado en
Cuba por la U.N.E.A.C (Unión Nacional de escritores y artistas cubanos),
pudiéndose comprobar que sus primeros poemas afrocubanos tenían ese sabor
sensual y musical de toda la producción de aquella época. El que se cita a
continuación fue uno de sus más sonados poemas afrocubanos con el sensualismo
de sus imágenes y la musicalidad de sus versos: “Caridad”
¡Guasa,
Columbia, a conconcó mabó!
La garganta
de aguardiente raja en el eco rojizo
y en la
fuga galopante del bongó
hay
desorden de sonidos desertores del embriago
y rugiente
tableteo del rabioso pacatá.
¿Por qué no
viene a la bacha la hija de Yemayá,
la pulposa,
la sabrosa, la rumbosa y majadera Caridá?
La mulata
que maltrata la chancleta chacharosa
en el roce
voluptuoso,
en el paso
pesaroso
de su grupa
mordisqueante y temblorosa,
tentadora
del amor.
La
epilepsia rimbombante que revuelve sus entrañas,
el sopor
electrizante que le endulza la emoción,
resquebraja
su cintura
y la
exprime con locura
en la
etiópica dulzura del sabroso guaguancó,
que es
embrujo en el reflujo de la sangre azucarada
y es
espasmo en el marasmo del trepidante bongó.
¡Guasa,
Columbia, a conconcó mabó…!
¿Por qué no
viene a la bacha la rumbera Caridá,
si su risa
guarachera de mulata sandunguera,
cuando la
rumba delira,
llama,
rabia, grita y gira,
percutiendo
poderosa sobre el parche del bongó?
En dulce
sopor que embriaga de la magia del embó,
este diablo
de mulata resquebraja la cintura
y la
exprime con locura en la dulzura del sabroso
guaguancó.
¡Guasa,
Columbia, a conconcó mabó…!
¿Por qué no
viene a la bacha la hija de Yemayá,
la pulposa,
la sabrosa, la rumbera,
majadera y
chancletera Carida? (1)
El tema de esta poesía gira en torno a la
mulata Caridad y el por qué no quiere bailar, el poeta trata de reproducir con
precisión los pasos y sus movimientos voluptuosos al oír los diferentes acentos
de los tambores. El poeta va describiendo el baile de manera sensualista, el
movimiento de las nalgas y la atracción erótica de sus traseras pulpas.
El etnólogo y crítico literario Idelfonso Pereda Valdés, se refiere al
sensualismo de la poesía afrocubana en estos términos:
“Es
lógico que quienes hayan sentido mejor la sensualidad de lo negro sean los
poetas “antillanos”: para ellos la sensualidad es cuestión de profundidad y no
de periferia.” (2)
En su poema “Liturgia etiópica” el poeta da rienda suelta a su sensualismo en
las imágenes de la rumbera Mersé, la cual bailando al compás del ritmo del
bongó que toca el negro José Caridad, es una figura lúbrica que inspira
visiones eróticas, cargadas de musicalidad a través de la descripción que de la
danza hace el poeta. Voy a extractar los versos:
Sobre la
liturgia pura del etiópico ancestral
tonante
toque en tumulto tam tam tamborilea
No hay un
giro, ni hay un viro,
en que no
bulla la bulla de la bacha que emborracha
diluida en
la guaracha de la timba del solá.
¡Tiembla
los cueros, José Caridá!
Llama a tu
ecobia que baile el bembé,
que mueva
la grupa,
que estire
los pies,
que salte,
que grite,
se agache,
se pare y se vire al revés.
Lasciva,
rugiente, se ríe Mersé:
desencaja
la cintura
y la apura
con bravura en tamtambaleante paso
que es en
su ebúrnea canela
mórbida y
vibrante estela de lujuriante sopor.
En torpe
rebambaramba de aguardiente y de sudor
tonante
toque en tumulto tam tam tamtamborilea.
Entona su
canto José Caridá;
lamiendo la
bemba vigila a Mersé;
y en tanto
cansado y sudado cantaba el bembé
pensaba
orgulloso:
_Tu paso
sabroso que mata, mulata
lo éta
protegiendo Babalu Ayé.
Violentamente
vibrando sobre el parche que se parte,
ecos secos
repercuten su macámbica genial
-Teberé,
monina, teberé:
¡qué
sabroso baila mi ibana el bembé!
Y no hay
bulla que no bulla de la bacha que emborracha
diluída en
la guaracha de la timba del solá.
Y mientras
la mulata su cuerpo menea,
tonante
toque en tumulto
tam tam
tamtamborilea
sobre la
liturgia pura del etiópico ancestral. (3)
Esta poesía mantiene toda la fuerza sensual
que se presentan en las imágenes de la bailadora de bembé, baile que ha pasado
al olvido entre los mestizos cubano de la actualidad. Al respecto opi-
na
Idelfondo Pereda Valdés:
“Aquí
hay ritmo negro, canción de bongó transformada en lascivia, en sensualidad, su
erotismo. El desenfrenado ritmo de la danza negra, la bulla de la bacha, o de
la cumbancha, es ritmo lujurioso en “Liturgia etiópica”. (4)
He elegido la opinión de la Dra. Hortensia
Ruiz del Vizo (†), porque la misma venía vinculada desde Cuba a la literatura
de tendencia afrocubana, y nos dice del habla popular usado por los poetas que utilizan el tema negro:
“Esta
poesía tiene diferentes variantes: social, folklórica, mítica, etc., pero
contiene una serie de elementos que le son propios, es decir, que no se
encuentran fuera del campo de ella, como son: el ritmo musical, la imitación
rítmica de los instrumentos de música típicamente negra, el uso de jitánforas,
plasticidad, la gran utilización de voces africanas, la captación del
movimiento de los bailes negros y la sexualidad”. (5)
Marcelino Arozarena abandono su primer
estilo, pero los poemas que dejo son verdaderas piezas poéticas afrocubanas de
sabor negro con un sensualismo y musicalidad patente en todo momento en sus
imágenes.
Esta poesía afrocubana, marcó una época y
dejó una escuela que integró dentro de ella a los mejores autores de dicho
estilo por espacio de muchos años, llegando a estos tiempos gracias a la
continuidad de dicha tradición estilística entre los poetas cubanos que
partieron de Cuba a raíz de 1959.
Bibliografía
Pereda Valdés, Idelfonso. Lo negro y lo mulato en la poesía cubana.
Ediciones Ciudadela, Montevideo, 1972
Ruiz
del Vizo, Hortensia. Poesía negra del
Caribe y otras áreas, Ediciones Universal, Miami, 1972.
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