Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
Según
el psicólogo Jaci Regis, el hombre del siglo XXI es un ser que acumula
vivencias y experiencias, que delinean su estructura mental y su perfil moral.
Su comportamiento representa una variedad de estados emocionales, mostrando el
nivel alcanzado por esa individualidad permanente a través de su personalidad
en transición.
A partir del conocimiento de su
naturaleza espiritual, de conocer que no solo es el resultado de una herencia
biológica y una educación familiar y social, sino que trae una historia, un
cúmulo de experiencias de vida que le han otorgado una personalidad particular,
el hombre podrá ensayar, con mayor responsabilidad, nuevas formas de
convivencia. Ellas le aportarán experiencias que enriquecerán su proyecto de
vida.
El conocimiento de la vida con
sentido, ante tantas presiones y situaciones de dolor en la existencia de cada
ser humano, ayuda a tomar ciertas decisiones, a optar inteligentemente que
tiene un origen basado en el amor y en el crecimiento de todos los seres.
Poder comprender esto ayuda a
delinear un proyecto de vida que no se atenga solamente a lo efímero y a lo
material, sino a “combatir” diariamente para alcanzar la verdadera felicidad,
la que anida fuertemente en una conciencia serena, sin opacidades ni eriales.
De esa manera, en la conjunción de sentimientos de paz, que brinda el saber que
se está en el camino correcto, se delinea un hombre de bien.
El hombre actual es consciente de que aquel que lucha contra sus propias imperfecciones, que sabe
que la vida tiene sus matices que lo ayudan y lo ponen a prueba con su propia
conciencia; aquel que actúa con firmeza con sus propias convicciones de bien a
pesar de las circunstancias y modas sociales; aquel que trabaja moralmente por
la propia superación y la de su entorno… es sencillamente un ser con conciencia
de bien. Se concreta la teoría y la práctica cotidianas, amalgamadas en
acciones, pensamientos y sentimientos positivos, que tienden al crecimiento y
la fortificación racional del individuo.
Mantener esta actitud y postura
de vida es un desafío en medio de una sociedad que propone a veces otros
modelos y valores. A partir de esta base, lo que podamos conseguir será nuestra
responsabilidad y nuestro mérito.
El hombre de bien se siente
responsable de su vida. Intenta comprenderse a sí mismo para comprender a los
demás. Desea salir de sí mismo, dejar de temer que los demás entren en su
espacio, y entiende que no existe paz ni felicidad fuera de la benevolencia, la
solidaridad y el amor entre los hombres.
Tratemos de cultivar diariamente
nuestros pensamientos, sentimientos, brindándonos a los demás en acciones
sencillas, percibiendo la emoción propia y de los otros, expresando el afecto,
obrando con honestidad y respeto por el semejante. A veces podemos pensar que,
en un mundo competitivo, agresivo, solo triunfarán los fuertes, pero los
fuertes son los espíritus educados en el amor. Los fuertes son aquellos que
ante la violencia reaccionan con serenidad, ante el insulto, con comprensión.
Y la mejor manera de construir un
mundo mejor para nosotros y para nuestros hijos es educando nuestra
personalidad y desarrollándola en el amor y la felicidad, con la convicción de
que cada uno de nosotros es un elemento importante en la evolución de la
humanidad.
AL SEÑOR
DE LOS FAVORES
“En Granada, en el Campo del
Príncipe,
tengo un Amigo que siempre me está
esperando”
C.B.V.
Soy de la
oscuridad viejo cautivo.
Tengo a la mar revuelta
por modelo.
Mi corazón genera
desconsuelo
amargo y en sus
campos lo cultivo.
Mas cada vez que
mi febril y altivo
paso detengo ante
tu faz de cielo,
mi voluntad
desecha todo el hielo
que acumula la
noche donde vivo.
¡Oh Señor, gozo
del amor divino!
A tu temple mi
alma y su destino
ato para vivir siempre
a tu lado.
Háblame de bondad
y paz, Amigo.
Háblame. Quiero
conversar contigo
de mis errores y
del bien ganado.
Málaga
(España)
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