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martes, 15 de julio de 2014

Bienvenidos a Pensamiento

Conquista de Jerusalén

El sitio de Jerusalén fue un asedio que tuvo lugar entre el 7 de junio y el 15 de julio de 1099 durante la Primera Cruzada. Los cruzados lograron penetrar y conquistar la ciudad santa de Jerusalén de manos del califato fatimí de Egipto. Tomado de: Wikipedia

Comentario

Muy estimado Amigo:

Hoy que tuve un día un poco más tranquilo,me puse a leer los dos  números más recientes de Pensamiento, que tenía aquí y no puedo por menos que escribirte este corto mensaje, para  decirte mis impresiones sobre tu creación  "PENSAMIENTO. En mi concepto, una de las mejores publicaciones creadas en el exilio.  Desde cualquier punto de vista  que se  le analiza. A parte de la pulcritud y belleza de su presentación, el contenido es verdaderamente excelente. Nos lleva a Cuba. Nos la describe, nos la muestra tal como era, tal como es. Leerla es volver a su historia, volver a sentirla, es volver a sentirnos orgullosos del nombre que llevamos. Es cuando comprendemos con certeza  lo que era, lo que éramos; lo que es y lo que somos.

Hay en ella todo lo que un lector exigente puede pedir: Conocimiento de nuestra cultura, manejo brillante del idioma, orgullo de ser, y decir lo que se es, orgullo de ser cubanos. Te felicito amigo y me siento feliz y orgullosa de cooperar con ustedes siempre que me necesiten.

  Felicidades y un abrazo para ti y para Barbarita.

Dra. Herminia Ibaceta

Los Primeros Españoles en el Área de Tampa


Foto tomado de: Tampa Bay History Center


René León
   Para muchos que han leído la historia de la llegada de los españoles al área de Tampa, piensan que fue la expedición de Pánfilo de Narvaéz la primera en desembarcar en esta costa. Pero gracias al libro de Álvar Núñez Cabeza de Vaca Naufragios, donde nos cuenta las vicisitudes de los expedicionarios y el trágico final de muchos de ellos, sabemos que no fue así.
  Álvar Núñez Cabeza de Vaca, nació en Jerez de la Frontera a fines del siglo XV. No se tiene mucha información sobre su vida antes de venir al Nuevo Mundo. Era nieto del Adelantado Pedro de Vera. Sale de Sanlúcar de Barrameda el 17 de junio de 1527, como tesorero y alguacil mayor de la expedición de Pánfilo de Narváez, que había sido autorizado por la Corona Española para conquistar y colonizar la Florida, lo que nunca lograría. Sólo se salvarían cuatro expedicionarios, Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes y un negro esclavo llamado Estebanico de Azarnar. Al regresar Cabeza de Vaca a España después de varios años vagando por tierras desconocidas para él, daría a conocer todo lo pasado en su libro Naufragios.
  Al salir la expedición de España y llegar a La Española desertan ciento cincuenta hombres. Salen para Cuba y llegan a la villa de Santiago de Cuba. La suerte siempre sería adversa para Narváez. Envía dos navíos a la villa de Trinidad para recoger suministros prometidos por Vasco Porcallo de Figueroa, y los sorprende un huracán  en el puerto de Casilda a dos leguas de distancia, donde quedan destruidas  las naves, los caballos muertos y parte de la tripulación desaparecida. Se reponen al llegar Narváez con el resto de los hombres y barcos. Compran otro navío, a los pocos días salen para la villa de San Cristóbal de la Habana a recoger más suministros y hombres, ahora son cinco navíos.
  La meta era llegar al área ya conocida de la Florida desde la expedición de Ponce de León. Pero los fuertes vientos del más tarde conocido como golfo de México y el estrecho de la Florida, los lleva a la costa del Oeste, y llegan a tierra el 12 de abril de 1528, y van costeando hasta llegar según Cabeza de Vaca "y jueves santo surgimos en la misma costa en la boca de una baía al cabo de la ciudad vimos ciertas casas y habitaciones de indios". Según algunos historiadores es la bahía de Sarasota, que se encuentra al sur de la bahía de Tampa. Cómo se vera más adelante, la siguiente bahía por su tamaño sería la de Tampa. El autor sigue contando: "...llevamos la vía del norte, hasta que a hora de vísperas llegamos a una baía muy grande, que nos pareció que entrava mucho por la tierra". Más adelante el autor nos va a describir cómo encontraron los restos de otros españoles. Después de contar los pormenores de la expedición se interna tierra adentro pero costeando: " Partido el vergantín, tornamos a entrar en la tierra los mismos que primero, con alguna gente más y costeamos la baía que avíamos hallado, y andadas cuatro leguas tomamos cuatro indios y mostrámos le maíz para ver si lo conocían, porque hasta entonces no avíamos visto señal del." Luego nos dice cómo  los indios le dijeron dónde podían encontrar maíz: "...y assí nos llevaron a su pueblo, que es al cabo de la baía cerca de allí. Allí muchas caxas de mercaderes de Castilla, y en cada una de ellas estaba un cuerpo de hombre muerto y los cuerpos cubiertos con unos cueros de venados."  Ellos habían  encontrado pedazos de lienzo y paños de tela y penachos de la Nueva España. Según Fernández de Oviedo en su Historia General sobre las Indias, dice: “...e preguntado a  los indios dijeron por señas que lo habían hallado de un navío que se había perdido en aquela cosa e baía." (p.288) El autor F.W. Hodge en su libro Spanish Explorers in the Southern United States (1528-1543) , Nueva York, 1959, opina que puede tratarse de uno de los naufragios de Lucas Vázquez de Ayllón. En la primera expedición de Ayllón en 1520 salió con dos navíos del Puerto de Plata, a la costa de la Florida. Al regresar uno de los navíos se perdería. Volvería a preparar otra expedición en 1525, que también resultaría en un fracaso, uno de los navíos naufragaría.
El Bergantín foto tomado de: Piratas en la Niebla
  El problema más grande que confrontaban los pilotos eran los fuertes vientos del estrecho de la Florida. Antiguamente los capitanes por desconocer las rutas, siempre cogían por la costa sur de Cuba. Es muy posible que uno de estos dos navíos perdidos, sean de Ayllón. Porque de los dos navíos que salieron  del Darién y se perdería uno de ellos, fue a parar a la costa de  México.
  Antes de la expedición de Pánfilo de Narváez, ya habían llegado al área de Tampa otros españoles, siendo estos los náufragos. Gracias al libro de Cabeza de Vaca se pudieron tener estas informaciones, sin este pasaje la historia de los náufragos hubiera quedado olvidada.
  Cuando la expedición de Hernando de Soto llega a la Florida, (que fue la
Foto tomado de: Robinson Library
que más hombres trajo, más de mil hombres, y trescientos caballos, llega al área de Tampa, el 25 de mayo de 1537), lo primero que hizo fue ordenar a sus hombres ver si había oro.  Llega a sus oídos de que en una tribu cercana había un cautivo español, logra que se lo entreguen, su nombre era Juan Ortiz, y había venido en la expedición de Narváez. Ortiz le cuenta a Elvas o Delvas que era cronista de Soto, como se había salvado, gracias a la intervención de la hija del cacique de Ucita, impidiendo que fuera quemado. El relato de Ortiz tiene mucha semejanza a la historia  del capitán inglés John Smith de su estancia con los indios en  Virginia, donde un europeo o hombre blanco fue salvado por  la princesa Pocahontas, y pasado el tiempo se casaron. Si se analiza la historia se vera cierta similitud a la de Ortiz. La crónica de Elvas fue publicada primero y muchos historiadores estiman que la historia del capitán Smith, fue tomada del libro de Elvas. Los estudios de cine de Walt Disney hicieron una película sobre Pocahontas, y esa historia es muy popular en Estados Unidos.
   Otra cosa muy importante que muchas personas ignoran, y es que los cronistas españoles publicaron los viajes al Nuevo Mundo; los ingleses,  franceses y portugueses, se leían esos libros, para aprender la ruta a América.
  Juan Ortiz sería el último expedicionario del grupo de Narváez que se salvó.

Pétalos del sueño

Foto tomado de: Mis Poetas Contemporaneos2

Dr. Antonio A. Acosta


Lejos fueron los ecos de mi canto
a orquestar un concierto de nostalgias,
y en el valle de luz de mi remanso
el alba de la vida se ha hecho sombras.

En la magia del sueño y el espacio
los briosos potros de la infancia
-a duras crines y sin bridas-
cabalgan presurosos por mi tiempo.

En viento – Quijote sin horario—
me transporta a la orilla del silencio.
Allá donde es más profunda la resaca
y más amargo el llanto de las olas.

¡Cuán real o quimérica es la vida!...
Pues nadie conoce a ciencia cierta
si el hombre emerge en cada sueño
como un ser de nuevos horizontes.

La muerte que es amiga del misterio,
es tan sutil y taimada en su demanda,
que al fin no sabemos tan siquiera
si es el renacer a un largo sueño.


El Cambio del Águila

Foto tomada de: Pleasant Walk ® Chile 

El águila es el ave de Mayor Longevidad
de su especie. Llega a vivir 70 años.

Pero para llegar a esa edad a los 40 años,
deberá tomar una sería y difícil decisión.

A los 40 años sus uñas apretadas y flexibles,
sin conseguir tomar a sus presas de las cuales se alimenta.

Su pico largo y puntiagudo se curva apuntando contra su pecho.

Sus alas están envejeciendo y pesadas,
y sus plumas gruesas.
Volar se hace ya muy difícil.

Entonces el águila tiene solamente dos alternativas.
Morir o enfrentar su dolorido proceso de renovación, que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse
ahí en su nido cercano a un paredón,
en donde no tenga la necesidad de volar.

Después al encontrarse en el lugar,
el águila comienza a golpear con su pico
en la pared hasta conseguir arrancarlo.
Después de arrancarlo, esperará el crecimiento
de uno nuevo con el que desprenderá
una a una sus uñas y talones.
Cuando los nuevos talones comienzan a nacer,
comenzará a desplumar sus plumas viejas.
Después de cinco meses sale para el famoso vuelo
de renovación que le dará 30 años más de vida.


Nota de René León

No es parte del video el siguiente párrafo

En nuestra vida muchas veces tenemos
que resguardarnos por algún tiempo
y comenzar un proceso de renovación.
Para continuar un vuelo de victoria,
debemos desprendernos de costumbres,
tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor.
Solamente libres del peso del pasado podremos
podremos aprovechar el resultado valioso
que una renovación siempre nos trae.


Un chiquillo de sociedad

Como complemento de su carrera, Chicho se había aprendido de memoria varias frases y palabras francesas, que citaba frecuentemente aunque no vinieran al caso ni él supiera lo que significaban, palabras que llevaba siempre apuntadas en su libreta para poder consultarlas en caso necesario. Por otra parte, su conversación no podía ser más insustancial y vacía.
Fue realmente para Chicho Olalla, uno de los días más felices de su vida aquel en que vio por primera vez su nombre en la Crónica de Sociedad de uno de los diarios de nuestra capital, precedida de la clásica frase «el conocido joven». Y creo que él la consideraba como una gran victoria, como un señalado galardón; esto que significaba para él lo que para los señores de la edad media el espaldarazo que los armaba caballeros; esta frase que, unida a su nombre y apellido por un cronista social, venía a ser como la carta de naturaleza, la patente y contraseña de que era un chiquito de sociedad; o, mejor dicho, el salvoconducto que le permitía asistir impunemente a fiestas y diversiones de nuestro gran mundo. ¡Cuántos esfuerzos, cuántos disgustos, cuántas humillaciones y hasta dolores físicos —producidos ya por llevar los zapatos muy apretados, o los cuellos muy altos, etc.— no le había costado!
Porque Chicho Olalla, si no miente su partida de bautismo, no había nacido, ni mucho menos, en esa sociedad elegante y distinguida, en esa high life, en la que ahora, muy a su gusto, aunque como uno de tantos advenedizos, se encontraba. Su cuna no podía ser más humilde. Hijo de Don Pancho Olalla, comerciante, según rezaba la citada partida bautismal —aunque el tal comercio quedaba reducido a un modesto puesto de frutas y viandas—, y de Doña Eufemia Cortiña, lavandera, había pasado Chicho su niñez, confundido entre los mataperros del barrio.
Cuando entró en la pubertad, sus padres, de posición entonces algo más desahogada, y que siempre habían preferido que su hijo, de no poder estudiar en un colegio de paga, permaneciese sin enseñanza, antes de ir a esas escuelas públicas, donde, como ellos afirmaban, no aprendían los niños más que a cantar el himno o hacer ejercicios gimnásticos o calisténicos; sus padres, repito, consiguieron, por mediación de una familia de influencia en las esferas religiosas, una beca gratuita para Chicho en el Colegio de Belén y así, de la mañana a la noche, quedó convertido en alumno de nuestro más aristocrático plantel de enseñanza.
Dos años nada más estuvo con los jesuitas. Al cabo de ellos fue expulsado del Colegio, no tan sólo por su mala conducta, sino principalmente por su falta de aplicación y de inteligencia. Pero, si no para su ilustración y cultura le sirvió su estancia en Belén, sí sirvió para ir conociendo y tratando allí íntimamente a multitud de jóvenes de posición social mucho más elevada que la suya, para que se despertase en su mente el deseo, que había de ser después la obsesión de toda su vida, de introducirse y vivir en esa sociedad que con tan risueñas perspectivas, con tantos atractivos y encantos, se presentaba ante su vista.
Y esos anhelos de abandonar su condición humilde y pobre crecieron aún más cuando, después de haber salido de Belén, lo colocó su padre primero en una casa de comercio y, más tarde, en un Banco de esta capital, y ya entonces, ganando un sueldo, bien reducido en realidad, pero que para él, que en otras épocas había llegado a pasar hambre, era casi fabuloso, empezó a dar sus primeros pasos en la vida social.
En el Banco contrajo amistad íntima con un antiguo condiscípulo de Belén, Ernesto Cortadas, joven de buena familia, que conocía y trataba a lo mejor de nuestra Habana elegante. Empezó Chicho por ir al Malecón las tardes de retreta, con su amigo Ernesto. Sentados en esas cómodas, artísticas y hasta pintorescas sillas de hierro que, para provecho de sastres y lavanderos, ha colocado y sostiene allí el más flamante de nuestros Mayores, veían ambos amigos el desfile interminable de coches y automóviles, cargados de mujeres encantadoras.
Chicho procuraba estar muy atento a los saludos que a diestro y siniestro hacía Ernesto a sus lindas amigas, para saludarlas él también, muy ceremoniosamente y poder ya seguir haciéndolo después cuando se las volviese a encontrar estando solo. Y así, poco a poco, fue conociendo de vista —aunque ellas ignoraban quién era él— a todas las bellas amigas de Ernesto.
Se arriesgó más tarde a ir los Domingos a la misa más concurrida o las noches de moda a algún teatro; o a las veladas del Plaza.
Pero hasta ahora no había pasado Chicho en sus relaciones con las muchachas de sociedad, de los saludos y las sonrisas a larga distancia. Y él no podía conformarse con esto. Quiso luego visitar a las señoritas que ya conocía. Y Ernesto lo acompañó también a las primeras visitas. Después fue él solo. Y como su conversación era bastante aburrida, le ocurrieron lances realmente cómicos
que sus nuevas amigas se encargaron de propagar. En una casa, cansados ya de tanta lata, cada vez que iba, tocaban la pianola; en otra, siempre que llegaba, salía la mamá diciéndole que las niñas se habían acostado ya, porque se sentían algo indispuestas; en aquella, lo sentaban en algún sillón roto para que, al ir a mecerse, cayese al suelo. Pero él seguía impertérrito hacia delante su carrera social, importándole poco los desaires de sus amigas, y las bromas de sus amigos.
Y Chicho iba progresando cada vez más. La lista, que desde los primeros tiempos de su vida social empezó a llevar de las amigas que iba adquiriendo, era ya bastante numerosa. No dejaba pasar ninguna mañana sin leer detenidamente en las crónicas sociales las fiestas del día, a las que procuraba siempre asistir. Y ya su nombre había salido varias veces en letras de molde. Los cronistas contaban a menudo que «el conocido» o «el simpático» joven Chicho Olalla se encontraba en tal o cual baile u otra fiesta, o paseaba del brazo por los salones
a la espiritual Cusita ZZ. Jugó al tennis; aprendió a bailar el one sep, twostep, hesitation, y hasta el tango, aunque donde estaba más en carácter era en el turkey-trot; fue a las Playas, paseó varias veces en tranvía por la ciudad; asistió a algunas excursiones a la Cabaña, La Tropical y otros sitios campestres; fue a fiestas oficiales y gratuitas y hasta a un baile en Palacio...
Como complemento de su carrera, Chicho se había aprendido de memoria varias frases y palabras francesas, que citaba frecuentemente aunque no vinieran al caso ni él supiera lo que significaban, palabras que llevaba siempre apuntadas en su libreta para poder consultarlas en caso necesario. Por otra parte, su conversación no podía ser más insustancial y vacía. Con sus amigos no hablaba de otra cosa que de: «Si había visto a Fulanita» o «como estaba vestida la señorita X» o «si mañana era el santo de Z»; y con sus amigas no salía nunca de ese repertorio que suelen usar los jóvenes tontos de: «qué linda estás hoy, qué calor hace» etc., etc.
El día se lo pasaba en su oficina. Por las tardes solía llamar por teléfono a sus amigas, antes de salir a dar una vuelta por Obispo o Prado. Pero por las noches era cuando se encontraba más en carácter. Vestido siempre con trajes de colores llamativos; el pantalón muy ceñido; la americana corta y entallada; el sombrero echado hacia atrás y metido hasta las orejas; una cañita en su diestra; tal podía contemplarse a Chicho, luciendo orgulloso en los cines su figura irresistible, sus «andares» que según él hacía furor, y repartiendo satisfecho sonrisas y miradas entre sus amigas y conocidas. Se consideraba entonces el más feliz de los mortales. Y en cada una de esas veladas de moda —azules o rosas— añadía a los ya adquiridos, nuevas conquistas y nuevos triunfos. Y rara era la noche en que, al retirarse a su casa, no se figurara llevar ensartados, en las anchas cintas negras de sus gafas, media docena de corazones femeninos, trofeo, el más glorioso que pudiera apetecer un Don Juan Moderno. Cupido, ese loco chiquillo que, a veces, cuando más desprevenidos nos encontramos, nos lanza sus dardos envenenados, hirió a su vez el tierno corazón de Chicho Olalla, quien se enamoró rendidamente de Cusita Martínez, antigua novia y amiga íntima de Ernesto Cortadaz.
Temerosa aquella, que pasaba ya de los 26 abriles, de quedarse para vestir santos, aceptó los galanteos de Chicho, y, después de unos cortos amores, «sellaron ante el Dios de los altares las promesas que tiempo ha se hicieran sus apasionados corazones». El primer impuso de Chicho al enterarse que Cusita le era infiel, que le faltaba con su amigo Ernesto, fue dirigirse inmediatamente a casa de éste, ya no para pedirle, como otras tantas veces, consejo y dirección, sino, al menos, para oír de sus labios la verdad de lo sucedido. —Parece increíble, Ernesto— le dijo, medio lloroso, una vez en presencia suya—, que tú, mi amigo del alma, tú que me presentaste en sociedad, tú mi mejor compañero, mi mentor, me hayas engañado de esa manera... ¿qué has hecho? —Pues muy sencillo —le contestó Ernesto—. ¿No fue la obsesión de toda tu vida el ser un joven de sociedad? ¿Y no estuve yo siempre dispuesto y contribuí a que vieras satisfechos tus anhelos, tus deseos? Eras ya un joven de sociedad. No te faltaba más que la apoteosis. Y me creí el llamado a proporcionártela. Y te la he proporcionado también... ¿De qué te quejas?...

Emilio Roig de Leuchsenring
Este artículo fue publicado primeramente en Gráfico (1914) y, luego, en Carteles, diez años después. Como sería habitual en sus crónicas costumbristas, Emilio Roig de Leuschering satiriza
a la incipiente clase media con pretensiones de ascender en la escala social a cualquier precio. Desde muy joven desarrolló el género costumbrista, que le granjeó en 1912 —cuando
apenas tenía 23 años— el premio de la prestigiosa revista El Fígaro. Esa vocación le llevaría a escribir La literatura costumbrista cubana (1962), una de sus obras postreras, la cual no ha sido superada hasta el momento.

La Pasión y La Muerte en el repertorio litúrgico de Esteban Salas

Esteban Salas, Un barroco cubano. Foto Tomado de: En Caribe


Detalles
Tomado de: Opus Habana
Escrito por
Música Sacra de Cuba, siglo XVIII
Publicado el 29 Noviembre -0001

En el primer inventario (1769) de la capilla de música que se conserva en la Catedral de Santiago de Cuba, consta, de puño y letra de Salas, la existencia de música para las celebraciones marianas y los oficios de Semana Santa y de Difuntos.

 LA PASIÓN

El Oficio de Semana Santa escrito por Esteban Salas es una especie de ciclo integrado por un total de ventiuna obras inéditas, compuestas algunas de ellas antes de 1769. Proceden las obras de los fondos del archivo del Museo Archidiocesano de la Catedral de Santiago de Cuba y el Fondo Pablo Hernández Balaguer de la Biblioteca Elvira Cape.
Del Officium Hebdomadæ Sanctæ (en latín) de Esteban Salas aparecen musicalizados textos que responden a diferentes momentos de la liturgia del Domingo de Ramos; Miércoles, Jueves, Viernes y Sábado Santos, y Domingo de Resurrección.
A partir del repertorio publicado ya en el libro cuarto de la colección Música Sacra (2003), es que será grabado próximamente un disco para K617 por el Conjunto de Música Antigua Ars Longa y la Camerata Vocale Sine Nomine, ambos bajo la dirección de Teresa Paz.
Da inicio a la celebración de la llamada Semana Santa la conmemoración de la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén cuando, reconocido por el pueblo hebreo como Mesías, recibe las honras de niños y adultos, quienes portando ramos de olivos alfombran el camino a su paso, mientras dicen: "¡Hosanna al Hijo de David, Bendito el que viene en el nombre del Señor, Hosanna en las alturas!" Este hecho, es representado litúrgicamente con la ceremonia de la Bendición de Ramos, o palmas que enarbolan los fieles durante la primera misa.
Para estos momentos del ritual del Domingo de Ramos Salas escribió tres piezas: Pueri Hebræorum, Gloria, laus et honor e Ingrediente Domino. Tanto el Pueri... como el Ingrediente... son muestra de los versos o motetes que Salas puso en música para acompañar momentos puntuales de los oficios de la Catedral de Santiago de Cuba. Se trata generalmente de obras para tres voces y continuo de muy sencilla factura y escasa extensión, que en ocasiones utilizan recursos contrapuntísticos.
En el caso del Gloria, es un himno que acompaña la procesión de las palmas que fuera instituida por el papa san Gregorio para que los fieles recuerden a un tiempo la humildad del Salvador que entró en Jerusalén sentado sobre un pollino, y las alabanzas con que allí fue recibido.
Salas obvia la costumbre de interpretar los versos impares en formato polifónico, alternando con los versos pares en gregoriano, y escribe las estrofas -una a continuación de la otra- de manera que la alternancia es sólo literaria. De extensión breve, la factura se establece a partir de una relación texto-música fundamentalmente silábica, como es usual en este género, en el que se repite para cada estrofa la misma melodía.
En otro momento litúrgico se ubican las Lamentaciones. El texto de estas obras, llamadas asimismo "Threnos" por los griegos, constituye un poema sagrado, en el cual los dolorosos gemidos que exhala el profeta Jeremías son una figura de los que prorrumpía Jesucristo en medio de sus tormentos, exhortando sin cesar a los moradores de Jerusalén a que llorasen por la desolación y completa ruina que amenazaban a la ciudad y al templo. Fragmentado en nueve lecciones, el poema se subdivide en una especie de ciclo vocal que se canta durante el oficio de maitines (también llamado matutinum o de tinieblas) durante los días del triduo sacro (Jueves, Viernes y Sábado Santos). Sólo se conservan cuatro Lamentaciones escritas por Salas: de ellas, una lamentación primera, dos lamentaciones segundas, y una lamentación tercera. Aunque debieron ser cantadas en el primer nocturno del oficio de maitines del Jueves Santo, en Santiago de Cuba se adelantaba este oficio a la tarde del Miércoles Santo. Es posible que esta modificación del horario litúrgico -también observada en la Península Ibérica- respondiera a la esmerada elaboración musical de estas piezas a partir del siglo XVII, lo que confirió al oficio un marcado carácter de concierto.

LA MUERTE

Conservados indistintamente en el Museo Nacional de la Música, en La Habana, y la Biblioteca Elvira Cape (Santiago de Cuba), algunos manuscritos del Oficio de Difuntos aun permanecen inéditos, por lo que sus recientes transcripciones y toda la investigación entorno a este tema podrán conocerse cuando sea publicado el libro sexto de Música Sacra... previsto para salir en 2005. No obstante, algunas de esas piezas -dos lecciones y la misa- serán incluidas en el próximo disco del Conjunto de Música Antigua Ars Longa.
De ese repertorio, la obra más conocida es la Misa de Difuntos, transcripta por el maestro Hilario González e interpretada por el Coro Exaudi, con acompañamiento del coro de los monjes benedictinos de Silos.
Dividido su texto en ocho partes, es una de las piezas de mayor formato escritas por Salas: cuatro voces, dos flautas, dos violines y continuo; no obstante, posee dimensiones propias del tiempo litúrgico. Alterna recursos de homofonía y polifonía acordes con el sentido del texto y conserva momentos de canto gregoriano. Quizás su parte más elaborada sea el Ofertorio, que combina profundo carácter dramatúrgico y elaborada factura musical.
Al consultar manuscritos que, por estar dispersos, no fueron -todo hace indicar- conocidos por González, se impuso la necesidad de transcribir nuevamente esta importante obra, la cual será interpretada en correspondencia con el formato de voces masculinas que debió utilizar Salas en la Catedral de Santiago de Cuba.
De ahí que Teresa Paz, directora de Ars Longa, haya recabado la participación de Enrique Filiú y su Camerata Vocal Sine Nomine para grabar el disco que resume los dos momentos más intensos de la liturgia católica: el sufrimiento de Cristo y la hora de la muerte.

Las "Plazas" de Manhattan



 por Zilia L. Laje

    Las calles de la ciudad de New York que van de norte a sur se llaman Avenidas y están numeradas de 1 al este a 11 al oeste con unas cuantas otras coladas entre ellas. Las que van de este a oeste se denominan Calles y están numeradas de 1 en Greenwich Village al sur, lo que se conoce ahora como No-Ho, a 220 al norte cerca del puente de Broadway sobre el río Harlem, con un área de calles con nombres en el extremo sur, la zona que primero se pobló. Las Calles son divididas en Este y Oeste por la 5taAvenida.
     Broadway empieza en Bowling Green al sur y discurre al norte por 13 millas diagonalmente a todo lo largo de Manhattan hasta Inwood en el norte, que se dice era originalmente el camino trazado por los indios Wickquasgeck, que encontraron los holandeses a su llegada en el Siglo XVII. Donde intercepta cada Avenida en su trayecto, se ha hecho un parque. No son en verdad plazas cuadradas, son realmente triángulos, con la base abajo en el triángulo sur y arriba en el triángulo norte. Hay también diecisiete puentes alrededor de la isla de Manhattan, conectándola a los "boroughs" del Bronx, Queens, Brooklyn y Staten Island al norte, este y sur, y al estado de New Jersey, al lado oeste del río Hudson. El "borough" de Staten Island es también el Condado Richmond, y Brooklyn es Kings.
    Washington Square está en Greenwich Village en la calle Thompson de la Calle 4 a la 6, con el Arco de Washington y una estatua de Giuseppe Garibaldi. Donde Broadway intercepta la 4ta Avenida, la unión de los antiguos Bloomingdale y Bowery Roads, en la Calle 14 del Este, forma Union Square, hasta la Calle 7, con una estatua ecuestre de George Washington. La tienda de Samuel Klein estaba al lado este. Donde intercepta la 5taAvenida, en la Calle 23, forma Madison Square hacia el noreste, nombrada en honor del Presidente James Madison, con los monumentos al Almirante David Farragut y al Senador Roscoe Conkling; Worth Square está al norte en la Calle 25 con la tumba del General William Jenkins Worth, y el edificio Flatiron se alza al sur, en la Calle 22, construído en 1902. Donde intercepta la 6ta Avenida, en la Calle 32 del Oeste, forma Herald Square al norte, donde los herreros Stuff y Guff tocan la campana de 5 pies del monumento de Gordon Bennett, y Horace Greeley Square al sur, con una estatua del editor. Donde estaba The New York Herald en la Calle 34 está ahora Macy’s. La tienda de los hermanos Gimbel estaba en la Calle 32. El fundador de General Motors construyó el edificio Empire State, en la Calle 34 del Oeste; el edificio Chrysler está en la Avenida Lexington. Donde Broadway intercepta la 7ma Avenida, en la Calle 42, forma Times Square al sur, donde estuvo The New York Times, y Father Duffy Square al norte, con una estatua macisa del capellán militar Francis P. Duffy y el anuncio de la Coca-Cola en el edificio Two Times Square al fondo desde 1935, una de las vistas más fotografiadas. Donde intercepta la 8va Avenida, en la Calle 59, el extremo sur del Parque Central, forma Columbus Circle, con una estatua del navegante genovés Christóbal Colón en un pilar. Donde Broadway intercepta la 9na Avenida, en la Calle 65, forma Dante Square al sur, con una estatua pequeña del poeta italiano Dante Alighieri, y Richard Tucker Square al norte con un busto de bronce del tenor Brooklyniano en un pedestal de granito invertido. Donde intercepta la Avenida Amsterdam, en la Calle 72, forma Sherman Square al sur, con una estatua ecuestre del Mayor General William Tecumseh Sherman, y Giuseppe Verdi Square al norte, con una escultura del compositor de ópera. La estación de subterráneo de Broadway, una de sólo tres que perduran en la ciudad, se yergue ahí. En la intersección con West End Avenue en la Calle 106 está el pequeño, hermoseado, parque Straus, en honor al Representante Isidor e Ida Straus, conocido originalmente como Schuyler Square, con una estatua de bronce de una ninfa, de 1913. En la 8va Avenida y la Calle 110, el extremo norte del Parque Central, en Harlem, queda Frederick Douglass Circle al norte, con una escultura reciente del abolicionista. En Broadway y la Calle 137 del Oeste en Harlem limitando al este con Hamilton Place, está Montefiore Square, en honor al filántropo judío británico Sir Moses Haim Montefiore. Donde Broadway intercepta la avenida St. Nicholas, en la Calle 169, está Mayor John Purroy Mitchel Square al sur, con el impresionante monumento World War I Memorial, de bronce, en honor a los hombres del vecindario que dieron sus vidas en la guerra. El Presbyterian Medical Center de Columbia se extiende hacia el oeste hasta el río Hudson.
    Las plazas son triangulares, los círculos son cuadrados. ¿Los triángulos son circulares?


Nota: Sí, Douglass tiene dos S’s y Mitchel tiene una L.
No-Ho quiere decir "North of Houston". - Houston, nombrada por William Houstoun, se pronuncia House-ton, no Hyoos-ton, como la ciudad de Texas.
           Madison Square Garden no está ya en el área.
           Two Times Square está realmente situado en 7ma Avenida #714.

El nombre Manhattan se deriva de la palabra Manna-hata, traducida del idioma como "isla de muchas colinas".
El Silver Palm luncheonette estaba en 4001 Broadway y la Calle 168, el restaurante Golden Fountain quedaba en 4009 Broadway, a 4 puertas al norte.

Fotos tomadas de: NYC DOT

Father and son

Foto tomado de: Desk Top Nexus

La plazuela de Albear II

Por:  
Tomado de:  Emisora Habana Radio





02Plazuela de Albear primera década del siglo XX (Custom)

En los años de 1920 se realizaron nuevos trabajos en aras de engalanar la plazuela, para ello se colocaron bancos de mármol, se cubrió con cemento froteado el antiguo pavimento, haciendo un falso despiezo de la losa, se sembraron ficus, muy utilizados en jardines y parques como planta ornamental por su follaje y forma, y se realizaron trabajos de limpieza en general. Estas nuevas obras se insertan dentro de la tendencia de los gobiernos republicanos de visibilizar las acciones de sus mandatos mediante obras públicas que contribuían al mejoramiento de la ciudad, de ahí que proliferaran las tarjas conmemorativas, los monumentos y los parques, que generalmente rendían homenaje a alguna personalidad de relevancia política o social. Notable es el cambio que experimentó la zona en 1928 cuando la celebración de la VI Conferencia Internacional Panamericana, con motivo de la cual se crearon nuevos espacios públicos como la Plaza de la Fraternidad Americana y el entorno del Capitolio Nacional, entonces en construcción, y se remozaron otros, entre ellos el Parque Central, el Paseo del Prado y parques y plazuelas, como la de Albear. Este plan de remodelación de la ciudad fue diseñado por el destacado urbanista francés Jean-Claude Nicolas Forestier, quien llegó a La Habana por primera vez en 1925 y luego realizaría dos viajes más, en 1928 y 1930 para concretar, al menos, gran parte de sus proyectos.
En 1937 el Ayuntamiento de la ciudad acusaba el desagradable aspecto que volvía a tener el área, por lo que se acordó su urgente reparación y embellecimiento. Motivaba la intervención en la plazuela, la inmediata celebración de las fiestas del Turismo, que reclamaban la atención de tan céntrico lugar. De no ejecutarse toda la reparación, se planteaba por lo menos limpiar tanto la estatua como el parque, y colocar un nuevo alumbrado.
Una fotografía de la plazuela de la década de 1950 ofrece una imagen similar a la actual: los bancos de mármol desaparecieron, la vegetación ha invadido el espacio, tornándolo un área verde que se acerca más al aspecto de un parque que de una plazuela. Sin embargo, las antiguas luminarias, que hoy han desaparecido por completo, aún en estos años se conservaban.
De esa fecha al presente, no se realizaron intervenciones significativas en la plazuela de Albear, el pavimento recibió reparaciones varias que, como su aspecto demuestra, no fueron de la mejor calidad, al igual que en el interior de las fuentes que rodean la estatua de Albear; la descuidada vegetación se ha apoderado del lugar; la colocación arbitraria de la señalética afecta la imagen del conjunto, y la ausencia de iluminación ha hecho que el sitio pierda la centralidad y relevancia urbana que siempre tuvo como espacio de tránsito entre las dos habanas.
En el entorno de la plazuela de Albear se levantan once edificaciones de alta significación urbana, arquitectónica y cultural, de ellas, ostenta Grado de Protección I el antiguo Centro Asturiano, hoy Museo Nacional de Bellas Artes, sede de Arte Universal; tres edificios tienen Grado de Protección II: la librería La Moderna Poesía, la antigua Manzana de Gómez y el edificio art deco de O’Reilly No. 534; y el resto posee Grado de Protección III.
El espacio conserva una de las construcciones más antiguas de la calle O’Reilly, la señalada con el No. 538, antigua ferretería Monserrate, que a pesar de su grado de deterioro y transformaciones en planta baja, mantiene la tipología y sistemas constructivos del siglo XIX, compartiendo la filiación neoclásica con otro edificio colonial, Bernaza No. 9. Las demás edificaciones son del siglo XX, con fuerte presencia del eclecticismo y el art deco.
La altura predominante que alcanzan los edificios oscila entre las dos y tres plantas, destacando la Manzana de Gómez y el Centro Asturiano que poseen cinco niveles.
Canal of the aqueduct – View in 1900
Foto de Wikipedia
Tipológicamente, coexisten en igual número los inmuebles de carácter civil-público y doméstico, estos últimos, edificios mixtos por compartir la función habitacional y comercial. En cuanto a usos, equitativamente conviven el habitacional y el comercial y de servicios.
Por su popularidad y tradición en los espacios recreativos capitalinos, sin dudas destaca en el conjunto de esta plazuela, El Floridita, calificado por el escritor norteamericano Ernest Hemingway como “el mejor bar del mundo”, famoso por su daiquirí.

martes, 1 de julio de 2014

Bienvenidos a Pensamiento


ÚLTIMO TRANCE de “UN PRESIDENTE CORDIAL”


© Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)

Así le gustaba definirse a Carlos Prío Socarrás, primer Presidente de la República nacido tras la Independencia del dominio colonial español y primero –y, hasta ahora, el único- en fallecer por la vía del suicidio –sea durante o después de su desempeño del cargo-.
Los periódicos del 6 de abril de 1977 (así, EL PAÍS, en España) dieron cuenta de un despacho de la agencia EFE sobre la muerte, el día anterior y por propia mano, en su residencia de Miami Beach, en el 5070 de Alton Road, del hasta entonces (y hasta el día de hoy, también) último Presidente constitucional de Cuba (que lo fue durante el periodo entre 1948 y 1952).
El Dr. Prío se había despertado temprano, y había salido al jardín de su casa, en bata y zapatillas, a fin de recoger el periódico del día, para leerlo -como era también usual- al pie de la piscina. A las ocho y cinco, el jardinero de la casa vecina escuchó un estampido, y fue a alertar a la Policía. La familia de Prío, todavía dormida y con el aire acondicionado en funcionamiento, no se enteró de nada. A las ocho y once minutos llegó el lugar de los hechos una ambulancia, en la que casualmente prestaba servicio un galeno cubano, quien le reconoció y asistió enseguida. El cuerpo se encontraba yacente, sobre una tumbona, con un balazo sangrante en el pecho y a su lado un revólver calibre 38 de cañón corto.
A preguntas del Dr. López Vázquez –el médico que se había personado- y el oficial de Policía Edgar Ávila, Prío, todavía consciente, reconoció su autoría del disparo y negó de plano que hubiera sido víctima de un atentado.
Trasladado al Hospital Mount Sinai, tres cirujanos le practicaron una intervención in extremis, para intentar salvar su vida. Fue inútil: Prío falleció a las 9:30 de la mañana.
Su cadáver fue enterrado en el cementerio de Woodlawn Park, adonde acudieron varios miles de personas, a rendirle sus últimos respetos.
Cuando Prío fue elegido y tomó posesión como Presidente de la República, ya estaba en marcha la Guerra Fría –conformada entre febrero y septiembre de 1946 con el intercambio de telegramas de agrios reproches entre los EE.UU. y la Unión Soviética, aunque realmente quedó declarada de hecho con el Discurso sobre el Telón de Acero, pronunciado por Winston Churchill el 5 de marzo de 1946 en el Westminster College, en Fulton, Missouri-.
En su primer mensaje al Congreso, en 1948, Prío señaló que, entre los problemas a los que se enfrentaba Cuba, “El primero de ellos, el que más atención merece por su fuerza, su disciplina y su tremenda peligrosidad social y política, es el Partido Comunista, organización internacional que ha tomado entre nosotros el nombre de Partido Socialista Popular”. A los pocos días de partir al exilio, tras el Golpe de Estado ejecutado el 10 de marzo de 1952 por el ex Presidente y Senador por la provincia de Las Villas, Fulgencio Batista, Prío declaró en México que estaba “dispuesto a pactar con todas las fuerzas políticas que combaten a Batista. Menos con los comunistas”.
Prío había contraído matrimonio el 14 de julio de 1945 con María Dolores Tarrero Serrano -nacida en el central azucarero Pina, en Camaguey-, quien le acompañó en el exilio. Mary Tarrero trabajaba como taquígrafa en el Senado cuando conoció al abogado, y entonces Senador por la provincia de Pinar del Río, Carlos Prío Socarrás. El matrimonio tuvo dos hijas, María Antonieta (Marián) y María Elena. En enero de 1959 la familia regresó a Cuba, pero pronto se marcharon de la Isla. La viuda de Prío falleció en su casa de Miami, el 23 de septiembre de 2010, a los 85 años de edad, a consecuencia de una neumonía.



Fuentes consultadas: Ciro Bianchi Ross, crónica del 21 de abril de 2012, en www.juventudrebelde.cu/columnas/2012-04-21/como-murio-carlos-prio-socarras/
Katia Figueredo Cabrera, “Carlos Prío Socarrás, Fulgencio Batista, Francisco Franco: la escalada hacia una consolidación ‘fraterna’ (1948-1958)”, en la revista Illes I Imperis, del 27/07/2009, publicada por la Universidad Pompeu Fabra, de Cataluña, pp. 49 y 52.


The Cultural Journal

Foto tomada de:  Maricel Mayor Marsán
Ramapo College  de Nueva Jersey, Volume XXII, Issue II, Fall 2013

La publicación de esta revista se hace con los esfuerzos y la coordinación de Niza Fabre, Giuseppe Sorrentino, Karl Johnson y otros. La profesora Niza Fabre ha podido lograr a través de los años, con un grupo de profesores, una publicación de gran calidad. Se trata de una publicación bilingüe que contiene una variedad de temas culturales tanto de nuestra época como de la Historia de nuestra cultura. Incluye temas como la poesía, viajes, semblanzas de figuras del mundo hispanohablante, visitas internacionales, premios para representantes de nuestras Artes, inmigración, un Club Cultural, economía internacional, un registro de revistas alusivas, recetas, murales y no pueden faltar hasta animales. Despliega cuarenta y cinco páginas de información bien balanceada y de interés común, acerca de nuestra herencia cultural. Le auguramos a esta valiosa publicación un futuro eterno.

La poesía de Martí

Por: Juana de Ibarbourou

Desde esta tierra del Sur, mi República oriental dulcemente marina, por sobre todo el Continente se tiende hasta Cuba, una recta tensa, que une a los dos pueblos en una amistad, en un amor que tiene un tierno matiz de patria común. Es que ningún uruguayo olvida jamás que su bandera cobijó a José Martí en el exilio y que él a su vez representó a nuestra nación desde su Consulado en Nueva York, dándole para siempre a ese puesto una alta jerarquía histórica. Por eso, entre todos los países de América, el Uruguay es el que tiene derecho más próximo a la hermandad de Cuba. Martí es herencia americana, herencia latina, como todo grande hombre de una raza lo es de ésta, dondequiera que esté afincado. Pero así como en el clan familiar hay siempre un hermano más apegado a otro que los demás, bajo la curva simbólica de los brazos de Martí alzados para el juramento de la independencia, en el grupo escultórico de los libertadores que algún día ha de crear un Rodin americano, el Uruguay es el que más próximo estará al corazón llameante del Apóstol. Me crié amándolo (mi padre, español, vivió en Cuba años de su adolescencia); se me enseñó a querer a esa tierra y a su héroe, y ese amor está consubstanciado con mi corazón. De los recuerdos paternos aprendí a conocer "‘la perla antillana”, con el minucioso sentido de los ciegos. No la he visitado nunca, aún, pero su geografía, su aire, su luz, el mar que le redondea la cintura, me son tan familiares como los de mi país. Y en Montevideo, en mi cátedra de Lectura Comentada del Instituto Normal de Señoritas, el verso puro, la prosa rigurosamente poderosa de impartí, hacían de fiesta la hora de clase en que los teníamos como lección del día. Igual que Bécquer, Martí se nos entró en el alma y como sucede siempre con los verdaderos poetas, su verso nos sirvió muchas veces de término de comparación a situaciones íntimas, y fué ejemplo, confortación y embriaguez. Porque este cubano incomparable, se polarizó en dos encarnaciones inmensas, alrededor de las cuales giró todo lo que él fué, de modo perfecto, en la vida: héroe y poeta. Su prosa magistral mucho mayor, en cantidad, a los versos que nos dejó, le descubre a cada instante en esas dos entidades supremas. En aquella época aprendí de memoria aquel poema egregiamente grandilocuente de Los héroes, que parece modelado por un escultor genial:

Sueño con claustros de mármol
Donde en silencio divino,
Los héroes, de pie, reposan.
De noche, a la luz del alma,
Hablo con ellos: de noche.

Cansado de luchas y fanfarrias, Martí se dirigía a sus hermanos de inmortalidad, a la única hora posible para esos diálogos. Y así lo veo en el umbral del claustro marmóreo lleno de erguidas estatuas gloriosas, conversando con ellas, fascinadoramente, de patrias y versos. Tan original, certero y rico de centellas en la prosa. Tan difícilmente sencillo y puro en la poesía, como aquellas estrofas invictas de La rosa blanca, modelo de forma y esencia, que recitan los escolares de mi país, y que él ha de escuchar desde allá, conmovido por ese culto nacional que el Uruguay le rinde desde su entraña. Martí está entre los grandes que desde hace tres generaciones forman nuestra vía láctea política. Millares de poetas han querido imitarlo. Imposible, pues muy pocos poseen como él, en “esta tierra menuda y rencorosa”, los dos augustos elementos con que ese poema fué creado: santidad y genio. El estilo de Martí, sin antecedentes americanos (Montalvo es grande y distinto), viene tamizado desde las más lejanas fuentes del idioma. Con su elocuencia recia y fulgurante, sus certeros arcaísmos que le confieren tanta gracia, con su simplicidad de poeta prístino que le ha dado el rigor del despojamiento y hace de su estrofa brillante una gema límpida, sólo podemos encontrarle raíces en lo más profundo de Santa Teresa, su hermana monja. Martí, escritor, orador, poeta, es tan inmenso como Martí patriota. Una vez quiso él enseñar cómo se es poeta y dijo que “para hacer poesía no hay como volver los ojos fuera: a la naturaleza; y dentro: al alma”. Fórmula fácil para él que poseía el destino, pero tan inaccesible como aquella de la musa traviesa de Ricardo Palma que encomendara poner consonantes en las puntas, y en el medio... talento. Martí fué poeta porque su alma excepcional sentía la naturaleza, que es Dios, como un elegido del cielo, y porque los supremos poderes le dieron el valor creador sin el cual la sensibilidad y la contemplación no pueden llegar al milagro del verso logrado. Su obra es humanidad viva, fe, amor... y genio. Los romances de Ismaelillo, en esos metros falsamente fáciles que él maneja con tanta soltura y elegancia, como toda su producción lírica, son verdaderas trampas geniales en las que se cae atrapado el que recien empieza a estudiarlo. Llano, muy cielo azul, pero tan dueño de centellas, que pronto, de ese decir simple salta una chispa que nadie podría sacar de su ámbar y que es el prodigio del fuego haciendo arder la zarza sin consumirla. Tanto en los Versos libres como en los Versos sencillos; en los poemas galantes de ese gran galanteador, como cuando, “espantado de todo”, se refugia en el hijo rimando delicias para su “reyecillo” o canta sombrío a sus “hermanos muertos el 27 de Noviembre” (los estudiantes de Medicina fusilados en La Habana ese mes del año 1871). Martí se salva de la recarga romántica-decadente de la época y, para gloria de nuestra lírica es, por su buen gusto, su erguidura, su ímpetu, su sintaxis, su adjetivo, la perdurabilisima voz poética que sigue dándonos su melodía, cuando hace más de medio siglo la muerte le apagó en la garganta, en el combate, yámbico de Dos Ríos, la otra voz, la sonora y alucinante del orador. Martí es un precursor del modernismo en la poesía americana y tal vez Darío bebió en él sus primeros sorbos de gracia y cuento:


Margarita, está linda la mar...

El gran nicaragüense dice en su estudio de La Nación, de Buenos Aires, que Martí poeta fue mucho tiempo casi desconocido para él. Pero si algo había leído del bardo cubano, eso fue bastante, como una gota de salada agua del mar es el océano en potencia y el ascua minúscula que ha arrastrado el viento todo un incendio de bosques a kilómetros de distancia. Martí, que indudablemente tuvo en la poesía clásica castellana su nodriza y su aya, viene de muy lejos. De un muy lejossiempre más cercano que todo, porque está en el pueblo y en el corazón de cada lírica y sensible criatura del pueblo. Si los héroes dialogan con él de noche, mano a mano, de día lo escoltan juglares que recogen del sufriente limo mortal su experiencia y filosofía, cantando con acento directo y bruñido, a lo que les quema el alma por formar parte ella y que nos viene del aliento del principio de la creacion. Martí lo transforma en legítimo derecho de poeta:

Yo te quiero, verso amigo,
Porque cuando siento el pecho
Ya muy cargado y deshecho
Parto la carga contigo.

¿Qué importa que tu puñal
Se me clave en el riñón?
Tengo mis versos que son
Más fuertes que tu puñal.

¿Qué importa que este dolor
Seque el mar y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo,
Nace alado del dolor.

  Es evidente que Martí quiso con el amor de la vocación, su destino lírico. No vacila en hablar de él orgullosamente, cuando la mayoría de los poetas lo tratan como a la propia sangre que necesitan para la salud y la vida y lo silencian siempre. Apenas si a veces lo hacen formar parte de una metáfora o una vergonzante referencia.

Aplomado y límpido, Martí dice lo que siente sin mirar a su público de reojo. Es que, más aún, no busca tener público, como el ruiseñor. Canta por un imperativo natural y lo hace con una idiomática segura, perfecta, sin dengues ni laberintos. El sol directo de Cuba, que ha de comerse sombras y contraluces, está, vertical, en su verso. Y así era él mismo, vertical, y por eso ha quedado en América como una de las más fuertes columnas de la poesía y la libertad. Si como héroe tiene un ancho espacio luminoso para su estatua en el claustro de los héroes, como poeta se talló un plinto de piedra berroqueña y se conquistó una siempre fresca corona de laurel castellano. La niña de Guatemala, la que por él se murió de amor, la que en andas llevaron a enterrar obispos y embajadores, y cuya mano afilada y cuyos zapatos blancos besó transido de dolor en la despedida suprema, es mucho más que un romance hermoso. Bien sabemos el nombre de la pobre y bella desdeñada, que prefirió el frío definitivo del agua del río, al del olvido de aquel desmemoriado que volvió casado con otra, aunque a ella la hubo amado tanto. Ese romance puro y sereno, sin embargo llora sangre. Así, llorando y sangrando de remordimiento desesperado, debió escribirlo Martí que tuvo grandes poderes de atracción con las mujeres, pues sin ser hermoso poseía unos ojos de fuego y una invisible aureola que conmovía los sensibles nervios femeninos. Su bondad total lo salvó de ser un don Juan: su genio y su sentido de la libertad, de los derechos humanos, de ser un conquistador de cualquier especie. Él sabía bien que “el amor engendra melodías” y sembró amor en el verso, en la prosa de centella, en cuanto ideal se le cobijó bajo la noble frente magnética. Como él mismo dijo de Emerson, Martí fue “un hombre que se halló vivo”. Lo vemos inflexible y dominante en la lucha sagrada por la libertad de su patria; grande, con sólo los odios que por ser justos son santos, como lo prueba en Versos sencillos su “Romance a Aragón” y en múltiples instantes su cariño a la España de sus ancestros, limpia de la culpa que los políticos tuvieron en la esclavitud de Cuba. Si en todos sus aspectos yo lo venero y lo admiro, Martí tiene en mis preferencias de vocación y destino, la alucinante atracción de un ídolo. Muchos poetas de América hubieran deseado poseer su sobria y certera claridad. Pero ese don sólo lo reciben del cielo muy pocos grandes. Su vastísima cultura, ese relampagueo académico, fulgurante, entre la transparencia del agua, su sencillez asistida por el vocablo antiguo que la subraya de gracia, esa sintaxis que parece tan lisa y es su gran misterio de forja y riqueza, todo eso que es Martí poeta sea en la prosa, en el verso, en el patriotismo o en la heroicidad, hacen de él una creciente estampa de Dios. Así lo estamos amando. Así está él superando a todas las estatuas de sus diálogos olímpicos.

Montevideo, febrero de 1953.

Memoria del Congreso de Escritores Martianos (Febrero 20 a 27 de 1953). La Habana: 
Publicaciones de la Comisión Nacional Organizadora de los Actos y Ediciones del Centenario y del Monumento de Martí, Imprenta Úcar, García, s. a., La Habana, 1953.


La "alucinante atracción" de Martí

Jorge Camacho
(Un texto de Juana de Ibarbourou sobre el autor de Ismaelillo)

Jorge Camacho

     No es aventurado decir que el año de 1953 debería llamarse, oficialmente, el año de la apoteosis martiana. Este año se dan cita en Cuba un sin número de críticos e intelectuales de Europa y América para rendirle culto y devoción al cubano, a quien - como dijera Juana de Ibarbourou - tiene “la alucinante atracción de un ídolo.” Los que no pudieron llegar a tan grande ceremonia mandaron desde sus respectivos países, flores y testimonios de su apostolado. Los editores de la Memoria del Congreso de Escritores Martianos incluyeron el artículo La poesía de Martí, de Ibarbourou, poetisa uruguaya que en ese mismo año había sido nombrada “Mujer de las Américas” y dos años antes había recibido en Cuba la Orden Carlos Manuel de Céspedes.
     El artículo en cuestión es una de las joyas de la bibliografía sobre el escritor cubano, puesto que se inserta en la tradición de poetas de Hispanoamérica que han escrito sobre él, ya sea para expresar su admiración por su obra, o para referirse a la influencia ejercida en ellos por ciertos poemas suyos (son los casos, por ejemplo, de Rubén Darío, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Octavio Paz). 
     Comienza Juana hablando en su artículo de los lazos que unieron al cubano con Uruguay (nación de la que fue cónsul en New York), y termina con la confesión – no por tantas veces repetidas, menos halagadora para nosotros - de que lo amaba como a la misma “estampa de Dios.” 
     A juzgar por los temas de que habla, y el sentimiento que la inspira, Juana parece seguir de cerca en esta nota, los artículos necrológicos que escribió Darío para La Nación de Buenos Aires cuando murió Martí. Se detiene en uno de los poemas más extraños y “alucinantes,” del cubano, y que cierra la colección de los Versos sencillos: "Sueño con claustros de mármol." Como se recordará, Darío expresó en aquella oportunidad que era como una marcha de Beethoven. Habla, asimismo, de "La niña de Guatemala," para confesar que Martí “sin ser hermoso poseía unos ojos de fuego y una invisible aureola que conmovía los sensibles nervios femeninos” (el magnetismo de los ojos de Martí es otro de los tópicos del momento), y no deja de mencionar, además, su cariño por España, su “Romance a Aragón” de los Versos sencillos, que patentiza, dice, los “su cariño a la España de sus ancestros, limpia de la culpa que los políticos tuvieron en la esclavitud de Cuba.” ¿Los políticos solamente? Nótese que Juana afirma un poco antes, que su padre era español (Vicente Fernández), y que había vivido en Cuba durante su adolescencia. Fue a través de él, dice, que aprendió a amar a Martí. Dejo entonces a los lectores este texto de la uruguaya para que disfruten de su prosa y de su testimonio de admiración por el cubano.

Jorge Camacho, Ph.D
Assistant Professor of
Latin American Literature and Comparative Studies
Dept. Languages, Literatures and Cultures
University of South Carolina