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sábado, 16 de julio de 2016

Invitacion

El Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos
de la Universidad de Miami,
y  Ediciones Universal

tienen el placer de invitarlos a la presentación del libro

TOPOS Y CUBA, LA ISLA DE CORCHO:
DIÁLOGOS ENTRE CUBANOS

del escritor y dirigente comunitario cubano:

                 GUARIONÉ M. DÍAZ

                                     *****

                                       Presentación a cargo de los escritores e historiadores:

                           Marcos Antonio Ramos y Carlos Alberto Montaner


LUGAR: Casa Bacardí del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami: 1531 Brescia Avenue, Coral Gables. 

FECHA:  Miércoles 27 de julio de 2016 a las 6:30 P.M.

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Este es un libro singular, que tiene mucha importancia para los que deseen entender a Cuba en su totalidad, en su pasado, presente y futuro. Es un libro de muchas facetas. Es una novela histórica pero también un importante ensayo sobre Cuba, los cubanos y la cubanía. Informa sobre la historia de Cuba y especialmente de estas décadas lamentables del castrismo, pero va más allá pues analiza esa información y trata de comprender a todos los cubanos en su historia y su realidad. Reflexiona sobre los problemas que considera esenciales para entender la trágica situación actual como la violencia, la desunión, la corrupción, la economía, cultura y sociedad. Reflexiona sobre lo que fue la Isla de Corcho, que siempre salía a flote y ahora permanece trabada sin apenas respiro, esclavizada en «resolver» para tranquilidad de los amos de su presente.
El escritor y periodista cubano, Carlos Alberto Montaner, opina sobre el libro:

«Topos y Cuba, la isla de corcho es una novela histórica dialogada, muy entretenida, escrita, además, con el propósito de educar al lector. Es ficción y es realidad. Tras leerla, uno entiende los valores de Cuba y, al mismo tiempo, las razones que explican su hundimiento y fracaso. Es la muestra, también, de la calidad humana de su autor, Guarioné Díaz, un cubano-americano imbuido del mejor espíritu de servicio. Este libro viene a coronar su biografía de persona siempre dispuesta a ayudar al prójimo. Estamos, pues, en presencia de un libro muy útil».

*****


          GUARIONÉ M. DÍAZ nació en La Habana, Cuba y reside actualmente en el condado de Miami-Dade en la Florida, E.U.A.  Entre 1964 y 1969 obtuvo su licenciatura en St. Francis College y una maes­tría en la Universidad de Columbia, ambas en la ciudad de Nueva York. En el 2010 Díaz fue nombrado por la Junta de Directores del Consejo Nacional Cubano Americano como Presidente Emérito de dicha institución sin fines de lucro, después de fungir como Presidente de la misma durante 33 años.  Como tal, Díaz creó programas de empleo y educación que ayudaron a miles de niños y adultos a triunfar en los Estados Unidos. En 1994 el presidente de los Estados Unidos lo designó como enlace civil en la base naval de Guantánamo, Cuba, donde Díaz coordinó la prestación de servicios humanitarios a 30,000 balseros cubanos y 15,000 haitianos internados en la base.
          A lo largo de su carrera, Díaz ha sido voluntario en numerosas juntas de directores de organizaciones latinas en los Estados Unidos, por ej., el Consejo Nacional de La Raza y La Asociación Hispana Pro Responsabilidad Corporativa.  También, ha sido miembro de concertaciones entre grupos de diferentes razas y credos, tales como el Proyecto Interchange del Comité Judío Americano.  Ha participado en numerosas juntas asesoras de instituciones públicas como el Buró del Censo de los Estados Unidos y el Departamento de Educación del Estado de la Florida, y de corporaciones como Comcast, Nielsen, Burger King, y Verizon.
Sus publicaciones incluyen decenas de ensayos y artículos periodísticos en inglés y en español y la edición del primer Atlas bilingüe del mundo, en inglés y español.  En el 2007 Díaz fue autor de un libro en inglés sobre las experiencias de los cubanoamericanos en los Estados Unidos, a partir de 1959.
          Entre los premios y distinciones recibidos en reconocimiento a sus aportes comunitarios están los otorgados por: Telemundo y Univision; el periódico The Miami Herald; y las revistas Hispanic Business, Poder, Hispanic Magazine, y Vista Magazine; instituciones públicas como la ciudad de Miami, la ciudad de Miami Beach, y el condado Miami-Dade; The Bank of America; instituciones comunitarias como United Way of Dade County, la Cámara de Comercio del Gran Miami, la Federación Nacional de Periodicos Hispanos; y las universidades Miami Dade College, Ana G. Méndez, Nova, y Barry College.

                                                                          *****

ESTE LIBRO ESTÁ A LA VENTA EN LAS LIBRERÍAS HISPÁNICAS Y EN AMAZON.
PUEDE PEDIR INFORMACIÓN A:






viernes, 15 de julio de 2016

Julio de 1922: Gabriela Mistral en La Habana

Por Leonardo Depestre Catony



En modo alguno es Lucila Godoy Alcayaga, no otra que Gabriela Mistral, ajena a los cubanos. Ella vivió en Cuba días felices y de esto da prueba el hecho de que la  Gabriela, como suelen llamarla sus conterráneos,  nos visitó en varias ocasiones. De los escritores de este país, y de sus ciudadanos, recibió muestras inequívocas de aprecio y respeto que ella supo reciprocar en su admiración sin límites por la vida y la obra de José Martí, de la que fue insigne estudiosa.
<<< Gabriela Mistral, El Fígaro, julio de 1922
Al 12 de julio de 1922 se remonta la primera visita de la poetisa. En esa fecha arribó a La Habana en el vapor Orcoma, para una escala de cuatro días con destino hacia México, adonde va invitada por el gobierno de ese país para que desarrolle un programa de conferencias sobre temas pedagógicos y de literatura sudamericana.

En el muelle capitalino la esperaban el encargado de negocios de esa nación, y una nutrida representación de la intelectualidad nacional. La maestra y autora de Los sonetos de la muerte, con sus escasos 33 años, llegaba procedente del Sur, de atravesar el Pacífico.

Los directores de las revistas Social, El Fígaro y Cuba Contemporánea obsequiaron con un te literario a la escritora cuya “palabra nueva ha roto moldes y trabas y se ha levantado como hacen el árbol y la estrella”, según recogían las páginas de El Fígaro.

El agasajo tuvo por sede el Salón Andaluz del hotel Inglaterra, frente al Paseo del Prado, el sábado 15, vísperas de la partida. Se leyeron allí poemas de Mistral, otros a ella dedicados, y por último la homenajeada expresó su agradecimiento en breve discurso hoy casi perdido, del cual rescatamos estos fragmentos para el disfrute del lector:

“En Martí me había sido anticipada Cuba, como en el viento marino se anticipan los aromas de la tierra todavía lejana. Pero yo no sabía hasta qué punto José Martí expresó a su Isla, con su ardor y sus suavidades inefables, y no sabía tampoco hasta qué punto los cubanos todos prolongan en la carne de su corazón estos atributos de la Isla y de su insigne artista: la generosidad, la efusión”.
Y más adelante apunta:
 “No hay forma de que yo sienta la nostalgia en medio de una luz que baña como para poseer y en medio de unas gentes cuya simpatía penetra y enciende como la luz misma.

Gabriela Mistral, con un grupo de literatos de la redacción de Cuba Contemporánea>>>

Conocía de Cuba los hombres ilustres y las publicaciones que, como Cuba Contemporánea, van buscando fraternas a través del continente el corazón de los poetas; no conocía a la mujer cubana de hoy, a la descendiente de aquella vigorosa y espléndida Gertrudis Gómez de Avellaneda, y esta revelación de la mujer cubana moderna será como el paisaje tropical, mi panorama maravilloso de la isla.”
Una nota aparecida en El Fígaro del día 23 de julio resumía la significación de aquella visita:
“Los pocos días que Gabriela Mistral pasó entre nosotros fueron, para los círculos intelectuales habaneros, de constante movimiento. La personalidad insigne de la poetisa despertó el más caluroso de los entusiasmos, y desde el momento de su arribo hasta que se embarcó para México, fue espléndidamente  agasajada por nuestra sociedad, por los poetas y periodistas, y esencialmente por el elemento intelectual femenino, que siempre ha visto en ella a uno de los más radiosos faros del pensamiento de América y un orgullo de su sexo”.
La poetisa —quien solía autotitularse con extraordinaria modestia como una aldeana chilena— conseguiría una distinción singularísima: la de ser el primer nacido en América Latina en otorgársele el Premio Nobel de Literatura. Para mayor mérito, conferido a una mujer.
De otras visitas de Gabriela a Cuba prometemos comentar en próximas entregas. No de otro modo podemos hacer con quien reconoció a José Martí como “el escritor hispanoamericano más ostensible en mi obra”.

Bienvenidos a Pensamiento

Descubrimiento de la piedra de Rosetta 


Descripción[editar]

La Piedra de Rosetta tiene 112,3 cm de altura, 75,7 cm de ancho y 28,4 cm de espesor,1 mientras que su peso se estima aproximadamente en 760 kilogramos.1 Presenta tres inscripciones: la superior en jeroglíficos del antiguo Egipto, la central en escritura demótica egipcia y la inferior en griego antiguo.2 La superficie frontal está pulida y las inscripciones ligeramente incisas en ella, los laterales están suavizados y la parte posterior está toscamente trabajada, sin duda porque no estaba a la vista en su ubicación original.3 4
La estela se describe como «una piedra de granito negro, con tres inscripciones… encontrada en Rosetta» en un catálogo moderno de los objetos descubiertos por la expedición francesa a Egipto.5 En algún momento después de su llegada a Londres las inscripciones de la estela fueron rellenadas con tiza blanca para hacerlas más legibles, mientras que el resto de la superficie fue cubierta por una capa de cera de carnaúba destinada a protegerla de los dedos de los visitantes,6 lo que le dio un color negro a la piedra, que llevó a su identificación errónea como basalto negro.7 Estas adiciones fueron retiradas en una limpieza que se le practicó en 1999 y que reveló el gris oscuro original, el brillo de su estructura cristalina y las vetas rosas que recorren su esquina superior izquierda.8 Las comparaciones con la colección Klemm de piedras egipcias ubicada en el Museo Británico mostró su gran parecido con la roca de una pequeña cantera de granodiorita en Gebel Tingar, en la orilla occidental del Nilo y al oeste deElefantina, en la región de Asuán, cuyas piedras de granodiorita presentan esta peculiar veta rosácea.3

El PASEO DEL PRADO

 visto por Samuel Hazard 

     Now let us take a dash outside the walls, to the Paseo Isabel, that stretches outside the old city  walls in a wide, handsome street, extending down to the sea, being know as the "Prado" in that  part of it lying beyond the Tacon theatre, towards the ocean. 
     This Paseo is, in some respects, the finest in the city, being wide, well built on both sides, laid out with walks and carriage drives and long rows of trees, and having upon it some of the principal  places of amusement; nearly all the gates of the city, when the walls were standing, opened onto it, and it is the general thoroughfare between the old and new town. 
 In 1857, there were five rows of shady trees all the way down the Paseo, but they have been torn down, in part by a tornado and in part by the authorities, and others, yet small, put in their place; the street has also been lately beautified in several places by  the making of new improvements. Fountains are scattered at intervals along the street, some of which add a fine effect. There are other paseos on the bay side of the city, where it is pleasant to go and get the fresh air from the sea, morning and evening. quitrín (dibujo de Samuel Hazard)
     Beyond the Paseo Isabel is the fine "Calzada de Galiano," a handsome paved highway, with long rows of well-built, striking looking houses, most of them with pillared fronts. 
     (pág. 67-68) 
     . 
     But here we are strolling up the Paseo, and again we pass by the Fountain of India, even more beautiful by moonlight than in daytime. Now, as we reach the Paseo opposite the Tacon, look at the quiet beauty of that scene towards the sea: here, in the foreground, the Parque of Isabel, with  its velvety grass-plots surrounded by neat wire borders, dusky figures in contrast to the more  fairy-like ones beside them; the fine facade of white buildings to the left, over which the moon casts a beautiful, mild tint; the long perspective of  the colonnaded buildings, with the shadowy avenue of trees, broken here and there by silvery light; while in the distance is the calm sea, whose gentle murmurings against the rocks of La Punta we faintly catch. It seems like fairy-land, indeed, or something to dream of; and so, amigos, "buenas noches."
     (tomado de Cuba with Pen and Pencil, by Samuel Hazard) 

El último tranvía...en un hombre de teatro.





Federico Villoch Álvarez (1868 - 1954) es uno de los más reconocidos y multifacéticos escritores de la primera mitad del siglo XX cubano. Su obra literaria incluye piezas teatrales -sobre todo sainetes y operetas- artículos periodísticos y guiones de cine. Fue asiduo escritor del Diario de la Marina y uno de los empresarios teatrales más exitosos de nuestro país.

El proceso de desaparición de los tranvías eléctricos tuvo un impacto cultural muy profundo en la sociedad habanera de los años cincuenta. En esta ocasión proponemos a nuestros lectores que conozcan sobre la visión que de este hecho tuvo Federico Villoch, destacado intelectual y uno de más prolíferos dramaturgos de Cuba de todos los tiempos. El aporte principal de su crónica -publicada en la revista Carteles en su edición del 7 de mayo de 1950- está en su vinculación con el universo teatral, un recorrido muy personal de Villoch nutrido por recuerdos de su vida, donde no faltan teatros, actores y personalidades de la época.
Sin más preámbulos, la dejamos a la consideración de nuestros lectores.
¡Disfrútenla!




Vagones eléctricos abandonados a su suerte en las cercanías del Paradero de El Vedado, cruzando el túnel de la calle Línea. Han sido desprovistos del motor y del sistema de rodamiento, aunque algunos conservan los trolles. Fueron los tranvías que utilizó Villoch en su trayecto hacia los teatros Martí y Alhambra, y que después vería morir.

EL ÚLTIMO TRANVÍA


Por FEDERICO VILLOCH

Era en el comienzo del presente siglo. Tanta impaciencia y contento por ver aparecer el primer tranvía y hoy tanta prisa por ver desaparecer el último. Hace medio siglo el público se amontonaba en las esquinas y las plazas para asaltar los tranvías que habían hecho desaparecer las últimas y destartaladas guaguas de Estanillo. Con el tranvía no existía ya ningún sitio distante, y el Cerro, Jesús del Monte y Vedado estaban, como quien dice, al doblar de la esquina y al alcance de la mano. Por nuestra parte tomábamos el carrito eléctrico cuatro y cinco veces al día y en menos de veinte minutos nos trasladábamos de la esquina de Estrada Palma y Calzada de Jesús del Monte, donde vivíamos, a San Miguel y Consulado, a una cuadra del teatro Alhambra, del que éramos empresarios con Arias y Regino López. Y esto por la mañana, por la tarde y por la noche; y cuando íbamos de temporada a Guanabacoa, desde el Muelle de Luz hasta Neptuno y Consolado, donde años atrás se abrió el teatro Lara, del que también, con los mismos compañeros, fuimos empresarios.


Por aquel tiempo y con motivo de los trágicos accidentes de que fueron víctimas algunas personas, se le llamaba al tranvía la funeraria eléctrica. De aquellas víctimas recordamos al popular maestro de la orquesta del Albisu, Modesto Julián, que perdió la pierna derecha al apearse y ser arrollado por el tranvía, que cuando había exceso de pasaje se le agregaba al carro propulsor y se le llamaba la langosta, lo que motivó que se suprimiera en lo adelante por peligroso este segundo tranvía. Después vinieron las ampliaciones de Marianao, la Víbora, la Chorrera, etc.,etc.


La Habana se extendió con nuevos repartos y el tranvía resultaba para todos una bendición del cielo. Como autores vernáculos atentos siempre a la actualidad, su tiempo estrenamos en Alhambraun apropósito titulado El Tranvía Eléctrico, en uno de cuyos cuadros una magnifica decoración de Miguel Arias representaba el interior de un tranvía donde viajaba una familia de guajiros recién llegados a La Habana e interpretados por el viejo Castillo, la vieja Inés Velazco, Sarzo, Raúl del Monte y las artistas Pilar Jiménez, Angelita Daupí y otras. En su primer periodo presidencial venía a Palacio por la mañana don Tomas Estrada Palma modesto pasajero en un tranvía que tomaba a la puerta de su casa en la Calzada de San Lázaro, no corrían aún los colas de pato ni se conocía el tipo del empleado gubernamental enriquecido a costa del Tesoro Público. Entonces se consideraba una bendición del cielo que el carrito pasase por delante o por la esquina de nuestras casas.


* * *


Un recuerdo interesante de los primeros tranvías. Una mañana del año 1906 cruzaba frente al restaurante La Estrella, en la esquina de Consulado y Neptuno, un tranvía que iba marcado con el número 126. En la vidriera del citado restaurante había una hoja de la Lotería Nacional que también tenía ese número 126 y el conocido cronista teatral Pancho Hermida, que estaba allí y vio la coincidencia, compró el billete y al día siguiente era poseedor de diez mil pesos, pues el tal billete salió premiado en el gordo. Hermida gastó gran cantidad de aquello diez mil pesos en prendas y regalos que le hizo a una tiple del teatro Albisu de la cual estaba perdidamente enamorado…


Y también un recuerdo para los carritos urbanos tirados por mulas que salían de San Juan de Dios y nos trasladaban al Cerro y Jesús del Monte y en los que a menudo éramos compañeros de viaje Alberto Jorrín, muerto después en un duelo en La Cabaña, Sanguily y su íntimo Manuel de la Cruz; Don Salvador Alamilla, el Dr. Lanuza y otras personalidades habaneras de aquel tiempo.


Sostuvimos íntima amistad con el Dr. Tremols, abogado defensor de la Habana Eléctrica, el cual, ante todas las reclamaciones que se le hacían a la empresa, esgrimía este argumento invulnerable: “El tranvía va por su línea” y la empresa resultaba siempre absuelta.


Cuando se inauguró la línea de Marianao estrenamos en Alhambra un apropósito titulado De La Habana a Marianao en el que Pilar Jiménez y Adolfo Colombo cantaban un lindo bolero de Jorge Ankerman con ésta letra:
Tu corazón es tranvía
lleno de alegres viajantes
y como en el no cabía
yo lo abandoné al instante


También queremos dedicar un recuerdo a las antiguas guaguas de Estanillo, que muchas veces tomábamos dando la casualidad que iba de cochero el popular pelotero Julián Castillo quien nos contaba cosas y detalles interesantes de beisbol. Hoy lo hemos visto de modesto empleado en el Stadium del Cerro y hemos murmurado:Sic transit gloria mundi. Según se va avanzando en el camino de la vida vamos encontrando al paso muchos ULTIMOS TRANVÍAS.


El último tranvía recuerda aquellas épocas cubanísimas en que se jugaba a la pelota en los desaparecidos terrenos de Almendares con novenas en que sólo figuraban jugadores criollos, entre ellos los muy notables Méndez –el Diamante Negro- Julián Castillo, Jacinto Calvo, Marsans, Luque, etc., etc.; cuando se veía al inolvidable cronista Víctor Muñoz en la caseta de los reporteros escribiendo sus interesantes crónicas salpicadas de frases pintorescas de su invención; cuando se oía la voz de trueno de Regino López alentando a sus simpatizadores los habanistas; y después de vuelta en el tranvía, las escandalosas discusiones entre Benito Aranguren, almendarista que comía gente, y los defensores de la enseña roja.
Y así, como nosotros recordamos estos detalles íntimos de personas y sucesos relacionados con los tranvías eléctricos suponemos que también los antiguos empleados del tranvía recordarán muchos detalles de su vida velando este cadáver que en breve será conducido a su último reposo, y de esos empleados recordados a José Santa María, Costa, José García Socorro, y otros. Sin duda, será un acontecimiento interesante y doloroso ver desfilar por las calles de La Habana EL ULTIMO TRANVÍA

CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

EL ENCANTO – Tienda por departamento

01Sábado Dic 2012
Posted by  in CUBA EN LA MEMORIA   
Imagen
En los años 50, comprar un modelo de Christian Dior, solo era posible en París… o en “El Encanto” de La Habana.
En 1888 dos hermanos asturianos emigrados a Cuba, José y Bernardo Solís, establecen una tienda de telas, denominada en aquélla época “sederías”, en la esquina de las calles Galiano y San Rafael de La Habana. El éxito que obtienen les lleva a buscar capital para su ampliación constituyendo con un compatriota, que tenían empleado como dependiente, Aquilino Entrialgo, la mercantil Solís, Entrialgo y Cía. S.A. en 1900. Nace “El Encanto”.
Además del negocio textil comienzan a crear departamentos dedicados a las distintas secciones de la tienda configurándose desde principios del siglo XX como una “tienda por departamentos” e introduciendo prácticas comerciales novedosas en la época como el control y la inteligencia de negocio, “escaparates” o “vidrieras” con diseños atractivos y a la altura de las mejores del mundo, o las novedosas, para entonces, escaleras mecánicas. Todo lo que les garantiza un éxito aún mayor.
Durante las primeras décadas del siglo XX, El Encanto destaca como el almacén de gran éxito y en su permanente proceso de modernización, construyen lo que sería su última sede en La Habana. En 1949 se inaugura el nuevo edificio: seis plantas y 65 departamentos, un templo de la elegancia. Posteriormente abrieron sucursales en Camagüey, Santiago de Cuba, Varadero, Cienfuegos, Holguín y Santa Clara.
Era tal su fama, que en 1952 obtienen la exclusiva de la marca Dior en Norteamérica, convirtiéndoles en uno de los establecimientos favoritos de las estrellas de Hollywood, ya que para la compra de una creación del afamado diseñador, solo se podía hacerlo en Paris.. o en La Habana. En 1956, el modisto francés, Christian Dior, que padecía de fobia a los aviones, no pudo resistir la tentación y se arriesgó a volar hasta Cuba para visitar aquella famosa tienda que había adquirido la exclusiva de sus modelos.
Allí frecuentaban Tyrone Power o César Romero a comprar sus corbatas de seda italiana. John Wayne confiaba en las camisas a la medida de su estatura, que confeccionaban en la sastrería de la tienda. Ray Milland, uno de los actores preferidos de Alfred Hitchcock, se surtía de camisas deportivas en el Departamento de Caballeros. Miroslava, la actriz checa que hizo carrera en el cine mexicano, exigía en los contratos de sus películas que los vestidos fueran de “El Encanto”.
María Félix prefería el famoso Salón Francés, decorado a imitación del palacio de Versailles y dedicado a dar una atención exquisita a las damas que venían en busca de los exclusivos modelos de Manet, quien recordaba el vestido de noche, muy escotado y entallado con un cinturón a imitación de una mariposa, que le hizo a la Doña. “Ella era muy elegante, sabía lo que quería”.
El Encanto fue pionero en ofrecer tarjeta de crédito, certificados de regalos y entregas a domicilio. Uno de los éxitos de El Encanto es que confeccionaba la ropa en sus propios talleres. Tenían oficinas de compra en Londres, París, New York, Barcelona, Madrid y Nápoles.
La atención al cliente y el estricto código de etiqueta en el vestuario de los empleados fueron sello de distinción: De blanco en el verano y en el invierno de negro, con faja, medias largas, el pelo arreglado y bien maquilladas. Se les instruía de cómo vestirse.

Los tres grandes empresarios del comercio en España: César Rodríguez, Pepín
Fernández y Ramón Areces fueron empleados en El Encanto. En estos modernos almacenes adquirieron su experiencia comercial, aprendieron técnicas innovadoras y una nueva forma de practicar el comercio y de vender. Estos almacenes fueron su escuela de aprendizaje.

César Rodríguez, contratado en 1900, fue contador en El Encanto y tres años después, con veintiún años, fue nombrado socio industrial y a finales de 1906 le nombraron gerente. En 1929 abandonó “El Encanto”. Se calcula que había acumulado entre sueldos y beneficios en torno a un millón y medio de pesos de la época. Abrió en La Habana los también conocidos “Almacenes Ultra” y en España financió la instalación y expansión de “El Corte Inglés”, de cuya gestión se encargó su sobrino Ramón Areces.
Pepín Fernández, fue contratado en 1910. En 1912 ya se encargaba de la contabilidad y después del departamento de publicidad, en el que realizó su labor más importante. Con veintidós años le nombraron apoderado y cinco después, con tan solo veintisiete, ocupó el puesto de gerente. En 1931 tomó la decisión de dejar “El Encanto” y regresó a España, donde en 1934 abrió, con el capital que había acumulado, su primera tienda, “Sederías Carretas”, posteriormente “Galerías Preciados”.
Ramón Areces desembarcó en el puerto de La Habana en 1920 con solo quince años. Al día siguiente de su llegada fue contratado también en El Encanto. En 1935 se instaló en Madrid y traspasó una sastrería especializada en confección infantil. Con el apoyo económico de su tío César, en 1940 se traslada a la calle Preciados número 3 y constituye la sociedad limitada “El Corte Inglés”.
En 1961 un incendio, provocado por varias bombas incendiarias, derriba el edificio, en cuyos antiguos terrenos hoy existe un parque en La Habana.
En 1980 se creó en el exilio la “Asociación de Antiguos Empleados de El Encanto” para mantener vigente el nombre de la tienda y de la empresa cubana en Estados Unidos. Una excelente idea para que perdure en nuestra memoria…

PRIMER PREMIO CONCURSO “HERMINIO PORTELL VILÁ” 2012


PRIMER PREMIO CONCURSO “HERMINIO PORTELL VILÁ” 2012
Academia de la Historia de Cuba (Exilio)
©Lic. Roberto Soto Santana

PRIMERA PARTE, de un total de tres
(Los derechos sociales)

1940: PIEDRA MILIAR EN EL CONSTITUCIONALISMO HISPANOAMERICANO

La Asamblea que sesionó en el Capitolio Nacional, en La Habana, desde el 9 de febrero hasta el 8 de junio de 1940, redactó y acordó la Constitución cuyos valores no han podido menos que ser asumidos y elogiados tanto por tirios como por troyanos(*).

Reconocida por uno de los más distinguidos asambleístas como “un verdadero documento social, porque representa la síntesis de todas las aspiraciones colectivas y de todas las reformas que han estado latentes en la conciencia pública cerca de cuarenta años”[i], los aplaudientes incluyen hoy en día hasta a los adláteres del Régimen comunista, uno de los cuales ha dicho de ella que es “…una de las primeras Constituciones de corte social de América y del mundo…Una de las primeras que introdujo en la estructura constitucional una coherente formalización de los derechos sociales, económicos y culturales y un grupo de alternativas sociales de cierta profundidad, una de las primeras Constituciones que introduce ese esquema de los viejos constitucionalistas: toda Constitución debe tener un preámbulo, debe tener una parte dogmática donde se establecen los derechos y los deberes, una parte orgánica donde se establece la estructura del Estado; eso lo tienen todas. Pero la inclusión de una parte dogmática y la inclusión de derechos y deberes económicos, sociales y culturales –como diríamos hoy hablando en términos de las Naciones Unidas–, esa nueva concepción empieza a expresarse allí…Fue una obra constitucional singularísima, un momento, un arranque, un punto, una partida. Un cierre de un proceso. Volver a ella creo que es importantísimo. Como medida de entender nuestro propio ser, nuestras propias raíces. Quedarnos en ella sería una de las peores tonterías históricas. No es posible quedarnos en ella. Volver a ella es volver a ponernos bajo la advocación de aquellas luchas y aquella fragosidad de combates épicos. Volver a ella es…ponernos todos bajo la advocación de aquellos hombres que fueron verdaderos titanes de la batalla ideológica.”[ii]

Con la misma coincidencia, la califica el historiador [también integrado en el Régimen comunista] Guillermo Jiménez, llamándola “una Constitución realmente excepcional, llena de conquistas sociales”[iii], y admitiendo igualmente –con peregrina candidez- que “Del año 33, del gobierno de Grau, Guiteras y el Directorio, al gobierno de Mendieta,… el año 35, se emiten absolutamente todas, todas, menos una, de las medidas sociales que van a garantizar las conquistas de la clase obrera. Desde la jornada de ocho horas, el derecho de los niños, las mujeres, el retiro, la maternidad, el despido, etcétera. Salvo una, lo de seis por ocho (se refiere al mandato del artículo 66 de la Constitución, que estableció el derecho a percibir el salario correspondiente a 48 horas semanales a cambio de 44 horas semanales de trabajo efectivo)… [Y añade:] Batista aumentó…el salario mínimo en Cuba. Fue el único que lo hizo…dos veces del 40 al 44… y una tercera en el 58, cuando ya estaba al caerse el gobierno de Batista. Fue el único que lo hizo. Eso no tuvo que ver realmente con la Constitución del 40, ni [con] que los comunistas tuvieran la CTC en sus manos.” 

Cabe, asimismo, citar a un tercer historiador y veterano panegirista de los izquierdistas de la generación revolucionaria de 1930, José A. Tabares del Real, quien ha escrito lo siguiente: “Yo pienso que la Constituyente de 1940 y la Constitución fueron pasos históricamente positivos, a corto plazo y a largo plazo también. Pienso que la situación del pueblo de Cuba, su capacidad o su oportunidad de participación política, los avances de la sociedad civil, la posibilidad de ejercer, aunque fuera parcialmente, y en lo fundamental en las ciudades y no todo el país, determinados derechos sociales, la condena de la discriminación racial desde el punto de vista jurídico, etcétera...”, terminando por decir de la Constitución de 1940 que fue “progresista, adelantada, democrática”.[iv]

Y ¿en qué fue especialmente adelantada la Constitución de 1940? Sobre todo, en cuanto a lo que hoy en día se han venido a llamar los Derechos Humanos. Cuando se promulgó aquélla, no existía ningún corpus jurídico internacional que los configurase y sistematizase: hubo que esperar hasta 1948 para la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que mucho debe a dos diplomáticos cubanos: Guy Pérez de Cisneros –quien presentó el proyecto de declaración a votación ante la Asamblea General de Naciones Unidas- y el Dr. Ernesto Dihigo –calificado por Pérez de Cisneros, como “eminente profesor de la Universidad de La Habana, y miembro de la delegación de Cuba”-, autor del primer proyecto “depositado oficialmente para servir de base” a la futura Declaración.[v]

En ese sentido, en la Conferencia pronunciada el 18 de julio de 1990 por Guillermo J. Jorge[vi] éste se refirió, entre los logros sociales y laborales del Gobierno de Grau San Martín elevados a rango constitucional, haciendo casi imposible con ello su derogación por una futura decisión del Poder Ejecutivo o del Legislativo, a un jornal mínimo para los obreros agrícolas y la jornada máxima de 8 horas (que en el Artículo 60 de la Constitución se ampliaron a todos los trabajadores manuales e intelectuales, declarándose la responsabilidad del Estado en la procura de una ocupación y las condiciones económicas necesarias a una existencia digna), la autonomía universitaria (consagrada en el Artículo 53) y el carácter laico de la enseñanza oficial (Artículo 54), así como la extensión del derecho de voto a todos los cubanos de uno u otro sexo, mayores de veinte años de edad (Artículo 99) –mientras que el Artículo 38 de la Constitución de 1901 limitaba el derecho de sufragio a los varones mayores de 21 años de edad-.

Los Constituyentes de 1940 añadieron la inembargabilidad del salario o sueldo mínimo (con la expresa exclusión, ex Artículo 43, de ese carácter inembargable para el cobro de las pensiones por alimentos a favor de la mujer y de los hijos) y de los instrument0s de labor de los trabajadores (Artículo 61), el salario igual a trabajo igual en idénticas condiciones (Artículo 62), la prohibición de descuentos no autorizados por la Ley en las nóminas y la preferencia de los créditos por haberes devengados por los trabajadores en el último año sobre todas los demás créditos contra el patrimonio de las empresas deudoras (Artículo 63), el establecimiento de un sistema de seguros sociales a cargo de obreros y patronos, con intervención del Estado, como derecho irrenunciable e imprescriptible de los trabajadores (Artículo 65), la obligatoriedad del seguro por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales (exclusivamente a expensas de los patronos), el derecho de todos los trabajadores a un mes de descanso retribuido por cada once de trabajo dentro de cada año natural, la prohibición de la discriminación entre casadas y solteras a efectos del trabajo y la protección de la maternidad obrera –con prohibición del despido de la mujer grávida y de la imposición a la misma de trabajos que requieran esfuerzos físicos considerables durante los tres últimos meses del embarazo-, así como el descanso forzoso retribuido para la misma durante las seis semanas anteriores y las seis posteriores al parto (Artículo 68), la autonomía universitaria, el reconocimiento del derecho de sindicación a empleados privados, obreros y patronos, con prohibición de que los sindicatos pudieran ser disueltos más que por sentencia firme de los Tribunales de Justicia. Ningún trabajador podría ser despedido sin expediente previo y con base en una causa justa de despido, determinada por la ley (Artículo 77), y el patrono es declarado responsable del cumplimiento de las leyes sociales (Artículo 78).

El conjunto de las disposiciones mencionadas en el párrafo anterior constituyen “una legislación social a la altura de los mayores desarrollos de la época”[vii]

*Es decir, tanto por demócratas como por comunistas (éstos, por definición, en las antípodas de la democracia).

[i] José Manuel Cortina dixit, en el prólogo a la obra de Andrés María Lazcano y Mazón, Presidente de Sala de la Audiencia de La Habana, Las Constituciones de Cuba, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1952. (Autor identificado por involuntario error como José M. Lazcano, en la página 107 de la obra “La Constitución de 1940 Ciclo de Conferencias”, 3ª Edición, publicada por el Colegio Nacional de Abogados de Cuba en el Exilio en 1998.)

[ii] Julio Fernández Bulté (profesor de Derecho de la Universidad de La Habana, fallecido el 30 de octubre de 2008), El camino a la Constituyente, en www.revistacaliban.cu , número de octubre-noviembre-diciembre de 2009.

[iii] Encuentro científico: Retrospección crítica de la Asamblea Constituyente de 1940 , en ocasión de su 60º aniversario, celebrado en el ICIC (Instituto Cubano de Investigación Cultural) Juan Marinello, los días 29 y 30 de noviembre del año 2000.

[iv] Ibid.


[vi] Ciclo de Conferencias auspiciadas por el Colegio Nacional de Abogados de Cuba en el Exilio, op.cit.

vii Julio César Guanche (profesor adjunto de la Universidad de La Habana ), El compañero señor Chibás, en Revista Caliban, número de abril-mayo-junio de 2010.


ANTICLERICALISMO EN LA LITERATURA EUROPEA


Mireya Robles

En muchas de sus obras, Galdós “expone en forma combativa los males del clericalismo, la tragedia de estar anclados en formas estáticas de vida social, o el excesivo formalismo de prácticas religiosas carentes de verdadero sentido espiritual” … (1). La crítica contra el clero, no se presenta, sin embargo, solamente en España, donde el problema religioso es “en parte derivación de la inquietud religiosa de que participa toda Europa en el siglo XIX” (2). Los distintos autores europeos expresan su descontento contra el clero llegando a satirizar a veces burlona e irreverentemente la conducta vergonzosa del mismo. Daudet, por ejemplo, satiriza en Trois messes basses el pecado de la gula de algunos clérigos en el personaje de dom Balaguer, quien el día de Nochebuena no podía apartar la mente de la cena que le esperaba después de celebrar las misas, las cuales realizó vertiginosamente. Cada vez que su acólito tocaba la campanilla mientras se celebraba la misa, a dom Balaguer le parecía oír la voz del diablo invitándolo al pecado de la gula:

…pendant que le soi-disant Garrigou faisait à tour de bras carilloner les 

cloches de la chapelle seigneuriale, le révérend achevait de revêtir sa 

chasuble dans la petite sacristie du château; et l’esprit déjà troublé par 

toutes ces descriptions gastronomiques, il se répétait a lui-même en 

s’habillant: Des dindes rôties…des carpes dorées…des truites grosses 

comme ça! 

El contemporáneo Jean Giono presenta en La solitude de la pitié un cura que vive como un burgués de clase acomodada; con criada, en casa cómoda, mesa abundante y rica en la que se ven exquisitos platos cocinados ‘por receta’. Adulador de los ricos, muestra un corazón frío, una indiferencia cruel hacia los pobres. Contrasta el carácter del cura con el del infeliz obrero: hombre corpulento, sencillo, humilde e infinitamente noble. La nobleza de su corazón le ha hecho hacerse cargo de otro hombre, un abúlico, un hombre incapaz de reaccionar ante la vida para entablar la lucha que cada uno de nosotros tiene que entablar con ella. Ambos viven sumidos en la miseria. Vida triste y resignada que nos conmueve. Un día en que se encontraban apenas con unos céntimos, el obrero decide ir a ver al cura del pueblo no para pedirle limosna, sino para ver si éste le podía conseguir algún trabajo. Al abrir la puerta el cura mira a lo dos infelices con desprecio, casi con asco. Ante sus ojos se levantaba el cuadro patético de dos ‘subhombres’. Ante la figura ‘respetable’ del cura contrasta violentamente la de aquel infeliz de mirar lejano y triste, como de cordero. La reacción inicial y espontánea del cura fue la de negarles toda clase de ayuda. Sólo cuando recordó que había que reparar el pozo de la casa y que el trabajo ofrecía tanto peligro que ningún carpintero ni plomero del pueblo se había atrevido a hacerlo, es cuando el cura se dispone a usarlos aprovechando la necesidad y la inocencia de los infelices. Al anochecer, después de terminado el trabajo que el carpintero quiso hacer solo, sin que le ayudara su débil compañero, se dirige al cura para que le abone el pago. El cura, después de mucho pensarlo, se desprende al fin de una moneda que no cubría ni siquiera el costo que los dos pobres habían pagado por el pasaje del autobús. Contrastando con la ausencia de generosidad del cura, se nos presenta una vez más la infinita piedad del carpintero hacia su compañero. Ya afuera, el carpintero abrió su mano herida por el trabajo y dejó al descubierto una moneda de diez céntimos. El enfermo quiso aliviar a su compañero separándose de él. Quiso despejar en algo su mundo de inmensas frustraciones. Entre el ruido de la lluvia resonante, tenaz, fría, se oye la blanda voz del carpintero: “No. Ven”.

Anatole France en Gestas (quien se supone represente a Verlaine) muestra también la idea erasmista de que lo formal y externo de la Iglesia, lo ritual, pierde su importancia y su razón de ser si los representantes de la misma no saben acercarse a cada ser humano para llevarlo al camino que conduce a Dios para salvarlo. Habiendo Gestas decidido volver al seno de la Iglesia dejando atrás su vida de vicio y debilidades de la carne, llega a una catedral en busca de un confesor, sólo para encontrar que ya el cura se había retirado a descansar. 

¿Cuándo comienza en Europa la crítica abierta hacia el clero? En la segunda mitad del siglo XIV aparece ya una crítica burlona en el tono festivo de Chaucer. En el Prólogo de The Canterbury Tales describe a un fraile “a wanton one and merry” 

…qualified to hear confessions,

Or so he said, with more than priestly scope; 

He had a special licence from the Pope 

Sweetly he heard his penitents at shrift 

With pleasant absolution, for a gift. 

Es decir, que ‘vendía’ las absoluciones. Critica también Chaucer, como lo hará más tarde Alfonso de Valdés, la opulencia del clero y la vida de ocio a la que se daban los miembros del mismo. Describiendo a un monje en el mencionado Prólogo, dice:

This monk was therefore a good man to horse;

Hunting a hare or riding at a fence 

Was all his fun, he spared for no expense: 

I saw his sleeves were garnished at the hand 

With fine grey fur, the finest in the land, 

And on his hood, to fasten it at his chin 

He had a wrought-gold cunningly fashioned pin; 

Into a lover’s knot it seemed to pass. 

Aunque se le ha llamado al siglo XIX ‘siglo de inquietud religiosa’, inquietud que como bien dice Gustavo Correa, hace aparecer en la literatura europea un marcado anticlericalismo, el hecho es que como hemos visto, esa crítica aparece mucho antes del XIX y se extiende hasta nuestro siglo.

Robert Browning, en sus monólogos dramáticos, se burla de la vanidad y de la falta de castidad y de caridad de los miembros del clero. En “The Bishop Orders His Tomb at Saint Praxed’s Church”, aparece un obispo en su lecho de muerte ordenándole su tumba a sus “sobrinos”, que no eran otros que sus hijos ilegítimos. El moribundo, en lugar de aprovechar sus últimos momentos en encomendarse a Dios, se dedica a ordenar una lujosa tumba, y a recordar, con vanidad y orgullo, que el obispo anterior a él --Gandolf--le tenía envidia porque su querida había sido una mujer atractiva y bella. 

¿Qué hechos determinaron en la España del siglo XIX este ambiente de ‘inquietud religiosa’? Los hechos históricos --la invasión napoleónica, las guerras carlistas--influyen en el ya existente problema religioso, agravándolo. Se resienten las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Se van filtrando en el país las ideas filosóficas de los racionalistas europeos. La conciencia nacional se va dividiendo y esas diferencias se hacen visibles hasta en el campo literario, en el cual aparecen Alarcón y Pereda frente a Valero, Galdós y Leopoldo Alas. (3) 

En Doña Perfecta el autor “combate el fanatismo intransigente, la religiosidad mal entendida, el estancamiento de la sociedad en formas anquilosadas de vida, la mezcla de los intereses personales y políticos con la esfera de lo eclesiástico, y la falsa justificación de local frente a lo nacional en los pueblos españoles”. (4) 

En efecto, Remedios, la sobrina del cura, quiere casar a su hijo Jacinto con la hija de doña Perfecta, no solamente por el interés en el dinero, sino también para elevar a su hijo a una clase social más alta. Para lograr sus fines personales, induce a don Inocencio a que acuse al sobrino de doña Perfecta de ateo e irreverente para que su “piadosa” tía rompa el compromiso entre Pepe y Rosario y ésta se vea libre para casarse con Jacinto. La “piadosa” tía termina asesinando indirectamente a su sobrino por medio de Caballuco. Desde un principio, don Inocencio se opone a Pepe, tratando de detener la corriente civilizadora que éste representa y que trae consigo de la capital. Es cierto que detrás de la actitud de don Inocencio hacia Pepe, está la mano firme y dominadora de Remedios, quien quiere eliminar al madrileño en beneficio propio, pero a la vez es muy posible que don Inocencio se prestara sin tener que hacer mucho esfuerzo, a destruir la libertad de espíritu y de pensamiento que exige la civilización. Una libertad que haría menguar el reino de intolerancia, dominador del pueblo de Orbajosa. Una doña Perfecta puede ser muy bien el producto de la intransigencia de la Iglesia y del hecho que ésta le da más valor a la religión exterior, al rito, que a la verdadera religión interior. Así lo expresa el autor censurando la Iglesia como lo había hecho ya Alfonso de Valdés en el siglo XVI: “No sabemos cómo hubiera sido doña Perfecta amando. Aborreciendo, tenía la inflamada vehemencia de un ángel tutelar de la discordia entre los hombres. Tal es el resultado producido en un carácter duro y sin bondad nativa por la exaltación religiosa, cuando ésta, en vez de nutrirse de la conciencia y de la verdad revelada en principios tan sencillos como hermosos, busca su savia en fórmulas estrechas que sólo obedecen a intereses eclesiásticos”. Después del asesinato de Pepe, no aparece en doña Perfecta ni en don Inocencio el verdadero arrepentimiento. Sí se sienten hondamente perturbados, acongojados tal vez, ante la posibilidad de condenarse, pero sin sentir compasión por el infeliz que fue víctima de ellos. 

En la América latina aparecen con mucha menos fuerza y con menos frecuencia los indicios de anticlericalismo en la literatura. En Navidad en las Montañas de Altamirano, por ejemplo, el cura revestido de características negativas juega en la obra un papel fugaz y absolutamente secundario. Siempre en primer plano se mantiene aquel cura bondadoso de las Montañas, personaje principal de la obra. Se parece tan poco el sacerdote de Navidad en las Montañas al don Inocencio de Doña Perfecta que es casi imposible establecer puntos de comparación directa entre ambos. Ni siquiera puede relacionárseles así, oponiéndolos. Pero después de estudiar a cada uno de ellos por separado, entonces sí nos queda la sensación de haber visto personificados el Bien y el Mal en dos caracteres que no pueden estar en el mismo plano a la vez para, en ese plano, poder compararlos ampliamente. Sucede lo mismo que con las dos caras de una moneda, de una medalla, que, mientras vemos una de las dos caras, la otra se nos oculta. En una cara, el Sacerdote-Cristo de Altamirano, el gemelo del San Manuel Bueno de Unamuno. En la otra, un sacerdote capaz de prestarse a hacer caer la víctima. Víctima en la que muchas veces nos parece ver al mismo Cristo. 

NOTAS 

1) Gustavo Correa, El símbolo religioso en las novelas de Pérez Galdós. Madrid, 1962, p.23. 

2) Ibid. 

3) Ibid., pp. 23-25 

4) Ibid., p. 35 

Publicado en PAPELES DE SON ARMADANS, Revista mensual dirigida por Camilo José Cela, Año XIV, Tomo LIII, Núm. CLIX, Madrid-Palma de Mallorca, junio, 1969.

El caballero que ha perdido su señora

Detalles
 Con este artículo, Emilio Roig de Leuchsenring comienza el libro homónimo que publicara en 1923, teniendo –a manera de prólogo– la carta que José María Chacón y Calvo dirigiera al editor costarricense Joaquín García Monge..
El caballero... ya había sido publicado en Gráfico (1916), El Fígaro (1918) y Cuba Contemporánea (1922), y luego aparecería en Carteles (1925) y El Heraldo de Cuba (1926).
Fue aquella una época de alegre bohemia literaria, bohemia sin chalinas ni melenas. Diariamente nos reuníamos varios amigos: escritores, artistas o meros aficionados a las bellas artes y a la literatura. Juntos asistíamos a teatros, paseos y fiestas. Hoy muchos de nosotros sólo nos vemos al encontrarnos casualmente en la calle, de cuando en cuando. Uno, pobre amigo desaparecido en plena juventud, duerme, desde hace años, allá, en la morada de la Intrusa, el sueño del que no se despierta jamás. Otro, fue el Judas de aquel grupo; aunque su persona, de aventurero incorregible, vague, como el fantasma de un réprobo, por esos mundos del diablo, yo sé que no existe; quiero hacerle ese piadoso favor. Algunos continuamos siendo fraternales amigos. Sean para ellos estas líneas como recuerdo de otros días, blanca estela que nos deja, al irse perdiendo en  el lejano horizonte, la barca risueña y feliz de nuestra juventud.

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Por las tardes nos sentábamos en la amplia terraza de un café de moda. Coches y automóviles dejaban ver, al pasar fugaces, envueltas en pieles y sedas, bellas y fascinadoras mujeres. En esa intimidad aldeana de nuestra pequeña gran ciudad, conocíamos y saludábamos a casi todas estas hermosas hijas de Eva. Eran siempre las mismas, pero siempre también nos parecían encantadoras y adorables.
Lentamente consumíamos sendos bocks de cerveza, cocktails, o turbias copas de ajenjo, en las que el absintio y el anís daban, según los gustos y el arte de los bebedores, todas las tonalidades del ópalo, todos los cambiantes del ágata... «Néctar nuevo, néctar moderno —como lo llama Machado—, creador de locos y de artistas... tuya es la hora lenta del crepúsculo tornasolado, tuyos los ojos aterciopelados que se entornan para mirar, tuyo el espíritu de la sospecha y el dejo de la remembranza y el presentimiento de la verdad, tuyo el sentir de los nuevos poetas y el pensar de los cuentistas nuevos...»
¡Cuántas veces, oh absintio misterioso, me reflejaste la misma figura, vaga, imprecisa y etérea, de mujer desconocida y esperada, que me ofrecía también, en sus mil variados y caprichosos matices de oro y fuego, el crepúsculo esplendoroso de las tardes del trópico! ¿Eras Tú?...
Como amigos y camaradas charlábamos hasta bien entrada la noche. Tan pronto se discutía arduo problema literario, filosófico o artístico, como se comentaba el último escándalo social.
En las mesas cercanas a la nuestra veíamos a los asiduos concurrentes: hombres de negocios que iban a tomar la tarde antes de regresar a sus casas; damas que después de unas cuantas vueltas en automóvil, hacían un alto en su paseo atraídas por la belleza de la puesta del sol, que desde allí podía admirarse; alguna cocotte de alto rango...

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Ya al oscurecer se presentaba siempre un hombrecillo menudo y algo enclenque, trajeado correctamente, de finos modales, circunspecto, distinguido. Saludaba a diestro y siniestro y, acercándose a alguna de las mesas, dirigía a sus ocupantes, en un tono que jamás he podido definir ni clasificar, la misma invariable pregunta:
—¿Han visto ustedes por aquí a mi mujer?
De ahí el apodo con que era conocido por nosotros: El caballero que ha perdido su señora.
Ésta llegaba más tarde. Era una real hembra, airosa y gentil, altiva y dominadora; una de esas mujeres que, por capricho risible e irónico de la suerte, se casan con peleles, y a las que se puede observar a menudo contemplando con envidia y codicia a los hombres de robusta y atlética constitución. Las excentricidades de nuestra dama habían servido muchas veces de comidilla a nuestras conversaciones y comentarios sociales. Eran famosas sus cosas. Un espíritu observador podía sorprender con facilidad delatadoras miradas que ella cruzaba hábilmente con los amigos de su marido; esos amigos de los que un día oí exclamar ingenuamente a un pobre esposo:
—Me parece que son más amigos de mi mujer que míos.
Ella trataba a su editor responsable con esa cortesía mundana que saben tener las mujeres inteligentes para sus compañeros de mesa, casa y... nada más. Llegaba en ocasiones a interesarse en público por él y preguntarle qué había hecho durante el día.
¿Cuál era la psicología de este marido metafísico y civilizado?
Él no parecía ni ciego ni sordo. No era posible, tampoco, decir que fuese desgraciado. Siempre lo tuve por un superhombre cuya figura desentonaba, en realidad, dentro del marco estrecho y burgués de una capital semialdeana. Se había adelantado unos cuantos años, muy pocos nada más, a nuestra época. Convencido de su papel en el mundo, lo desempeñaba sabia y correctamente, sin afectación, con una naturalidad admirable. Si en su presencia se comentaba la infidelidad de alguna mujer, tenía ese gesto de asombro, esa sonrisa de salón que ponemos cuando nos están contando algún suceso que no nos interesa y al que somos completamente ajenos.
Cuando ya hacía buen rato que se habían encendido todas las luces de la ciudad, se retiraban ambos esposos en su flamante máquina, adquirida, según rumores, de uno de los más asiduos amigos de la casa, a cambio de la vieja y carcomida duquesa que antes usaban.
—Voy ganando en el cambio —le dijo su amigo— pues pienso vender este coche en doble de lo que vale el automóvil, a un americano millonario, maniático por todo lo antiguo.
Y nuestro marido, dignamente, y convencido con estas razones, aceptó la máquina. ¡Desde hacía tiempo su mujer tenía tantos deseos de poseer una igual!
Cuando ellos se retiraban del café, después de los saludos del caso, todos enmudecíamos un momento; se cruzaban algunas miradas de inteligencia, pero a ninguno se le ocurría hacer un comentario, ni decir una palabra inconveniente. La conversación interrumpida continuaba naturalmente.
Y es que hay seres superiores, que aunque no simpaticemos con sus ideas, con su modo de ser, ni con su actuación en la vida, llevan en sí algo impalpable, pero cierto, nuevo e incomprensible, que nos hace respetarlos e... iba a decir también, admirarlos.
Es ese mismo recogimiento que sentimos ante una obra artística —cuadro, escultura, monumento— rara y audaz. Nos damos cuenta de que por falta de preparación no la entendemos, pero nos es imposible negar que hay en ella arte y grandeza.
Algo parecido nos ocurría con El caballero que ha perdido su señora. ¡No éramos suficientemente civilizados para comprenderlo!...
Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.

Hablemos de Historia: Ramón Pintó



René  León

  En La Habana se rumoraba que había salido una expedición para Cuba desde los Estados Unidos. El elemento español cada día se encontraba descontento con las autoridades y decían que no eran muy enérgicos con los criollos (cubanos). Una expedición que se preparaba para salir de New York para Cuba, fue detenida por las autoridades americanas por aviso del Cónsul español.   Cerca de Nueva Orleans las tropas del general sureño Quitman, entre cuatro y cinco mil hombres, se preparaban para venir en una expedición a Cuba. Se había comprado por la Junta Revolucionaria Cubana, varios buques de gran tonelaje: ”Massachusstes”, “Union States” y “Saint Laurence”; más otros seis buques de vela y el “Ellen Busch”. Que llevaría carbón para los buques, que estaría en Cayo Hueso, cerca de Cuba. (1).
  El revuelo en La Habana, dio comienzo cuando el público que se encontraba en el teatro Tacón, el 9 de febrero, al cantarse un dúo de la libertad de los “Puritanos”, desde un balcón dispararían contra el General Concha que se encontraba en un palco, y cuando esto sucediera los involucrados asesinarían a los simpatizantes del gobierno, y se extenderían por la ciudad y luego por la isla, con las ramificaciones que ya tenían. Como es natural nada sucedió, sólo los gritos y protesta contra el gobernador. Y ahí quedó todo.
  En su ensayo sobre la “Conspiración de Ramón Pintó”, dice el historiador Juan Beltrán: “ En comunicación de 31 de Julio de 1839, dice la primera autoridad de la isla al gobierno de España que por aquellos días se había descubierto que una porción de negros tenía formada una asociación cuyo jefe era un capitán del batallón de morenos, los cuales se reunían con motivos frívolos, aunque se seguía la causa no era advertida la comisión de otro delito del reunirse”.(2)
  En otro oficio de 4 de octubre del mismo año se traslada a la Metrópoli la noticia de que el cabecilla de ellas es un capitán de batallón citado, León Mendoza (3) Continua Beltrán en su ensayo: “…se habían encontrados unos fragmentos de papeles extraídos de una letrina en Guantánamo con información del grupo…”.(3)
  La sublevación de Haití, hacía que las autoridades estuvieran al tanto de cualquier motivo de protesta de los esclavos, sin pensar que entre los criollos se preparaba un movimiento de liberación. “En Jamaica, bajo una aparente tranquilidad continúan las tentativas de incendios”.(4)
  En su ensayo Beltrán dice: “La llegada de un buque inglés con negros libres marineros llena de pavor a Cuba y justificando el Capitán General la prohibición de desembarco”.(5) El miedo a que los marineros promovieran una sublevación, aterrorizo a las autoridades. No se les dejó bajar a tierra. Los marineros del Pontón Romney fueron autorizados a bajar a ciertas horas en la zona Este de la bahía cerca del muelle de Triscornia y el camino de Marimelena de la villa de Guanabacoa. Las autoridades vivían con el temor de que agitadores negros llegaran a La Habana.
  Ramón Pinto nació en Barcelona, educado en el Colegio de San Lorenzo del Escorial, casado con una cubana. Muchos no se explicaban como había sido posible que simpatizara con los revolucionarios (revoltosos como eran llamados) y que organizara el movimiento en Cuba y fuera el organizador y dirigente de la preparada revolución. Participaba en diferentes actividades culturales con el Gobernador Concha  y visitaba con su esposa la casa del Gobernador.
  Hombre inteligente supo organizar el movimiento y buscar las personas de  actitudes honestas y simpatizantes del movimiento.  Según Beltrán :” El 19 de octubre de 1852, fue reorganizada la Junta de New York…en otras ciudades  se instalaban Juntas con sus delegados de “La Estrella Solitaria” hasta el número de 50 con 15,000 afiliados”. (6)
  Las autoridades tenían conocimiento de que se preparaba un movimiento por lo delatores en Cuba y fuera de ella. El jefe de la Policía de la Habana, Fructuoso García Muñoz por informes de un delator, el 6 de febrero de 1855, “realizó un registro en casa de Pintó en la calle de San Nicolás No. 73, halló en los últimos cuartos debajo de un catre una canasta y dentro de ella un pedazo de cojín grande y envuelto en una porción de lana de mariguano …varios papeles entre los cuales se encontró una lista, dentro de una cartera con varios papeles” (7) . Dichas lista aparecían los nombres de los conspiradores en La Habana y alrededores. Las autoridades no se podían imaginar cómo había sido posible que Pintó organizara aquel movimiento. Y lo que más molesto a las autoridades, fue que era ESPAÑOL
  Temiendo una revolución, es desde este momento que se crean los batallones de voluntarios en Cuba, por un bando del General Concha, el 12 de febrero de 1855. Con esta medida se podía enviar la tropa a cuidar el campo y otras ciudades. A los voluntarios se les daba como armamento un fusil de chispa, dos piedras y dos paquetes de cartuchos.
  Empezaron a detener a cientos de supuestos involucrados. En especial en la zona de Trinidad, Santiago de Cuba, y La Habana. Se decía que el dirigente de la conspiración era el catalán,  don Ramón Pintó dueño que era del teatro “Villanueva”, e íntimo del General Concha, se veían todos los días, ambas familias compartían diariamente.
  En La Habana la colonia española  pedía  la muerte de Pintó que era el responsable. Al principio se pensó que eran maquinaciones de sus enemigos, pero las pruebas estaban en manos de las autoridades. A Concha no le quedaba más remedio que salir airoso de esta situación. Se decía que el gobernador deseaba salvar la vida de su amigo. En un acto militar en el campo de “Marte”, los voluntarios y oficiales empezaron a gritar “muerte a los traidores”.
  Activada la causa, fue condenado Pintó a la muerte en el “garrote”. La ejecución se verificó una mañana en el campo de la Punta. Iba Pintó vestido todo de blanco, acompañado de dos sacerdotes con los crucifijos en alto. La muchedumbre impresionada, en especial por el coraje del reo, que caminaba erguido, sin prestar atención a la muchedumbre. Mientras iba caminando, se le oía decir a los guardias que lo llevaban:” deprisa, deprisa, para salir de esto”. Mientras más rápido mejor”. Murió como un verdadero hombre. Se había cometido una injusticia de que era víctima un hombre que su único delito era simpatizar con las ideas de libertad de los cubanos.

  La historia de Cuba desde un principio fue manchada de sangre por el gobierno español. En la  guerra de los Diez Años, y en nuestra guerra de Independencia. En los gobiernos republicanos se derramo sangre. Pero en Cuba nunca se había derramado tanta sangre como la que se ha derramado desde el 1 de enero de 1959 hasta ahora, de hombres que sólo buscaban la libertad y un país de vida DEMOCRATICA, siendo nuestros ideales traicionados por los Estados Unidos de América. En el 2015.