Seguidores

Buscar este blog

Vistas de página en total

domingo, 15 de septiembre de 2019

Bienvenidos a Pensamiento

Mes de la Herencia Hispana
septiembre 15 - octubre 15 



UN IDEAL DE LIBERTAD LA GUERRA CUBANO-HISPANO-AMERICANA (SU EPÍLOGO EN 1898) (Segunda de tres Partes)

Spanish-American War; Cuba
U.S. troops on the march in Cuba during the Spanish-American War, 1898,
drawing by William J. Glackens.
Foto tomada de:  Britannica Kids
Por René León(†)
El inicio de la batalla final 

Durante el siglo XIX la situación había cambiado totalmente en América: España se había desplazado económica y políticamente del continente; los países de Hispanoamérica se habían liberado. La hegemonía de Estados Unidos había desplazado a todas las naciones que habían domina­do estos territorios de una forma u otra. El expansionismo de la gran nación se había fortalecido. Cuba se iba a preparar para la nueva lucha. Una figura iba ser la responsable de esa lucha armada, que llevaría de ciudad en ciudad, de país a país, los anhelos del pueblo cubano: José Martí.

En una carta de respuesta al periódico The Manufacturer, Martí se diri­ge al director del Evening Post, el 21 de marzo de 1889, por unas críticas que se habían lanzado contra los cubanos. En una de estas cartas que él titula Vindicación de Cuba- Martí escribe:

"... nosotros caímos victimas de las mismas pasiones que hubieran causado la caída de los Trece Estados, a no haberlos unido el éxito, mientras que a nosotros nos debili­tó, no demora causada por la cobardía, sino por nuestro horror a la sangre, que en los primeros meses de lucha permitió al enemigo tomar ventaja irreparable, y por una confianza infantil en la ayuda de los Estados Unidos: ¡No han de vernos morir por la libertad a sus propias puertas sin alzar una mano o decir una palabra para dar un nuevo pueblo libre al mundo! Extendieron los limites de su po­der en deferencia a España. No alzaron la mano. No dijie­ron la palabra." 11

José Martí y los otros dirigentes cubanos tratan de mantenerse al margen de cualquier tipo de ayuda del gobierno de Estados Unidos, por saber que el coloso del Norte estaba por la incorporación de Cuba a la Unión. Martí deseaba que la lucha armada se desenvolviera por el solo esfuerzo de los cubanos para poder lograr su consolidación.

Los españoles no podían imaginarse lo que le esperaba a España en la última batalla final contra el pueblo cubano.

En su libro Mi Política en Cuba, el Marqués Camilo Polavieja (†) dice en una carta enviada al Ministro de Ultramar en 1890:

"Hemos abandonado al criollo que nos ha servido con leal­tad y atendemos y premiamos al que piensa y obra del modo contrario... Esto nos ha restado voluntades y simpatías donde más las tuvimos... Por guajiros, campesinos, en unión de las tropas del ejército, fue perseguido Narciso Lópéz.... No debemos hacernos ilusiones, nuestros tiempos pasaron en América, en su vida moderna no tenemos cabida, y en ella sólo representamos la tradición de un pasado...12

José Martí va acrisolando todo el esfuerzo del pueblo cubano. Lleva el mensaje del Partido Revolucionario Cubano, como organismo representante del pueblo cubano, a los exiliados en Estados Unidos, y a americanos que simpatizaban con la lucha por la libertad de Cuba. Según Martí la nueva Cuba, exenta de odios y rencores debería estar libre de trabas económicas que pudieran entorpecer su desenvolvimiento. Las otras figuras principales del PRC, Antonio Maceo, Máximo Gómez y Calixto García, coinciden con él.

En el periódico Patria, de Nueva York, el 27 de enero de 1894, Martí se dirige a los cubanos en todo el país:

"No hay más patria, cubanos, que aquella que se conquista con el propio esfuerzo. Es de sangre la mar extranjera. Nadie ama ni perdona, sino nuestro país. El único suelo firme en el Universo es el suelo en que se nació. O valientes, o errantes. O nos esforzamos de una vez, o vagaremos echados por el mundo, de un pueblo en otro. Aquellos que amamos, aquellos, con rabia de perro, nos morderán el corazón... Cubanos, no hay hombre sin patria, ni patria sin libertad... España es el enemigo único, que en Cuba nos acorrala y nos corrompe, y fuera de Cuba nos persigue, por dondequiera que hay un hombre con honor, o una mesa con pan: que no tenemos más amistad ni ayuda que nosotros mismos. ¡Otra vez, cubanos, con la casa a la espalda, con los muertos abandonados, andando sobre la mar! Cubanos, ¡a Cuba!" 13

La vida de Martí se desenvuelve con una rapidez vertiginosa. Envía cartas a signatarios extranjeros, políticos americanos, a personalidades; pronuncia discursos en los centros principales de las comunidades cubanas. Visita a las dos ciudades más importantes en la ayuda de Cuba, Tampa y Cayo Hueso. También consigue que los obreros tabacaleros den parte de su salario para sufragar los gastos de la futura revolución. Hermana a blancos y negros, sin racismo que pudiera entorpecer la labor de la liber­tad de Cuba. Fracasan las intrigas, preparadas por individuos sin escrúpulos, y las que España alienta contra él. Une a los clubes y asociaciones revolucionarias. Funda el Partido Revolucionario Cubano, en 1892. La revolución es una realidad.

Mientras tanto, el gobierno de los Estados Unidos, informa a España que se mantendrá neutral, e impedirá cualquier expedición que salga de su territorio contra la isla de Cuba. El presidente Grover Cleveland promete a través de su secretario de Estado, Richard Olney, que nunca seria reconocida la revolución, mediante una declaración de beligerancia; al contrario, apoyarían a España. Olney, representante de grandes intereses en los Estados Unidos, esperaban que España se desangrara como en 1868, y que al intervenir los Estados Unidos, Cuba fuera parte de la Unión. Por otro lado, el pueblo norteamericano apoyaba los derechos de los revoluciona­rios a ser libres y establecer su propia república.

La lucha final

José Martí ha logrado aunar a todo el exilio y a los que están en la isla sufrida. Todo se encuentra preparado para dar inicio a la guerra. En una carta, a Carlos Baliño, su amigo, le pregunta a Martí sobre la revolución, y él le responde: "¿La revolución? La revolución no es la que vamos a iniciar en la manigua, sino la que vamos a desarrollar en la república." El "Plan de la Fernandina" consistía en enviar una expedición con tres barcos con hombres y armas a Cuba, pero es delatada por los espías españoles y agencias de detectives, entre ellas la Pinkerton. El. gobierno norteameri­cano ocupa los barcos y las armas que estaban prestos a salir. Pero lo sucedido no frustra los planes. José Martí, después de dar las órdenes, como Delegado del Partido, que disponen el inicio de la guerra, sale, el 31 de enero de 1895, de Nueva York con rumbo a Santo Domingo. Las principales figuras de la nueva insurrección, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Calixto García y otros no pierden tiempo: el 24 de febrero de 1895 deciden el levantamiento en varios lugares de la isla. Escogen el último domingo del mes, que era el primer día de los carnavales, dando la oportunidad a los complotados a reunirse en los caminos rurales y transitar en grupos sin llamar la atención a las autoridades. El grito de "Viva Cuba Libre" fue nuevamente una realidad. El ejército español volvería a oír el temido grito de "A la carga del machete, cubanos", que recordaban de la guerra de los diez años.

La lucha da comienzo en diferentes zonas de la isla, pero en especial en la parte oriental. José Martí y Máximo Gómez llegan a Cuba. A Gómez se le nombra jefe del ejército y Antonio Maceo se le hace responsable de llevar la invasión del ejército cubano hasta occidente. Los mandos quedan consolidados, pero empiezan los problemas de la revolución. Martí muere en su primer combate, y su cuerpo es llevado a Santiago de Cuba. Los españoles pensaron que la guerra había, terminado, pero no contaban con el espíritu de sus dirigentes principales. Mientras, en Madrid, los dos par­tidos políticos que se turnaban el poder durante largos años, con figuras tan influyentes como Cánovas y Sagasta, sintetizaron una frase que fue el lema y la bandera de ambos partidos: "hasta el último hombre y la última peseta". Después, habría de pesarles.

Los comerciantes de armamentos y suministros estaban de pláceme. La guerra favorece siempre al capitalista; gracias a ella los fabricantes de armas, llenarían sus arcas de dinero, dinero manchado con la sangre de la juventud española y la del pueblo cubano.

Hubo manifestaciones en Madrid en favor de la guerra y la pronta derrota de los cubanos. A pesar de la superioridad del ejército español, las fuerzas cubanas le dieron una demostración de tácticas militares y de coraje. La sustitución de los jefes militares se sucede: Calleja, Martínez Campos, Weyler. Este último había ordenado la concentración de los campesi­nos en las grandes ciudades, y antes de finalizar la guerra ya habían muerto más de trescientos mil, por desnutrición y falta atención médica. Al ser sustituido del mando, al llegar a Madrid; sería recibido como un héroe, sin haber participado en ninguna batalla. Blanco se hace cargo del mando, y al final, al ver el gobierno de Cánovas que la política de la guerra había fallado, trata de conciliar a su enemigo, ofreciendo mejoras y la autonomía. Pero ya era tarde. En menos de tres años pasaron por los campos de combate de Cuba, trescientos mil hombres, y quedaron muertos entre combates y enfermedades, más de 220,000 de ellos. El ejército más grande que España había enviado fuera de su país, estaba derrotado y desmoralizado, por un ejército de "descamisados y descalzos" como ellos·decían.

La guerra sigue su agitado curso. Las derrotas empiezan a preocupar al gobierno español. El mando cubano toma la decisión de iniciar la invasión en Baragua y llevarla hasta el extremo occidental en Mantua. Al general Antonio Maceo se le encomienda el mando. El 22 de octubre de 1895, se ponía en· marcha la columna invasora compuesta de 1,053 hombres. El ejercito de Máximo Gómez se encargaba de protegerla y de alejar del cuerpo principal a las tropas españolas. Se suceden los victoriosos combates de Peralejo, Sao del Indio, Mal Tiempo, Coliseo, Saratoga y otros más. El general Gómez da la orden de destruir todos los campos cultivados, en especial los de caña de azúcar para que la economía española se viera afectada.

El general Martínez Campos, trata de detener la invasión en Las Villas, y es derrotado; se dirige a la zona de Coliseo, pero allí es nuevamente derrotado; se retira a una línea española que se encontraba entre los poblados de Guanábana, Cidra y Sabanilla. El 25 de diciembre de 1895 deci­de retirarse a La Habana, sin explicación alguna. Cunde el pánico en la capital. La capacidad de Gómez para anticiparse al enemigo fue una ver­dadera sorpresa. Su talento guerrillero le permitió hacer frente a los con­tingentes numerosos y batirlos con éxito. Aprovechando los accidentes del terreno, al abrigo de matorrales, lanzaba ataques imprevistos. La movilidad de su ejército era superior al español. Maceo seguía llevando la inva­sión, mientras Gómez atacaba por los flancos o por la retaguardia al ejército enviado contra Maceo. Una de sus tácticas era la de atacar de noche, con grupos volantes, haciendo muchas bajas al enemigo, impidiéndole descansar. Cambiaba de dirección constantemente; sus marchas eran de un kilómetro, nunca largas. Estas acciones guerreras permitieron que Maceo llegara a Pinar del Río y que sus tropas amenazaran la capital de la Isla.

Ocurrida la muerte de Maceo el 7 de diciembre de 1896, el gobierno español comete el error de creer que la guerra se encontraba en sus finales, porque Gómez no podría mantener su nivel de combate. Fue célebre en Madrid la frase de Cánovas que decía que "con dos balas se resolvía el problema de Cuba: una para Maceo y la otra para Gómez."

Cuando Weyler se hace cargo del mando de la isla, manda contra Gómez treinta y tres batallones y cuarenta escuadrones, con treinta generales y coroneles: un total de más de cuarenta mil soldados. Contra esta tropa, Gómez contaba con cuatro mil soldados mal armados. Atacaba de noche, porque sabía que el soldado sin sueño pelea mal si está cansado. En los campos de Sancti Spíritus, se lograron numerosas victorias. Las bajas cubanas en el período de enero hasta fines de octubre de 1897 fueron de treinta muertos y ochenta heridos; los españoles sufrieron unas veinte mil bajas, entre muertos, heridos y enfermos. Estaban desmoralizados.

La zafra de 1896 fue de 225,000 toneladas de azúcar, mientras que la del 1895 había sido de más de un millón de toneladas. La exportación del tabaco en 1895 fue de 10 millones de pesos fuertes, mientras que en 1896 no llegó a los 3 millones de pesos fuertes. El déficit era alarmante. Sin la ayuda de La Metrópoli, la colonia se venía abajo. La táctica de Gómez de destruir los campos de caña y tabaco había dado resultado.

Mientras todas estas victorias militares tenían desmoralizado al ejérci­to, en España el pueblo y algunos políticos empezaban a demostrar su oposición a la guerra. Francisco Pi y Margall, en el periódico "El Nuevo Régimen", del 2 de noviembre de 1895, decía:

No es hora de callar, sino de decir francamente a la Na­ción lo que en Cuba ocurre; y si no se tiene valor para concederle la Autonomía, convocar a las Cortes y en ellas tomar la resolución que cumpla al bien de Cuba, a los in­tereses del país, al respeto de la justicia y al común decoro".14

En el mismo periódico, dice Margall, el 8 de febrero de 1896:

"Lo de Cuba no es un simple alzamiento. De guerra la he­mos calificado desde el primer día, y guerra es, ya que los insurrectos baten hace cerca de un año con tropas regulares, y no se los domina, con fuerzas que ascienden a 150.000 hombres y están provistas de las mejores armas. Nos devuelven sin canje los prisioneros, recogen y cuidan a nuestros heridos, no atropellan a nuestros soldados; y no­sotros que les somos superiores en poder, ya que no hemos aún perdido ni ciudades ni fortalezas, ¿hemos de ser menos humanos y menos cultos?" 15

El mismo Margall, el 9 de mayo de 1896, vuelve a condenar al gobierno por su mala política: "Urge la paz. La exige en primer término la necesi­dad de poner fin a la pérdida de sangre y a los gastos que la guerra ocasiona" 16

Lo que el gobierno les exigía a aquellos jóvenes campesinos y obreros, (que en realidad eran los que iban a Cuba, porque las clases pudientes podían abonar la cantidad de mil quinientas pesetas para redimirse) era que fueran a morir a los campos de guerra en Cuba. Hubo familias campe­sinas que hipotecaron sus pocas propiedades, y en otros casos sus hijas jóvenes tenían que casarse o servir a los placeres de los poderosos, para que los hombres no fueran reclutados. Nuevamente Margall critica al gobierno en "El Nuevo Régimen", el 14 de noviembre de 1896: "...veinte mil infelices más a Cuba; veinte mil desgraciados que no disponen de mil quinientas pesetas para redimirse".17

Emilio Castelar, en su correspondencia particular publicada después de la guerra, ha dejado estas notas sobre la contienda: "... donde no adelantamos una línea y tenemos, al venir la lluvia del verano, perdida por completo la campaña de invierno, que todos temen un cataclismo cercano, y todos temen me coja este peligro fuera de la patria ..." 18

Pablo de Alzola y Minondo, al escribir sobre "El problema cubano" dice:

"Y no se trataba de una frase arrogante "su último hombre y su última peseta", lanzada para imponer a los insurrectos, sino de medidas reales y positivas, tomadas para empeñar nuestras rentas más saneadas, levantar colosales empréstitos y lanzar, a través del Océano, el ejército más numeroso que ha cruzado sus aguas". 19

Un suceso muy importante en el transcurso de estos años de la guerra es el asesinato por un anarquista del político español Cánovas del Castillo, el día 8 de agosto de 1897, en el balneario de Santa Agueda. El nombre del anarquista, Miguel Angiolillo, ocultaba su identidad con falso nombre italiano. La prensa y figuras del gobierno acusaron a los cubanos de estar involucrados en su asesinato. Hasta ahí llegaba la bajeza de los acusadores. En el momento de ser apresado por las autoridades, el asesino declara: "Maté a Canovas, en justa represalia de los sangrientos sucesos de Mon­tjuich, en donde el gendarme Ricardo Portas, zaja y mutila carne de revol­tosos ácratas o libertarios". En el momento de morir lanzó el grito de "GERMINAL", que era la consigna revolucionaria del bakunismo.

A la muerte de Cánovas se hace cargo del gobierno Mateos Práxedes Sagasta. Sagasta trata de hacer cambios políticos en Cuba y Puerto Rico, mediante la formación de gobiernos autonomistas, según lo dispuesto por una Real Orden de María Cristina de Habsburgo, de 25 de noviembre de 1897. Ya era muy tarde: la revolución estaba en todo su apogeo.

Al tomar posesión del mando de la Isla de Cuba, el general Blanco, di­rige un informe, a Sagasta, jefe del gobierno, donde le informaba:

"Que en aquel tiempo morían diariamente cien soldados españoles en Cuba y treinta y seis mil anuales) ... La administración se halla en el último grado de perturbación y desorden; el ejército agotado y anémico, poblando los hospitales, sin fuerzas para combatir ni menos para soste­ner las armas; más de trescientos mil reconcentrados pereciendo de hambre y miseria, alrededor de las poblaciones; el país aterrado, presa de verdadero espanto, obligado a abandonar sus propiedades, gime bajo la tiranía más es­pantosa, sin otro recurso, para aliviar su terrible situación, que ir a engrosar las filas rebeldes".20

Recordaba que en la guerra del 1868-1878 habían muerto doscientos mil soldados españoles o sea, unos veinte mil anuales, según la estadística del coronel español Francisco Camps y Feliú.

Los autonomistas tratan de hacer cambiar el pensamiento de Máximo Gómez y de los principales dirigentes de la revolución. Gómez ordena ejecutar a todos aquellos autonomistas que se presentaran en los cuarteles militares. Los dirigentes cubanos no iban a transigir a última hora por la libertad de Cuba: "Libre e Independiente o Nada".

¿Por qué celebramos “el Grito” el 15 de septiembre?

Tomado de:  



El malecón habanero

Tomoda de: Emisora Habana Radio


El malecón habanero constituye el lugar por excelencia de citas y encuentros fortuitos para estrechar o iniciar relaciones sociales y personales en un ambiente muy especial.
Tomando como referencia los estudios del historiador Carlos Venegas, este tramo que disfrutan los capitalinos, cubanos todos y por supuesto, el visitante extranjero, era en las primeras décadas del siglo XIX una faja entre San Lázaro y el mar que había quedado para usos militares y por tanto se prohibía edificar. No obstante, los ímpetus de la recreación no dejaron que el sitio pudiera aprovecharse para otras actividades como los baños de mar, por lo que a partir de 1830 comenzaron a aparecer una serie de casetas de madera en el lugar durante los meses de verano, y desde entonces una nueva función se sumaría a este ambiente natural en relación directa con la ciudad.


La idea de trazar un paseo costero comenzó a manejarse desde el siglo XIX, destacándose entre los proyectos célebres el de Don Francisco de Albear, brillante ingeniero a quien los habaneros le deben un acueducto más moderno e higiénico. Su muerte en 1887 lo sorprendió sin materializar sus ideas acerca de este paseo multifuncional que recogía los destinos defensivos, comerciales y recreativos, que al final habían sido los más comprometidos con la ciudad. Los deseos de urbanizar esta zona persistieron hasta los finales del siglo XIX, incluso, en plena contienda con los Estados Unidos. Es entonces al gobierno interventor norteamericano a quien correspondería la continuidad de este proyecto y el comienzo de su tramo inicial.


Entre 1901 y 1902 se construye el primer trayecto desde el Paseo del Prado a la calle Crespo, bajo las órdenes de los ingenieros de la intervención Mr. Mead y el ayudante Mr. Whitney. Se pensó en un paseo arbolado, pero la propia naturaleza del lugar por los frecuentes temporales demostró lo inadecuado del diseño, de allí que, permaneciera solo la presencia del muro liso como límite entre la ciudad y el mar, imagen perecedera que lo ha identificado a través del tiempo. Sobre estos primeros momentos del malecón, Venegas afirma que “…con su avance interrumpidos por tramos, tuvo durante sus primersa décadas poco valor como vía de enlace con otras áreas de la capital. Más bien constituyó una alternativa del Paseo del Prado, del cual venía a ser una prolongación hacia el oeste, en pos de la hermosa vista del mar.”
Esta vinculación quedaba establecida por la continuidad de los portales y más tarde con la erección de una glorieta de aspecto neoclásico, inaugurada en 1902, en la intersección de ambas vías, que devino verdadero regalo al público para el disfrute de la banda de música y sus retretas. Con todo, la zona se volvió un sitio concurrido que se transitaba a pie con el fin de recorrerlo de un extremo a otro, hasta que apareció la oportunidad de transitarlo velozmente con el automóvil que se imponía de moda. A la par, fueron mejorando las parcelas que hasta el momento le habían dado la espalda y continuaban mirando hacia San Lázaro. Ahora se rectificaban y hacían nuevas construcciones, revalorizando grandemente el peso residencial del lugar. Otras funciones comenzaron a sumarse como la comercial y recreativa, en las que se destacaron el edificio para el Union Club y el Hotel Miramar.


Más adelante, en su investigación sobre el malecón habanero, el historiador mencionado describe sus más relevante valores de entonces, y afirma: “Su atractivo radicaba en su propia situación natural, frente al espléndido panorama del mar abierto y en su carácter de senda o recorrido a lo largo de la ciudad que le hacía accesible a la población desde cualquier parte y momento. (…) El muro en institución concurrida y gratuita y a su largo el uso popular iba dejando las denominaciones emanadas del acontecer diario y trivial: la rotonda de los pescadores, el rincón caliente…” Los tradicionales baños de mar fueron desplazados al oeste, hacia el litoral posterior a la desembocadura del río Almendares, más tarde convertidos en balnearios y clubes exclusivos.
En 1925 el paisajista francés Jean C.Forestier arribó a La Habana para emprender un Plan Director que dotara a la capital de obras públicas monumentales que la colocaran a la par de las ciudades de Europa y América más desarrolladas. En sus propuestas quedó incluido el embellecimiento del malecón. Se prolongó hacia el oeste, en el momento rodeado de viviendas aisladas, con jardines, diferentes a las del tramo anterior. Completarían el nuevo diseño un conjunto de parques y monumentos como el del Maine, que realzaban su influencia a escala urbana, acrecentado más tarde con la construcción del hotel Nacional en los terrenos de la antigua batería de Santa Clara y el cual estuviera muy vinculado a la historia política de la República. Este crecimiento del malecón se desarrollaba marcado por la actividad turística en aumento y la posibilidad de convertir la zona en un futuro centro de hoteles.


El otro extremo de la ciudad antigua había quedado sin su tramo de malecón. Con el desarrollo de las nuevas inversiones hacia el oeste de la capital, la ciudad histórica había quedado como centro comercial y administrativo en primer lugar, y residencial de las capas medias y pobres de la capital. Sin embargo, la prolongación del malecón hacia esta parte se hizo con un carácter diferente. Se logró rellenando, con restos de otras obras demolidas, los bajos entre el área del Castillo de La Punta y los muelles hacia el sur de la ciudad, quedando finalmente embellecidas. Como bien apunta Venegas, el objetivo fundamental de esta empresa “…era la ubicación destacada de una serie de edificios públicos que se planeaban entonces y calificar el acceso al Palacio Presidencial ya construido”.


Quedaría así terminada la franja que bordeara todo el litoral sirviéndole de balcón a la ciudad y permitiendo, a través de una vía rápida, su conexión con el resto de ella. Los parques y monumentos que en sus intersecciones se fueron construyendo desde las primeras décadas del siglo XX, le otorgaron un alto valor urbanístico y ambiental que transformaron por completo la imagen de La Habana hacia el mar: además de el monumento erigido a la voladura del acorazado Maine, contarían también los erigidos a los Generales independentistas Gómez y Maceo, a los estudiantes de medicina fusilados en 1871 por el gobierno español y pequeños parques arbolados de las calles o calzadas que en él desembocaban. La Avenida del Golfo, como se le llamó, se convirtió, más que en un paseo peatonal, en una ruta expedita hacia cualquier parte de La Habana. Con todo, su muro sencillo y continuo, de 7 km de largo, ha permanecido por más de un siglo en la preferencia de habaneros y visitantes, como sitio ideal de descanso y esparcimiento. Acertadamente llamado, “el asiento más largo de Cuba”, el malecón habanero ha devenido símbolo de la ciudad capital y de su vínculo indisoluble con el mar. El llamado malecón tradicional, es uno de los proyectos de rehabilitación más importantes dirigidos por la Oficina del Historiador que cuenta ya con numerosas edificaciones y espacios recuperados.

GOZO CON LA POESÍA



Cada vez que camino por un puente
las palabras me hablan de azucenas
fragantes, con corales y verbenas,
amadas por los soles de mi mente.

Mi poesía es amor ardiente,
que sotierra murallas y cadenas,
forjadoras malvadas de las penas
roídas por un vándalo demente.

Gozo al crear mi pura poesía
que con los años tiene sintonía
plena con la raíz de ser poeta.

Cuando escribo, aparece en mí la vía,
en donde el olivar siempre se alía
con la belleza de cualquier violeta.

                                                Carlos Benítez Villodres
                                                      Málaga (España)

(Del libro TRANSPARENCIAS. Editorial “Granada Club Selección”. Molvízar, Granada, 2018)


Rugby y Fútbol, la loca Historia de su nacimiento

Tomado de: Actuallynotes.com
Mobfooty Los inicios del rugby y el futbol. English: Imagen: A mob football match played at London's Crowe Street. 1721.

En la Edad Media, en Inglaterra, entre los siglos XII y XVI, se jugó a un juego de pelota similar al rugby entre pueblos vecinos. Raro es que, en los tiempos que vivimos, no se recupere este ‘deporte’ de alto riesgo, tal y como veremos ahora…

Este juego no tenía reglas. Cada equipo podría tener tantos jugadores como quisiera y la pelota estaba compuesta por una vejiga de animal inflada. Elobjetivo del juego era claro, que cada equipo moviera la vejiga a través del pueblo hasta un punto designado. Lo mejor era que cada jugador podría usar cualquier medio que quisieran para cumplir el objetivo; y eso incluía poder robar la pelota, de la forma que fuese, con habilidad o pura fuerza bruta. Todo era ‘juego limpio’ en esta forma de fútbol que en Inglaterra se llamaba ‘mob football’.

El antecedente del rugby

Pero como podemos comprobar, este juego es el antecedente del rugby, con muchas diferencias, pues no había reglas ni árbitros, pero con una clara similitud. Ni que decir tiene que esta forma de entretenimiento levantaba pasiones; en primer lugar porque servía como válvula de escape; por otro porque frenaba otras motivaciones poniendo en un lugar ‘civilizadado’ la rivalidad entre pueblos. 
Antecedentes del Rugby


El «Fútbol medieval»


«Fútbol medieval» es un término moderno utilizado para una gran variedad de juegos de fútbol que se inventaron y jugaron en Europa durante la Edad Media.

Los nombres alternativos incluyen el ‘fútbol popular’, el ‘fútbol de la mafia’ y el ‘fútbol de carnaval’. Estos juegos pueden considerarse como los antepasados ​​de los códigos modernos del fútbol, ​​y en comparación con las formas posteriores del fútbol, ​​los partidos medievales eran más bien caóticos y tenían pocas (o ninguna) reglas.


El festival de los martes de carnaval


Una de las primeras referencias escritas a este juego de fútbol que estamos describiendo, la escribió un monje llamado William Fitzstephen. Escribió sobre el juego de pelota que se celebraba durante el festival Shrove Tuesday del lejano año de 1175. Fitzstephen describió cómo los jóvenes de la ciudad, que representaban a todas las escuelas de oficios y también a los gremios de comercio, se reunían a primera hora de la tarde. Cada grupo traía su propia pelota. El pueblo se reunía a su alrededor para observarlos y jalearlos.

El Football prohibido

Como puedes imaginar, este tipo de juego de pelota era peligroso. Numerosas personas resultaban heridas en cada ‘partido’.

A veces, la rivalidad entre las aldeas se calentaba tanto que la gente dedicaba demasiado tiempo a desafiar a sus vecinos en un juego de pelota que les impedía realizar sus obligadas tareas, fundamentalmente relacionadas con la agricultura o el comercio y la artesanía. Esta cuestión se elevó a las autoridades lo que llevó a la prohibición oficial del ‘deporte’. A mediados de la década de 1600, más de treinta ordenanzas locales en Inglaterra prohibieron el deporte del fútbol así practicado.



El rugby y sus comienzos


El rugby, tal como lo conocemos hoy, data del año 1749. Fue entonces cuando laEscuela de Caballeros Jóvenes de las Midlands de Inglaterra, inauguraron un nuevo edificio escolar en las afueras de la ciudad de Rugby en Warwickshire. Esta nueva escuela contó con un campo abierto de 8 acres, según las medidas del país, adyacente al edificio para que los estudiantes participen en actividades físicas. Aquí, los estudiantes jugaron una versión más ‘tranquila’ del fútbol que se había practicado tiempo atrás. Algunos de los primeros juegos tenían hasta 200 jugadores en el campo.


Nacen las reglas del Rugby


Los estudiantes de la ciudad de Rugby introdujeron poco a poco las reglas del juego. Al principio, correr con la pelota no estaba permitido. El progreso hacia adelante del campo se hacía pateando la pelota. Y se comenzaron a dibujar líneas sobre la hierba delimitando los terrenos de cada equipo.

En 1823, una regla importante se agregó al juego; y es que se pudiera correr con la pelota para avanzar hacia el espacio de equipo adversario. Fue de forma un tanto casual. Sucedió durante un partido. Uno de los jugadores, llamado William Webb Ellis, (un clérigo al que se le considera el inventor del Rugby moderno al impulsarlo en la ciudad que da nombre al deporte), atrapó el balón, pero en lugar de lanzarlo hacia el campo, metió el balón entre su brazo y corrió con él por el campo, contraviniendo la regla de la que hablábamos antes.

Sus compañeros de equipo impidieron, a la vez que Webb corría frenéticamente, que el otro equipo le alcanzara y pudo llegar hasta la línea de touch. Se habló mucho de este desafío a las reglas y, pronto, se admitió que un jugador corriera con la pelota y no tuviera que patearla para avanzar los metros suficientes como para alcanzar el campo contrario.
Monumento a William Webb Ellis en Rugby School

De deporte universitario a deporte mundial

El rugby, como deporte, se hizo conocido y popular, llegando pronto a todos loscampus universitarios. En 1872, el primer partido de rugby a nivel universitario se disputó entre las universidades de Oxford y Cambridge. La popularidad del juego se extendió por el resto del Reino Unido y a la vieja Europa.

El triste final de la aristócrata madrileña que conquistó a Simón Bolívar

El revolucionario juró no volver a casarse por el dolor que le causó la muerte inesperada y prematura de Teresa del Toro
«Matrimonio de Bolívar con doña María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza» realizado por el pintor venezolano Tito Salas (1887-1974) y que en la actualidad se puede contemplar en la Casa Natal de Bolívar en Caracas - tito salas
marta r. domingo
Tomado de: ABC Madrid

Simón Bolívar tenía 16 cuando pisó por primera vez Madrid. Bastaron unos pocos meses para que los ojos color café de la aristócrata madrileña María Teresa del Toro, dos años mayor que él, le conquistaran. Un amor que la vida le arrancó de forma prematura: ella murió a los ocho meses de su boda, que también se celebró en la capital española. El fallecimiento inesperado de la joven –tenía 21 años– sumió al revolucionario en una espiral de dolor, hasta el punto de que juró no volver a casarse. Y cumplió su palabra hasta el fin de sus tristes días en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en la ciudad colombiana de Santa Marta, donde acabó prácticamente solo y deshonrado.
Una pequeña placa, que cuelga todavía entre los muros del primer y segundo edificio a mano derecha de la calle Fuencarral de Madrid –según se entra por Gran Vía–, señala la casa donde vivía la joven que se convertiría en la primera y última mujer del «genio de la raza», tal y como lo califica el cartel. A pocas manzanas, en la calle Gravina, otra lámina de mármol recuerda el lugar donde estuvo emplazada la iglesia donde con 19 y 21 años, respectivamente, los jóvenes contrajeron matrimonio. Un miércoles 26 de mayo de 1802, los feligreses de la antigua iglesia parroquial de San José asistieron al oficio tan esperado por la pareja.

«Mi cabeza estaba llena de los vapores del más violento amor y no de ideas políticas»

Tras 20 días de júbilo y festejos familiares, los recién casados viajaron a La Coruña para, días después, partir hacia Caracas, tierra natal de Bolívar. «Entonces mi cabeza estaba llena de los vapores del más violento amor y no de ideas políticas», definió el militar su situación anímica y afectiva al regresar a Venezuela con su esposa, según señala el historiador Tomás Polanco Alcántara. En una carta a su amigo Pedro Joseph Dehollain le decía que, al casarse, se convirtió en un «ente dichoso que cantaba alegre el colmo de sus felicidades con la posesión de su Teresa». Ella centraba toda su atención. Era la persona que más quería y en quién más confiaba, ya que con tan solo nueve años había perdido a su padre y después a su madre y su abuelo.

Muerte fulminante

Todo discurría con armonía en la familia Bolívar. Ella se adaptó con facilidad a su familia, pronto la cogieron aprecio, pero también lo hicieron las infecciones tropicales: las «fiebres malignas» –fiebre amarilla, como se conoce en la actualidad– acabaron con su vitalidad. Tras ocho meses de matrimonio y dos años de noviazgo, Bolívar perdió a su única esposa.

A pesar de sus muchos amoríos, Bolívar cumplió su palabra. De acuerdo al historiador venezolano José Luis Silva Luongo en su obra «Herencia de Todos», «la inesperada muerte de María Teresa es un duro y decisivo golpe en la vida de Bolívar que lo sume en el más profundo dolor... De nuevo se topa con el infortunio. En el futuro no volverá a entregar amor puro y permanente a mujer alguna, tampoco en lo adelante ninguna lo atará en forma definitiva».

La desesperación que sentía Bolívar hizo que sus más allegados temieran que atentara contra su vida. Por eso, le recomendaron realizar un segundo viaje a Europa, para mitigar su inmensa pena. En Madrid mantuvo un conmovedor encuentro con su suegro, Don Bernardo. En compañía de Fernando Rodríguez del Toro, primo hermano de María Teresa, viajó a París, donde vuelve a contactar con su antiguo maestro Simón Rodríguez.

Finalmente, canalizó la desesperación hacia la política. A partir de este momento, Bolívar solo vivió volcado en sus asuntos públicos. El historiador Salvador de Madariaga llega a afirmar que «este final súbito de la vida retirada y personal de una joven de veintiún años ha sido quizá uno de los acontecimientos claves de la historia del Nuevo Mundo».

En 1828, es el propio Bolívar quien analiza la influencia que la muerte de su esposa había tenido en él, y confiesa: «Si no hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra; no sería el general Bolívar ni el Libertador, aunque convengo en que mi genio no era para ser alcalde de San Mateo».

ORTO Y OCASO DE LAS ORGANIZACIONES DE PROFESIONALES DEL PERIODISMO EN CUBA REPUBLICANA

       

Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio) 

Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Ryszard Kapuscinski (1932-2007), periodista, historiador y poeta polaco 
  La Asociación de Repórters de La Habana fue fundada el 14 de abril de 1902. Tras sesenta años de actividad, fue refundida el 15 de julio de 1963 (a mediados del quinto año de la era castrista), junto con la Asociación de la Prensa de Cuba y el Colegio Nacional de Periodistas, para que, simultáneamente con la intervención y disolución de todas, las reemplazara dentro del país la Unión de Periodistas de Cuba –la que a partir de entonces, con el monolitismo característico del control gubernamental en los países comunistas de todas las instituciones políticas y cívicas, engloba a todos los escribidores y profesionales gráficos de los distintos medios, de acuerdo con sus Estatutos, “como expresión de la voluntad de los periodistas cubanos de organizarse para la defensa de la Revolución Cubana, la independencia nacional y el ejercicio de la profesión” (Artículo 1), y “hace suyos los preceptos de la Constitución de la República de Cuba, especialmente los contenidos del Artículo 5, donde se reconoce al Partido Comunista de Cuba como fuerza dirigente superior de nuestra sociedad y del Estado, y del Artículo 53, donde se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y de prensa conforme a los fines de la sociedad socialista, así como el carácter de propiedad social o estatal de los medios de comunicación masiva, que en ningún caso pueden ser objeto de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad” (el subrayado es nuestro). 
  En abril de 1902, un mes antes de la proclamación de la República, se produjo la que terminó por ser la primera fundación de la Asociación de la Prensa de Cuba, en una tumultuosa asamblea eleccionaria en la que don Nicolás Rivero, dueño del ya entonces decano de la prensa diaria, el “Diario de la Marina”, resultó elevado a la presidencia de la Asociación, tras una maniobra electorera, por dos votos de diferencia (aportados fuera del plazo reglamentario por dos redactores de ese periódico) respecto de Alfredo Martín Morales –quien posteriormente se desempeñó como Jefe de Información de los periódicos “El Mundo”, “El Triunfo” y el propio “Diario de la Marina”. En 1909, el general José Miguel Gómez, a su arribo a la Presidencia de la República, lo designó Jefe del Despacho de las Oficinas del Palacio Presidencial, en cuyo cargo se hallaba cuando falleció, el 29 de mayo de 1921-. 
  Ante el pucherazo de abril de 1902, muchos de los periodistas participantes en aquella reunión fundacional de la Asociación de la Prensa de Cuba –entre ellos, José M. Carbonell, Víctor Muñoz, Néstor Carbonell, Álvaro de la Iglesia, Manuel Márquez Sterling, Jesús Castellanos y Diego Vicente Tejera- publicaron una esquela en el periódico “El Mundo”, en repudio del fraude habido en la votación. Y la Asociación quedó nonata. 
  En 1904 tuvo lugar la segunda y definitiva constitución de la Asociación de la Prensa de Cuba, bajo la presidencia de una Junta Directiva encabezada por Alfredo Martín Morales e integrada además por periodistas de la talla de Rafael Conte (un escritor todoterreno, que escribió sobre béisbol, boxeo, la actualidad política y social nacional, y fue corresponsal en el extranjero para el “Diario de la Marina”, de la Habana, “La Nación”, de Buenos Aires, “El Heraldo”, de Puerto Rico, y el “Mercurio”, de Santiago de Chile), Manuel Márquez Sterling, Eduardo Varela Zequeira (que había sido Comandante del Ejército Libertador y en cuya carrera periodística se destacó por sus sensacionales crónicas de sucesos criminales), Ramón A. Catalá (comentarista de la actualidad en La Lucha, el Heraldo de Cuba y el Diario de la Marina, y fallecido el 10 de noviembre de 1941), Jesús Castellanos (columnista, caricaturista, novelista, abogado de oficio primero y después fiscal de la Audiencia de La Habana, fallecido en 1912 a la temprana edad de 33 años) Víctor Muñoz (quien, dándole impulso a una iniciativa planteada en Santiago de las Vegas encaminada a conmemorar un Día de las Madres anualmente, el segundo domingo de mayo, fue adoptada a propuesta suya el 27 de abril de 1921, por el Ayuntamiento habanero, en el cual Muñoz fungía como Concejal), Mariano Pérez de Acevedo y José Manuel Fuentecilla. 
  A esta Junta Directiva fueron incorporados, como Vocales Natos, don Nicolás Rivero (director de Diario de la Marina), Antonio San Miguel (de La Lucha), Manuel María Coronado (de La Discusión), Wilfredo Fernández (de El Comercio), Abelardo Novo (de la Unión Española), Manuel S. Pichardo (de El Fígaro), Juan Gualberto Gómez, Ricardo del Monte y Raimundo Cabrera. El único director que rehusó formar parte de esa sección fue José Manuel Govín (de El Mundo). 
  La Asociación de la Prensa de Cuba logró, entre otras cosas, la franquicia postal y la tasa telegráfica y el traslado de los restos del periodista Manuel de la Cruz (autor del libro Episodios de la Revolución Cubana) desde Nueva York a La Habana, y dio los primeros pasos para la creación del Retiro Periodístico y el Descanso Dominical.
  Volvamos a los avatares de la Asociación de Reportérs de La Habana, creada en 1902. Sus proponentes fueron José Camilo Pérez, de La Discusión, Ignacio Ituarte, de La Lucha, y Ramón S. de Mendoza, del Diario de la Marina. La reunión inicial se celebró en el domicilio de José Camilo Pérez, a la sazón reportero policíaco del diario La Discusión. El objetivo consignado en sus Estatutos, aprobados en la casa de Ignacio Ituarte, era el de “fomentar la unión y concordia [entre sus miembros] y prestarles toda clase de auxilios cuando se encuentren en desgracia, principalmente en casos de enfermedad”. Ramón S. de Mendoza presidió su primer Junta Directiva, la que tomó posesión el 27 de abril de ese mismo año. 
  Posteriormente, esta entidad se convirtió en el Círculo Nacional de Periodistas, que se encargó de organizar los trabajos del Primer Congreso Nacional de Periodistas, efectuado en La Habana entre el 3 y el 6 de diciembre de 1941, en el que participaron delegados de cuarenta Asociaciones de periodistas y de las redacciones de los medios de prensa, congregados al efecto en la sede de la Asociación 
  Los delegados al Congreso, designados por las agrupaciones de periodistas y las redacciones de las publicaciones, se reunieron en el local de la Asociación de Repórters de La Habana, ubicado en la calle Zulueta casi esquina a la calle Neptuno. El 21 de junio de 1923 la Asociación recibió cuarenta mil pesos de manos del Dr. Alfredo Zayas Alfonso, Presidente de la República, destinados a costear la construcción del edificio donde alojar el domicilio social, que incluyó Biblioteca y Museo Periodístico. 
  De consuno con la Asociación de la Prensa de Cuba, la Asociación de Repórters de La Habana logró que el 23 de agosto de 1935 el Presidente Carlos Mendieta y Montúfar promulgara el Decreto-Ley 172 (publicado en la Gaceta Oficial del día 27), de creación del Retiro Periodístico. En 1943, siendo Lisandro Otero Masdeu Presidente de los Repórters, se crearon el Colegio Nacional de Periodistas y la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”. A partir de los 24 miembros iniciales, esta entidad llegó a contar con ochocientos asociados. 
  La liquidación del periodismo libre la llevó a cabo la trituradora castrista en dos direcciones: una, confiscando TODAS las empresas periodísticas; otra, posesionándose “revolucionariamente” –como se decía entonces- de las instituciones de profesionales y demás trabajadores del sector, hasta entonces orgánica e ideológicamente independientes. Así, el 25 de febrero de 1961, la Junta de Gobierno del Colegio Nacional de Periodistas, la dirección de la Asociación de Repórters de la Habana, la representación de la Milicia de Periodistas “Félix Elmuza” y la Junta de Gobierno del Colegio de Periodistas de La Habana, así como los representantes de los colegios provinciales de Camagüey, Las Villas y Matanzas, efectuaron una reunión conjunta en la que se acordó la instauración de un “Frente Revolucionario del Periodismo Nacional”, encargado de 
- “integrarlo totalmente en la Revolución 
- “Liquidar, por ineficaces y obsoletos, los andamiajes legalistas y estatutarios que impiden el progreso de la obra revolucionaria en nuestra profesión, y acometer, además de las funciones específicas, las insoslayables tareas de defender a la Patria y hacer avanzar la Revolución”, 
- “Cambiar radicalmente la estructuración orgánica, y precisar las finalidades y tareas que deben ejercer plenamente los hombres revolucionarios de la prensa...
- “Abogar ante las autoridades revolucionarias por la derogación de la Ley No. 10 de 1944, relativa a las profesiones no universitarias, y del precepto constitucional de la colegiación, concepto divisionista y discriminador que nos impedía nutrir nuestras filas con savia nueva 
- “Crear los Comités de Defensa de la Revolución en todos los centros de trabajo y en los organismos de la profesión”. 
  Así se ha hecho un hiato –que dura ya más de cinco décadas- en el ejercicio de la libertad en la estructura profesional del periodismo cubano. 
Auferre, trucidare, rapere falsis nominibus res publica, atque ubi solitudinem faciunt, pacem appellant. En cristiano, “A la rapiña, el asesinato y el robo los llaman por mal nombre gobernar y donde crean un desierto lo llaman paz” (Frase de Tácito, en sus Annales)

Luchita Hurtado (1920/10/28 - Unknown)

Articulo tomado de: buscabiografías.com

Pintora venezolana
Género: Pintura
Cónyuges: Daniel de Solar, Wolfgang Paalen, Lee Mullican
Hijos: Matt Mullican, John Mullican

Luchita Hurtado nació el 28 de octubre de 1920 en Maiquetía, en el Litoral Central de Venezuela, cabecera de la parroquia homónima, perteneciente al estado Vargas.

Cuando tiene ocho años, emigra junto a su familia a Estados Unidos estableciéndose en la ciudad de Nueva York.

Cursó estudios en la Washington Irving High School y en la Art Students League.

Después de graduarse, se ofreció como voluntaria en el periódico en español La Prensa y conoció a su primer esposo, Daniel de Solar, periodista que le doblaba la edad, cuando ella tenía por entonces 18 años.

Este la presentó a una comunidad de escritores y artistas latinos como el pintor mexicano Rufino Tamayo, que ocasionalmente vivía con ellos cuando estaba en Nueva York para enseñar en la Escuela Dalton. En 1942, la pareja tenía dos hijos pequeños y estaba a punto de divorciarse.

Dio inicio a su carrera artística a principios de los años 40 como ilustradora de moda para Condé Nast y como muralista para las tiendas Lord & Taylor. Junto a sus hijos vivía en un modesto apartamento en la East 85th.

Por entonces realizó diversos viajes a México, donde conoció a artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, Rufino Tamayo y el pintor austríaco Wolfgang Paalen, que sería su segundo marido y con él se mudó a San Francisco a finales de los años 40. Con él participó en el Dynaton Group, movimiento post-surrealista cofudado por el trío de artistas del Área de la Bahía que incluyó a Gordon Onslow-Ford y Lee Mullican.


En 1951 Luchita Hurtado se mudó a Los Ángeles.

La naturaleza y el cuerpo siempre estuvieron presentes en sus obras, en las que aparecen, además de las influencias estéticas precolombinas, la de las pinturas rupestres prehistóricas y del arte tribal del noroeste y sudoeste de los Estados Unidos.

?En sus cuadros aparecen formas abstractas biomórficas con patrones indígenas y figuras totémicas representando el cuerpo femenino. En sus primeros trabajos aparecen formas elásticas y biomórficas; geometrías angulares y coloridas; y bosques de árboles-humanos. Después trabaja paisajes surrealistas y las pinturas corporales que aparecen en los años sesenta y setenta.

Mantuvo contacto con artistas y coleccionistas como Isamu Noguchi, Jacqueline Johnson, Gordon Onslow Ford, Lucienne Bloch, Rene d'Harnoncourt, James Broughton o Robert Motherwell

Tras más de siete décadas trabajando, y con 98 años de edad, en el año 2018, Luchita Hurtado atrajo el interés de la crítica especializada gracias a su participación en la muestra “Made in L. A. 2018” de la Bienal del Hammer Museum de Los Angeles, destacando sobre todo por sus trabajos realizados en la década de los años 70.

Después inauguró una exposición individual en Hauser & Wirth en Nueva York, y espera su primera exposición institucional en la Serpentine de Londres a finales de 2019, seguida de una muestra en El Museo Tamayo de México en 2020.


Su tercer marido fue el también el pintor estadounidense Lee Mullican (1919-1998),padre de sus hijos Matt Mullican, artista, y el cineasta John Mullican. Perdió además a otros dos hijos, uno de poliomielitis a la edad de cinco años en México.

Algunas de sus obras se exponen en el MOMA de NY y el LACMA de Los Angeles.


Tomada de: Tana Jean Welch
Tomado de: Art Now and Then


LA BANDERA CUBANA Nuestra bandera desde 1850

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA
Imagen
La bandera de Cuba fue proclamada como tal el 11 de abril de 1869, en la Asamblea de Guáimaro. Esta bandera fue enarbolada por primera vez en Cuba por el General de origen venezolano Narciso López en la ciudad de Cárdenas, el 19 de mayo de 1850.
La bandera nacional se izó antes en los EE.UU. que en Cuba, donde Narciso López la izó por primera vez en la ciudad de Cárdenas, provincia de Matanzas.
Cuenta la historia que se encontraba en la ciudad norteamericana de Nueva York, el General Narciso López, luchando por la gesta independentista de CUBA y cansado por sus trajines revolucionarios, se quedó dormido en un parque de dicha ciudad. Al despertarse miró al cielo y vio celajes azules y blancos conjuntamente con una mancha roja que producía el sol poniente. Una oscilante estrella brillaba al centro. Estos elementos completaban una feliz idea. Emocionado fue en busca de su gran amigo, Miguel Teurbe Tolón (poeta, patriota y dibujante) quien con las Ideas manifestadas por Narciso López, diseñó la bandera cubana, la que fue confeccionada en tela de raso por la prima y esposa de Teurbe : Emilia.
Tanto la bandera como el Escudo nacional fueron creados por la misma persona, Miguel Teurbe Tolón. Las especificaciones de diseño de ambos fueron establecidas por el primer presidente de Cuba, Tomás Estrada Palma, mediante Decreto, el 21 de abril de 1906 y han permanecido sin modificaciones desde entonces.
Su forma: Es rectangular, de doble largo que ancho, compuesta por cinco franjas horizontales del mismo ancho, tres de color azul turquí y dos blancas dispuestas de forma alternada. Un triángulo equilátero de color rojo en uno de sus extremos, uno de cuyos lados es vertical, ocupa toda la altura de la bandera y constituye su borde fijo. Dicho triángulo lleva en su centro una estrella blanca de cinco puntas, inscripta en una circunferencia imaginaria, cuyo diámetro es igual a un tercio de la altura de la bandera, con una de sus puntas orientada hacia el borde libre superior de la bandera.
Significado de sus elementos:
La estrella solitaria de cinco puntas representa la república libre, independiente y soberana que debía ser Cuba y a la unidad de los cubanos.
El rojo, ubicado dentro de un triángulo en clara alusión al tríptico de los ideales franceses de: libertad, igualdad y fraternidad, alude a la sangre derramada en la lucha.
Las franjas blancas la pureza de los ideales y la virtud de los cubanos.
Las azules por los tres departamentos en que se dividía en esa época Cuba: Occidente, Centro y Oriente.
La bandera original creada por Narciso López en 1849, tenía la estrella con una punta dirigida hacia el extremo libre del triángulo. La posición actual de la estrella fue determinada por el primer presidente Constitucional de CUBA, Don Tomás Estrada Palma, en un Decreto cursado el 21 de abril de 1906. Así también determinó sobre que azul fijar para las tres franjas, decidiendo que éstas fueran de azul turquí.
Otras banderas también ondearon en nuestro país, entre las que podemos mencionar y que aparecen de izquierda a derecha de la publicación:
1823- Diseño de Bolivar para La Union de Cuba. Llamada “Bandera del Sol”
1848- Revuelta de Narciso López
1850- La enarbolada por Narciso López en Cárdenas.
1852- Independentista.
1868- Bandera usada por Carlos Manuel de Céspedes, El Padre de la Patria, en el levantamiendo “Grito de Yara” el 10 de Octubre de 1868

LA SANTA ANDARIEGA

                         
Santa Teresa en una copia de un original de Fray Juan de la Miseria.
Foto Tomada de: Wikipedia
       
                                                A Santa Teresa de Jesús
                                            en su 5º Centenario


Hoy vamos recorriendo tus moradas
Teresa, sí, la ausente,
la que nunca dejaba reposando
sus sandalias
  que siempre iban de vuelo.
Descalza  en la pobreza
sobre la sombra fría de tus éxtasis,
de tu viejo puchero y de tu lumbre
donde hervías la fe y a borbollones
nos hacemos hoy cómplices.
Varona de Dios
                          y de Jesús Teresa
aquí tu voz se oye
por la secreta escala disfrazada”.
Y huele a santidad. Y yo en los santos creo.
Qué luz. Qué misticismo
que hasta el pintor se niega a darle forma.
Oh azucena tocada por la gracia.
Carmelita del duro resplandor.
Hoy paseo mis ojos
por ésta, la ciudad amurallada
que recogió tu pálpito,
tu sed, tus terquedades,
tus muchas fundaciones.
La que
         cual cinturón de piedra para guardar la historia
con voz de cinco siglos te recrea,
nos habla del camino y la escalada,
de tu mujer enferma y del cansancio,
del fuego y la cellisca
que quemaban tus carnes andariegas.
Tú, peón del Carmelo.
Eras la claridad en los abismos,
la estrella de la tarde en las cañadas,
cancionera de fe, divina errante
demudándote de águila en paloma.
Eras como relámpago en la anoche
cabalgando los tolmos de Castilla.
Y llegas, y con Dios te enseñoreas
quedando tus dolencias en un pozo tan hondo
que Él llenaba con vino
                                de la eterna fontana.
Tu castillo interior...
  Y a solas os quedábais platicando.
Qué envidia de esa plática.
   --Mística plenitud--
   --Celebración fecunda--
    -- Sagrado Matrimonio--.
       Qué envidia, digo
y cómo le gustaba – mujer docta y poeta--,
que te llevó con Él como si fueras ángel
asida al crucifijo y muriendo en su Amor.

Y qué Amor, Teresa.  Y qué Amor.

                                       

                                                     Isabel Díez Serrano
17-3-2015