Por: Fernando Gispert Muñoz
Así se lee en una enorme valla a la entrada de la metrópoli.
El tema parecería referirse a un personaje histórico de cierto abolengo, pero no se trata de una persona… se trata de un “perronaje” histórico y de gran respeto en su comunidad: el amado perro Fernando, de la ciudad Resistencia, provincia del Chaco, Argentina.
Su efigie representa un perro mestizo de 43 libras, pero fenotípicamente muy parecido al Komondor húngaro o al Bergamasco italiano.
Nació abandonado en las calles de Resistencia, alrededor del año 1951.
Mientras correteaba por los basureros de la ciudad, el cachorro fue adoptado por un músico local llamado Fernando Ortiz, quien lo apodó con su propio nombre y lo llevó a sus ensayos, funciones y conciertos en el Complejo Cultural “Guido Miranda” y la Casa Cultural “El Fogón de los Arrieros”.
Poco le duró su dueño. En 1953, Fernando Ortiz murió repentinamente.
El perro Fernando volvió a quedar abandonado, pero siguió asistiendo a las tertulias, bares y conciertos donde concurrían músicos, artistas y políticos de la capital. Allí se le continuó brindando alimento y afecto.
Pronto los músicos comenzaron a observar actitudes extrañas en el perro Fernando: se mantenía en silencio largas horas escuchando los compases, pero de pronto se levantaba, a veces ladraba y hasta se retiraba del concierto cuando la melodía no era de alta calidad. El animal manifestaba muy buen oído para la música.
Periodistas locales y la crítica en general acreditaban en sus artículos las reacciones del perro durante conciertos y eventos musicales, con frases como: (el perro) Fernando hizo “tal gesto” o tomó “tal actitud”, lo cual avalaba el comentario periodístico.
Los años pasaron y la notoriedad de Fernando cruzó fronteras.
En 1959 el entonces joven y prestigioso músico Erick Friedman, ganador del premio Ignacy Jan Paderewski, dio un concierto en la ciudad de Resistencia. Durante el mismo, el perro Fernando dio un pequeño gruñido. En una posterior charla con la prensa el músico admitió haberse equivocado en dos notas.
El 28 de mayo de 1963 el perro Fernando fue atropellado por un auto en la plaza, frente a la Casa de Gobierno de la ciudad de Resistencia.
Se dice que su entierro fue el más concurrido en la historia de la ciudad hasta ese momento.
Sus restos descansan en la vereda que lleva a la Casa Cultural “El Fogón de los Arrieros”, donde tantas horas pasó en tertulias culturales.
Actualmente el perro Fernando tiene dos estatuas: Una se encuentra sobre su tumba, la otra fue ordenada por la administración en su lugar de muerte: frente a la Casa de Gobierno.
Ha recibido muchos homenajes de pobladores, turistas, músicos y artistas en general, especialmente después que el popular compositor argentino Alberto Cortez le dedicó la canción “Callejero”.
Actualmente sigue visible en uno de los accesos a la ciudad un anuncio que la prestigia: “Bienvenido a Resistencia, ciudad de Fernando”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario