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jueves, 1 de agosto de 2019

Recordando el Hundimiento del Acorazado Americano “Maine” (Segunda de dos partes)



Por René  León (†)

  “Poco tiempo después Grayson se encontró con Arnauto y le confesó que él sabía que la información era falsa, pero tan sensacional que la vendió a la AP por 3,000 dólares”.
  Al ser rechazado el ultimátum por el gobierno de España, el presidente Mckinley el 11 de abril pide al Congreso autorización y poder .tomar medidas a fin de asegurar una completa y final terminación de las hostilidades entre el Gobierno de España y el pueblo de Cuba y asegurar en la Isla la instauración de un gobierno estable, capaz de mantener el orden y de observar sus obligaciones internacionales, consolidando la paz y la tranquilidad y garantizando la seguridad de sus ciudadanos y de los nuestros, y para usar las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos en la medida que sea necesaria a fin de cumplir con dichos propósitos.  (5) “Messages and Papers, t. X, p.56-67. La Guerra Libertadora Cubana de los Treinta Años, Emilio Roig de Leuchsenring, La Habana, 1958.
  El 16 de abril el Senado aprueba por 67 votos contra 21 un proyecto de resolución conjunta declarando: “Que el pueblo de Cuba es y de derecho debe ser libre  e independiente y que los Estados Unidos reconocen la República de Cuba como el gobierno legal y verdadero de la Isla”. Pero la Cámara, modifica la resolución en donde se decía “que se reconocía la República de Cuba”. Siempre en rejuego la libertad de una nación y de sus derechos, para luego ser traicionados con la NEFASTA ENMIENDA PLATT. La guerra iba a ser declarada, pero pasemos a las informaciones que se pueden considerar importante de las investigaciones de la explosión y no aquellas que sólo veían a España como la responsable. El destino es el único que sabe lo que paso.
  El más interesante de todas las investigaciones fue el del almirante Hyman G. Rickover, que aparece en su libro Cómo fue destruido el acorazado Maine, el con un grupo de investigadores navales hicieron un estudio de toda la documentación que había sobre ello. He extraído algunas notas para no ser tan largo este trabajo.
“No hemos encontrado ninguna certeza técnica en la documentación  examinada de que una explosión externa iniciara la destrucción del Maine. Las pruebas disponibles están en consonancia únicamente con la explotación interna. Por tanto, llegamos a la conclusión de que fue una fuente interna la causa de la explosión” afirma Rickover en su libro.
  Más adelante añade: “Lo más probable fue el calor de un incendio en la carbonera contigua al pañol de reserva de cargas de seis pulgadas. No obstante, como no hay modo de probarlo, no pueden eliminarse como probabilidades otras causas internas”. Rickover dice:” que también hay la posibilidad de un sabotaje por parte de uno de la dotación, o un accidente con arma de fuego, pero lo que si asegura que es posible la del incendio de alguna de las carboneras”.
  Rickover y los expertos navales que participaron tuvieron en cuenta las informaciones de los diferentes incendios en los pañoles de municiones contiguas a las carboneras, que habían habido desde 1895 en:”Petrel”,“Lancaster”,  “Indiana”, “Olimpia”, “Brooklyn”, “New York”, y “Oregón”.
  En el informe de la Comisión de Rickover,  decía: “Ate-
niéndose a la lógica había cuatro posibilidades: accidente interno, acto premeditado interno, accidente externo y acto premeditado externo. Si el origen de la explosión fuera externo, sus efectos sobre el barco debieron ser suficientes para hacer detonar parte de los pañoles de municiones”.
  Según la Comisión, Sigsbee no tomo precauciones necesarias para proteger el barco. “Sabía que la combustión espontánea  del carbón era un peligro latente y tenía que conocer que otros buques habían sufrido incendios en las carboneras”.
  Philip R. Alger experto de la Marina en Armamento, en una entrevista publicada en el Washington Evening Star el 18 de febrero decía:” En cuanto a la cuestión de la causa de la explosión del Maine, sabemos que ningún torpedo de los conocidos en la guerra moderna puede por si mismo causar una explosión  del carácter de la ocurrida a bordo del buque. No conocemos ningún caso en que la explosión de un torpedo o mina bajo el casco de un buque haya explotado el pañol de municiones”. Alger preparo un informe para el departamento de la Marina, pero no fue publicado, ni tampoco se tiene referencia en los archivos de la Marina. Parece que a Roosevelt no le interesaba su opinión.
  Ahora veamos, en una investigación realizada por el abogado y juez  y miembro de la Comisión encargada de la explosión Adolfo Marix, informó: “que el barco había sido destruido por una mina colocada debajo del barco por el buzo José Barquín apodado “Pepe Taco”. El artefacto había sido llevado  a La Habana, en el barco “Bucanero” de Randolph Hearst, dueño del “New York Journal”. El barco llegó sin permiso el 9 de febrero. Había estado merodeando cerca del “Maine”, tres días después fue multado y expulsado del puerto. Las informaciones conseguidas por Marix, era de un francmasón de nombre Carlos Carbonell. Este le dijo a Marix que a él y Pepe Taco le ofrecieron $6,000 por su ayuda. Pepe Taco fue muerto el día después de la voladura. Otro buzo que participó fue muerto y otro encarcelado. Marix informó que al que estaba en la cárcel le estaban suministrando morfina para asesinarlo.. Los arrestos aparecían en los partes oficiales de la villa de Regla. Según aparece  en el informe se uso una mina de 110 kilogramos, los perpetradores fueron García Corujedo, un tal Villasuso y Maribona, y empresarios francmasones de la calle de Muralla. Esta información aparece en el: Reporte del Presidente al 55avo Senado acusando a José Barquín del hundimiento del USS Maine. El informe de Marix fue publicado en el, :Documento 207 del Mensaje del Presidente Mackinley al 55 Senado Apéndice “F” “Informe de la Destrucción del USS Maine, 1898.
  En el reporte de Matriz, el recibe esta información de Henry Drain, que era empleado del consulado de Estados Unidos en La Habana, de una carta anónima que se había recibido, donde se le informaba al General Lee, sobre la explosión del “Maine” y quienes habían estado envuelto en el sabotaje. Que había sido en la Ferretería “La Marina” donde se habían comprado muchos de los materiales usados. Drain va a visitar la casa de Pepe Taco, que vivía en la calle Rodríguez, en Regla, con mucha miseria, y se había mudado la familia a otra casa en la calle de Gelabert, y que habían recibido $4,000 pesos en adelanto, por el trabajo de Pepe Taco. Drain informa a Marix, que comerciantes francmasones de la calle de Muralla, fueron los que colectaron el dinero.
  Ahora si leemos lo dicho por Matriz, es todo una fantasía de envolver a los españoles y luego a los cubanos. Como fue posible que él mencione al dueño del barco “Bucanero” de Randolph Hearst, que fue quien facilito la mina y en las investigaciones de la Comisión no fue interrogado Hearst, o el capitán del barco. Esa información no le interesó a la famosa Comisión. Las autoridades siguieron investigando lo sucedido y quienes estaban envueltos y no llegaron a nada. Todo fue como una presentación de una obra de teatro, donde se justifica lo que le conviene al autor.
  Mi principal sospechoso puedo decir, es el teniente John J. Blandin, en su declaración en el barco “City of Washington”, al oficial Wainwright, fue una declaración perfecta y con una perfecta caligrafía. Una persona que reciba un golpe fuerte en la cabeza, de seguro que no puede expresar sus ideas con claridad. Después de la entrevista con Wainwright, fue enviado inmediatamente con los otros a Key West, donde lo entrevista un periodista del World, donde le explicó lo pasado y que había sido herido en la cabeza con un objeto  que se levanto y ayudó a uno de sus compañeros el teniente Hood a sacar un hombre que estaba atrapado en el agua. Por lo que vemos pudo hacer esta declaración en la entrevista y expresar sus ideas perfectamente. Otra cosa cuando se encontraba en el “City of Washington” le escribió una carta a la esposa donde le explicaba lo pasado, en ella no se ve nada de una persona que había sido afectada por la explosión, en ella le rogaba a la esposa que no fuera publicada. La carta fue publicada años más tarde por un familiar de Blandin, Jay Lee. Yo no se porque no fue dada a conocer. Lo que si demostraba que la persona que la escribió estaba en su juicio y no loco. Sisgbee no informó a la Comisión de la declaración que le hizo Blandin a él. En una visita a la ciudad en el Hotel Inglaterra, Sisgbee supo que Blandin  ante un grupo de personas había dicho que podía hacer volar un barco como el “Maine”, información que nunca llegó a la Comisión, pues hubiera perjudicado su carrera en la marina. Por eso trató de enviarlo para Key West. Al pasar los años se pudieron encontrar más información sobre Blandin entre los papeles donados por Sisgbee al Archivo Histórico de Albany. La Marina de Estados Unidos investigo la conducta y vida de Blandin.
  Al llegar a Key West fue enviado al Servicio Hidrográfico  y luego por motivos desconocidos enviado a los astilleros de Brooklyn. Estando allí empezó a quejarse de dolores de cabeza y alucinaciones. Fue llevado al Sheppard-Pratt Hospital en Baltimore. Fue diagnosticado de meningitis, y murió el 18 de julio. En aquellos años y mucho antes también se tenía por costumbre enviar a los enfermos que ocasionaban problemas políticos a los hospitales Sanatorios mentales, y daba la casualidad que la enfermedad de moda era la meningitis. Blandin era un dolor de cabeza para muchos,  era mejor “muerto que vivo”.
  Louis Fisher, Specialist in Constitucional Law, Law Library of Congreso, acerca de la Destrucción del Maine, el hace une estudio de las investigaciones de la voladura del Maine, y dice: “ On March 21 (1898) the board concluded
 unanimously that the destruction of the slip was caused “only by the explosion of a mine situated under the botton of the ship at about frame 18, and somewhat on the port side of the ship”. Esto es lo que aparece en el informe de la Comisión  de 1898. El autor evalúa otras informaciones sobre el reportaje de 1898 y dice:” George W. Melville, the Navy’s Chief Engineer, doubtet that a mine caused the explosion but was not asked for his views. He suspected that the cause of the disaster was a magazine explosion”.
  En el studio de 1974 de Rickover:” A team of experts reviewed government records, archival sources, personal papers, contemporary newspapers and periodical, and other sources. Rickover encouraged them the Spanish naval attaché to see what materials were available from archives in Spain and to seek help from other countries…The scholars turned to professional engineers to interpret photographs of the wreck and study the ship’s structure. Their study determined that the explosion was, “without a doubt,” internal”.
  Como vemos las pruebas más honesta sobre la explosión fueron dadas por el Almirante Rickover y su team de investigadores. La duda seguirá si fue un accidente, o sabotaje interior, pero de lo que no cabe duda es que no fue una mina, diga quien lo diga
  En un ensayo muy interesante publicado por Patrick McSherry, La Guerra Hispano-Americana, le perdonó al señor McSherry que no incluyera a Cuba en esa guerra, pues su verdadero nombre para aquellos que estudian historia y en especial esa época “Hispano-Cubana-Americana”. Perdonado esta. El hace un estudio muy interesante sobre dicha época, el divide su ensayo en épocas: La Visión de los Americanos de 1998. La Visión de los Americano de 1898. La Visión de un Historiador Americano Sobre 1898.
  Al terminar su ensayo McSherry dice:” La guerra fue una acción terrible, como todas guerras. Las pérdidas de soldados y civiles es siempre una terrible tragedia. Los EE.UU. resultaron victoriosos y esta victoria fue muy importante para convertir a la nación en lo que es hoy. Mirando hacia atrás, no había justificación para atacar a España, aunque, en aquel momento, pocos lo sabían en el país. El más importante aspecto que tenemos que aprender todos es que los americanos y españoles de hoy en día no somos más responsables de la guerra hispanoamericana de los que los españoles lo serían de la Inquisición. Sin embargo, es un deber de todos implicarnos en el estudio de la guerra objetivamente y aprender lo que el pasado tenga que decirnos para que podamos mirar el futuro de paz”.

Nota: Quiero agradecer al Historiador Dr. Roberto Soto Santana, la ayuda prestada en localizar muchos documentos para esta investigación.

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