El 3 de enero de 1892, Martí anunció su
iniciativa de crear el Partido Revolucionario Cubano (PRC), en una reunión
mantenida en el Club San Carlos de Cayo Hueso[i]
con José Francisco Lamadrid, José Dolores Poyo y el Coronel Fernando
Figueredo Socarrás. El 5 de enero, en una reunión celebrada en Nueva York, se
aprobaron las Bases y los Estatutos del PRC, hasta que el 10 de abril se
proclamó su fundación.
Quince días atrás, el 16 de marzo de 1892,
el periódico PATRIA había publicado un artículo de Martí con el título de
“Autonomismo e Independencia”, en el que marcaba distancias de la siguiente
manera con los seguidores del Partido Liberal Autonomista: “Por la confusión de los términos se confunden los
hombres…No hay que estar a las palabras, sino a lo que está debajo de
ellas…La autonomía sería una palabra grata al cubano y al puertorriqueño,
puesto que autonomía sólo quiere decir gobierno propio, si el autonomismo no
hubiese descompuesto los elementos necesarios para el gobierno propio…La
independencia sería más temible que deseable si con el nombre de ella se
levantase a ahogarla una nueva tiranía…Los autonomistas, con su derecho pleno
de cubanos, pueden, cambiando totalmente de espíritu y de métodos, entrar en
la obra que perdura cuando la suya se viene abajo, en la obra que se mantuvo
abierta para recibir a los mismos que la perseguían y reprobaban, en la obra
nueva y radical de la independencia. La independencia, que se anhela para
fundir en el trabajo victorioso de la creación del pueblo nuevo los factores
que pueden debilitarlo o rendirlo al extraño si se aflojan o divorcian, jamás
podrá ser la continuación de la obra tortuosa, indecisa, descorazonada y
parcial de la autonomía…No es la caja sólo lo que hay que defender, ni es la
patria una cuenta corriente, ni con poner en paz el débito y el crédito, o
con capitanear de palaciegos una cuantas docenas de criollos, se acalla el
ansia de conquistar un régimen de dignidad y de justicia, en que en el
palacio del derecho, sin empujar de atrás ni de adelante, sean capitanes
todos. La independencia no ha de ser, porque más valdría entonces que no
fuese, el desconocimiento del derecho de una entidad cualquiera de la familia
del país, nueva o histórica” [ii].
La derrota militar con la
que se cerró, para los independentistas,
En sus veinte años de
existencia (1878-1898), como órgano político de las clases medias altas
criollas de
En la circular de 3 de
agosto de 1879, apenas un año y medio después de la firma del Pacto del
Zanjón,
Pero en un debate
mantenido en las Cortes españolas en 1881 con el Diputado autonomista
Bernardo Portuondo, el Ministro de Ultramar don Fernando León y Castillo[iv] le espetó: “La
autonomía es imposible de una manera irrevocable. Autonomistas, jamás.”
De que el autonomismo no
hizo mella alguna en la cerrazón peninsular da fe que al comenzar la última
década del siglo XIX, según un artículo titulado “Dominadores y Dominados”,
publicado en El País, “
Entre los autonomistas desencantados estaba
Miguel Figueroa García, nacido en Cárdenas en 1851, elegido Diputado a Cortes
en 1886 y uno de los promotores del Real Decreto finalmente promulgado el 7
de octubre de 1886 por el que se suspendió el llamado Patronato de Libertos,
que había prorrogado hasta 1888 el trabajo no remunerado de los esclavos, a
pesar de que la esclavitud había quedado abolida –aunque sólo de nombre- en
Cuba y Puerto Rico, tras una ley de 13 de febrero de 1880[vii].
Condiscípulo de Ignacio Agramonte y de
Manuel Sanguily, de Figueroa escribió Sanguily que “su corazón sensible era a
modo de un registro armonioso de todos los dolores de su pueblo, de las
cóleras secretas de su indignación, de sus esperanzas, de sus dudas, de sus
tormentosas y vagas aspiraciones”[viii].
Y apostilló: “Fue sin duda patriota de elevadas miras, orador incomparable,
la encarnación simpática de la protesta romántica, sincera, movible y a la
vez permanente del pueblo cubano, -su aliento, su intérprete, su verbo
prodigioso”.[ix]
En un libro de la época
(publicado en 1889), con bocetos de
Cubanos Distinguidos[x] -del género de los Cromitos Cubanos que poco después, en
1892, iba a dar a la luz pública don Manuel de
También con ocasión del
fallecimiento de Figueroa –a la temprana edad de 42 años, consumido por la
tuberculosis-, Juan Gualberto Gómez escribe, el 31 de julio de 1893, otro
panegírico, en el que dice que “Él parecía, en efecto, entre todos los
oradores del autonomismo, que los tiene muy notables, el más indicado para
levantar la protesta a la altura del agravio, el día, quizás próximo, en que
el desencanto y la decepción arrastren a ese Partido por otro camino que el
que sigue. Con razón o sin ella, el pueblo piensa que así como el Sr. Montoro
es el que mejor expresa los sentimientos de la agrupación liberal en esta
etapa de resignación y quietismo, Figueroa era el que estaba indicado para
arengar a la multitud autonomista el día que la fuerza de las cosas la
llevasen por otros derroteros…”[xii]
Y así terminó por suceder
que en la dedicatoria autógrafa hecha en New York, en octubre de
Siendo Martí un buen juez
del carácter de los hombres, debe colegirse de las anteriores efusiones de
aprecio personal que Martí vio en la trayectoria de Miguel Figueroa una
conducta honrosa y en sus ideas políticas una deriva querida hacia las posiciones
independentistas, como es evidente que también lo vieron Juan Gualberto Gómez
y Manuel Sanguily. Un largo recorrido ideológico en el caso de Figueroa, que
había ingresado inicialmente, allá por 1879, en el integrista Partido Unión
Constitucional[xv]
Como dejó dicho Mañach en magistral análisis[xvi], “Figueroa no era un
revolucionario. Era un político de formación diplomática, académica y
parlamentaria, aunque llevara por dentro una tentación temperamental a la
rebeldía. Recordemos cómo, desde sus primeras palabras públicas, contemplaba
“primero la evolución; más tarde, si fuere necesario, la revolución”.
Como igualmente recuerda
Mañach[xvii], “¿No llegaría Miró a
escribir en sus Crónicas que
Figueroa estaba ‘poco menos que excomulgado por el Directorio Autonomista’?”
Y que, en el discurso que pronunció cuando el Partido Autonomista acordó ir
al retraimiento en las elecciones de 1891, Figueroa lanzó el siguiente
apóstrofe: “¡Miserables y cobardes no son los pueblos dignos que hacen las
guerras, sino los gobiernos, cobardes y miserables, que las provocan!”[xviii]
Nada de extraño tiene que
José Martí lo llamara “mi muy querido amigo”.
|
[1] Nombre original durante la
dominación española. Tras la aprobación por el Congreso estadounidense (en
1821) del Tratado Onís-Adams de 1819, el Territorio de
2 José
Martí, Obras Completas,Tomo I,
págs. 355-356. Editorial de Ciencias Sociales,
3 Luis
Estévez y Romero, Desde el Zanjón hasta
Baire,
4 Miembro
del Consejo de Ministros presidido por ese otro inmovilista de
5 Se
refiere a la representación parlamentaria del Partido Unión Constitucional,
integrista por los cuatro costados y formado casi exclusivamente por
peninsulares establecidos en Cuba.
6 Cit, por
Marta Bizcarrondo (UAM) en “El Autonomismo Cubano 1878-1898: Las Ideas y los
Hechos” (Historia Contemporánea 19, 1999, pág. 76), quien a su vez da como
fuentes a Estévez, op.cit.,págs.402-403 y a Raimundo Cabrera, Cuba y sus Jueces, págs. 183-193.
7 Ver “
8 Manuel
Sanguily, Nobles Memorias, pág, 96.
International Press
of Miami, Inc., 1982.
9 Manuel
Sanguily, op.cit., pág. 95.
10Antonio
G. Zamora, Cubanos Distinguidos,
págs. 16-20, Imprenta Mercantil de los herederos de S.S. Spencer,
11Se
respetan la grafía y la sintaxis de la edición original.
12Otro escrito desconocido de José Martí, Carlos Ripoll, en www.eddos.org
.
13José
Martí, Tomo 20, pág. 514, op.cit.
14 José
Martí, Tomo 20, pág. 405, op.cit.
15 Miguel Figueroa 1851-1893. Discurso
leído por el Académico de Número Jorge Mañach Robato en la sesión solemne
celebrada el 6 de julio de 1943 por
16Jorge Mañach, op.cit., pág.18.
17Jorge Mañach, op.cit, pág. 32,
recordando las palabras de José Miró Argenter, el último jefe de Estado Mayor
del Lugarteniente General Antonio Maceo, en Crónicas de
18 Jorge Mañach, op.cit., pág. 33.
|
Roberto Soto Santana
Autor de múltiples ensayos de
Historia de Cuba, que han visto la luz
pública gracias al patrocinio de
Publicaciones Culturales René León
(Tampa).
Colegiado Nº55.245 del Ilustre
Colegio de Abogados de Madrid,
habilitado para ejercer en toda
la Península, sus Islas y demás
Plazas de Soberanía
española.
Antiguo alumno de la Universidad
Católica de Santo Tomás de Villanueva
(La Habana).
Primer Premio al mejor estudio
sobre la Economía de la provincia de
Oriente (otorgado por la Oficina
Central del Banco Continental
Cubano,S.A. en 1958),
con 16 años de edad.
Traductor e Intérprete de inglés
y francés en la Embajada de la
República Arabe de Egipto en La
Habana (1969-1978).
Asesor de la Embajada y el
Consulado del Reino de España en La Habana,
y Secretario de Actas y asesor
de 14 Federaciones y Asociaciones
regionales de
españoles en La Habana
(1969-1979). Cofundador en 1974 de la
Agrupación de Sociedades
Castellanas, y Tesorero de la Federación de
Sociedades Españolas, a mediados
de esa década.
Columnista de la revista CARTA
DE ESPAÑA y del periódico orensano LA
REGIÓN INTERNACIONAL entre 1980
y 1990.
Secretario-Letrado del Centro
Cubano de España (Madrid) desde hace más
de veinte años.
Asesor Legal del American Club
of Madrid con servicios ininterrumpidos
desde hace casi veinte años.
Primer Premio en los Concursos
"Dr. Herminio Portell Vilá" convocados
por la Academia de la Historia
de Cuba (Exilio), en sus ediciones de
2010 y 2012.
Recipiendario de la
Condecoración "Manuel Antonio de Varona", otorgada
por la XXIV Convención (mayo
2004) de la Junta Patriótica Cubana
(Miami).
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