Por René León
Calixto
García un hombre que lo dio todo por la independencia de Cuba, pero que a
finales de la guerra de independencia, tuvo que soportar la traición del mando
americano cuando se rindieron las fuerzas españolas en Santiago de Cuba, al no
permitir que las tropas mambisas entraran en la ciudad, so pretexto de que iban
a cometer atrocidades con los residentes españoles. Bajeza que afectó a su
honor militar y le hizo pedir la baja como Jefe de las fuerzas a su mando.
Ninguno de sus aguerridos soldados que
lo acompañaron en toda la campaña, pudo entrar en Santiago. García le envía una
carta de protesta al general Shafter, donde le dice:” Circula el rumor que, por
lo absurdo, no es digno de crédito general, de que la orden de impedir a mi
Ejército la entrada a Santiago de Cuba ha obedecido al temor de venganza y
represalias contra los españoles. Permítame Ud. que proteste contra la más
ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo salvaje que
desconoce los principios de la guerra civilizada.” Èste le responde: “Yo no puedo discutir la
palabra del gobierno de los Estados Unidos al querer que continúen en sus
puestos las personas que los ocupaban. Le remito copia de la instrucción del
Presidente…” Las tropas cubanas habían salvado a los americanos de numerosos
descalabros militares por su incapacidad.
Ésta fue otra de las tantas bajezas y traiciones
que los cubanos tuvimos que soportar. La Junta de Gobierno de Nueva York, había
enviado, antes de empezar las operaciones militares de los Estados Unidos, una
orden al General Máximo Gómez y al Lugarteniente General Calixto García, la de
no iniciar más operaciones de combate contra el ejército español y secundar a
las fuerzas norteamericanas. Orden que Gómez y García expresaron su desacuerdo
protestando, aunque aceptaron de mal gusto. Los españoles estaban
imposibilitados de realizar ninguna aventura militar fuera de sus cuarteles.
Máximo Gómez en su diario escribía, al terminar la guerra: “Tristes se han ido
ellos (españoles) y tristes nos hemos quedado nosotros; porque un poder
extranjero los ha sustituido…”
Después de
pasar por este amargo momento, le llega la injusticia del Consejo de Gobierno
que le destituyó de su cargo. La acta del 13 de agosto de 1898 contentiva del
acuerdo en el que se destituye del cargo de Lugarteniente General a Calixto
García. Decía así: “En la Viuda –Camaguey- a trece de agosto de mil ochocientos
noventa y ocho, reunido el Consejo de Gobierno bajo la presidencia del
Presidente de la República Mayor General Bartolomé Masó y Márquez, con la
asistencia de los señores Ernesto Fonts y Sterling, Secretario de Hacienda en
propiedad y encargado interinamente de la cartera de Guerra; Saturnino Lastra,
Subsecretario de Hacienda en el desempeño de esa cartera el acuerdo tomado en
sesión de doce de mayo último; Nicolás Alberdi, Subsecretario del Exterior,
interinamente en el desempeño de esa cartera por ausencia del
Secretario nombrado al efecto, por enfermedad del Sr. José Clemente Vivanco,
que es lo en propiedad, se declaró abierta la sesión dándose lectura al acta de
la anterior, que fue aprobada. ( El Consejo, después de leer el acta acusaba a
García que no obedecía las órdenes civiles y se negaba a reconocer a los
funcionarios civiles nombrados por ellos, imponiendo a otros que respondían a su
autoridad) Ellos decían:”…Ha sido en Oriente un mito la existencia del Gobierno
Civil. El Jefe de aquel Departamento Militar con propósitos malignos ha
destruido la organización que en vano he tratado de implantar en dicho
territorio. Abusando de la autoridad militar, ejerciendo coacciones
incalificables sobre los funcionarios civiles y desautorizando públicamente las
Leyes emanadas del consejo de Gobierno…dictando disposiciones para que los
funcionarios civiles de las ciudades evacuadas por el enemigo sean designados
por una autoridad militar y no obedezcan más órdenes ni se sujeten a más Leyes
que las que fueran dictadas por él… “ ( Ellos acordaban, primero, que habiendo
García desmerecido la confianza del Consejo, que se le destituyera del cargo.
Segundo, que se procediera contra él por las faltas cometidas y que eran
castigadas por la Ley Penal). En La Viuda, agosto 13 de 1898. Después de leída
el acta se acordaba la destitución de García por dejar de merecer la confianza
del Consejo. Pero al mismo tiempo se aprobaba la destitución de García como
Jefe del Ejército en la zona Oriental. La segunda: “En cuanto a la segunda
proposición resuelve se pase a la Secretaría de la Guerra para que averigüe la
certeza de los hechos que se denuncian dando cuenta del resultado.”
“No habiendo otro asunto de que tratar se dio por
terminada la sesión. Bart. Masó, Ernesto Fonts y Sterling. Dr. N. Alberdi, Sto.
Lastra”
Es llamado
por Estrada Palma para participar en
unas conversaciones en Washington, como delegado del Ejército Libertador, con
el gobierno de los Estados Unidos (muy importante: no se reconocía a Cuba como
República). En el banquete celebrado, supuestamente en su honor, el 11 de
diciembre de 1898, sufre una apoplejía fulminante que le causa la muerte. El
cadáver nunca fue entregado a los miembros de la delegación allí presente, lo
cual aumenta la sospecha que había sido envenenado, cosa que nunca se confirmó.
Cuando su cadáver fue enviado por el gobierno norteamericano a Cuba, una gran multitud lo esperaba para rendirle
respeto y un homenaje póstumo, y las fuerzas de ocupación desalojaron y
atropellaron a los miembros de la Asamblea del Cerro, quienes emitieron una
protesta al interventor, y ellos como si nada, se burlaron nuevamente de los
cubanos e ignoraron a aquel ilustre general que había dado toda su vida por la
libertad de Cuba, traicionada luego por los integristas cubanos y
españolizantes. Bajo una fuerte custodia del ejército intervencionista fueron
sepultados los restos de Calixto García, sin estar presentes sus compañeros de
armas.
Francisco
Figueras en su libro La Intervención y
su política, publicado en 1906, decía sobre los americanos: “ mantienen aún
y mantendrán por largo tiempo todavía la rencorosa hostilidad, que es natural
de los vencidos, cuando los vencedores han obtenido la victoria por ajena
cooperación…hubiera ocurrido, de lograr los cubanos el triunfo con su propio y
exclusivo esfuerzo” entonces “esos elementos de oposición no existirían, porque
habrían desaparecido envueltos y enterrados en la derrota y su triunfo mismo
–el de los libertadores-, a más de darles la razón, hubiera acabado por
legitimar su derecho a imponer al país la forma de gobierno de sus aspiraciones”.
Termina diciendo Figueras:” Pero la victoria ha sido americana, y por serlo, no
ha podido tener virtud para soldar en definitiva, sino sólo en apariencia, la
base quebrantada de la vieja sociedad cubana. Mientras que esa soldadura no se
realice, todo lo que sobre ella se edificare, estará amenazado de ruina y de
colapso”. Estaba bien claro Figueras, y se ha demostrado con el tiempo, por
gobiernos irresponsables Cuba está destruida y en el exilio seguimos igual,
desunidos.
©copyright
Calixto Garcia 1898
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