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miércoles, 1 de abril de 2015

ESTRADA PALMA, EL PATRICIO AIRADO (II)

Orestes Ferrara
Por Roberto Soto Santana

                Según Orestes Ferrara[i] (testigo y partícipe de los acontecimientos),…”el desequilibrio que nos afligió en el periodo 1904 a 1906, se debió a que, formados los partidos políticos, el Presidente Estrada Palma decidió gobernar  con  el Partido minoritario, o sea con el Partido Moderado, constituyendo una camarilla palaciega de los jefes de este partido, e invistiéndola de todo poder, por encima del partido mismo.  Estrada Palma era personalmente un hombre de orden, pero inactivo y hasta despectivo y aislado.  Sus amigos eran caballeros perfectos, como los Zaldo, los Lores, los Párraga, los Dolz, los Font y otros…Empezó la lucha. El grupo gobernante consideraba que era preciso unirse al viejo Presidente, formar con él un Gobierno de autoridad inflexible, limitar el sufragio y, en definitiva reelegir a la fuerza a Estrada Palma, por otros cuatro años más. Se presentó el fenómeno habitual de todos los gobiernos de fuerza –el nepotismo- y como corolario se usó el favoritismo en todos los actos gubernamentales. Los grandes bufetes de los abogados amigos del Presidente disponían a su antojo de la administración del país.
             …”Lo cierto es que…se formaron dos facciones con opuestos principios y opuestas pasiones.
             …”Era perfectamente constitucional que el Partido Moderado llevara al primer Presidente de la República nuevamente a las urnas. Pero se murmuraba en el país y en el pueblo que Don Tomás sería reelegido de todas maneras…hubo una reunión en el Palacio Presidencial en la cual se acordó que era necesaria la reelección de Estrada Palma de cualquier manera que fuera…Fui uno de los primeros en conocer el hecho por boca de Oscar Fonts Sterling y de Ricardo Dolz, quienes habían asistido a la reunión…”
                Lo que confirma Néstor Carbonell[ii] cuando escribe que “Aunque tropezando aquí y cayendo en errores allá, gobierna tres años sin dejarse llevar de la venenosa influencia de los partidos políticos militantes. Mas luego, arrastrado por segundones aduladores, se afilia al Partido Moderado y acepta ir a la reelección. Entonces, a la sombra de su gobierno, se atropellaron derechos y se hizo befa de la justicia. Las elecciones verificadas en 1905 fueron una burla sangrienta al sufragio, primera conquista de la revolución libertadora. Reelecto en esas elecciones oscuras, poco más de un año le fue dable continuar en el poder. Una revolución poderosa lo amenazaba con derrocarlo violentamente. Frente a la probabilidad de que esto fuera un hecho, prefirió, antes que pactar con los revolucionarios, llamar al extranjero y dejarlo de nuevo dueño de la patria…Con la cabeza tenazmente en alto, como encarando al mundo, dos años después, murió en la capital de Oriente, reverenciado por sus fieles. Hoy sus restos reposan en el cementerio de Santiago de Cuba, entre silenciosos amigos y enemigos…”
             Los liberales, denunciando fraude electoral, acuerdan ir al retraimiento en las elecciones de 1905, por lo que Estrada Palma se presenta sin contrincantes, y resulta reelegido con los votos del 71.41 por ciento del censo electoral de 429,730 votantes, de los cuales 317,974 ejercieron el derecho de sufragio
            La llamada guerrita o alzamiento de agosto de 1906 estalla en Vueltabajo el día 19 de aquel mes,  inspirada por el caudillo Liberal José Miguel Gómez. Renuente el Presidente Estrada Palma a negociar con los sublevados, su Secretario de Estado, Juan O’Farrill, envía al Cónsul norteamericano –sin conocimiento ni consentimiento del Congreso cubano- la siguiente nota, con fecha 12 de septiembre: “La rebelión ha tomado incremento en las provincias de Santa Clara, Habana  y Pinar del Río, y el Gobierno cubano carece de elementos para hacerle frente y para defender a los pueblos e impedir que los rebeldes destruyan la propiedad. El presidente Estrada Palma pide la intervención americana, y ruega que el presidente Roosevelt envíe a La Habana, con la mayor reserva y rapidez, dos mil a tres mil hombres para evitar una catástrofe en la capital. La Intervención que se pide no debe ser conocida del público hasta que las tropas americanas estén en La Habana.
          “La situación es grave y cualquier demora puede producir una matanza de ciudadanos en La Habana”[iii]
         Una semana después se producía la llegada a La Habana de la Comisión de Paz nombrada por el Presidente Theodore Roosevelt, formada por el Secretario de Guerra Sr. William H. Taft  y el Sub Secretario Sr. Robert R. Bacon, así como la de cinco acorazados cuyas tripulaciones no desembarcaron ni cuyos cañones entraron nunca en acción.
        Los Comisionados traían un Plan de paz que consistía en
        -la renuncia del Vicepresidente de la República, todos los Senadores y Representantes, Gobernadores y Consejeros Provinciales elegidos en diciembre de 1905,
       -el subsiguiente cese de hostilidades por parte de los sublevados,
       -la creación de una Comisión especial, integrada por tres Letrados del Partido Liberal y uno designado por el Presidente  norteamericano, a fin de promulgar determinadas leyes,
      -la celebración de elecciones el 1 de enero de 1907, con arreglo a una nueva Ley electoral que la citada Comisión debería redactar.
      Los insurgentes aceptan este Plan, pero el Presidente Estrada Palma lo rechaza de plano (aunque su propia renuncia no está contemplada en ese documento).                  El Presidente Roosevelt intenta disuadirle, haciéndole llegar una nota en la que le dice a Estrada Palma: “Encarecidamente le ruego que sacrifique sus propios sentimientos ante el altar de su país, y acceda a la petición del Sr. Taft, de que usted continúe en la Presidencia el tiempo necesario para que se establezca el nuevo Gobierno temporal bajo el cual sea posible llevar a cabo las negociaciones de paz. Yo envié a Cuba al Sr. Taft y al Sr. Bacon, en virtud de los repetidos telegramas de usted manifestando que renunciaría; que tal determinación era irrevocable y que no podía continuar más tiempo en el Gobierno…Bajo su Gobierno y durante cuatro años, ha sido Cuba república independiente. Yo le confieso, en bien de su propia fama de justo, que no debe insistir en conducirse como hoy lo hace, porque la responsabilidad del colapso de la República, si tal cosa llegase a suceder, podría recaer sobre sus hombros”.
    Haciendo oíos sordos, Estrada Palma primero acepta la renuncia de todos sus Secretarios del Despacho, y a renglón seguido presenta por escrito al Congreso su renuncia irrevocable al cargo de Presidente de la República, pidiendo su aceptación, como igualmente lo hace el Vicepresidente Domingo Méndez Capote.
    A continuación, el Congreso se reúne bajo la presidencia de Ricardo Dolz, el titular de dicho cargo en el Senado, a fin de considerar las renuncias del Presidente y del Vicepresidente de la República. Acuerdan reanudar la sesión en la noche del 28 de septiembre de 1906. Pero la ausencia de los Representantes y Senadores del Partido Moderado priva del quórum reglamentario a la sesión , y hace imposible que el Congreso designe a un nuevo Presidente de la República -para lo que estaba facultado, a tenor del último párrafo del Artículo 59 de la Constitución de 1901, entonces vigente-.
    La República quedaba, así, acéfala.
    Y es de esta guisa que se da pie a la Segunda Intervención, que iba a durar hasta 1909, tras la proclamación hecha por el Secretario de   Guerra William H. Taft, a través de la que se investía del cargo de Gobernador Provisional de Cuba con fecha 29 de septiembre de 1906, manifestando en dicho documento que “El no haber tomado el Congreso acuerdo en cuanto a la renuncia irrevocable del Presidente de la República, o elegido un sustituto, deja a este país sin gobierno en una época en la que prevalece gran discordia, y se hace necesario, de acuerdo con lo pedido por el presidente Estrada Palma, que se tomen las medidas debidas, en nombre y por autoridad del Presidente de los Estados Unidos, para restablecer el orden, proteger las vidas y propiedades en la Isla de Cuba, y cayos adyacentes, y, con este fin, establecer un Gobierno Provisional”.
    Desde luego, Estrada Palma no fue el responsable único de esta anómala situación, porque le precedieron con sus renuncias los Secretarios del Gabinete[iv], le acompañó la renuncia del Vicepresidente de la República[v], y los miembros de ambas Cámaras legislativas afiliados al Partido Moderado boicotearon la sesión del Congreso en la que se podrían haber cubierto todas las vacantes –impidiendo con su ausencia la declaración del quórum necesario-, sin que nada de esto mitigue la responsabilidad solidaria de los conmilitones de Estrada Palma, ya que sin su cooperación necesaria no se habría podido cometer el despropósito. Fue un verdadero ejercicio colectivo de irresponsabilidad política por parte de Estrada Palma y demás gerifaltes del Partido Moderado.
   No obstante, en el haber de Estrada Palma quedó una útil obra hacendística y legislativa. Como ejemplos sobresalientes de esta última, la Ley del Servicio Diplomático y Consular, la Ley Orgánica de la Guardia Rural, la Ley del Descanso Dominical, la Ley que creó la Comisión de Ferrocarriles, la Ley del Régimen Provincial, y la Ley sobre deslinde de Haciendas Comuneras, así como el Tratado de Relaciones Permanentes con los EE.UU., el Tratado Hay-Quesada (que reconoció la soberanía de Cuba sobre la Isla de Pinos, aunque no fue ratificado por Washington hasta 1925), y los Tratados Comerciales con Italia y España.
  En las inmejorables palabras de Portell Vilá[vi], “El Presidente Estrada Palma, hecha abstracción de su política partidarista, había sido un buen gobernante bajo cuya administración honrada y progresista Cuba había adelantado mucho”.
  Otros historiadores distinguidos tampoco le han escatimado elogios, como administrador del erario público[vii], llamándole “el honrado Tomás Estrada Palma” y diciendo que “A pesar de sus errores políticos, su austeridad y patriotismo hacen de él una de las figuras cubanas más nobles de su tiempo…Estrada Palma tuvo en alto grado una virtud que ni aun sus más enconados enemigos políticos le negaron nunca:  su honradez acrisolada en el manejo de los fondos públicos. Fue también un prudente gobernante a la hora de regular los ingresos y los egresos del estado, pues consideraba que éramos un pueblo de modestos recursos que debía mantener, por dignidad y previsión, una constante vigilancia de los gastos nacionales”, así como que el primer proyecto de presupuesto sometido al Congreso en 1902 tras  su toma de posesión “Era el presupuesto más pequeño tenido por Cuba desde mediados del siglo anterior, a pesar de tener los servicios públicos bien atendidos. El mismo criterio siguió el presidente Estrada Palma en los tres años siguientes, colocando siempre prudentemente los egresos muy por debajo de los ingresos calculados”.
  Acerca de su encaprichamiento reeleccionista, Rafael Martínez Ortiz ha comentado[viii] que “Don Tomás, a quien ya había pasado por la mente igualarse a los grandes presidentes de Norteamérica que la obtuvieron casi siempre, se sintió halagado por la esperanza de conseguirla. Tamaño cuerpo cobró el deseo, que llegó a ser en él una verdadera obsesión. En cuanto se le insinuaba algo sobre tal posibilidad, la satisfacción le retozaba en los ojos y no podía disimular. Por semejante motivo los aduladores, abundantes siempre en derredor del poder, se hacían lenguas ponderando sus ventajas y echaban tupidísimo velo sobre sus inconvenientes”.
  Ensombreció, lastimosa y lamentablemente, su hoja de servicios al país, al ceder a la tentación de ir en pos de la reelección, y forzar sobre Cuba, a causa de su tozudez, una nueva ocupación militar por parte de los EE.UU. (a pesar de que en este caso la Potencia Interventora era renuente a ello, por conveniencias coetáneas de su política exterior  hacia los demás países al sur del Río Grande), lo que –junto al designio protervo de perpetuarse en el Poder, por parte de otros gobernantes de entre los que vinieron detrás de Estrada Palma- tantos sinsabores ha traído al pueblo de Cuba desde la proclamación de la República.

© Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio).



[i]Una Mirada sobre Tres Siglos – Memorias”, págs.151 y sigs. Playor, S.A., Madrid, 1975.
[ii]Próceres”. Imprenta El Siglo XX. La Habana, 1919.
[iii] Mario Riera Hernández, “Cuba Libre 1895-1958”, pág. 55. Miami, 1968.
[iv] Que eran: Manuel F. Lamar Portillo (Instrucción  Pública), Juan F. O’Farrill Chapotín  (Estado), Juan Rius Rivera (Gobernación), Rafael Montalvo Morales (Obras Públicas), Ernesto Fonts Sterling (Hacienda), Gabriel Casuso Roque (Agricultura) y Jorge A. Belt Muñoz (Presidencia).
[v] Domingo Méndez Capote.
[vi]Nueva Historia de la República de Cuba”, Ibid., pág. 104.
[vii] Dres. Edilberto Marbán y Elio Leiva, Curso de Historia de Cuba, Parte Segunda, pág. 521 a 523.La Habana, 1955.                        
[viii] Cuba, Los primeros años de Independencia.

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