Eliana Onetti (†)
Hace pocas semanas, aprovechando que nuestras labores profesionales nos llevaron hasta Jerez de la Frontera, aproveché para realizar una visita a la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre.
Entre mis pocos más placenteros recuerdos de juventud está la época en que, dos veces por semana, iba a un picadero en la Habana del Este a montar. Tengo que reconocer que, dados el poco tiempo que podía dedicar a esta actividad, mi talla y mi peso, nunca me planteé intentar ser jinete de salto. Pero sí que disfruté con la monta a la inglesa y la monta criolla durante el tiempo que mis actividades me lo permitieron. Por eso, esta visita me fue doblemente placentera: por los recuerdos que me trajo y por la calidad del espectáculo que presencié.
Para los no versados en temas hípicos, será interesante hacer algunas aclaraciones previas:
La Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, en Jerez de la Frontera, es mundialmente conocida por su exhibición "Cómo Bailan los Caballos Andaluces", un espectáculo único que exhibe y resume, de manera aparentemente natural, toda la labor que desde su fundación desarrolla esta institución.
En mayo de 1973, S. M. El Rey D. Juan Carlos I -siendo príncipe de España- hizo entrega en Jerez de la frontera a D. Alvaro Domecq Romero el "Caballo de Oro", máximo galardón ecuestre que anualmente se concede en España como reconocimiento a la dedicación y labor realizada a favor del mundo del caballo. Con tal motivo, Alvaro Domecq presenta por primera vez su espectáculo "Cómo bailan los caballos andaluces".
Durante una primera etapa, la Escuela se fue desarrollando bajo la gestión personal de su creador. Más tarde el Ministerio de Información y Turismo decide hacerse cargo de la misma, comprando para ello el "Recreo de las Cadenas" al Duque de Abrantes, y se lleva a cabo la construcción de un picadero cubierto -obra del arquitecto José Luís Picardo- con capacidad para 1.600 personas y cuadras para 60 caballos.
En el año 1982 el ministerio entrega la responsabilidad de la gestión de la Escuela a un Patronato, bajo el amparo de la Diputación Provincial de Cádiz, potenciándose de este modo su relanzamiento nacional e internacional.
Es en 1986 cuando la Escuela adquiere la cuadra de D. Pedro Domecq de la Riva, integrada por treinta y cinco caballos de raza española y una vistosa colección de diecinueve carruajes de tiro con la correspondientes guarnicionerías, algunas de las cuales datan de 1730, así como monturas y bordados para caballos y cocheros, piezas todas de incalculable valor histórico.
En junio de 1987, S. M. El Rey recibe en audiencia especial en el Palacio de la Zarzuela a los miembros del Patronato, aceptando la Presidencia de Honor y concediendo a la Entidad la denominación de "Real Escuela". El 15 de octubre del mismo año SS. MM. Los Reyes D. Juan Carlos y Dª Sofía presiden desde el palco de Honor del picadero los actos inaugurales de la Fundación Real Escuela.
Aunque el espectáculo "Cómo bailan los caballos andaluces" es, de cara al exterior, exponente máximo de la labor realizada en la Escuela, existen otros aspectos que son tan importantes o más para la Entidad tales como la selección de caballos para la promoción, la formación de jinetes de Alta Escuela, la conservación y promoción de la Doma Clásica y Vaquera, y la conservación de la raza de caballos españoles.
La enseñanza es, sin duda, uno de los pilares fundamentales de la actividad de la Fundación Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, y ésta puede decir con orgullo que todos sus jinetes fueron instruidos en la misma, así como otras muchas personas que también pasaron por sus aulas y que eficazmente aportan sus conocimientos en el ámbito nacional e internacional del caballo. Igualmente se podría afirmar por tanto, que el fruto del aprendizaje recibido por sus jinetes, son las exhibiciones que ofrece la Fundación.
EL CABALLO ESPAÑOL es una raza natural formada en tiempos prehistóricos.
Se tiene conocimiento de que pudo existir en la Península desde hace unos 3.000 años. Ya en el siglo IV a.C. era elogiado por Aristóteles y posteriormente por otros historiadores como Plinio el viejo, Virgilio y Columela. El caballo de Iberia era famoso y reconocido en todo el mundo y por eso fue exportado para cruzarlo con otras razas.
Durante su reinado, Felipe II planificó la mejora de la cabaña existente en España, no escatimando esfuerzos en el empeño. Consiguió grandes logros en la selección del Pura Raza Español. Sobre éste, el gran maestro de la equitación François Robinchon de la Guerinière decía que “todos los autores han dado siempre la preferencia al Caballo Español y lo han considerado como el primero de todos los caballos para el picadero, en razón de su agilidad, sus resortes y su cadencia natural. Lo han estimado como el más propio para la plaza y para el lucimiento y la parada, por su gallardía, su gracia y su nobleza; y el más a propósito para la guerra en un día de acción, tanto por su mucho espíritu, como por su gran docilidad". Y añadía: "es el Caballo Español el más digno de ser montado por un Rey en los días de triunfo". El Caballo Español fue el más apreciado en Europa durante varios siglos y así es fácil ver retratos de la época en la que Reyes y nobles aparecen montando caballos españoles.
LA LOCOMOCIÓN DEL CABALLO.- El caballo utiliza sus aires naturales para desplazarse, que son, paso, trote y galope, dependiendo de éstos y como base, después de un proceso de entrenamiento y doma, puede realizar otros ejercicios que, por su importancia y si son bien ejecutados, pasan a considerarse como aires de alta escuela.
EL PASO.-
Es un aire simétrico v mar-chado de cuatro tiempos donde cada extremidad marca uno de éstos, produciéndose las pisadas bien separadas entre sí.
Se distinguen 4 clases de paso:
reunido, medio, largo y libre.
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EL TROTE.-
Es un aire saltado, diagonal v simétrico, en el que el caballo gana más terreno hacia delante que en el paso, posee dos tiempos separados entre sí, v entre éstos, se produce el tiempo de suspensión. Se distinguen cuatro clases de trote:
reunido, de trabajo, medio v largo.
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EL GALOPE.- Es un aire saltado y asimétrico donde el caballo puede desarrollar al máximo su velocidad. Está marcado por tres tiempos separados entre sí, produciéndose el momento de suspensión entre el tercer tiempo y el siguiente. Se distinguen cuatro clases de galope: reunido, de trabajo, medio v largo.
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LAS PIRUETAS.- Se producen cuando el caballo gira sobre sus miembros posteriores que permanecen activos y en movimiento, así como, en el centro del círculo descrito durante la rotación. Éstas pueden ser realizadas al paso, trote (piaffer) y galope.
EL PASSAGE.- Es un trote muy reunido, elevado y rítmico, marcado por un tiempo de suspensión más prolongado.
EL PIAFFER.- Es un trote muy impulsado y rítmico sobre el propio terreno, en el que el caballo no avanza, conservando manifiestamente e! tiempo de suspensión.
EL PASO ESPAÑOL.- Es una marcha lenta y cadenciosa donde el caballo eleva y extiende sus extremidades anteriores de forma pausada, al mismo tiempo que avanza.
LOS TRABAJOS A LA MANO Y LOS SALTOS.- Son ejercicios propicios para probar la fuerza, sumisión y equilibrio del caballo que en su tiempo practicaba la “vieja escuela" y que la Real Escuela mantiene en su repertorio.
LA LEVADA.- Este ejercido se produce cuando el caballo, desarrollando el piaffer, coloca sus pies debajo de su centro de gravedad, cargando éstos con todo su peso, mientras las extremidades anteriores se pliegan para conseguir el equilibrio necesario.
LA POSADA.- Es una levada más alta, donde las extremidades posteriores permanecen menos flexionadas.
LA CORVETA.- El caballo da sucesivos saltos sobre sus pies a la par al mismo tiempo que avanza, mientras, las extremidades anteriores se mantienen plegadas y lejos del suelo. Tres saltos consecutivos se estiman suficientes para que este ejercicio se considere realizado.
LA CABRIOLA.- Se produce cuando el caballo, después de haber estado desarrollando el piaffer, se concentra en el tierra-tierra (galope en dos tiempos), y consigue el impulso necesario para saltar. Ya en el aire, estira sus pies dando una coz al mismo tiempo que se pliegan sus miembros anteriores.
El espectáculo "Cómo bailan los caballos andaluces" muestra todas las habilidades de estos caballos así como las de sus jinetes de manera excelente, acompañando las mismas de preámbulos descriptivos y poéticos así como de un fondo musical muy apropiado. Tras aproximadamente una hora y cuarto, el espectáculo finaliza dejando, por lo menos en mí, hambre de más.
Como complemento, se visitan las cuadras y se aprecian de cerca algunos de estos magníficos ejemplares; el Museo del arte ecuestre muestra, desde sus orígenes, la comunicación entre el hombre y el equino, explicando paso a paso, con imágenes digitales, juegos interactivos y experiencias directas, el desarrollo de las técnicas hasta nuestros días mientras que la exposición de carruajes y guarnicionería, de trajes de época y complementos se completa con la visita al taller de guarnicionería de la Real Escuela.
Y todo en un entorno exquisitamente cuidado, lo que coadyuvó a intensificar el encanto de una visita altamente satisfactoria. Si vais a Jerez, no olvidéis visitar la Real Escuela ni beber su buen vino. Ambos, placeres que, aunque diferentes, esta hermosa ciudad brinda generosamente con cordialidad y gracejo.
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