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domingo, 1 de abril de 2018

¡AVISO!


 AVISO

Verónica salió del baño, su mirada se posó sobre el gran lecho matrimonial vacío, esa noche por primera vez su esposo se vio obligado a sustituir al socio que tenia en el negocio la responsabilidad de viajar. Su ausencia era tan inusual que ella se sentía intranquila, decidió tomar una medicina que él necesitaba cuando los negocios lo alteraban, ella nunca tomó nada para dormir ni un té pero sabia que esta noche de no hacerlo no dormiría, esas pastillas eran muy efectivas ya que era lo único que lograba que su esposo conciliara el sueño y ante la idea de dormir sola por vez primera desde su boda prefirió romper su habito de no injerir medicamentos.
Su hija no había regresado de ver un juego con sus amigas y su hijo mayor estudiaba en otra ciudad. Se sentía muy orgullosa de ellos, eran muy buenos hijos, en verdad tenia una familia como pocas, estaba agradecida de la vida, Dios jamás la dejó de la mano, fue una niña feliz, una adolescente alegre y una mujer plena, a veces al conocer la desgracia ajena se sentía culpable de ser tan afortunada, pero se decía a si misma que esa vida saturada de paz, amor y comodidades siempre había sido regalo de Dios y por tanto ella no debía sentirse culpable de la desdicha ajena. Siempre ayudó a los que pudo, claro que en su yo interno reconocía  (Censurándose aunque esta censura nunca cambio su proceder) que daba lo que no necesitaba, jamás sus donaciones fueron un sacrificio a pesar que a los ojos del mundo fueran obras de caridad.
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Verónica se extrañó al regresar del trabajo y no encontrar el auto de su esposo, supuestamente ya debía haber regresado desde hacia horas de su viaje y ella no había recibido ninguna llamada por cambio de planes, tampoco estaba el auto de su hija, recogió la correspondencia y entró a su silenciosa casa, se dirigió directamente a la cocina y se preparó un café  que estaba necesitando antes de cambiarse de ropa y comenzar a preparar la cena, deseaba sorprender a Diego con su comida preferida. Hasta en ese aspecto era afortunada, le agradaba cocinar, esa tarea domestica diaria que a otras mujeres les molestaba tanto, ella la disfrutaba. Le achacaba a su gusto culinario el hecho que Diego ya no la llevaba a cenas románticas alegando siempre que nada superaba una cena en casa pero ella no se molestaba por eso al contrario se esforzaba cada vez más en todos los detalles.
Revisó las cartas y le extrañó muchísimo ver una de su hijo, jamás escribía ni siquiera una postal, siempre llamaba por teléfono a diario. Nerviosa abrió el sobre y comenzó a leer, era una carta muy amorosa que hacia para comunicarle lo que no tuvo valor de decirle por teléfono. Hacia poco tiempo se había inscrito en el ejercito y ya lo mandaban a una base para posteriormente enviarlo a la guerra..
Verónica creyó que su asiento giraba como un trompo y que ella caía en un abismo, no era posible que algo así estuviera sucediendo, necesitaba a Diego, su apoyo, asegurándole que no era cierto lo que su hijo había escrito, marcó el numero del celular del hombre y él no contestó y su hija que no llegaba, seguramente estaba con el novio que ella no aceptaba en la casa alegando que su niña no tenia edad para una relación, eso resultó peor porque sin darse cuenta su hija dócil y obediente se estaba alejando. Se escuchó maldiciendo la guerra e insultando a todos los que la promovían, no entendía por qué tenían que ir a ella los que no la iniciaron, no era justo que las madres tuvieran que sufrir esa pena. Visualizó a su hijo, siempre tan pacifico, amistoso, noble, jamás le seria posible adaptarse a estar en una guerra ni a ella asimilarlo.
Olvidó sus planes de cocinar y corrió al saloncito acercándose a su mesita en la cual siempre tenia sus libros de oraciones, era su lugar especial, siempre pasaba allí unos minutos en algún momento de la tarde para meditar y orar, se desplomó en su butaca y alcanzó su libro preferido, debajo de este vio un sobre con su nombre escrito por la letra de su esposo, temblando convulsivamente y a toda prisa bebió de un solo trago metafóricamente hablando el contenido de la carta. Diego le comunicaba (No podía decírselo tranquilamente en persona, tal y como había hecho su hijo) que la abandonaba, su abogado le enviaría los papeles del divorcio, tenia otra relación paralela y eso estaba acabando con sus nervios haciendo que viviera estresado y como no podía continuar así sin perjudicar su salud decidió irse de la casa.
Verónica quedó alelada, no lloraba ni gritaba ni siquiera se movía, veía la vida en su mente como si fuera una película y ahora la sacaban de escena, ya no seria mas la actriz principal, rompían el contrato. Le estaban pasando la cuenta por tanta paz a lo largo de su existencia, sintió rabia, sentimientos desconocidos para ella comenzaron a nacer en su pecho. Escuchó sonar y sonar el timbre del teléfono y no podía levantarse, continuó con su película mental, siempre junto a Diego, su primer novio, el único hombre de su vida, nunca tomo sola una decisión, él era su complemento y ahora se daba cuenta que alucinaba, veía a su esposo en un avión que caía por eso la llamaban para comunicarle que era viuda, sí, seria viuda no divorciada, era más elegante, menos humillante, nadie se burlaría de ella ni peor aún provocaría lastima, además si el moría ella siempre sabría donde estaba como equivocadamente pensó hasta ahora y allí nadie se lo querría quitar.
 Se horrorizó de sus propios pensamientos, siempre creyó ser noble y buena y se daba cuenta que no era cierto, era feliz y eso la convertía en una mujer sensible: Feliz = buena, ahora era desgraciada y sentía el odio anidar en ella, que fácil le había resultado ser caritativa teniéndolo todo, ahora estaba comenzando a descubrir el sufrimiento y la furia se apoderaba de su razón. A pesar de cuestionarse a si misma continuaba sintiendo odio, deseos de venganza y de que desapareciera de la faz de la tierra todo lo que le producía dolor. Pasó la vida criticando a las personas que reaccionaban brutalmente y ahora se sentía capaz de arrasar con todo lo que se interpusiera en su tranquilidad. Deseaba saber quien era su rival para maldecirla una y mil veces. No podía soportar la idea de haber sido tan crédula ante todo lo que le decía su esposo y mucho menos pensar que si otras personas lo sabían se hubieran reído de ella. En su desesperado estado emocional llego a creer que su hija no llegaba porque también se había ido con la otra que quizás para atraerla le apañaba el novio. Deseaba gritar y no escuchaba su voz, quería llorar y se ahogaba, debía hacer algo y estaba inmóvil.
El teléfono recomenzó a sonar insistentemente, sintió horror que sus malévolos pensamientos se convirtieran en realidad al ver que la llamada provenía de un hospital,  no supo como contestó ya que le parecía que no se había movido.
Era una amiga de su hija, la llamaba para avisarle que a su niña, su bebita, a escondidas le habían practicado un aborto y la amiga tuvo que llevarla al hospital de emergencias porque algo no había salido bien.
 A pesar de su dolor y angustia su mente le reprochaba lo distinto que  seria  todo si ella no se hubiera negado a esa relación, de haber consentido que se desarrollara en la casa su hija no le reprocharía en silencio y con su alejamiento su intransigencia.
Ya no pensaba ni maldecía.

Una sensación de oscuridad y devastación terrible le golpeaba el pecho, se iba, escapaba de tanto dolor, se sentía en un pozo negro pero su cabeza comenzó a sentir unos golpes atormentándola como un martillar insoportable, con esfuerzo paso una mano por su frente, abrió los ojos y apagó el despertador.
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Blanca M Segarra

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