El director de cine libanés Ziad Doueiri muestra su pasaporte libanés y francés mientras habla con los periodistas en Beirut el 11 de septiembre de 2017. (Hassan Ammar / Associated Press) |
Articulo tomada de: Cuba Encuentro
Esta película ofrece mucha información sobre la situación actual del Líbano y del Medio Oriente en general, pero nunca cae en el panfleto ni en el didactismo
Roberto Madrigal, Cincinati | 23/02/2018 4:14 pm
Ziad Doueiri (Líbano, 1963) se fue de su tierra natal a los 18 años, pero su país y el conflicto en el cual lleva décadas enredado, nunca lo han abandonado. Todos sus personajes son seres atrapados en conflagraciones políticas que sufren las consecuencias sociales de las mismas.
Cuando dejó el Líbano para estudiar en Estados Unidos, comenzó en el cine trabajando como asistente de cámara de Quentin Tarantino en Reservoir Dogs, Pulp Fiction y Jackie Brown entre otras. Debutó como director con West Beirut (1998), que le valió un premio especial en Cannes y que trata sobre unos adolescentes que filman películas y se divierten, pero sus vidas son interrumpidas por la guerra civil libanesa de 1975 que polarizó al país erigiendo fronteras religiosas e ideológicas que aún perduran. Continuó con Lila Says (2004) un romance juvenil sobre un adolescente que tras emigrar del devastado Líbano trata de adaptarse lo mejor que puede a la vida en Francia. Su tercer largometraje fue The Attack (2012), sobre un cirujano árabe aplatanado en Tel Aviv, con una promisoria carrera que queda, de nuevo la Historia, así con mayúsculas, paralizada cuando su mujer aparece entre los muertos de un ataque terrorista y el Shin Bet comienza a interrogarlo, tras lo cual descubre una vida secreta de su esposa que al parecer le fue ajena. Este filme le valió dos premios en el Festival de San Sebastián de 2012. Doueiri escribe, dirige y coproduce todos sus filmes.
Su más reciente largometraje, The Insult, se ha convertido en la primera película libanesa nominada a un Oscar. La trama gira sobre un conflicto entre un libanés cristiano y un palestino. Durante la construcción de un edificio cerca de la casa y el taller automotriz de Tony, el cristiano, la cuadrilla de constructores de la cual Yasser, el palestino, es capataz, descubre una violación del código de la ciudad en una tubería del balcón del apartamento de Tony, que hace que el agua caiga hacia la calle. Como se les ha instruido mientras dure la construcción que de paso corrijan cualquier violación, Yasser los manda a redirigir la tubería. Tony siente que su privacidad ha sido invadida y como, dadas sus filiaciones políticas no simpatiza con el palestino, lo insulta. El palestino, que es un hombre orgulloso, responde al insulto y se produce una escalada que el administrador de la compañía constructora trata de solucionar. Pero ambos hombres son testarudos y arrogantes, les es difícil ceder en lo que consideran sus principios y el asunto no para hasta terminar en corte.
La primera es una corte de bajo nivel, de causas comunes, pero nadie se contenta con la solución del juez y entonces se contactan abogados y el argumento escala a otros niveles en los cuales vuelve la Historia a lanzar su peso sobre todos y cada uno de los personajes. El conflicto se escapa de la mano de los mismos y entran en juego intereses políticos, financieros y religiosos. Tony y Yasser caen en una espiral incontrolable de la que ninguno sabe cómo ni cuándo saldrá. Sus acciones y sus consecuencias ya están muy lejos de sus intenciones iniciales.
Doueiri se enfoca en el tema y sus ramificaciones, como ha hecho anteriormente, sin pretenciosidad. Su mano es la del artesano que utiliza técnicas establecidas, convenciones aceptadas y elementos sencillos para con su oficio resolverlos al más alto nivel. El filme está narrado como un episodio de Law and Order pero en el Medio Oriente, con todas las complicaciones que esto conlleva. Doueiri usa algunos flashbacks y fragmentos de documentales para explicar ciertas actitudes y contextualizar la situación, pero no tiene interés en distraer al espectador.
La película ofrece mucha información sobre la situación actual del Líbano y del Medio Oriente en general, pero nunca cae en el panfleto ni en el didactismo. Doueiri es muy cuidadoso. A veces parece que se inclina por uno de los personajes y después nos devuelve al oponente igualmente humanizado. Es muy cuidados detallando la personalidad de los mismos. Se limita a las técnicas narrativas del cine comercial, pero sin caer en el truco barato ni en el simplismo. No parece tener el ojo puesto en la taquilla.
Adel Karam (Caramel) rinde una actuación muy genuina y convincente como Tony Hannah. Es un actor de poca experiencia, pero no se nota. Kamel el Basha, dramaturgo y actor de teatro palestino, también con poca experiencia en el cine, está igualmente magistral en su papel de Yasser, que le valió la Copa Volpi en el festival de Venecia. Comunica su personaje con pequeños gestos y un restringido pero eficiente lenguaje corporal. La interacción entre los personajes está llevada con firmeza tanto por los actores como por el director y es un elemento que eleva el filme. Camille Salameh, quien parece el veterano actor que no es, está también excelente en su papel como Wajdi, el abogado que representa a Tony.
El guion, escrito por Doueiri y la que fue hasta entonces su esposa Joelle Touma, con la cual ya había colaborado en dos películas anteriores, es impecable, lleno de meandros interesantes que nunca se alejan mucho del cauce natural de la trama y que presentan bastante elementos de sorpresa. La fotografía de Tomasso Fiorilli, quien había colaborado con Doueiri en The Attack, es apta y capta las imágenes con una luz que acentúa el realismo.
The Insult es un filme que, sin ser una obra maestra ni una obra de arte, entretiene, informa y pone a pensar. Es difícil salir indiferente de la experiencia, lo cual no implica tomar partido. Es, en medio de todo, una meditación sobre la condición humana en circunstancias de agitación histórica.
The Insult (Líbano/Chipre/Bélgica/Francia/EEUU, 2017). Dirección: Ziad Doueiri. Guion: Ziad Doueiri y Joelle Touma. Director de fotografía: Tomasso Fiorilli. Con: Adel Karam, Kamel el Basha, Camille Salameh, Diamond Bou Abboud y Rita Hayek. De estreno limitado en casi todas las ciudades importantes de Estados Unidos.
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