Por: Roberto Soto Santana
Miembro de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)
Merecen un
especial recuerdo, y el correspondiente reconocimiento, las varias decenas de
colaboradores de PENSAMIENTO que han pasado a reposar en el empíreo católico,
el Valhalla nórdico, los Campos Elíseos de la mitología griega, el nirvana shramánico,
la Yanna islámica, el Olam HaBa judaico, y en todo caso unánimemente en el
corazón de todos sus lectores, seguidores, admiradores y amigos, y cuya memoria
permanece viva gracias a ese sentimiento colectivo de pleitesía moral y
gratitud.
De quienes han contribuido en vida a la redacción de
PENSAMIENTO podemos afirmar categóricamente que no desmayaron “en su ardor
primitivo; pues en la compendiosa palabra redacción
se comprende la más noble, la más útil, al mismo tiempo que la más difícil y
más comprometida parte de nuestras ocupaciones”, que es la de “Celebrar con
franqueza los aciertos del ingenio, y con la misma criticar sus errores;
perseguir con constancia y con firmeza los vicios y extravíos morales y
literarios de cualquier tamaño, por formidables que sean, sin otro fin que la
propagación de la moralidad y del buen gusto, ni otro interés que el bien de
nuestra tierra”. Estos son los principios que pusieron en práctica esos
colaboradores pretéritos pero recordados, y que guían a los actualmente a cargo
de la publicación de PENSAMIENTO.
Desprendido durante su labor en esta revista ese cuerpo
de colaboradores aquí recordados “de pretensiones ambiciosas, llamó desde luego
a que la dirigieran y ayudasen en su empresa personas entendidas y provectas, a
cuyos consejos siempre ha atribuido el buen éxito de su Revista, y a quienes se
deben de justicia los elogios que a ésta se le dispensan.
El citado cuerpo de colaboradores primigenios aquí
evocado, “Ascendiendo a las más elevadas consideraciones miró a las letras bajo
su aspecto práctico y deliberante, y no titubeó un momento en proponer para discursos en prosa ‘el señalamiento de
las causas de corrupción del foro cubano’ y ‘la investigación de los ramos de
enseñanza que debían protegerse más entre nosotros, atendidas las
circunstancias en que nos hallamos, y principalmente nuestras necesidades de
todas clases’.”
Los comentarios y observaciones aquí transcritos, de tan
universal aplicación en el ejercicio de las Letras, se debieron a la pluma del
eximio D. Domingo del Monte, Secretario de la Comisión Permanente de Literatura
de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País, en la Exposición que preparó
para dar cuenta de las tareas llevadas a cabo en 1832 y que fueron publicadas
en la edición del 1 de julio de 1833 de la Revista Bimestre Cubana, de cuya
redacción estaba encargado otro gigante del pensamiento, D. José Antonio Saco.
¡Los creadores contemporáneos –nuestros colaboradores-,
cuyo paso por PENSAMIENTO y cuya memoria homenajeamos, son dignos émulos de
aquéllos que hace nada menos que 185 años recibían en la Revista Bimestre
Cubana el alboroque y la veneración de la sociedad a la que ilustraban!
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