René León
“ ¿Cómo no llegar sin vacilaciones a la
independencia? ¿Cómo no, si nosotros negamos en nuestro programa el derecho de
conquista, y reconocemos en las gentes conquistadas el derecho de arrojar en
todo tiempo de su territorio a los invasores, sin que baste a quitárselo la
prescripción de los siglos?...¡Ah! se exclama, ¿esto os consiente el
patriotismo? El patriotismo no consiste para nosotros en sostener la ruina de
la nación, sino lo justo; no lo que trae consigo la ruina de la nación, sino lo
que pueda salvar la nación de la ruina. ¡Cómo! ¿Estamos convencidos todos de
que la guerra es interminable, y, de continuar, ha de exigirnos cada vez
mayores sacrificios, y nos hemos de empeñar por un vano y loco orgullo en sostener
el dominio de una isla que obtuvimos por el mal llamado derecho de conquista?”
(Francisco Pi y Margall, 14 de julio, en el semanario El Nuevo Régimen, Madrid, 1897)
José
Martí, con sus hombres de confianza, Enrique Collazo y Mayía Rodríguez, habían
preparado un admirable plan para desencadenar la guerra en Cuba, que fracasa
por la traición o deslealtad, en el último momento de dar inicio a las
expediciones, por el egoísmo del coronel de la Guerra de los Diez Años
Fernando López de Queralta, al rechazar el plan de Martí de enviar los tres
barcos con los expedicionarios como trabajadores agrícolas, y las armas como
equipos de labranzas. Él había hablado con un capitán que lo haría todo de
conformidad con lo acordado con él, cosa que hizo poner a las autoridades
alerta. Martí, al saber lo hecho por Queralta, comprende que el plan de las
expediciones había fracasado. Se había suscitado la desconfianza del armador,
quien avisó a las autoridades en Washington, con el resultado de la incautación
de los barcos con los equipos militares.
las embarcaciones Lagonda, Amadís y Baracoa.
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Lo que
había planeado Martí era un alzamiento simultáneo con las tres expediciones que
saldrían de Fernandina, cerca de Jacksonville, integradas por los barcos:
“Lagonda”, “Amadis” y “Baracoa”, que habían sido alquilados al señor Borden, y
que llevarían a los expedicionarios y pertrechos de guerra con sus jefes, a Cuba.
Horatio S.
Rubens y los sucesos del 10 de enero de
1895. Del libro Libertad –Cuba y su
Apóstol (versión castellana de Adolfo G. Castellanos del libro Liberty –Story of Cuba de Horatio S.
Rubens, publicado por La Rosa Blanca , La Habana , Cuba, 1956, pgs
39-42 .
…:Restaba sólo a Martí mantener a los
conspiradores quietos hasta que pudiera actuar abiertamente. El plan exacto lo
encerraba en su cerebro prodigioso. En prosecución del mismo, había contratado
dos yates de vapor, el Amadis y el Lagonda, además del vapor Baracoa. Las armas
y municiones, compradas en partidas distintas, fueron embarcadas a la
consignación de N.B.Borden, Talleres y Almacenes de Madera, Fernandina,
Florida. Las embarcaciones citadas irían allí a tomar su cargamento y luego
procederían a recoger a los expedicionarios.
“Aparentemente el Amadis cargaría en Fernandina cajas de herramientas
para una mina magnesiana en Cuba, propiedad de D.E.Mantel (Martí). A bordo se
hallaría Juan Manuel (Manuel Mantilla) y Miranda (Patricio Corona), que
recogerían algunos amigos de Mantel en Costa Rica, y cierto número de obreros.
Los amigos eran el General Antonio Maceo, su hermano José y el General Flor Crombet.
Sus compañeros irían como obreros.
“Se
llevaba a bordo un bote de 30
pies , cuatro toneles vacíos, fuertes y grandes, y
tablones pesados, que se utilizarían como balsas en caso de accidente. Había
hachas para abrir las cajas al desembarcar.
“El
Lagonda, una vez cargado, iría a Cayo Hueso a recoger el contingente mayor, que
incluía a los veteranos Generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff. Después de
zarpar de Fernandina, el Baracoa recogería al General Máximo Gómez, en Santo
Domingo, que era el General en Jefe del movimiento e iría acompañado de su
personal, de Martí, del General José María Rodríguez y de Enrique Collazo,
representante de los conspiradores en la Isla.
“El Amadís
fue el primero en llegar a Fernandina, y el Gobierno Federal lo apresó
inmediatamente. La misma suerte corrieron las otras embarcaciones a su llegada.
Se intentó echar al mar las armas, lo que habría sido fatal, porque después las
recuperamos. Mantilla y Corona escaparon y fueron escondidos por Charles
Hernández en Jacksonville.
“Se avisó
el desastre a Martí, que estaba alojado con nombre supuesto en el hotel
Travelers de Jacksonville. Confrontado con este infortunado fracaso de su plan,
telegrafió a Quesada, que estaba en New York, para que se tomara los fondos
restantes. Puso en mis manos (H.Rubens) la protección de los patriotas que se
hallan comprendidos en el proceso de Fernandina. El general Collazo describe la
reunión en que él informó a Martí y a Rodríguez el suceso en cuestión. Dice en
su escrito que Martí hablaba colérico y desalentado; caminaba de un extremo al
otro del cuarto, exclamando: “¡La culpa no es mía!”. Los Generales le
ratificaron su firme lealtad, tratando de calmarle; pero su ira y desesperación
no cedían.
El Plan de
Fernandina fracasó y ensombreció por un momento las esperanzas de una pronta
independencia de Cuba. Pero el espíritu fuerte de Martí y sus compañeros se
mantuvieron firme, y nuevas esperanzas renacieron a aquellos hombres cuyo único
ideal era ver a Cuba Libre.
Los
Clubes de Cayo Hueso, de Tampa y de
otras ciudades volvieron a reunir fondos para hacer renacer aquellos planes
separatistas. Se preparó un nuevo plan. El ánimo y entusiasmo crecieron. Los
tabaqueros contribuyeron con más denuedo; la clase humilde lo dio todo para ver
libre a Cuba.
Las
autoridades españolas no podían creer lo que Martí había logrado. Muchos
cubanos lo veían sólo como el orador, poeta y escritor, pero no como el hombre
de acción que podía preparar el Plan de Fernandina.
El ideal
principal de Martí era el de que Cuba fuera libre e independiente de España, y
decía: “El trabajo no está en sacar a España de Cuba; sino en sacárnosla de las
costumbres. Esto hacen en España misma los españoles sanos y entendidos; y eso
nos ayuda en Cuba a hacer esa especie amable de españoles; y fuera de Cuba los
que acá vienen huyendo de España como pudiera el cubano mismo huir.
Independencia es una cosa, y revolución otra.
La independencia en los Estados Unidos vino cuando Washington; y la
revolución cuando Lincoln”.
Marti se
confió en que si España había tenido problemas en mandar en el conflicto de
Melilla a 25.000 hombres, le sería más difícil mandar soldados a Cuba. La
guarnición en Cuba antes de 1895 era de
14.000 hombres, y los voluntarios, que sólo operaban en las grandes ciudades.
Pero al empezar la guerra en Cuba, España llegó a enviar 235.000 soldados. Como
dice el escritor Luis Navarro García, en su ensayo La incógnita de Martí :
El 24 de febrero de 1895 se abrió la caja de Pandora y los cuatro jinetes del
Apocalipsis galoparon sobre Cuba y sobre España: la guerra, y con ella el
hambre, la peste y la muerte”.
Martí
envía a Cuba, antes del fracasó de la expedición, a Gerardo Castellanos
Leonard, para coordinar los planes y
llevar el mensaje del Partido Revolucionario Cubano, con sus ideas y
principios, en función de lo aprobado el 5 de enero de 1892 en Cayo Hueso por
los representantes de todos los emigrados y sus bases. Queda proclamada el 10
de abril la constitución definitiva del Partido, con la aprobación de sus
Bases: entre sus acuerdos, “que el Delegado fuera elegido anualmente e
informara de su trabajo al Cuerpo de Consejo”.
El mismo
Martí, en un artículo publicado en “Patria” en abril de 1893, decía: “El
Delegado es un emigrado como los demás, que hace lo que se le ha mandado a
hacer…aquí el hombre no tiene nada que hacer. Hoy es uno y mañana será otro”.
Martí
viaja a Santo Domingo para hablar con Máximo Gómez, le comunica el acuerdo
adoptado por el Consejo del Partido, designándolo general en Jefe, y como sus
lugartenientes generales del Ejército Libertador, Antonio Maceo y Calixto
García.
Martí era
consciente de que los emigrados cubanos no estaban contaminados por las ideas
del régimen colonial, que ellos eran de sentimiento patriótico, y anhelaban que
Cuba fuera Libre. El patriotismo fue creciendo en los Clubes de Nueva York, “La Sociedad Literaria ”
y el Club “Los Independientes”. El discurso de Martí del 10 de octubre, que el periódico “El Porvenir” publicó y envió a los Clubes de la Florida , causó un efecto
tremendo en la comunidad. Es invitado por Néstor Leonelo Carbonell, presidente
del Club “Ignacio Agramante” para hablar en Tampa, el 25 de noviembre. A su
llegada, visitó las fábricas de tabaco, donde los obreros pararon su labor para
aplaudir a su dirigente. Ese mismo día es invitado a hablar en el “Liceo
Cubano”. El local se encontraba lleno; las puertas hubo que dejarlas abierta de
par en par. Da comienzo a su discurso:
“Para Cuba que sufre, la primera palabra…yo quiero que la ley primera de nuestra
república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre…” Allí
anuncia que ha llegado la hora final para el colonialismo en Cuba, y
dice:…hemos de llevar la guerra inminente al triunfo ¡Ahora, a formar filas!
Según
Enrique Collazo, para los españoles Martí era un farsante o un loco, y Gómez un
viejo ambicioso ya inutilizado por la edad. Como dice Collazo, “Si el proyecto
se hubiera realizado la
Revolución hubiera sido un huracán”.
La
revolución nunca se detuvo. Había llegado la hora de dar el grito de “VIVA CUBA
LIBRE”, el 24 de febrero de 1895
Maceo, Martí y Gómez en Santo Domingo |
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