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miércoles, 15 de octubre de 2014

“LA DAMA DE HONOR Y OTROS CUENTOS” Obra de Leonora Acuña de Marmolejo

Leonora Acuña de Marmolejo
Comentario por Roberto Soto Santana, 
de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)

Acaba de llegar a nuestras manos un ejemplar dedicado de la colección de relatos de la autoría de Doña Leonora Acuña de Marmolejo intitulado “La Dama de Honor y otros Cuentos”, recién dada a la luz precisamente en el presente mes de junio de 2014.
Cuenta con un prólogo de J.A. Albertini, nacido en la ciudad de Santa Clara, provincia de Las Villas (Cuba) en 1944 y que actualmente reside en los EE.UU., junto a su familia. Es un escritor del Exilio cubano, natural de la ciudad de Santa Clara, en el centro geográfico de la Isla, y autor, en su propio derecho, de novelas publicadas bajo los títulos de “Tierra de extraños”, “A orillas del paraíso”, “Cuando la sangre mancha” y “El entierro del enterrador”. Baste decir que es un autor comprometido con la causa de la Libertad para todos los pueblos que han sido privados de ella, sin limitarse a reclamarla para su propia Patria natal; y que además plantea el desarraigo que produce el transterramiento que asola el ánimo tanto del emigrante económico como el del exiliado político.
Siendo como es el contenido de este libro un engarzamiento de estampas costumbristas, su íter argumental podría encajar en cualquiera de las sociedades de los países hispanoamericanos, pero más específicamente en aquéllas cuyo entramado es heredero directo de las estructuras de convivencia establecidas entre las familias descendientes del ‘potpourri’ o mestizaje de peninsulares y criollos que pobló las comunidades pequeñas y medias del ‘hinterland’ o esfera de irradiación de cada asentamiento, situado generalmente tras un puerto, un valle y un río –todos éstos, abiertos y dedicados a la labranza y al intercambio comercial-, en un escenario de naturaleza feraz y próvida.
Es el escenario característico y común de la práctica totalidad no de las capitales ni de otras grandes urbes sino de los núcleos urbanos provincianos de menor orden demográfico, en los que aún al día de hoy predominan las convenciones en el trato social y sus reglas de moralidad correlativas, así como una cierta estratificación e inmovilidad en la escala social, donde la tradición sigue teniendo un gran peso en la actuación individual y, además, en la del conjunto de cada grupo social.
Es en este mundo donde se mueven todos los personajes pueblerinos, cruzándose constantemente en el desarrollo de sus cometidos asumidos como esposas, mujeres, madres, hombres generalmente machistas, partícipes todos en una u otra forma en los festejos locales asociados casi siempre a fechas del calendario religioso y asimismo en las celebraciones de aniversarios –incluidos los tradicionales de “quince años” para proclamar pero a la vez disimular con embozo e interponiendo un mínimo de pudor la llegada de la pubertad a las jóvenes que van teniendo ya “edad de merecer” (otro circunloquio para referirse a que pueden comenzar a ser pretendidas por los aspirantes a galanes y futuros maridos)-, además de las vigilias, verbenas, paseos por las calles y parques de parejas de “enamorados” y de grupos de vecinos.
En los relatos desarrollados en este libro, con vocación tan realista que a veces los episodios y los sentimientos referidos parecen las Memorias de sus personajes, más que el producto de la ficción noveladora, hay un matrimonio que viaja a New York y se interesa por un curso que se ofrece sobre la procreación planificada e incluso por el uso del DIU (dispositivo intrauterino) y apenas al lado queda dibujado, en toda su crudeza y crueldad, la conducta vengativa de Rosendo el Castigador respecto de sus amancebadas Lucía y Rosita.
Así, es un mundo cerrado, del que en la práctica no hay escapatoria, lleno de apariencias. En el texto, como en otras obras de la autora Leonora Acuña de Marmolejo, escoge como marco de un episodio, en esta ocasión, el siempre recurrente valle del Cauca –a mediados de la página 44, cuando habla de la ciudad de Cartago-.
Lo crucial y significativo, naturalmente, es el dominio que Doña Leonora –lógica candidata a la nominación para ocupar un sillón en la Academia Norteamericana de la Lengua Española- demuestra del idioma español –de su gramática, de su sintaxis, del habla popular vallecaucana, de los giros que han llegado a constituir técnicas expresivas comunes de los escritores en español a ambos lados del Atlántico-.

Y, desde luego, resulta adorno apropiado al contenido argumental de la obra la reproducción en la portada del óleo sobre lienzo de la paleta de la propia autora, en el que personifica a la protagonista de su primer cuento, “La Dama de Honor”, con unos magníficos, rutilantes y alegres trazos que conforman un semblante lleno de frescor y juventud, y una figura estilizada sobre la que cae vaporosamente un vestido de tul de seda, llevando un sombrero primaveral a juego, y una rosa del mismo color en la mano derecha.


Nacido en la habanera Quinta Covadonga, y criado en Mariano. En La Habana, fue sucesivamente alumno de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva, Oficial del Banco Continental Cubano, Traductor e Intérprete de la Embajada de la República Arabe de Egipto, Asesor del Consulado y de la Embajada de España, y Secretario, Presidente o Tesorero –simultáneamente- de catorce diferentes Asociaciones de la Colonia Española de Cuba. Exiliado en España a partir de 1979, donde se licenció en Derecho y es Abogado en ejercicio. Es Colegiado de Honor del Colegio de Abogados de La Habana en el Exilio, y lleva más de veinte años en las respectivas Juntas Directivas del Centro Cubano de España –del que es Secretario- y del “American Club of Madrid” –del que es Asesor-. Le ha sido discernido el Premio Herminio Portell Vilá, convocado por la Academia de la Historia de Cuba (Exilio), en 2010 y 2012.

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