Comentario por;
René León
Nos
encontramos ante un libro muy original por la narrativa, si se puede llamar así.
El autor nos va describiendo una época ya pasada del desarrollo económico
industrial petrolero en la Venezuela de hace unos años, pues ahora un país que
fue tan rico, por la estupidez de los gobiernos que en estos años han pasado y
están en el país, la han ido destruyendo. En sus 90 páginas que son la que forma
la obra, el autor hace gala de su dominio idiomático sin llegar a la ostentación
nos presenta en forma sencilla y elegante la exuberancia de su pensamiento
descriptico de ese mundo infernal.
Tiene un
estilo muy interesante y costumbrista, excelente, que nos recuerda a otros
escritores hispanos entre ellos al desaparecido Reinaldo Arenas, en algún de
sus novelas, pero él no llega al estilo barroco.
El autor nos
va introduciendo al través de sus capítulos en un mundo lleno se puede decir de
vivencias, quizás de recuerdos de su infancia o juventud, donde proliferan las
anécdotas, las citas y las expresiones que exponen sin afectación la forma
natural, pero nunca rebuscada, de la erudición del autor. W. Somerset Maugham,
en Cosmopolitas,
Edit. Porrúa, S.A. México, 1988, dice: “El escritor tiene en sí el imperativo
de crear, pero además tiene el deseo de presentar al lector el resultado de su
trabajo y la legítima aspiración –que no concierne al lector- de ganar su pan”.
La trama
entremezcla la vida miserable, llena de privaciones, de sus habitantes, de una
isla caribeña de su país. Destinada a albergar a enfermos del mal de “Hansen”,
cuyo único futuro es morir a pedazos en la acepción exacta de la palabra, con
la de los personajes que el autor nos va presentando con habilidad y soltura,
brindándonos un panorama abierto de la vida de la isla “Pandemonio”. También
para completar el argumento aparecen “Tuculpita”, con sus lacras y sus
virtudes, muy pocas por cierto, y los “gringos” y los europeos que vienen a
explotar la abundancia de petróleo en el subsuelo.
La novela en
si expone las calamidades de la injerencia extranjera que perturba la quietud
maléfica del medio ambiente; la historia de las familias que se desenvuelven
más o menos en el argumento con sus lacras y virtudes que vienen enlazadas a la
incultura y la pobreza.
El libro
está cuajado de frases felices como “se sentía como sí “Pandemonio” estuviera
más cerca del infierno o del mismo centro de la tierra que cualquier otro lugar
en el “Universo” o ésta “de noche las torres de perforación parecían arbolitos
de Navidad sobre el mar, tan inofensivos lucían sobre el lago, pero por debajo
lo disfrazaban de luto con ese veneno negro”.
En realidad
el autor en algunos aspectos deja una interrogante abierta a la curiosidad del
lector. La Venezuela de hoy es un desastre como país. Para cualquier autor le
es difícil describirla. Pedro Briceño es
venezolano, nacido en Caracas. Tal vez él vivió de lejos o quizás demasiado
cerca lo que nos narra sobre la historia del oro negro en su país y del antes
bello lago de Maracaibo, motivo de inspiración y de descripción en su novela.
Lo felicitamos de corazón y le auguramos
un éxito en su novela.
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