June 25, 1918 - October 24, 2010
René León
Buscando en mi biblioteca encontré un libro que me trajo grandes recuerdos
del ayer Vida y Milagro de la Farándula en Cuba. En él, Rosendo nos
lleva nuevamente a ver los mejores artistas cubanos y extranjeros que actuaban
en nuestra Cuba Libre. En el Club Tropicana, Montmatre, San Souci, a presenciar
los famosos shows de Rodney. Ver bailar a las famosas Mulatas de Fuego, la pareja
de bailarines de Rolando y Gloria. Ver bailar con su maestría, y elegancia a
Elena del Cueto. Rosendo nos lleva en este maravilloso libro a ver los
programas de televisión, como jueves de Partagás, Cabaret Regalías, la famosa
Escuela de Televisión, el programa del querido José Antonio Alonso. Él nos
recuerda los programas de la RHC-Cadena Azul, Los Tres Villalobos que cruzaron
la frontera nacional y llegaron a nuestra América Hispana. Quien no se recuerda
de Tamakún, y del bandido de los pobre Manuel García. La batalla del survey
entre las emisoras de CMQ y la del guajiro Trinidad. Eso y mucho más he leído y
me llevo a mi Cuba la del Ayer que no volveré jamás. Rosell era un hombre que
amaba la tradición, amigo y buen compañero. Siempre acordándose de aquellos que
han sido olvidados. De otros que se fueron de este Mundo de la Farándula.
Dentro del libro encontré un comentario del Dr. Octavio R. Costa sobre
Rosell, y dice: “Sólo un hombre cabalmente serio, con la seriedad que le otorga
la caballerosidad y con la caballerosidad que le da su seriedad, puede ser
tomado en cuenta y lograr los éxitos que ha conquistado a lo largo de medio
siglo”.
Recuerdo que mis padres nos llevaban a mi hermano Julio (†) y a mí, a ver las temporadas del teatro
Martí, con Garrido y Piñero. Al leer estas estampas de Rosell, me pareció
volver a estar allí presente, mirando a aquellos reyes de la risa.
Al leer este libro, recuerdos y más recuerdos de mi querida Habana,
vienen a mi mente. El Malecón Habanero con sus casas de balcones altos, donde
las jóvenes lindas se sentaban a contemplar la caída de la tarde. Muchos
romance pase en él. En sus portales jugaban los niños. Enfrente a las casas, el
Malecón, y su acera donde los muchachos corrían con sus patines o en bicicleta,
salpicados por el agua del mar. Vendedores ambulantes de tamales y maní
ofrecían su mercancía. Al caer la tarde, las parejas de novios iban a decirse
cuanto se querían.
Él nos lleva en este libro por esa Habana, alegre, bulliciosa, con su
farola del Morro y el cañonazo de las nueve. Con su cielo azul, despejado,
lleno de estrellas que alumbran la noche. Las goletas entrando en la bahía,
hacia el litoral de Regla.
Cuando uno está ausente por tantos años de la patria, estas imágenes
resaltan más y queremos visualizar nuestra Habana querida, con sus costumbres.
El pregón de los vendedores callejeros. Aquellos tocadiscos que en las esquinas
donde estaban casi todos los bares y bodegas, salía la música de las canciones
del Beny, Lasarrie, Celia Cruz, La Sonora Matancera, Olga Guillot, y otros más.
Los trovadores en el Prado, o en los Cuatro Caminos, en la Playa,
improvisaban canciones. El olor a pan recién salido de los hornos. El café
recién colado. El vendedor de billetes. El vendedor de periódico. El vendedor
de frutas. Esa era nuestra Cuba del ayer. Que Rosendo nos detalla en este
maravilloso libro.
La Habana ciudad radiante, acogedora, llave del golfo. Ciudad del
recuerdo. Gracias a Rosell, la tengo en mis manos “a cuantos habrá hecho
felices Rosendo con la magia de su verbo” nos dice Octavio Acosta. Y a cuantos
nos hará recordar más a nuestra querida Cuba, con este libro. Al igual que con
su anterior libro Pequeña Biografía de un gran Pueblo (Placetas). Nos llevó de la
mano por su querido Placetas, aquí nos ha pasado lo mismo.
¿Por eso nos acordamos de…Rosendo
Rosell?
Lejos y Cerca
N.York, 7-20-1946.
Este opaco no es mi sol,
ni tampoco éste es mi cielo,
ni candente es este suelo
como mi ardiente crisol.
Por muy alto que yo suba
y abarque más la grandeza
recordaré con tristeza
que falta el cielo de Cuba.
Y cuando admiro el crecer
de una flor en el paisaje
no disfrute el homenaje
del sol que me vio nacer…
¡MULATA..!
¡Mulata! ¡Que linda eres!
¡Qué garbo tienes, Mulata!
Con tu elegancia mestiza
y aristocracia en el ritmo,
y aristocracia en el ritmo,
eres una pluma parda
que se desliza en la tarde.
Cuando cruzas por la acera
y te la coges pa tí,
cómo te envidian las otras, mulatas.
Riente tu boca plena,
que ya sabe de mis besos,
se asemeja a una bandera
de sangre, carne y marfil.
Tu cara es todo un poema.
Dos sonetos son tus ojos,
tu boca es un madrigal
y tu pelo un verso negro.
¡Mulata que linda eres!
¡Que garbo tienes, mulata!
Rosendo Rosell
Rosendo Rosell
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