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viernes, 1 de febrero de 2019

El primer deber del hombre



Fernando Ortiz
Editorial de la revista ULTRA, dirigida por el Doctor Fernando Ortiz, aparecido en julio de 1941 en el número 59, volumen X.
  Decía José Martí que "el primer deber del hombre será siempre pensar por sí mismo". Decía bien.
Es el pensar autónomo lo que más distingue al ser humano, apartándolo de la bestialidad, y tanto más cuanto mayor es la independencia del juicio. A quien no piensa con propia cabeza se le dice "gregario" porque tiene el hábito de pensar, decir y hacer lo que hacen los otros en la misma grey. El folklore cubano aludió a esos tipos, tan abundantes, llamándolos "Vicentes", por aquel personaje proverbial del dicho: "¿A dónde vas Vicente? A donde va la gente". A esos mismos sujetos indiferenciados y sin vertebración, con término castizo se les dice "rebañegos" o "acarnerados". En vulgar se les llama "carneros", con acento despectivo se les califica de "borregos", y hasta se les increpa con peores adjetivos. Todos estos términos tanto quieren expresar como "brutos", significando que tales sujetos carecen de personalidad mental noblemente humana y que dependen siempre, como los seres irracionales, ciega, instintiva e inevitablemente del parecer ajeno.
Pero entre todos los deberes humanos, el de pensar es uno de los más difíciles de cumplir. Las pasiones con frecuencia nos ciegan el intelecto, los intereses nos lo anublan, la pereza nos lo debilita, las circunstancias nos lo entorpecen, las propagandas nos lo engañan y los vicios nos lo pervierten. La misma educación recibida, sea la que fuere, por el influjo de la ley del menor esfuerzo, tiende a llevarnos el pensamiento a rodar siempre por los viejos cangilones abiertos por los demás y hundidos por el grave peso de los prejuicios que toda civilización lleva consigo. Por eso todo pensar, si es verdaderamente tal, significa algo de placer como amor, de orgasmo como creación, de dolor como parto, de fatiga como trabajo. Acaso nada haya en la vida humana de más labor, y con frecuencia de más angustia, que la conquista del pensamiento, o sea, de la exacta representación de las cosas, para su medida y dominio.
Es el pensar de la propia razón lo que humaniza al animal, lo que hace al ser humano independiente, lo que lo convierte en "persona" y le gana la libertad. Y por ello todos los tiranos, por ser enemigos de la libertad, lo son también de la personalidad y del pensar. Y en definitiva de la enseñanza libre, procurando abierta o solapadamente que no haya otra enseñanza que la de ellos para poder impedir el progreso de la cultura ajena y el derrumbe del privilegio.
Se ha dicho que en el fondo de toda guerra hay un conflicto entre privilegio y libertad. Y toda la historia de la civilización humana es un constante martirio y brega del pensar y contra sus opresores. El hechicero envenena a quien burla sus magias, el sacerdote persigue a quien niega sus ídolos, el inquisidor quema a quien desobedece su santo oficio, el fanático extermina al discrepante. Todas las edades han tenido sus épocas de persecuciones y de martirios. Razón y fe, experimento y dogma, laboratorio y concilio llenan la historia de días y noches, de luces y tinieblas.
Ahora estamos pasando una nueva era de martirologio. Quieren acabar con la libertad. Todas las tiranías, todos los despotismos, todas las brutalidades quieren sofocar el pensar de los demás. Los caducos espiritualismos y materialismos por igual anhelan suprimir la libertad de pensar, que es la condición esencial del progreso humano. Y ese es el mayor peligro presente. En la política de estas horas lóbregas que pasamos, el pensar auténtico está sufriendo la más terrible de las persecuciones; por las propagandas, por los atropellos, por los asesinatos. Papistas, fascistas, nazistas, stalinistas y franquistas, todos ellos totalitarios de programa, por igual destruyen libertades y oprimen las ideas, atizan hogueras de libros y ejecutan suplicios mortales. Quien no piensa "como se manda" es un hereje peligroso y maldito a quien hay que exterminar. Las herejías serán diversas, pero el propósito y el castigo son los mismos. Se condena a todo hombre que piense con libertad y son matados quienes no piensen como ordenan, en sus respectivas jurisdicciones y oportunidades, los supremos jerarcas que imponen la verdad oficial, su absolutista verdad, así en Berlín como en Moscú, así en Roma como en Madrid, y así el blanco pontífice que se dice infalible junto a los puentes del Tíber, como el negro ngang que se cree infalible junto a las cataratas del Congo. ¡Mala época para quienes pensar quieren por sí!
También fue José Martí quien dijo en verso: "Es hora de pensar. Pensar espanta cuando se tiene el alma en la garganta".
¡Mala época también para Ultra y para todos los que no han abjurado de la libertad humana y del pensamiento libre, que nos dieron la patria, la independencia, la república y el impulso para el progreso! Pero esta revista entra ya en el sexto año y nos sentimos satisfechos. Porque, pese a todos los trabajos y sinsabores, creemos que cumplimos un deber de cubanos, el de ayudar a nuestros compatriotas a que piensen por sí, exponiéndoles las ideas extranjeras, nuevas y contemporáneas, aun cuando sean las más contradictorias. Para que en la codeterminación de sus destinos pueda entrar en la mayor proporción posible el esfuerzo cubano, decidido por el juicio propio e inspirado por el pensamiento libre. Cosa harto difícil en estos tiempos cataclísmicos, cuando estamos amenazados en toda América por la inmensa oleada europea que pronto nos sacudirá como un huracán; y más difícil todavía cuando son tantos los que tendrían gozo si zozobrara nuestra canoa y más si con ella se hundieran las instituciones democráticas y soberanías republicanas, que son características de América.
Son muchos los que están esperando el naufragio de Cuba y demás pueblos americanos para recolonizarlos y explotarlos de nuevo a su antojo. Y son no pocos los que, anticipándose a sus deseos, revolotean sobre la patria libre, como las auras tiñosas, atisbando cuándo aquella caerá inerme para ser presa de sus despojos. Contra la alevosía de esos hombres de presa no hay más defensa que la mejor cultura, que el pensar muy activo, que cumplir con "el deber de pensar por sí mismo".
Varias veces, de izquierda y de derecha, de arriba y de abajo, hemos sido criticados por haber traducido tal o cual artículo, que ha molestado a tal o cual grupo, sectarismo, interés o criterio. Pues, hemos de repetirlo, esa es precisamente la misión de Ultra: exponer ideas contrarias a las más vulgares y sobadas, que suelen ser las más defendidas por los que sólo pueden medrar en la incultura del pueblo cubano. Así, leyendo al adversario y meditando sobre sus raciocinios, las ideas bien fundadas se reafirman y las absurdas y caducas se desechan. Así se hizo a Cuba y así, sólo así, se podrá sostener y tener firme derecho a gozar de su sol y de su estrella.
La experiencia de Ultra nos ha hecho ver cómo son precisamente los criterios e intereses más falsos, indefendibles, abusivos, hipócritas y, en definitiva, anticubanos, los que más se enfurecen cuando son libremente contradichos por la cultura iluminadora de las realidades. Conciencia de su propio infortunio, que los condena a no vivir sino de ciegos e ignorantes. Temerosos, como lo son de toda luz los murciélagos y demás alimañas de vida cavernaria y tenebrosa. Por eso seguimos con nuestro anhelo, siempre en un ¡más allá, Ultra! Al fin, ese es el ideal histórico, presente y futuro de los pueblos de América, e importa no olvidarlo en esta hora crepuscular, cuando se apagan las luces en los viejos continentes y revolotean los vampiros.

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