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martes, 1 de enero de 2013

IDENTIDAD Y DIVERSIDAD DE LO CUBANO “Cuba es un ajiaco” (Don Fernando Ortiz)

Roberto Soto Santana

LA GENEROSIDAD PATRIÓTICA DE MARTA ABREU
En el corriente año de 2009 se acaba de cumplir el primer centenario del fallecimiento de la ilustre patricia y filántropa santaclareña Marta Abreu y Arencibia y del de su esposo, el primer vicepresidente de la República, Luis Estévez y Romero. Ambos murieron en París, donde residían, con unas pocas semanas de diferencia, ella el 2 de enero y él el 4 de febrero. Los restos de ambos fueron trasladados a Cuba el 20 de febrero de 1920, y desde entonces reposan en la tumba de la familia Abreu Arencibia en el Cementerio habanero de Colón.
Sobre la obra benefactora de Marta Abreu se ha escrito profusamente. En la ciudad de Santa Clara hizo levantar el teatro La Caridad, que donó con destino al sostenimiento del Asilo de Ancianos que también fundó; creó el Asilo San Vicente de Paúl para el alojamiento de pobres sin albergue, la escuela “El Gran Cervantes” para la educación e instrucción los niños negros, la Estación Meteorológica (a la que dotó igualmente de material científico), el cuartel de Bomberos; igualmente cedió la casa y el instrumental necesario para el establecimiento del dispensario “El Amparo”, dio el dinero necesario para la construcción de un puente y la reparación del camino sobre el arroyo “El Minero”; participó con una importante contribución económica en la construcción de la Estación de Ferrocarriles; y fundó el plantel de enseñanza “Escuela de Buen Viaje”.De su peculio particular asimismo sufragó la instalación de una planta eléctrica para el servicio del alumbrado público y de una fábrica de gas en su villa natal, así como el establecimiento de cuatro Lavaderos Públicos con plenas comodidades, basados en los que había visto en uno de sus viajes a Suiza.
Tras el Grito de Baire, se constituyó en 1896 en París un comité de emigrados, con el urólogo Joaquín Albarrán al frente, y la colaboración de otros distinguidos cubanos tales como el esposo de Marta Abreu, Luis Estévez Romero; el abogado, periodista y publicista Raimundo Cabrera; el hacendado Tirso Mesa; y el periodista y escritor Domingo Figarola-Caneda, que comienza a publicar “La República Cubana”, un periódico en francés y español en apoyo de la causa libertadora (y que financia Marta Abreu).
Pues bien, desde comienzos de aquel año, Marta Abreu también realizó sucesivas contribuciones en dinero desde París, al Comité Revolucionario Cubano de New York, cuyo Delegado era Tomás Estrada Palma: el 14 de enero, $2,000; el 26 de febrero, otros $5,000, girado en nombre de ella y en el de su hijo Pedro; en abril, $4,000 adicionales, y un cheque de 50 mil francos de ayuda a Rafael Cabrera para organizar su expedición a Cuba, así como $10 mil pesos oro para comprar mil fusiles; en mayo, otro giro a Estrada Palma, por $15,000 con destino a los fondos generales del Partido Revolucionario Cubano, seguido de otra remesa de $20,000 –en julio- con la misma aplicación.

LAS LIBRERÍAS DE LA HABANA VIEJA
            Los que éramos adolescentes estudiantes de Bachillerato en La Habana de la quinta década del pasado siglo podíamos recorrer una y otra vez, encontrando siempre joyas bibliográficas que añadir a nuestras incipientes colecciones particulares, el abundante elenco de estupendas, acogedoras y bien surtidas librerías (sobre todo, en La Habana Vieja) donde proveernos tanto de libros de texto como de cualesquier otros géneros, especialmente los que nos interesábamos por la Historia y la Literatura de nuestra Patria.
            La calle mejor abastecida de comercios de libros era sin duda Obispo, a partir de la minúscula Plaza de Supervielle –con vista a la Manzana de Gómez- hasta la Avenida del Puerto, donde comenzando por La Moderna Poesía –Cultural, S.A.- (en Obispo 525) y la Librería Cervantes (en Obispo 527), se encontraban la Librería y Filatelia Venecia (en Obispo 518), la Librería Minerva (en Bernaza 9, esquina a Obispo), la Editorial Lex (en Obispo 461), la librería de Ricardo del Campo (en Obispo 518), la Editorial González Porto (en Obispo 409), y la Swan American Bookstore (en Obispo 255). En la vecina y paralela calle O’Reilly podíamos visitar la Librería Económica (en O’Reilly 505), la Librería Contemporánea (en O’Reilly 466) –donde recuerdo adquirí en 1959 un ejemplar de la biografía de Fouché, de la autoría de Stefan Zweig-, La Casa Belga (en O’Reilly 455) –donde había muy buenas obras en francés-, y la Editorial Selecta (en O’Reilly 357).
            Merece recordarse la memoria del Dr. Manuel Fernández Supervielle, un político honesto que fue decano del Colegio Nacional de Abogados y ministro de Hacienda en el gobierno del Presidente Grau, quien se suicidó de un balazo en el corazón el 4 de mayo de 1947 ante su impotencia para dar solución a los problemas de abastecimiento de agua que entonces aquejaban a la capital de la República.
En aquellos años, el tráfico de vehículos de motor era infernal, los peatones tenían que circular estrictamente sobre las estrechas aceras de Obispo, O'Reilly y demás calles de la Habana Vieja, porque las calles adoquinadas estaban repletas de vehículos de motor y además de autobuses que subían y bajaban hasta la Avenida del Puerto (aviso a los lectores no cubanos: los que en España se llaman coches en Cuba se conocen como “máquinas” o  “carros”). La calle Monserrate, en particular, olía a monóxido de carbono en altas concentraciones, proveniente de los tubos de escape de las guaguas y automóviles la densidad de cuyo tráfico (por aquel entonces, a la “terrorífica” velocidad de cincuenta o sesenta kilómetros por hora) hacía difícil a los peatones cruzar de la acera donde estaba la sede central de la Cruz Roja hasta la acera donde había varios almacenes de tejidos regentados por familias judías (a quienes se llamaba genéricamente "polacos"). Por esa concentración de gases procedentes de la combustión en los motores de vehículos, que tenían en suspensión residuos, los toldos de los comercios en esa calle Monserrate, lo mismo que los de Obispo y O'Reilly, estaban permanentemente ennegrecidos (aunque originalmente hubieran sido de diversos colores y diseños).
Desde hace varios años, la calle Obispo es una calle peatonal, por la que no discurre el tráfico rodado.
En diferentes partes de la ciudad existían otras muchas librerías interesantes. Por ejemplo, al lado de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Reina 467 casi esquina a Belascoaín, se encontraba Al Bon Marché, especializada en efectos religiosos y misales, libros de primera comunión, devocionarios, y libros de encuadernación fina. Allí estuve por última vez hacia el año 1977, cuando ya no quedaba casi mercancía en la tienda, no entraban clientes, y atendía una sola señora muy entrada en años, a quien por cierto le compré unas postales de felicitación finísimas, que era prácticamente lo único que quedaba en la tienda, al precio de un peso por cada postal (y resultaban baratas, para el trabajo en relieve que tenía cada una).
EL GALIMATÍAS DEL CALLEJERO URBANO QUE NUNCA EXISTIÓ

La fuerza de la costumbre es impepinable. Pretender modificar los nombres tradicionales de las calles siempre ha constituido una afición de los Ayuntamientos de cualquier ciudad, y La Habana, desde la proclamación de la República en 1902, no ha sido una excepción. Pero el pueblo nunca ha aceptado los cambios, aunque trasciendan a la guía telefónica.

Así, en ninguna época han calado, entre otros muchos, los siguientes nombres que se han querido imponer a antiguas calles y avenidas habaneras: Avenida de Italia (Galiano), Simón Bolívar (Reina), Máximo Gómez (Calle Monte), Salvador Allende (Carlos III), Avenida de Bélgica (Monserrate), Ignacio Agramonte (Zulueta), Calzada de Diez de Octubre (Calzada de Jesús del Monte), Avenida de la República (San Lázaro), Padre Varela (Belascoaín), Zenea (Neptuno), Paseo de Martí (Paseo del Prado), Finlay (Zanja), Presidente Zayas (O’Reilly) y Pi y Margall –que en 1897 se llamó fugazmente calle Weyler- (Obispo). 

2 comentarios:

  1. Roberto Soto a escrito una interesante crónica sobre tiempo pasado en Cuba. Cosas interesantes que uno desconoce.

    Maria P. Josefa

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  2. Lei con agrado el articulo del senor Soto. Cada dia uno aprtende mas en estas paginas digitales, que en la prensa de Miami, que escriben tantas basura los que dicen que saben de historia.
    Me ha gustado lo que se publica en Pensamiento, lei los otros meses y estoy encantada

    Leonida Gonzalez viuda de Echevarria

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