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martes, 1 de enero de 2013

Obra de Niza Fabre


Acabo de recibir, por cortesía de Rene Leon y entre las gemas que da a conocer a través de las PUBLICACIONES CULTURALES que llevan su nombre y su patrocinio, las monografías de investigación de su autoría, con diversos estudios sobre textos y figuras de la Literatura en español.

El análisis profundo que hace de la obra en su conjunto de Ramón López Soler (completamente olvidado en las Historias y Antologías de la Literatura española, y del personaje donjuanesco reflejado en su doble cara a través de las figuras de don Pelayo de Luna -hijo del condestable de Castilla don Álvaro de Luna- y de don Rodrigo de Alcalá, señor del castillo de Arlanza, en cuanto antagonistas en su novela "Los bandos de Castilla", es tan sumamente interesante por su planteamiento como acertado por la conclusión a la que llega, y que constituye la tesis de su trabajo, respecto a que esa novela histórica, del magín del prolífico escritor y traductor malogrado por su fallecimiento a los treinta años de edad, contiene todos los ingredientes del perfil psicológico del don Juan de Zorrilla (en el drama "don Juan Tenorio") y del subsiguiente don Juan de Espronceda (en el poema narrativo "El estudiante de Salamanca").

Lo insólito ha sido que la contribución de López Soler a este personaje arquetípico de la literatura romántica haya caído y permanecido en el mas completo olvido en la bibliografía en español durante los siglos XIX y XX, salvo dos indagaciones relativamente recientes: la del hispanista Hans Juretschke, que le dedicó un estudio que fue incluido en una "Historia de España" publicada por la Editorial Espasa Calpe en Madrid en 1989, y la del profesor Enrique Rubio Cremades (actualmente, director de la biblioteca virtual Miguel de Cervantes), que le dedicó dos ensayos en 1992. He visto, en una tesis doctoral preparada por Celia Romea Castro y  presentada en la Universidad de Barcelona en noviembre de 1991, que se atribuye a Mesonero Ramos la observación de que "Los bandos de Castilla" o "El caballero del cisne" es un "Ivanhoe disfrazado".

Pero para empezar debo ser honesto y confesar que, en mis largos años como lector y estudioso de la Literatura, no habia visto mentar ni siquiera de pasada a don Ramon López Soler. Estoy seguro de que lo mismo le sucede a muchísimos lectores e incluso estudiosos del Romanticismo en España. Le debemos a usted, Dra. Fabre, el rescate del conocimiento de este escritor y de su obra, que también cultivó el periodismo y la poesía, así como el fundamentado estudio en el que don Pelayo de Luna se prefigura como inmediato antecedente del don Juan que en Zorrilla -como usted claramente señala- se salva gracias al amor de doña Inés pero que en "El caballero del cisne" no lo logra por el mimetismo de su autor respecto al anglicanismo que practicaba Scott e influía sobre él, a tenor del cual la salvación se debía solamente a la gracia divina y todavía no se consideraba factible llegar a ella por la vía del perdón.

A continuación, su evocación y sintético pero ponderado resumen de la vida y obra del longevo y prolífico escritor Pio Baroja mueve al lector a interesarse por la lectura de sus novelas y artículos periodísticos, en los que trasuntó los diferentes ambientes y preocupaciones de la sociedad española de su tiempo, en un marco, como usted subraya, de apreciación profundamente escéptica y pesimista pero con una pasión narrativa que sigue encandilando, y cuya vida abarcó desde la coincidencia de su nacimiento con el inicio de la Tercera Guerra Carlista, pasando por su actitud crítica sucesivamente frente a la monarquía, a la dictadura de Primo de Rivera, a la República y al franquismo, hasta su fallecimiento como ateo declarado, por lo que fue enterrado en el Cementerio Civil de Madrid, llevando su ataúd Ernest Hemingway y  Camilo José Cela -entre otros-, haciendo acto de presencia, no obstante, el Ministro de Educación en funciones en ese momento. Su sobrino-nieto Pío Caro Baroja dejó constancia de la personalidad de este escritor al escribir: "Yo viví con él 27 años de mi vida, 27 de sus últimos años. Lo recuerdo anciano. Era un hombre afable, trabajador y muy sincero. No tenía pelos en la lengua, y no se dejó convencer por el canto de las sirenas. Él fue anti todo en España, porque tenía una idea distinta de lo que se llevaba. Era muy crítico. En su juventud se sintió anarquista. Luego escribió unas novelas demoledoras sobre la situación social de entonces. Más tarde fue anti Primo de Rivera. Luego le pareció que la República había fracasado, se fue al exilio, volvió, y también pagó el hecho de manifestarse contrario al franquismo, porque lo encerraron".

Su reseña biográfica y bibliográfica de Pío Baroja tiene la virtud de desplegar sucintamente pero con riqueza de referencias la singular vida y extraordinaria e impresionante obra literaria del ilustre escritor donostiarra, y despertar el interés por entrar en los fascinantes escenarios que nos abre en sus escritos, desde la sociedad rural vasca de fines del siglo XIX hasta la vida en Madrid en el primer tercio del siglo XX, pasando por sus recuerdos e impresiones de la devastadora Guerra Civil española de 1936-1939.

Su ensayo sobre la representación expresionista en la novela "Amistad Funesta" (Lucia Jerez), publicada por entregas en "El Latinoamericano" de New York en 1885, es una agudísima introspección en el prodigioso vergel martiano, y una incursión en el estudio de la vertiente expresionista en Marti que es excepcional en los estudiosos de su obra. En las citas textuales que nos muestra, las alegorías se suceden en tropel, contraponiendo las malas inclinaciones que sobrecogen al alma humana -y la sofocan- al ideal de generosidad y rectitud que Martí propugnaba para la realidad cotidana del hombre de su tiempo; su riqueza en metáforas nos transporta como en ráfagas a algunos pasajes de la prosa del torturado Edgar Allan Poe. Deja claro en su estudio que, en este campo, Martí tambien abría camino en la Literatura en español, y que posteriormente continuó labrando en sus poemas "Homagno" y "Crin hirsuta".

Por último, su incisivo análisis de la poesía de Alonso Álvarez de Soria, ese gran desconocido de la literatura barroca, víctima de una inquina que le llevó al patíbulo a la temprana edad de treinta años, cuyas befas y vocabulario irreverente hoy en día no le habrían acarreado, como mucho, mas allá de una querella por injurias, le otorgan un justiciero recuerdo a quien en mala hora dedicó su vis poética a atacar al entonces Asistente de Sevilla -un cargo equivalente al de Corregidor-, don Bernardino González Delgadillo y Avellaneda.

Junto con la reiteración de las merecidas congratulaciones por los bien enfocados ensayos, todos con el apoyo de la debidamente consignada bibliografía, aprovecho la ocasión para enviarle al mismo tiempo un saludo muy cordial.

Sinceramente,
-Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)

1 comentario:

  1. Este trabajo esta muy bien escrito. El autor busco mucha información para hacer una buena critica.

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