Sobre lo que pasó aquel 7 de diciembre de 1896 hay mucha tela por donde cortar. No dudamos del valor temerario de los hombres del Estado Mayor de Maceo. De lo contrario, no formarían parte de un círculo tan estrecho de un hombre, que, como Maceo, “paraba las vals con su cuerpo”. No una, veinte o más heridas formaban sus mejores medallas.
Lo que se puede apreciar del combate de San Pero es que la caída inesperada del Titán crea, no el pánico, sino un dolor desconcertante que limitó la capacidad de los que estaban a su alrededor. Todos tuvieron que alejarse del lugar, unos primero, otros después. Causa sorpresa desesperante ver que comandantes y generales dan vueltas indecisos y hasta se acercan al lugar del combate, pero no deciden recuperar el cadáver del Titán, ni el de Gómez Toro.
El doctor Zertucha, un tanto controversial, alegando que su mujer y sus hijos pasaban hambre y necesidades, se acogió al indulto español dos días después de la muerte de Maceo, el 9 de diciembre de 1896, según declaró en el consejo de guerra al que fue sometido el 28 de abril de 1898. Salió rehabilitado y le permitieron que se incorporase al Ejército Libertador.
Años después Zertucha, en carta al generalísimo Máximo Gómez, acusa a Miró de abandonar a Maceo y no prestarle ayuda.
COMENTARIOS SOBRE LA MUERTE DE MACEO Y EL RESCATE DE SU CUERPO
Según la versión de Nodarse, que me parece la más precisa, como corresponde a un testigo presencial de los hechos, Miró levemente herido, se quedó en su puesto, y si se retiró fue siguiendo las orientaciones del coronel Nodarse, para buscar ayuda. ¡Increíble! ¡Nunca regresa!.
Zertucha, pese a que no estaba herido, también sale en busca de auxilio y medicinas, pero no vuelve a la escena del desgraciado suceso.
Nunca regresa. Sin embargo, se lleva el caballo de Nodarse. En su mencionada carta a Máximo Gómez, no sólo afirma que él y Panchito Gómez Toro se quedaron solos tratando de recoger el cadáver del lugarteniente y que, además, Maceo murió en sus brazos, lo que me parece una fantasía del mencionado galeno.
Otro punto que tuvo aclaraciones y rectificaciones fue lo relacionado con la sorpresa del campamento de San Pedro y el rescate de Maceo. Miró deja constancia en sus Crónicas de la Guerra que el coronel Juan Delgado, “desorganizado y acostumbrado a actuar por su cuenta”, es el responsable de la sorpresa y la tragedia del 7 de diciembre. A lo que hay que agregar que, según Miró, Juan Delgado, dando tumbos por los alrededores, encontró de casualidad los cadáveres del general y de Panchito Gómez Toro. Pero, siempre hay un pero, una versión de Alberto Ajón León expresa: “Dos soldados enemigos llegaron hasta Maceo y su agonizante asistente, al que remataron de un machetazo en la nuca para dedicarse al despojo de los muertos. Ya habían desvestido al General, dejándolo semidesnudo, cuando una reducida fuerza mambisa al mando del coronel Juan Delgado los hizo retirare.” (La autopsia de Panchito Gómez Toro, señala una herida de instrumento cortante en la parte posterior de la cabeza, lo que concuerda con la versión de Alberto Ajón León, aunque el machetazo fue en la cabeza)
Juan Delgado, sin duda hombre con los pantalones bien puestos, regresa al campamento con los cadáveres del Lugarteniente y Panchito, y esa misma noche los oculta bajo tierra, y dentro del mayor secreto, para que los enemigos no lo pudieran encontrar. Juan Delgado muere en combate, dos años después, en 1898, en Marianao. No sé si el lector conoce la provincia habanera, sin montañas ni bosques. Hay que estudiar cómo estos valientes se sostenían peleando. En Oriente, si bien heroico, y bien heroico, había montes y sierras.
De Zertucha pudiéramos decir que era el médico “ocasional ” de Maceo, pues hacía unos meses que se había incorporado al Estado Mayor, es el que lleva a cabo la autopsia de Maceo y de Panchito Gómez Toro, en la que señala que la herida de Maceo en el pecho era superficial, mientras Nodarse estaba convencido de que ésa fue la bala que mató a Maceo, al atravesarle el corazón. ¿Es posible que el brutal impacto que destrozó la mandíbula de Maceo le haya causado la muerte?
Es evidente que la muerte del Titán desconcentró a los hombres que estaban a su lado, al cundir, no el miedo, menos el pánico, sino la tristeza, el desaliento. No otra explicación tiene el ver a la oficialidad del campamento caminando sin rumbo, mentalmente desorientada, en vez de ir a rescatar el cadáver de Maceo y Panchito Gómez Toro.
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