Cadáveres encontrados en Annual |
Comentario René León
Lo que
pasó en Marruecos con los combatientes rifeños fue algo parecido a lo sucedido
en Cuba, pero con la diferencia de que los mambises cubanos no cometieron
atrocidades contra el ejército español cuando se rendían. Durante años, las
autoridades militares españolas cometieron abusos contra los rifeños. Algo análogo
sucedió en Filipinas, donde se cometieron abusos y muchos de ellos por los
religiosos. Por lo que veo yo, los españoles creían que su raza era superior a
la de los oprimidos, en América con los naturales del país, y en este caso respecto de los rifeños. Otro
tanto acaeció en América con los naturales del país, al igual que
posteriormente en Alemania con los nazis, donde millones de judíos fueron
quemados por ser una raza inferior, según los Nazis.
En Cuba,
antes de la guerra de independencia contra España, los cubanos eran
discriminados, no podían a aspirar a ningún trabajo dentro del gobierno de la
colonia, sólo los españoles tenían ese derecho. Después de años de explotación,
se lanzaron a la guerra contra el colonialismo.
En su primer año, el ejército español no podía detener el avance de los
mambises cubanos. Entonces el Gobernador Eclesiástico de la Diócesis de La Habana. Juan Bautista
Casas (quien desempeñó el cargo desde el 20 de julio de 1893 al 16 de noviembre
de 1894), publicó en Madrid, en 1896, un pequeño libro con el título La
Guerra Separatista
de Cuba –Sus Causas- Medios de terminarla y de evitar otras, que él le
entregó primero al General Martínez Campos, el cual no lo aceptó por lo
criminal que iba a ser su ejecución, pero cuya implantación recomendó al
General Valeriano Weyler (el asesino, como era llamado), que sí lo hizo. Era la
triste y criminal Reconcentración del
campesinado cubano, inhumana medida que trajo como consecuencia la muerte
de 300,000 cubanos por enfermedades
y hambre, en menos de dos años. (ver Pensamiento
Digital del 1 de noviembre de 2014, autor Roberto Soto Santana ,
Un presbítero en los antípodas del Padre
Varela. Pensamiento Digital del
15 de octubre de 2014, Un episodio del
clericalismo Montaraz en Cuba Colonial).
La batalla de Annual (episodio conocido en
la historiografía española como Desastre
de Annual) fue una grave derrota militar española ante los rifeños
comandados por Abd el-Krim, cerca de la localidad marroquí de Annual, el 22 de
julio de 1921 (Vid.Wikipedia, la enciclopedia libre).
El
desastre para España fue un golpe bien duro que demostró la incapacidad de la
alta oficialidad del ejército, ante un grupo poco abastecido de rifeños pero
con un coraje superior al de los españoles. Fueron sacrificados soldados y
oficiales, mientras que en Madrid el dinero de los abastecimientos y armamentos
iba a parar a los bolsillos de los grandes camajanes, entre ellos el rey
Alfonso XIII, que se salvó de la acusación gracias al Golpe de Estado de Miguel
Primo de Rivera.
El
recuento de los muertos en combate y masacrados por los rifeños después de
rendirse oscila, según las fuentes, entre 10.265 y 7.875, además de unos 1,300
prisioneros. A todo esto, los equipos militares -entre ellos, cañones y
ametralladoras- sirvieron para mantener a los rifeños bien abastecidos de
armamento.
El fuerte
de Zeluán se rindió el 3 de agosto, siendo los supervivientes asesinados, y los
oficiales, el capitán Carrasco y el teniente Fernández, quemados vivos.
(Expediente Picasso). En Monte Arruit, el segundo jefe de la Comandancia de
Melilla, General Navarro, desistió de huir con su tropa porque ello hubiera
implicado abandonar a los heridos, y a continuación la mayoría de los
supervivientes fue abatida por los rifeños. Carentes de alimentos, ropa,
calzado (los soldados usaban alpargatas, compradas por ellos) y agua para la
tropa, la desmoralización era otro de los enemigos de aquellos soldados. El
general Berenguer pactó con el jefe de los rifeños la rendición y entrega de
las armas, a cambio de respetar sus
vidas. Las armas fueron amontonadas a la
salida del fuerte. Los enfermos y heridos empezaron a caminar, pero en el
momento de darse la orden de salir, los rifeños atacaron a los soldados desarmados,
heridos y enfermos, degollando a casi todos. Sólo sobrevivieron 60 hombres de
los 3.000 que se habían refugiado. El general Navarro salvó la vida. Los
muertos fueron enterrados en el cementerio de Monte Arruit, Zeluán y Melilla,
por los Hermanos de la Salle ,
quienes instalaron un hospital para los heridos.
El
resultado del total fracaso de la alta
mayoría de la oficialidad trajo como consecuencia la formación por parte del
Ministro de la Guerra
de una investigación, de la cual quedó encargado el general Juan Picasso, y que
luego fue conocida como Expediente
Picasso, donde se señalaban múltiples errores militares y se tildaba de
incapaces a los generales Berenguer, Navarro y
Silvestre.
El
desbarajuste fue tremendo, el gobierno de Maura cayó en marzo de 1922, y luego
los gobiernos Sánchez Guerra y García Prieto. Como se rumoraba que en el
escándalo del Expediente Picasso estaba involucrado el Rey, Miguel Primo de
Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923. Y el rey se salvó.
Pero mejor hubiera sido que lo hubieran puesto preso, pues todos los
complicados recibían dinero de sus asociados y segundones.
Expediente
Picasso
El Expediente Picasso es el nombre con el
que se conocen las actuaciones inquisidoras, por ser preparado e investigado
por el general de división Juan Picasso, que fue designado por el Consejo
Supremo de Guerra y Marina y que emprendió la investigación del desastre de la
guerra en el Rif, en el Marruecos español, donde acontecieron las masacres de
oficiales, soldados y civiles españoles en la Comandancia de Melilla
entre julio y agosto de 1921, conocidas colectivamente con el nombre de Desastre
de Annual.
El general
Picasso fue nombrado por una Real Orden de 4 de agosto de 1921, para investigar
lo pasado en Melilla. En ese momento, el presidente del gobierno español,
Allendesalazar, fue obligado a dimitir, y después se sucedieron otros
gobiernos.
Picasso
fue a Melilla y empezó sus investigaciones, que fueron mal vistas por aquéllos involucrados
en cuanto negocio sucio se había producido en el Marruecos español, y en otras
responsabilidades militares que encubrían lo que allí sucedía. Se ejercieron sobre
Picasso presiones para que no llegara al fondo en sus investigaciones, y quedaran
ocultas las responsabilidades derivadas. Quedaron fuera de su cometido los
acuerdos, planes y disposiciones del Alto Comisario (el general Berenguer), debiendo
limitarse a los hechos realizados por los jefes, oficiales y tropa para deducir
responsabilidades en los casos en los que no se hubieran cumplido las
obligaciones militares. El general Picasso protestó por las interferencias en
su trabajo de investigación y amenazó con renunciar y retornar a su cargo de
representante militar español ante la Sociedad de Naciones.
Lo que
exigía Picasso era que se llevase a cabo una investigación sin exceptuar a
nadie, incluidas las más altas instancias del mando, ya que no se podían
concretar las responsabilidades a sucesos incidentales, consecuencia natural y obligada de los errores
y desaciertos del mando [según
la Constitución
de 1876, entonces vigente, la persona del Rey era “sagrada e inviolable” y la
responsabilidad por los mandatos del Rey descansaba sobre los hombros de los
Ministros que refrendaban esos mandatos]. Retorna a Madrid, después
de nueve meses de investigaciones, en las cuales toma declaración a sesenta y
nueve personas, entre oficiales y soldados. Con la lista que le es entregada,
empieza a marcar los nombres con “Desaparecido”, “Muerto”, o “Plaza”, entre los
que se vieron involucrados en el Desastre. Tras terminar su trabajo, retorna a
Madrid con cajas llenas de expedientes, en total 2.433 folios. El 18 de abril entrega
el expediente al Congreso.
Como es
natural, nadie deseaba coger aquel abultado expediente, pues ello equivalía a
destruir su carrera política. Se pasaba de una mano a otra. El 28 de junio, el Fiscal
Togado, Ángel Romanos, lo remitió al Consejo, identificándose con el informe
del fiscal militar. El 6 de julio, se reunió el Consejo Supremo en pleno
acordando pasarlo a la Sala
de Justicia, y remitir el informe al Ministerio de la Guerra. Se forma una
Comisión parlamentaria de Responsabilidades, denominada de los “Diecinueve”. Lo
que pasaba tenía indignado al país, a la vista del manejo sucio y cobarde que rodeaba
a la investigación. El 11 de agosto, se remiten los legajos de la investigación
a la Comisión
de Actas de la Junta
de Defensa Nacional. Como se rumoraba que el rey estaba envuelto en el desastre
y aparecía su nombre, esto trae que la Comisión
acuerde convocar el Pleno de la Cámara para el 1 de octubre, y que lo sometiera a
votación. Sin embargo, el Pleno nunca se reunió. Había que demorar el escándalo
de la investigación. El 15 de septiembre, el capitán general de Cataluña,
Miguel Primo de Rivera, se pronunció militarmente, disolvió las Cámaras y
proclamó la Dictadura. Se salvaron el Rey y aquellos otros
complicados.
Convencido
de que Primo de Rivera deseaba destruirlo, el diputado Bernardo Mateo Sagasta
Echevarría rescató el expediente de los archivos, que ocultó en la Escuela Especial
de Ingenieros Agrónomos, de la que era director, esperando hasta la
proclamación de la II
República , en 1931, cuando devolvió el Expediente al
Congreso. El depuesto rey fue procesado y condenado in absentia en las Cortes, el 19 y el 20 de noviembre. Miguel Primo
de Rivera, al abandonar el Poder y expatriarse a París, se llevó consigo cajas
que contenían papeles del proceso. Pero un Resumen del Expediente Picasso (preparado por el mismo General de División tío
del pintor Pablo Ruiz Picasso), fue enviado a las Cortes y publicado en 1931,
junto con los informes de la
Comisión de Responsabilidades.
Como es
natural en España, no llegaron a saber mucho sobre el Expediente Picasso. Uno de los libros más importantes escritos
sobre el particular fue “Las
responsabilidades del desastre, Ecce Homo. Prueba documental y apuntes inéditos
sobre las causas del derrumbamiento y consecuencia de él”, por Victor Ruiz
Albéniz, publicado en Madrid en 1921. Entre otras obras que aparecieron, una de
las más importantes lo fue “Acción de
España en Marruecos” (2 vols., Madrid, 1929-1930), por Carlos Hernández de Herrera
y Tomás García Figueras.
En el
exilio español, se publicaron varios libros donde se explicaba lo sucedido. Se
hicieron películas sobre lo acontecido. Durante los años del dictador Franco,
no se explicó nada sobre el particular, y si se hizo fue justificando lo
pasado.
Nota:
Muchas de las informaciones citadas han sido tomadas de Wikipedia, e
investigaciones de aquella época triste. Siempre pasan estas cosas cuando malos
gobiernos quieren ocultar estas tragedias. Lo mismo que cuando la guerra de
liberación en Cuba contra España. La prensa imperialista española, junto a los
Casinos Españoles y las publicaciones de los Voluntarios españoles,
justificaban sus atrocidades. Los malos eran los cubanos. Cuba pagó bien caro
esos años de colonialismo. Las grandes fortunas de la España de aquella época se
hicieron con el sudor de los esclavos negros, chinos, yucatecos y el pueblo
criollo cubano. La Reconcentración
dejó un saldo de más de 300.000 muertos. Entre las que más sufrieron con
aquellos acontecimientos, las juventudes españolas, integrada por los pobres
que no podían pagar lo que se les exigía para librarse de ser enviados a Cuba, y
fueron embarcados a combatir, mal alimentados, con mal equipo, mala ropa y
calzado. Pero los que robaban estaban entre la oficialidad y los gobernadores
de turno, y los altos jerarcas en Madrid, entre ellos el REY borbón.
Hermanos de La Salle recogiendo los soldados asesinados. |
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