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domingo, 15 de marzo de 2015

oO Leyendas de la región de Galicia Oo

por Zilia L. Laje

      Vilachá es la aldea donde nació mi abuelo paterno Juan Teodoro Lage López y vive mi primo 3ro paterno Celso Míguez Lamelas. Tiene una población de 183 habitantes, en la parroquia de Portocelo, en el término municipal de Xove en la costa norte de la provincia de Lugo en la región de Galicia. La visité en agosto de 2009.

galiciaencantada                
Galicia es un país habitado por hombres y mujeres de carne y hueso, pero también por seres que giran en un mundo fantástico o encantado, tan real como el nuestro.
mouraGaliciaEncantada
                    
La cruz de Vilachá
     La cruz de Vilachá está en la parroquia de Portocelo, concejo de Xove (Lugo), y se colocó allí porque en ese lugar murió un hombre por culpa de un rayo.
     Parece que cuando pasó por allí tronaba y relampagueaba y el hombre tuvo aún la soberbia de decir
     ¡Mal rayo me parta!
     Y lo partió; atinó un rayo y lo dejó seco como un tizón.
          (Traducido del gallego, Galicia Encantada, Enciclopedia de Fantasía Popular de Galicia, Colexio Público de Xove, la fuente de vida larga, concejo de Xove, 1989, pág. 24)

La barca de piedra de San Tirso de Portocelo
      Junto al mar, en frente mismo de la isla de Cal, en el lugar que llaman Súaigrexa (su iglesia), en la parroquia de Portocelo del concejo de Xove están las ruinas de la antigua iglesia parroquial dedicada a San Tirso. Ahora sólo quedan fragmentos, parte de las paredes y dos arcos que en otrora cobijaron a los feligreses. Fue abandonada en 1929, después de la construcción de la actual. Allí, frente al mar, cuando baja la marea, se puede ver una piedra con figura de barca que se conoce como "El arca de San Tirso". Se dice que fue el propio santo el que atracó en su barco, que encalló, se petrificó y ya quedó allí para siempre. Probarían estas andanzas del santo algunas huellas de sus pies grabadas en aquellas rocas.
      Otra versión, en cambio, dice que el barco de piedra no es del santo sino de un marqués que vivía en la vecina isla de Sarón. El marqués era muy devoto de San Tirso y tenía por costumbre ir en su barco hasta los acantilados, atracar y entrar en la iglesia para orar. Una vez que el marqués pasó rezando mas tiempo de lo acostumbrado, la marea subió y el barco se petrificó. Y allí está, como prueba del prodigio.

 












Fotografía: gentileza de la As. Cultural Mariñapatrimonio


Barcos de piedra
      Hasta Galicia por el sur y cara al norte por toda la orilla atlántica europea abundan mucho las referencias a barcos de piedra como el de Santo André de Teixido, el de Santa Comba de Covas, el de la Virgen de la Barca, el del apóstol Santiago...  Según el investigador F. Alfonso Romero, este culto llegó hasta nosotros con los monjes bretones que fundaron iglesias en las proximidades de las costas gallegas.
La fuente de vida larga
     En el año 1989 el concejo de Xove publicó el libro A fonte da vida longa, un trabajo de recompilación de literatura oral hecho por el alumnado del Colexio Público de Xove, coordinado por los profesores Marica Campo y Xosé González, en el que se da cuenta de esta y otras muchas leyendas.
Tirso
     Además de nombre de persona y de lugar (Tirso, Tiso, Santiso), es el del emblema del dios Dionisio que se usaba en las bacanales, y de un mártir partido al medio con una sierra allá por el Siglo III, al que se venera desde hace mucho. Del nombre Tirso se deriva el femenino Teresa.
          (Traducido del gallego, artículo "Diario dun traslido" por Antonio Reigosa, publicado en el jornal El Progreso (09/08/09), Serie: Lugo Encantado)

Veedores y veedoras en Vicedo

     Los veedores y veedoras son personas que poséen el poder de "ver" o de adivinar la presencia de la muerte o de alguna desgracia, triste facultad reservada a aquéllos que fueron bautizados con agua bendita utilizada en un entierro, o porque el cura que les administró el sacramento del bautizo llevaba puesta una estola que utilizara para el mismo fin.
      En el lugar llamado El Concello, O Folgueiro-Suegos, concejo de Vicedo (Lugo), paseaban una mujer y un hombre. De súbito, la mujer, con la reputación de veedora, le dijo al acompañante, "Amaina el paso que ahí viene un entierro". El, irritado, le respondió que se dejara de chachareos, que no creía en esas tonterías. La mujer profetizó, "Va a salir de tu casa". Esa misma noche murió la esposa del incrédulo.
     Cerca de lo anterior, en el lugar de la Encrucelada, una mujer, al percibir una muerte próxima en la parroquia, advirtió a la nuera, que la acompañaba, "Levanta la mano, que ahí viene un entierro".
      Una mujer de Vicedo Vello adivinó con tres meses de antelación que en el Ponte de Barqueiro-O Vicedo iba a correr la sangre. Y así fue, tres meses después estalló la Guerra Civil. La primera acción de guerra fue la colocación de una bomba para impedir el paso a las fuerzas golpistas que culminó con el enfrentamiento entre vecinos y guardas civiles leales al gobierno legítimo de la República y los sublevados. Con el paso del tiempo, ya con el terror implantado en el país, los fascistas asesinaron en el puente a decenas de hombres y mujeres.
      En la Tarroeira, parroquia de San Esteban de Vicedo, había una veedora que, si alguien la miraba por encima de su hombro izquierdo, también podía ver la muerte.
      En el municipio de Vicedo, hay un dicho muy preciso sobre la capacidad adivinatoria de la urraca: "Hacia donde coloca la cola, deja el recado". Cuando caminan juntas y miran hacia un mismo punto, anuncian una muerte; también cuando golpean con el pico contra el cristal de la ventana.
[Información remitida por Xabier Moure Salgado, de Pontide, Suegos, O Vicedo (Lugo), en abril de 2009. Fuente: José Insua (Riobarba), Dolores Fanego, Elena Fanego, Roberto Fanego (Suegos) y Manolo "O Asturiano" (Mosende)]
                (Traducido del gallego, Galicia Encantada, Enciclopedia de Fantasía Popular de Galicia, Colexio Público de Xove, la fuente de vida larga, concejo de Xove, 1989)

Leyendas, mitos y ritos alrededor de las cruces y crucifijos de O Vicedo

     Cuando estábamos al realizar el inventario y catalogación de las cruces y crucifijos del municipio de Vicedo, nos topamos con que alrededor de estas muestras de nuestro arte popular bullía un buen número de leyendas.
     En la mayor parte de las cruces, por encontrarse situadas a la vera de los caminos o en las encrucijadas que comunicaban los núcleos de población, los entierros se detenían para que los acompañantes oraran por el alma del difunto.
     Al pie de otras enterraban angelitos, niños muertos durante el parto o que no hubieran recibido el bautismo, y también adultos.  Algunos crucifijos se nos agazaparon en los lugares más insólitos (cuadras, aleros....) durante la llamada "Revolución", calificativo que muchos viejos todavía le dan al cuarto período de la República, truncado en el 1936 por el sanguinario golpe de estado.  No son pocas las construidas en memoria de personas fallecidas repentinamente o por otras causas en el lugar.
     Los mitos, algunos reales como el narrado en la leyenda de la Cruz del Curro, no son ajenos a esta manifestación artística.
     En la desaparecida cruz en el Cristo de Piñeiro, en San Estevo do Vicedo, acostumbraban depositar ofrendas.  Otras cruces actuaban como protectoras del hogar.
Crucifijo del atrio de la iglesia de San Esteban
     El crucifijo de cantería que se hiergue en el atrio de la iglesia parroquial, colocado en el año 2008, se asentaba en las proximidades de donde se erigió el crucifijo moderno del cementerio.  Fue a mediados de los años treinta del pasado siglo XX cuando sufrió importantes mutilaciones:  la cruz quedó totalmente despedazada, siendo sustituida en aquel entonces por una de cemento.  El fuste también fue partido por la mitad, uniéndose luego con grampas de hierro.



 
 

 
Cruz de granito en la viga cumbrera de una casa situada cerca de la iglesia parroquial de San Estevo
(Las fotos son del autor del inventario)
[Información remitida por Xabier Moure Salgado, de Pontide, Suegos, O Vicedo (Lugo), en mayo de 2009]
               (Traducido del gallego, Galicia Encantada, Enciclopedia de Fantasía Popular de Galicia, y Patrimonio do Concello do Vicedo)

          Su sobrina-nieta mi prima 4ta Isabel Míguez Bermúdez vive en Vicedo en la provincia de Lugo.


.oO0Oo.
     Recibí esta tarde un mensaje de mi prima 5ta paterna María Isabel Alvarez Míguez, que reside en Cilleiro, Viveiro, en el que me dice:  La construcción de la nueva iglesia fue iniciativa de mi bisabuelo José, el padre de Segundo José mi abuelo. Me enteré de esto el otro día por casualidad hablando con mi tía Lola de unas charlas que se dieron en la antigua escuela de Vilachá sobre la antigua iglesia. Me contó mi tío-abuelo Celso ayer que, cuando se construyó la iglesia nueva, los vecinos colaboraron acarreando en carros de madera algunas piedras de la iglesia antigua, en particular el pórtico, que tiene la iglesia nueva. En ello participó mi tatarabuelo Manuel Lage López, el abuelo de mi abuelo Segundo José y de Celso, y un amigo llamado Pepe, ábade de una casa del pueblo, la Casa de Queitano. Según Celso, la iglesia nueva se fabricó porque el cura alegaba que la vieja quedaba muy lejos del pueblo. Ellos tomaron la iniciativa de construir el primer cementerio, que era de sepultar bajo tierra. Luego con el paso de los años, mi bisabuelo materno José Míguez, el esposo de Benita Lamelas y padre de Segundo José y de Celso, y un amigo apodado "o choio" se comprometieron a construir los primeros nichos de pared, los que existen actualmente, a cambio de que sus panteones estuvieran juntos y situados justo frente a la puerta del cementerio. Y el panteón familiar y el de su amigo efectivamente están situados en ese lugar. Mi bisabuelo José sufrió un accidente cuando estaban fabricando la casa, por el 1937, se fracturó una pierna, se le complicó y murió con 73 años. --

     Su bisabuelo materno, José Míguez, el esposo de mi prima 2da paterna Benita Lamelas Lage, fue padre de su abuelo, Segundo José y mi primo 3ro Celso Míguez Lamelas. En esa casa nació ella, María Isabel.    ‘Choio’ en gallego quiere decir chope, bicoca, trabajo bueno, buen negocio, cosa ventajosa, ganga.


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