René León
En los países de la América Hispana
abundan las historias de los tiempos de la Conquista y de la Colonia , que fueron
transmitidas de generación a generación, oralmente. Otras se han perdido en el
decursar de los años. Etimológicamente, leyenda viene del latín “legere” y,
entre las acepciones de este vocablo, una es “relación de suceso que tienen más
de tradicionales o maravillosos que de verdaderos”.
La
historia que voy a contar se remonta a un momento anterior a la llegada de los
españoles a Cuba, en la zona fértil del Mayabeque. Cuenta la historia que…Orelia era una joven de extraordinaria
belleza, graciosa como el guaní, sensible como el moriviví. De tez morena, al
igual que sus bellos ojos y cabellos. Labios rojos como la fruta del ateje.
Cuerpo cimbreante y bien formado…Guaraní, joven esbelto como la cocuma, ágil
como el ciervo. Sus ojos y pelo, negros como el azabache.
Los dos jóvenes se reunían todos los días en
el centro del batey, jugando y compartiendo con sus otros amigos, sin que nada
interrumpiera la tranquilidad del lugar. Pero llegaron los hombres barbudos,
armados con unos palos que lanzaban fuego por su boca, y la tranquilidad fue
desapareciendo para aquellos pobres e indefensos indígenas.
Artists rendering of Columbus meeting Guacanagarí. Courtesy of the Fundación García Arévalo, Santo Domingo |
Transcurrían los años, el amor llenó sus corazones y se habían
jurado amor eterno frente a sus behiques (dioses). Cuando ya se iban a unir sus
vidas, llegó un joven oficial, y pelo brillante como los rayos del sol, que se
enamoraría locamente de Orelia. Al padre de ella le ofrecería todo lo que
tenía, pero él no aceptó. Ella evitaba tener contacto con él. Su nombre era
Larino. Ella le suplicó, a través de los indios que hablaban su lengua y habían
venido con los españoles, que la dejara tranquila, ya que amaba a otro hombre.
Uno día, cuando Guaraní salía de su bohío,
Larino le esperaba en una encrucijada cercana y le hundiría la espada en el
pecho, arrastrando su cadáver a una cueva cercana. Al siguiente día, Orelia
esperaba a su amado sentada frente a la entrada del bohío de su padre. Las horas pasaban. Tarde
en la noche llegaría la noticia por boca de su padre, que habían encontrado a
Guaraní asesinado en la cueva.
Orelia lloraría la pérdida de su amado por
varios días. La luna se encargaría de ocultar las lágrimas y el sufrimiento de
ella. Su cara siempre alegre, mostraba las huellas de su dolor. Al pasar los
días, cuando ella se dirigía en busca de agua al riachuelo cercano, se encontró
a Larino. El trató de abusar de ella, y al negarse la joven, fue asesinada, y
llevada a la misma cueva donde fue lanzado el cuerpo de su amado.
La raza
indígena en Cuba desapareció, sólo pudieron sobrevivir unos pocos esparcidos en
toda Cuba. Ellos preferían suicidarse a trabajar para los españoles. Las
enfermedades los fueron diezmando. El recuerdo de lo allí pasado fue
transmitido por los mismos españoles.
Aquella
cueva fue conocida como “La Cueva de Orelia y Guaraní”.
Muchos atestiguaban, al pasar los años, que cuando él viento soplaba ligero y
la luna alumbraba la entrada de la cueva, se veían a los dos enamorados cogidos
de la mano, y en la lejanía se sentía el canto del sinsonte, y una voz que
gritaba bien fuerte “Oorrreeelliiiaaa, Guuuuaaaaarrraaaaannnnnííííí”.
Gracias querido Rene por este envio de Pensamiento digita!. Maravilloso como siempre!.
ResponderEliminarMe encantaron los escritos de Rowland, de Roberto y particularmente los suyos. Me encanto el dramatico relato: "Historia de Amor:Ofelia y Guarani.
Reciba un afectuoso abrazo con mis mas sinceros deseos de felicidad extensivos a toda su familia y a sus seres queridos.
LEONORA