por Roberto Soto Santana ,
de la Academia
de la Historia
de Cuba
Saturnino Polón es, primero que
todo, un cubano consecuente (valga la pena reiterar: cuya conducta guarda
correspondencia lógica con los principios que profesa) y nada obsecuente (es
decir, insumiso ante la flojera de principios). Así, en este libro que acaba de
alumbrar desentraña la urdimbre confusionista que nunca ha dejado de tejerse en
torno al camino recto conducente a la regeneración nacional de Cuba.
Los puntos salientes de su argumentación pueden resumirse
en el ideario siguiente
- Los
planteamientos expuestos bajo la sombrilla del Proyecto Varela, que asumió el
MCL fundado y promovido por Oswaldo Payá, no tuvieron en momento alguno la
menor posibilidad de prosperar, habida cuenta de que el Régimen nunca ha
querido dialogar ni confrontar ideas en la ágora pública, tal como su ministro
de Relaciones Exteriores proclamó el 9 de abril de 2003: “El Proyecto Varela forma parte de la
estrategia de subversión contra Cuba, ha sido concebido, financiado y dirigido
desde el exterior, con la participación activa de la Sección de Intereses
norteamericana en La Habana ;
forma parte del mismo esquema de subversión, no tiene el menor asidero en las
leyes cubanas, es una burda manipulación de la Constitución y las
leyes de Cuba”.
Polón
apunta, sagazmente, la
coincidencia de posiciones con el Departamento de Estado de los EE.UU., en
relación con “la Solución
mediante la Componenda ”,
una salida a lo Kissinger, que a pesar de su inviabilidad dada la rigidez del
Régimen, hasta el día de hoy sigue
marcando el Norte de la política estadounidense hacia Cuba, que solo ha
traído cesiones y concesiones a favor de la Tiranía y ninguna contrapartida por parte de ésta.
-La
desunión no solamente entre el pueblo intramuros y el Exilio sino en el seno de
cada una de esas dos comunidades frena el logro de la imprescindible unidad de
acción y de estrategia sin la cual no se podrá alcanzar “la toma del Poder en
Cuba y lograr la transformación democrática de la sociedad en Cuba”. Como único
remedio plausible, Polón proclama la necesidad de una coalición “de todos los
grupos políticos del exilio consecuente”-un eco del llamamiento martiano de
1892-.
- Con
valentía, Polón subraya que el auténtico proceso de regeneración nacional pasa
por “el castigo de los grandes culpables y un proceso activo de descomunización
de la nación”. De lo contrario, evidentemente, la casta ensillada tanto en el
Estado como en la Sociedad
mantendría su dominación opresora, y quedarían burlados sine die los principios democráticos y la esperanza en la
instauración de un régimen de Moralidad y del pleno ejercicio y disfrute de los
derechos políticos, cívicos y económicos por toda la ciudadanía.
-
Como dice el autor en la página 55 de su libro, “El problema no es el Tirano,
su hermano y los demás oligarcas de la cúspide. El problema es el Sistema…Por
lo tanto, no se trata de desplazar a los gobernantes. De lo que se trata es de
destruir el sistema total y científicamentes. Hacerlo íntegra y radicalmente a
todo nivel: político, económico y sociocultural.”.
-
Polón marca una seria advertencia: “1) Cuba marcha rápidamente hacia el modelo
chino; 2) Es totalmente posible que ese modelo se implante con éxito (la medida
del éxito no es la nuestra, sino la de ellos. No es la prosperidad nacional
sino la subsistencia de su tiranía), y 3) Es muy probable que tengan éxito…De
lograrlo, la tiranía (y la oligarquía que la sostiene y disfruta) lograrán
sostenerse por un tiempo más.”. Es la admonición obrante en el bíblico Libro de
Daniel, Mene, Mene, Tekel, Upharsin..
El avezado publicista de la actualidad
política cubana sentencia: “no se engañe el lector creyendo que estoy afirmando
que la lucha está perdida. Todo lo contrario. No solo es nuestro deber
continuarla sino que, filosóficamente hablando, la victoria es ineludiblemente
nuestra. Después de todo, a largo plazo, el sistema totalitario castrocomunista
es insostenible.”
De que lo fundamental en esta obra
imprescindible de regeneración es que su contenido goce de un marco sólido lo
dice el autor cuando subraya que “Lo que se necesita en Cuba no es esta o
aquella Constitución…Se necesita un proceso efectivo y revolucionario donde la Constitución …sea la
piedra capital de la obra pero no la obra en sí misma.”
Un último apunte en la valoración del repaso
exhaustivo que Polón ha llevado a cabo en su opúsculo sobre los elementos
integradores de la futura realidad cubana: los buenos augurios que le atribuye
al documento presentado el 10 de octubre de 2014 en la Universidad
Internacional de la Florida , con el título de “Ley Fundamental de
Transición de la República
de Cuba”, con los auspicios del Colegio de Abogados de La Habana en el Exilio y el
Colegio de Abogados de Cuba en el Exilio.
Es imposible pasar por alto que en la coda de
este valioso estudio, bajo el título “Anexionismo y Nacionalidad”, el
periodista, hombre de la
Política y autor, inserta unas afirmaciones que son
difícilmente compartibles desde el rigor histórico ampliamente documentado.
Tales, como que “Para los dueños de haciendas de principios del siglo XIX, el
esclavo era una inversión muy costosa y necesaria para el buen funcionamiento
de la empresa…Los castigos eran realmente ejemplares pero muy raros y
debidamente justificados (desde la óptica del esclavista obviamente). La comida
no era muy sofisticada pero sí buena y abundante para la época…la comida era
muy abundante, muy nutritiva y orgánica…La esclavitud, especialmente en
Cuba…era paternalista y permisiva…En suma, la esclavitud era una situación por
lo general paternalista y pasivamente aceptada…La población esclava, salvo
contadas excepciones, no se sumó a la lucha independentista cubana…No es cierto
que los negros nutrieron masivamente las filas de los independentistas…ni
siquiera eran la mayoría de los mambises. Eso es pura leyenda”.
Este comentarista no puede estar de acuerdo
con las consideraciones que formula el Sr. Polón en alabanza de la vituperable
institución de la esclavitud y que rozan el menosprecio, en bloque, hacia
nuestros sacrificados patriotas de color (valga, por todos, la familia de los
Maceo).
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