François-Marie Arouet (París, 21 de noviembre de 1694-ibidem, 30 de mayo de 1778), más conocido como Voltaire, fue escritor, historiador, filósofo y abogado francés, que perteneció a la masonería
La incredulidad religiosa de Voltaire
Paseaba junto a un amigo por la calle cuando se cruzarón con una procesión precedida por un Cristo crucificado, motivo por el cual Voltaire se quitó el sombrero en señal de respeto.
–Os creía incrédulo en materia de religión– le dijo su acompañante, sorprendido por el gesto
–Y lo soy– matizó Voltaire –Aunque Cristo y yo nos saludamos, no nos hablamos.
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Lo que molestaba a Cánovas
El presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, recibió a unas mujeres que fueron a pedirle un favor, al mismo tiempo que éstas se disculpaban por ello:
– ¡Ay, don Antonio! Debe usted de estar harto de nosotras, porque no dejamos de pedirle cosas.
El político, conocido también por su fina ironía, contestó:
– Señoras, a mí las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan.
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Un árbol que tapaba las vistas
El político izquierdista, George Clemenceau tenía una casita de campo donde acudía a descansar en vacaciones. En la casa contigua vivía un sacerdote y en el jardín de éste crecía un enorme y frondoso árbol que tapaban las vistas desde el jardín de Clemenceau.
Cierto día, el político solicitó al religioso que cortase el árbol que tanto le molestaba y el cura decía que lo había plantado en su juventud. Era tal la insistencia para que lo cortase que, finalmente, el vecino accedió.
Y, apenado, dijo:
-Que nadie diga que fui un obstáculo para que Clemenceau viera el cielo, aunque fuera de lejos.
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