Novela de Silvio Mancha
En
la literatura cubana ha sido frecuente el caso del cronista y comentarista
tanto de sucesos diarios como de episodios históricos que da rienda suelta a su
imaginación y pergeña reflexiones poéticas o evoca experiencias personales,
enriquecidas por su genio creador, para hilar relatos en los que los personajes
de la trama encarnan actitudes arquetípicas, universales e intemporales del
modo de ser, y de estar, del cubano, hombre o mujer.
Alfonso
Hernández Catá, Gastón Baquero, Guy Pérez de Cisneros, José de Armas y Céspedes
y su hijo José de Armas y Cárdenas (más conocido por su seudónimo Justo de
Lara) son ejemplos de esta dedicación paralela al periodismo y a la creación
literaria pura.
Silvio
Mancha, quien reúne igualmente en su persona las condiciones de periodista y
escritor, es un incisivo comentarista y publicista político, Editor-Director
del magacín noticioso, histórico y literario ENFOQUE3, que publica desde hace
varios años en el Condado de Miami-Dade y que cuenta con difusión a través de
Internet (www.enfoque3.com).
Mancha,
que también es conferencista (puede verse, por ejemplo, su intervención en un
acto reciente sobre las fatídicas UMAP -Unidades Militares de Ayuda a la Producción- en http://www.youtube.com/watch?v=xwn1xCu5Z_k),
ha visto recientemente publicada –en febrero de 2013- su novela “Atrás…quedaba
todo”, como parte de la
Colección “Caminantes” de Ediciones Jacán (www.alexlib.com), en formato papel, y que
puede adquirirse a través de www.amazon.com
.
La
novela, cuya trama se desarrolla íntegramente dentro de la Isla , comienza en un tiempo
no especificado, anterior al cataclismo revolucionario de 1959 (a partir de
cuando el país quedó espiritualmente degradado a la categoría de espeluznante
“gulag” estalinista y cuyo nivel de vida fue arrojado por la “nomenklatura” del
nuevo Régimen a una sima de depauperación por debajo incluso de una economía de
subsistencia), en una época que encuentra su encaje en los años cincuenta del
siglo XX, y su discurso narrativo llega hasta la Crisis de los Cohetes de fines
de 1962, con la partida del protagonista al Éxodo, dejando atrás un país
irreconocible por la implantación de una asfixiante atmósfera de terror, con
decenas de miles de encarcelamientos preventivos y otros con el carácter de
definitivos, de larga duración e idénticamente arbitrarios, además de los
fusilamientos a mansalva decretados mecánicamente y sin recurso a las mínimas
garantías procesales por unos llamados Tribunales Revolucionarios, creados en
1959 y que nunca han sido formalmente disueltos, a pesar del sedicente funcionamiento
de los Tribunales Populares “ordinarios”.
No
obstante, en esta novela la acción, los caracteres y el ambiente están trazados
nítidamente y con profundidad de rasgos. No se trata de una soflama sino del
retrato de toda una época, en el que los personajes son de carne y hueso de
cuerpo entero, las líneas argumentales están bien concatenadas, desarrolladas
en el marco de un cronotopo claro (la conexión entre los diferentes lugares y
tiempos de la narración), incluso con alguna referencia, aislada pero
pertinente, a la agitación social que irrumpió en los “bateyes” de los ingenios
azucareros durante los años treinta del siglo XX.
Silvio
Mancha posee y despliega un bagaje léxico caudaloso, eufónico y plástico, que
le permite dibujar en la mente del lector los entornos y contornos en los que
actúa cada personaje, así como sus íntimos pensamientos, especialmente los del
narrador-protagonista, quien cuenta y analiza mediante el discurso narrativo
conocido como “fluir de conciencia” o exposición inmediata de sus reflexiones.
Concurre
a atraer y mantener el interés del lector el hecho de que, cuando es
imprescindible o apropiado -porque en la vida tales situaciones existen y
forman parte de la experiencia vital de todos los seres humanos-, Mancha sabe
perfilar y exponer, con gran realismo, las emociones eróticas de determinados
personajes, sin recurrir a un vocabulario soez ni a representaciones obscenas
(como Émile Zola ya había sabido demostrar en su novela “Nana”, buen epítome
del naturalismo).
Recomendamos
vivamente la lectura de esta bien estructurada composición, que se hace eco del
estilo expositivo de otro gran novelista cubano, Miguel de Carrión.
©
Roberto Soto Santana ,
de la Academia
de la Historia
de Cuba (Exilio).
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