Luis Tulio Bonafoux (†) Cuba
Revista ISLAS, La Habana, Cuba, 1947
El Almirantazco británico acaba de
esclarecer un misterio del mar que hubiera cautivado la imaginación de Robert
Louis Stevenson, que en el curso de su laboriosa existencia llenó tantas y
tantas cuartillas, de misterios fascinantes.
Los
tripulantes de lanchas torpedos nazis que se aventuraron en el Mar del Norte
con la esperanza de hundir buques enemigos, regresaron con frecuencia de sus
incursiones, con noticias inverosímiles acerca de un “buque fantasma” –de un
buque contra el cual dispararon todos sus torpedos y todos sus obuses, sin
lograr hundirlo; de un buque que (¡cosa verdaderamente extraordinaria en una
nave de cuyo palo mayor flotaba el pabellón británico!) no devolvió nunca el
fuego nazi; de una nave sobre cuya cubierta no apareció nunca un solo
tripulante; de una nave que en toda la guerra no se movió un metro del lugar
donde fue vista por primera vez.
Revela ahora el Almirantazco que el “buque fantasma” era en realidad una
sencilla nave mercante transformada con la ayuda de torres de combate, de
madera, y de cañones de dieciocho pulgadas, de madera también, en soberbio
acorazado…Contra la nebulosa nave lanzaron con furia los nazis sus mejores
torpedos, desperdiciando así valiosas municiones en un estéril empeño para
destruirla.
¿Y a quién –preguntará el lector-
se le ocurrió tan ingeniosa, tan quijotesca y sin embargo tan práctica idea?
Pues a Winston Churchill, Primer Lord del Almirantazco a la sazón. ¡Cuántas
veces se río después el destacado estadista el enterarse de que los nazis
publicaban la noticia de que habían “hundido” una poderosa unidad de guerra
británica en el Mar del Norte!
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