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martes, 1 de julio de 2014

El Teatro Sauto de Matanzas, Cuba


René León
Miembro de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)

Mi amigo el Dr. Filiberto Henderson, nacido en Matanzas, cuando lo iba a visitar a su casa en Charlotte, N.C. , me invitaba a su bebida preferida, el té inglés, que saboreábamos con gran placer. Nos poníamos a hablar de su ciudad querida, Matanzas. Recuerdos de su niñez, de su familia y de su querida esposa e hijo. Recuerdos todos gratos de aquellos años felices. De sus estudios en la Universidad de La Habana, los primeros de enseñanza, y más tarde como maestro. Recuerdos de tiempos que se han ido con los años pero no de la memoria de aquéllos a quienes recordamos con cariño.
tomado de la Jiribilla, Cuba
  Me decía Filiberto que el nombre original del teatro fue el de Teatro Esteban, luego Colón, más tarde Martí, y  hoy Sauto, en honor del Doctor en Farmacia Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, vecino de la ciudad  y amante de las artes y benefactor de la ciudad. Matanzas fue considerada La Atenas de Cuba. Por el teatro desfilaron artista de gran nombre y compañías de teatro de fama internacional. Por Sauto pasaron Brindis de Salas, José White, Ana Pavlova, Ernesto Lecuona, la compañía Ristori, los Robreño, Teresa Carreño, gran pianista, Esperanza Iris, Enrique Borrás y otros. 
  En ella pronunciaron arengas revolucionarias Sanguily, Gonzalo de Quesada, Juan Gualberto Gómez, Rafael María de Labra, Bonifacio Byrne. Y tantas otras actividades para la sociedad matancera.
  En octubre de 1858 se acordó edificar un Teatro con el nombre de Esteban, y se formó una Sociedad Anónima por acciones de 100 pesos cada una, a fin de reunir el capital necesario para dar inicio a la construcción. Bajo la presidencia del Gobernador D. Pedro Esteban y Arranz, a la constitución asistieron: Isidoro Hernández, Agustín Ibarra, Pedro Hernández Morejón, Ramón Brufau, Cosme de la Torriente, Francisco Jaurés, Agustín Kobbes, los Amézaga, Crespo y J. Estefani. Se nombraron tres comisiones para que se ocuparan de la suscripción. El 15 de octubre de 1858 se dio cuenta de haber colectado la cantidad de $94.500. Se creó una comisión para seleccionar el terreno y dar comienzo a la construcción del teatro. Convocado un  concurso para los planos de la construcción del Teatro, se presentaron al mismo los preparados por D. Francisco Piqué, D. Daniel D’Allaglio, D. José Borrell, Dr. Francisco Sosa y otros más. La Junta Directiva solicitó al gobernador de La Habana la ayuda del Teniente Coronel de Ingenieros D. Francisco de Albear y Lara, para que emitiera su opinión sobre los planos y los de quién o quiénes debían ser escogidos. El primero de mayo de 1860 fueron seleccionados los de Piqué y D’Allaglio, pero  había que  hacer ciertas modificaciones a ambos. La Directiva eligió al del Sr. D’Allaglio, para que hiciera las reformas indicadas por Albear. Al mismo tiempo la Junta acordó dar las gracias al ingeniero Albear.
  Iniciadas las excavaciones, y preparados los cimientos, el 13 de Octubre  de 1860 se acordó colocar la primera piedra para dar inicio al teatro. La Junta Directiva celebrada el 15 de Octubre, en la residencia del Gobernador, acordó que se colocase una caja sin ceremonia alguna, donde aparecieran documentos y publicaciones de la ciudad. El 15 de Octubre dio comienzo la ceremonia, en la que se procedieron  a guardar ejemplares de diferentes publicaciones y documentos: Aurora de Yumurí, de diferentes días, Liceo de Matanzas, Reglamento de la Sociedad Liceo, Reglamento del Casino Príncipe Alfonso, Faro del Comercio, Gaceta de La Habana, Diario de la Marina, El Porvenir.
  Otrosí, una copia del acta del día 11,  firmada por todos los miembros, envuelta en papel de plomo, y monedas de plata  del nuevo cuño de S.M. Doña Isabel II. Después de terminado,  se cerró la caja, y fue rellenada con polvo de carbón, quedando depositada en los cimientos del edificio.
  El Teatro fue construido en el centro de la Plaza de la Vigía, más tarde llamada Colón. Situado entre las calles de Magdalena y Gelabert, el Teatro está a 175 pies distante del Río San Juan y el puente de Bailén. El edificio está construido  de cantería.
  Hay cuatro pisos que están sostenidos por columnas de madera. Josefina Ortega, en  La Jiribilla, Cuba,  2003, dice: “El interior del teatro es una máquina del tiempo: en su lunetario se vive en otro siglo. El decorado, la disposición de los balcones y pasillos, sus reservados y la zona donde otrora se ubicaba la claque, existe aún y se conserva en buen estado”.
  En su recuerdos de El Teatro Esteban, por Lola María Ximeno de Escoto, s/f, en Sauto, Historia de un Teatro, ella nos deja grandes rememoraciones de los bellos tiempos de las representaciones, y nos dice: "El proverbio de "A buen hambre no hay pan duro" de José Jacinto Milanés ofreció gran aliciente por ser obra del inolvidable bardo matancero y en el cual la señorita Susana Pérez Miranda y los señores Estrada y Zenea y Luis Ortega descollaron. El proverbio en la Cumbre fue escrito por su autor en una de las temporadas que allí pasó y dicen que contemplando el Valle".
    Y Lola María Ximeno, continúa: “El hermoso sueño  realizóse: sentíanse satisfechos; oyendo D’Allaglio esa noche –obligado como fue de salir a la escena por el público que lo aclamaba delirante, resistido él a presentarse por la modestia de su traje, que disimuladamente encubría otra mayor modestia, la del verdadero mérito a cuyo premio creíase él tan ajeno- este concepto de un inspirado y oportuno soneto de don Rafael Otero, a él dedicado y ante  él recitado, que de seguro, confuso y sorprendido escuchó:

A
Daniel
D’Allaglio

Por Rafael Otero

  Cuando la triste realidad sombría,
En esta plaza por doquier reinaba,
Yo recuerdo, Daniel, que te encontraba
Como una estatua silenciosa y fría.

  Sobre las piedras meditar te veía,
Porque tu mente espléndida creaba
El digno monumento que soñaba
Como soberbio alcázar e Talía.

  Nadie pudo alcanzar el pensamiento
que guardabas altivo en tu memoria,
de perpetuar en el cubano asiento.

  Escrita en piedra, tu brillante historia,
Y hoy exclama tu propio monumento
¡Tuya es la inspiración, tuya la gloria!

                                       Matanzas 1862.


  Ella hace un recordatorio a todos los matanceros, cuando dice: “Ahí podemos admirar el valioso legado de un pasado honroso y siempre y antes que nada matanceros exclamar desde lo más recóndito de nuestro ser: “!Honor a ellos!, ya que en esos días, aquellos corazones sólo latían al íntimo pensamiento en la elocuente salutación por todos expresadas de “¡Salve Matanzas!”.



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