Por Lola Benítez Molina
Málaga (España)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1.946 define la salud como “el estado completo de bienestar físico, psíquico y social y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedad”. En 1.992 un investigador agregó a dicha definición de la OMS: “y en armonía con el medio ambiente”.
Esto no deja de ser una utopía. No hay nadie que llegue a alcanzar tal grado de bienestar. Para Séneca “es feliz el que se complace en las circunstancias presentes, sean las que sean”.
Abraham Maslow en su obra: “Una teoría sobre la motivación humana” (1.943), crea la “teoría de las necesidades humanas” y establece toda una jerarquía sobre ellas, partiendo de aquellas que son básicas para cualquier ser humano. Una vez cubiertas éstas, se puede aspirar a cubrir otros deseos más elevados y llegar a la completa realización, mediante el cultivo del intelecto (imprescindible para poder desarrollar la creatividad…). Pero ¿qué ocurre cuando se coarta a una persona de su derecho a la libertad, de la libre expresión y demás derechos elementales? Ese bienestar del que habla la OMS se aniquila, se amalgama y sólo el recuerdo y la añoranza de lo bello que hubo en nuestras vidas se apodera de nuestra razón y sed de vivir. Uno se ancla al pasado como modo de subsistencia. Si no fuese así, la mirada se volvería incandescente, la escasa luz de la noche golpearía cada poro de nuestra piel, y aquellos hechos hirientes, que una vez fueron esparcidos con auténtica ignominia, retumbarían en nuestra memoria, creando un ambiente abrumador y mordaz en ese latir asfixiante. Nos queda, pues, el recuerdo de lo bello, pero también el deseo y esperanza de que en un futuro no muy lejano los sueños, que dan sentido a nuestras vidas, se hagan realidad.
Yo añadiría que la fusión con la naturaleza, la embriaguez que ésta produce, es otra de las necesidades vitales básicas cuando el alma llora y los surcos que desgrana horadan la profundidad del océano.
Para Aristóteles “sólo hay una fuerza motriz: el deseo” y “la virtud resplandece en las desgracias”. “La esperanza, que es lo último que se debe perder, refiere también el filósofo griego, es el sueño del hombre despierto”. Soñemos, pues, porque como dijo Florence Nightingale: “Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él”.
Referencias: “Teoría de la Motivación”. Campus virtual. Licenciatura en Administración. Universidad de Oriente. Puebla (México).
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