(Publicado por D. Jácome)
La referencia más antigua de un baile de carnaval en La Habana del año 1833 y desde su inauguración en 1838, el habanero “Teatro Tacón” ya fue sede de los cuatro bailes de máscaras del mes de carnaval.
En un artículo de 1841 titulado “Idea de un buen baile”, su autor González del Valle, describe los bailes de carnaval que se efectuaron en distintos salones y teatros de la ciudad con máscaras y disfraces. Se realizaban entre en el ya citado Teatro Tacón y en otros como el Diorama, Tivolí y Villanueva, así como el café La Lonja. Pero la celebración también incluía paseos por las principales avenidas, como la Calzada de la Reina, Alameda de Paula o el Campo de Marte. Generalmente las damas lo hacían en coches y quitrines adornados con guirnaldas y a su paso recibían flores ofrecidas por los hombres, casi siempre disfrazados, que iban a caballo o a pie.
Estas fiestas, que resultaron parte de la tradición de la Isla, provenientes de la metrópoli y del continente africano, constituyen las raíces del carnaval habanero.
Los carnavales son también conocidos con otras denominaciones como “antruejo”, “carnestolenda”, “mascaritas”, etc. Hay referencias de que en La Habana se efectuaron las carnestolendas desde mucho antes de 1585, pero en las recién fundadas villas, cuyo desarrollo económico era incipiente, con los gastos que originaba la fiesta de tradición católica del Corpus, no podían dedicarle mucha atención a otras, las que dejaban a la espontaneidad popular. Para las carnestolendas entonces se reutilizaban los elementos profanos del Corpus, como la comparsería, los elementos que llevaban en carretas, como la “tarasca”, que es la figura de culebra con boca muy grande que se sacaba durante la procesión; o también los gigantes, o muñecones, como actualmente los conocemos. Sin faltar las comparsas de “mamarrachos”, que eran habituales de aquellas procesiones.
La prohibición de la “Fiesta del Día de Reyes”, en 1884, cuatro años después de la abolición de la esclavitud, desplaza el carnaval de negros y mulatos hacia el de los blancos. Aunque los primeros mantienen su fiesta en barrios como Jesús María o Belén.
Ya en una noticia de 1886 se comenta no solo de las carrozas finamente adornadas, sino también de las “reinas de belleza”, elegidas por primera vez a iniciativa de algunos vecinos. Como es de esperar no faltaban en estas celebraciones el lechón asado, arroz con pollo, salpicón hecho con picadillo de carne, pepino, hierba buena, piña, hojas de ciruela, aceite y vinagre. También un ajiaco de creación colectiva de los vecinos, para consumo de la comunidad.
La primera noticia de un carnaval organizado, similar al que conocemos, data de 1902, cuando por medio de un mandato del Alcalde, se regula el itinerario de la fiesta. Con la euforia de la independencia recién adquirida, ya tiene La Habana un gran festejo de carnaval, recordado además por ser el primero en el que desfiló un automóvil, propiedad de la familia Zaldo.
También aquel año desfilaron las primeras “comparsas”, procesión danzante colectiva derivada de las antiguas fiestas del Día de Reyes, en que los cabildos afrocubanos, reunidos en “naciones”, danzaban por las calles. En este primer carnaval republicano, aparecen las carrozas, los confetis y las serpentinas, como primeras influencias norteamericanas en la festividad.
Pero la elección de la primera “Reina del Carnaval” no fue hasta 1908. Resultó agraciada una sencilla operaria de la fábrica de cigarros “El Siboney”, de nombre Ramona García. Además de contar con la “Reina”” y sus damas, también se convoca a las primeras premiaciones en diferentes modalidades, para lo que disponía de un jurado que otorgaba los premios desde una glorieta. La “Reina” incluso fue recibida en Palacio por Charles Magoon, quien presidía el gobierno interventor.
En estos carnavales de 1908, en su concurso popular de disfraces resultó premiado el niño de 4 años, Inocencio Bello, caracterizando a “Liborio”, representación del pueblo cubano, según ya comentamos en una publicación.
A partir de ese momento, el famoso Carnaval de La Habana, como siempre se concibió, se celebró en el mes de febrero, por todo el Malecón y el Paseo del Prado, hasta Monte y Cienfuegos.
Quedó establecido que dentro del amplio proceso preparatorio, en primer lugar, se elegía una “Reina del Carnaval” y sus damas de compañía. Un jurado efectuaba el proceso de selección con el desfile de las candidatas y con participación del público. También se escogía un Rey Momo, generalmente alguna personalidad artística conocida y con capacidad humorística. Rosendo Rosell o Germán Pinelli fueron algunos de los elegidos para representar a este dios griego de las burlas, el sarcasmo y la ironía, hijo de la diosa de la noche.
Tras algunos años sin comparsas, las cuales habían sido prohibidas por peleas, grandes disturbios e incluso la muerte de algunos comparseros, en 1937 dadas las gestiones del entonces Alcalde habanero Antonio Beruff Mendieta para su restitución, vuelven las comparsas tradicionales al carnaval y ya pasan a ser parte definitiva de su identidad. Beruff en este afán, consultó a Don Fernando Ortiz, Director de la Sociedad de Estudios Afrocubanos, quien no tuvo dudas en apoyar tan necesaria reincorporación. Nunca hubo conflictos de raza en Cuba con ocasión de las comparsas. En los grupos de cada una, participaban negros, mulatos, blancos y hasta chinos.
No dispongo de la información, ni el espacio en esta publicación, para enumerar las Reinas del Carnaval elegidas en todos esos años, pero quizás recordamos los nombres de algunas que reinaron, o formaron parte de su séquito, que están más cercanas en el tiempo y se han destacado como artistas.
Una de las inolvidables fue Dinorah del Real, reina del carnaval de La Habana en 1955. Del Real, graduada de la Escuela Normal de Maestros, fue una de las más celebradas locutoras de la televisión cubana, puesto al cual accedió por su belleza.
La actriz Ana Viñas fue dama del carnaval en 1958 y posteriormente modelo de la cerveza Hatuey. Matriculó actuación y se convirtió en una de las mejores actrices de teatro y cine del país.
La actriz y directora Flora Lauten, fue la última “Miss Cuba” compitiendo en el concurso de Miami Beach en 1960. Este mismo año la vedette y rumbera Mayda Limonta es seleccionada como dama, la primera dama negra de un carnaval en la historia de Cuba. La también actriz Daysi Granados, rostro del cine cubano, compitió en los certámenes y fue escogida como Dama en 1961.
Esto son solo algunas, porque la belleza de la mujer cubana es indiscutible y reconocida en todo el mundo ¿y qué cubano lo negaría con solo mirar a la “reina” que tiene en su propia casa?
CUBA EN LA MEMORIA, 01/03/2014
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