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jueves, 15 de febrero de 2018

Los Castrados, Aberración Histórica

Por: Dr. Rowland J. Bosch (†)

Hace 200 años los castrados eran la maravilla vocal de la época. La voz de los castrados era una máquina cantante. La garganta era un verdadero instrumento musical. En su tiempo fueron ídolos. Eran individuos mimados y malcriados. Fueron en realidad los primeros cantantes de la historia musical que se consideraron verdaderas estrellas. 

En el siglo XVIII no existían los tenores heroicos como los conocemos hoy; en el escenario de la ópera. Había sí sopranos heroicas. 

En el teatro barroco (siglo XVII y XVIII) los espectadores buscaban no la realidad sino el encantamiento. 

La voz supernatural de los castrados surgió con la técnica del escenario y la costumbre del gorjeo vocal, hoy limitada casi exclusivamente a las sopranos ligeras de coloratura. Estas funciones eran en realidad una fusión de música, poesía y espectá­culo visual que producían en el auditorio un estado de extasis y lo hacían gritar entusiásticamente. Algunos solián gritar "Viva el coltello" (Que viva el cuchillo). 

Una operación en la niñez hacia posible que el niño mutilado mantuviera sus tonos altos en la adultez. Si la acción de las gónadas es eliminada por una operación antes de que llegue la pubertad, estos altos tonos continuaran en la madurez. Así se impide el engrosamiento de la laringe y la voz de la niñez es conservada en toda su capacidad tonal. Además el pecho crece dándole más fuerza a los pulmones, con una respiración muy extensa y las proporciones acústicas de la caja de resonancia muy ampliada. 

Los registros altos se combinan con un extraordinario poder vocal; una casi interminable facultad para sostener una nota y un timbre maravilloso. La voz se presenta sin esfuerzo alguno con las más espectaculares coloraturas y gorjeos. 

Los castrados más famosos recibieron fabulosos honorarios para la época y se convirtieron en gente muy rica. Esto en particular despertó la ambición de las clases más pobres de Italia. Muchos padres pensaron que si tenían un hijo para convertirlo en castrado podían al fin salir del estado de pobreza en que se encontraban. Para aprender a cantar todo lo que se necesitaba era una cara hermosa y bella y por supuesto la pequeña imprescindible operación quirúrgica. Oficialmente el castramiento estaba prohibido pero a pesar de ello, se efectuó por más de trescientos años y miles de veces. 

Realmente hubo cantantes castrados hasta los comienzos del siglo XX, aunque ya no actuaban en el escenario operístico sino en la Capilla Sixtina de Roma únicamente. La era de los castrados terminó donde mismo había comenzado en los años del siglo XVII. 

George Friederich Handel compositor alemán nacido en Halle (1685-1759) quien pasó gran parte de su vida en Londres y se naturalizó inglés, como lo haría Francesco Paolo Tosti, doscien­ tos años después, se hizo famoso con sus óperas y oratorio gracias a la actuación de los castrados. Handel poseía un estilo lleno de fuerza, majestuosidad y nobleza. En estas óperas resultaba fundamental el "aria di capo". En estas arias el cantante recorría todo el material musical para retornar después a la primera parte. Aquí demostraba y exhibía todo el material musical, su caudal de tonos vocales y con la voz adornaba y embellecía la melodía. Las óperas de Handel (o Haendel) son en realidad una sucesión de "arias di capo" donde a veces entraban algunos duos o conjuntos de cantantes. En este tipo de ópera se necesitaba un canto espectacular. Handel consiguió para su triunfo los mejores cantantes castra­dos de la época, entre ellos el célebre Farinelli con quien se disgustó en Londres y este jamás volvió a protagonizar ningún papel handeliano. 

Los castrados en realidad eran conocidos desde la antiguedad y reaparecieron al servicio papal en el siglo XII. Las voces femeni­nas eran excluídas de la iglesia y estas fueron reemplazadas por los castrados. Estos podían realizar maniobras vocales increíbles. Algunos poseían gamas cercanas a las cuatro octavas, como el inglés Carlos Incledon en el siglo XVIII. 

Foto tomada de:  Biografias y Vidas
Aunque algunos castrados eran homosexuales, esta no fue la regla. Algunos de estos eunucos llegaron a casarse. Estas famosas figuras se veían perseguidas por damas que buscaban emociones distintas. Además, no tenían éstas que preocuparse de caer en gestación Los castrados poseían un tipo asexuado de voz femenina y el sonido vocal que emitían exhibía una excepcional dulzura. Algunos podían sostener una nota por mucho más de un minuto.Se cuenta que el más famoso de estos artistas Carlo Broschi, llamado Farinelli sostuvo una nota al unísono que un ejecutante de oboe dejando al mismo sin aliento mientras él continuaba con la nota. 

El periodo más importante de los castrados corre entre 1720 y 1790. Durante ese tiempo descollaron cantantes como Nicolo Grimaldi (Nicolini), Francesco Bernardi (Senesino), Gaetano Maiorano (Caffarelli), Domenico Annibali, Antonio Campioli en Venecia, Gaetano Gualdaqui que personificó a Hercules en el Hercules de Handel, y el más grande de todos, Farinelli quien no era homosexual y tenía mucha atracción entre las damas. 

Se cuenta que Farinelli cuando tenía relaciones sexuales con alguna de sus admiradoras, utilizaba a su hermano que se escondía hasta ser llamado por el artista para que completara el acto sexual. 

Farinelli era capaz de cantar un mí por encima de un do alto a voz central. Además de cantante fue compositor. Nacio en Napoles en 1705 y murió en Bolognia en 1782. Cantó en los principales teatros de Europa y se estableció ya famoso en Madrid, a instancias de Felipe V. Se calcula que en 1737 se retiró del escenario y se fue a la corte española donde para complacer al rey cantaba cuatro arias (siempre las mismas) y triunfo en aliviar la depresión mental del rey. Farinelli fue nombrado Caballero de Calatrava y gozo de gran poder sobre el rey. Durante el reinado de Fernando VI gozo también de gran influencia en la corte. A él se debe la construcción en Madrid del teatro de la ópera del Buen Retiro. 

El último de los castrados operísticos lo fue Velluti para quien Meyerbeer compuso una ópera en 1824. Los castrados se extinguieron al morir Alessandro Moreschi (1852-1922) quien cantó en el coro de la Capilla Sixtina. 

Después de los castrados vinieron los tenores propiamente, dramáticos, líricospintos, líricos y ligeros y las prima donna volvieron a florecer en sus varias cuerdas. 

Fue el tenor Duprez quien estrenó un nuevo sistema vocal y surgieron los high C, desde entonces muchos cantantes famosos han pasado por el firmamento de la ópera, haciendo olvidar la aberración histórica de los castrados.







George Frideric Handel       

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