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sábado, 15 de marzo de 2014

Barcelona: Fuentes

La Ciudad Condal respira por el rumor de sus fuentes; en La Habana, la mayoría no tiene agua: están áridas, marchitas y sedientas. 

por MANUEL PEREIRA

Barcelona es la Ciudad de las Fuentes. Las hay monumentales —en Plaza de Cataluña, en Montjuïc, en el Parque de la Ciudadela— y también más modestas, como la de la Plaza Real con sus Tres Gracias entre farolas de Gaudí, o la de la plazuela de Sant Felip de Neri. Las hay arcaicas, como la que rumorea en el patio del Archivo Histórico, o la pila musgosa del Claustro de las Ocas, en la Catedral, sin olvidar las emblemáticas: la de la Dama del Paraguas o la mítica Fuente de Canaletas, donde empiezan las Ramblas.

Plaza de Cataluña
Barcelona: Plaza de Cataluña.
Y luego están las fuentes historiadas, con murales de cerámica, como la de Portaferrissa y la del Portal de l'Ángel. Pero entre todas yo prefiero las menos famosas, como la serie firmada por Campeny, cuyos protagonistas son niños.

En la confluencia de Ronda de la Universidad con Pelayo, un niño de pícara sonrisa nos abre el grifo. Su mano de bronce está bruñida por el manoseo de la gente. En la Plaza de Urquinaona ese niño reaparece bebiendo al pico de un botijo, barnizado con una pátina de antigüedad color verde pompeyano. Bajando por Diagonal, en la esquina de Córcega, nos espera la Font de la Granota, donde otro niño aprieta con las manos a una rana de cuya boca brota el chorrito.

Luego viene otra, en la intersección con Rosselló, coronada por un penacho de piña. Más adelante, en el cruce con Provença, hay una pareja de niños broncíneos: ella le lava la cara a él con una esponja. Al llegar a Mallorca, pasamos de lo bucólico a lo pagano con el joven Baco que exhibe su hoja de parra.

De noche, el rumor de todas estas fuentes configura la respiración más secreta de Barcelona. Una ciudad sin fuentes públicas es una ciudad sin pneuma, un territorio sin música interior. Durante más de diez años he recorrido una por una todas las fuentes de la Ciudad Condal siempre pensando en las de mi ciudad natal, tan áridas, marchitas y sedientas.

Las fuentes habaneras

Hace mucho tiempo que la mayoría de las fuentes habaneras no tiene agua. Donde mejor se detecta esa escasez es en la calle Monserrate. Una ironía del destino se ha ensañado con la fuente de Albear, frente al Floridita. Recuerdo haber visto muchas veces sin agua la fuente del ingeniero que en el siglo XIX construyó el acueducto de La Habana.


La Habana
La Habana: Fuente de Albear.
A pocos pasos de allí, otra ironía de la historia se ha encarnizado con la fuente de Supervielle, al lado del edificio Bacardí. Manuel Fernández Supervielle fue un alcalde que se suicidó (¿a finales de la década del cuarenta?) porque no pudo abastecer de agua a la ciudad. Su consigna era: "¡Agua para los habaneros!". Si la honradez de este alcalde hubiera sido imitada por los gobernantes que vinieron después de él, ¡cuántos suicidas no habría en nuestra historia?

La falta de agua en La Habana no empezó con la revolución, pero sí se agravó con ella, a pesar de que el país contó durante tres décadas con la ayuda multimillonaria de la URSS y los países del CAME. Pero las fuentes no figuraban entre las prioridades. De niño recuerdo que la fuente ovalada del Parque Zayas (entre el Palacio Presidencial y el Museo de Bellas Artes) tampoco tenía agua. Siempre estaba llena de gatos. Pero en vez de abastecerla de agua, se prefirió emprender una inversión mucho más costosa.

La fuente, la estatua del Presidente y todo el parque fueron demolidos para instalar allí la urna del yate Granma.

Entre finales de los años sesenta y principios de los setenta viví en la calle San Juan de Dios, a escasos metros de la placita donde está la fuente de Supervielle. Cada vez que yo cogía allí la ruta 14 para ir a mi trabajo, me quedaba mirando el busto de aquel alcalde calvo, la pila vacía, eternamente seca. Muchas noches tuve que ir con mi hermana hasta ese mismo parquecito para hacer cola con los vecinos cuando llegaba la pipa del agua.

Luego teníamos que subir los cubos con ayuda de una roldana hasta un tercer piso. Y mientras yo tiraba de la soga, miraba a hurtadillas a Supervielle con su fuente tan desierta como su calva.

El año pasado, camino del aeropuerto, pasé fugazmente en taxi por la Fuente Luminosa. En el "Bidé de Paulina" no vi ningún surtidor funcionando y supongo que los focos hace mucho están averiados. Estaba seca como la ubre de una vaca muerta, al igual que la fuente de la estatua ecuestre de Máximo Gómez, a la entrada del túnel. Cerca de allí está el Parque de los Enamorados con el calabozo de Martí y el Monumento a los Estudiantes de Medicina fusilados. En ese parque, allá por los años cincuenta, había una fuente ornamentada con delfines de mármol en la que nadaban varios manjuaríes. Hoy tampoco tiene agua y de los manjuaríes ya nadie se acuerda.

En la Plaza de la Catedral está el Callejón del Chorro, llamado así porque allí estuvo la primera conducción de aguas en tiempos de la Colonia. Allí hay una diminuta fuente o pila en forma de querubín. Pero es simbólica, nunca ha echado agua.

Que yo sepa, la revolución sólo ha inaugurado en nuestra capital una fuente, la "Fuente de la Juventud", allá por el Hotel Riviera, un bodrio que nunca suscitó mi admiración. En la zona actualmente turisteada de la Habana Vieja hay dos excepciones que confirman la regla. Tourisme oblige. Los leones de la Fuente de la Plaza de San Francisco ya no se mueren de sed. En la restaurada Plaza Vieja demolieron un horrendo parqueo subterráneo y en su lugar han colocado una fuente neoclásica. La vi echando agua, pero me llamó la atención que estuviera completamente enrejada. No recuerdo ninguna reja en los grabados antiguos de esta plaza. Parte del encanto de una fuente consiste en poder meter las manos o los pies en su pila, echarse agua en la cara, sentir las salpicaduras del surtidor, sobre todo en el trópico.

En Barcelona no hay ninguna fuente enjaulada, ni en Madrid, ni en París, ni en Roma… ¿Acaso la fuente habanera está aprisionada para evitar que los vecinos, con tanta escasez de agua, formen allí colas con sus cubos dando lugar a un espectáculo poco apropiado para los turistas?

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