Autor: Herminia D. Ibaceta
Soneto I
Canta el angel,... allá en el palmar,
entreteje su armiño la luna,
y una humilde y romántica cuna
de la Patria se erige en altar.
Un sol niño se va a galopar
los ribazos de un campo aceituna;
entonando su ritmo una a una,
se columpian las ondas del mar.
!Despertad!, ideales durmientes,
cual despiertan las mansas corrientes
de su sueño abismal y longevo,
!Despertad!, ancestrales montañas,
que de Cuba las verdes entrañas
han parido hombre auténtico y nuevo.
SONETO II
Su existencia quemó como el cirio
para darnos entera la luz.
Como Cristo, cargando la cruz,
caminó por la senda al martirio.
Cara al sol y al azul de su cielo,
coronada de albores la faz;
en el pecho una rosa de paz
empapando de púrpura el suelo.
No acalló sus palabras la muerte;
como dardos, el ámbito inerte
taladraron marcando la hora.
Los machetes las sombras tajaron
y una fúlgida estrella levaron
en el asta inmortal de la aurora.
SONETO III
Si supieras que triste y a solas
me debato entre el mar y la niebla;
de fantasmas mi tierra se puebla,
de fantasmas y sueños las olas.
Las campanas que agita el quebranto
van tañendo su verbo encendido,
y yo sigo, clavada al olvido,
no les basta el recuerdo de un canto.
Te esperamos, Apóstol, regresa.
hacen falta tu espíritu y brazo
conciliando la voz dividida.
Haz que tornen palabra en promesa
y anudados al mismo regazo,
entonemos un himno a la vida.
de la Patria se erige en altar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario