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lunes, 15 de diciembre de 2014

CUBA EN LA MEMORIA 11/09/2014 EL PARQUE CENTRAL –HABANA


Nota: Las fotos que ilustran esta publicación, son de las más antiguas que conozco. Consideré que eran más interesantes que ilustrar con otras más conocidas. En la superior, al fondo se puede observar el Morro y la antigua Cárcel, a la derecha el Teatro Villanueva. En la foto inferior, a la derecha se encuentra la fachada del Teatro Tacón.

(Publicado por D. Jácome)

El Parque Central está ubicado en las márgenes del centro histórico de la capital cubana, en la Habana Vieja y lo conforman las calles Prado, Zulueta, Neptuno y San José. Es el primer parque que se construyó fuera de las murallas, como continuidad del paseo de Isabel II, más tarde llamado del Prado o Martí. Pero no siempre fue tal como lo recordamos.
  En sus inicios fue solo una plazoleta arbolada en la Alameda de Isabel II, donde se erigió, en 1875, la estatua de dicha reina española que le dio su nombre al paseo. Al parecer, ya desde la segunda mitad del siglo XIX, se le conocía popularmente como “parque central” por su ubicación al centro de la ciudad, entre la Habana intramuros y extramuros. A lo largo de los primeros años de existencia, debido a su estratégica posición se convirtió en punto obligado de descanso y reunión para visitantes y pobladores. En poco tiempo se convirtió en el sitio más frecuentado por los habaneros, desplazando incluso a la Plaza de Armas, que hasta ese momento había disfrutado de la mayor popularidad.
  Con la urbanización de la zona, a finales del siglo XIX, el parque adquirió las actuales dimensiones y quedó finalmente definido por las calles que conocemos, separando los dos extremos del Paseo del Prado. Fue uno de los parques menos arbolados y de mayor proporción de pavimento. A finales de los años 20, con la construcción del Capitolio, desaparecería el tramo final del paseo, quedando solamente el que va desde el Malecón hasta la calle Neptuno. .
  Alrededor del parque estaban los teatros Tacón, Payret y Albisu, así como los cafés de la popular Acera del Louvre y el Hotel Inglaterra, el más antiguo de la ciudad, construido alrededor de 1875, todo lo que lo convertía en un centro importante para la sociedad habanera de la época.
  Con el comienzo de la etapa republicana, a principios del siglo XX, se convirtió en el corazón de la ciudad que, no obstante de su crecimiento hacia otras zonas, éste continuó siendo el más emblemático de sus espacios abiertos. Durante esta etapa se realizaron diversas obras de embellecimiento que lo dotaron de esculturas, fuentes y asientos de mármol. 
  Una vez concluida la dominación española, surge la lógica propuesta de erigir una estatua que sustituyera a la de Isabel II, y mediante una encuesta realizada entre la población habanera por el semanario “El Fígaro”, se determinó que fuera la del Apóstol José Martí. No me detendré en comentarles sobre el proceso para erigir este primer tributo levantado a su memoria y las características del monumento, porque ya dediqué una publicación con todos los detalles relacionados con el tema.
  A partir de la existencia del monumento, ubicado al centro del parque, obra de José Villalta de Saavedra y primera que se le erigió en Cuba, el carácter patriótico que adquirió el lugar lo convirtió, durante la época republicana, en el escenario de las más importantes ceremonias oficiales y de los desfiles escolares que se celebraban cada 28 de enero, en conmemoración del natalicio de Martí, así como escenario de asambleas políticas y protestas populares, especialmente en los períodos presidenciales de Gerardo Machado y Fulgencio Batista.
  En este período ocurrió el ultraje, a la estatua del apóstol, cometido por marines norteamericanos, lo que hizo intervenir a las fuerzas policiales para poder salvarlos de la indignación popular. Este hecho dio lugar a la “marcha de las antorchas” que a partir de entonces realizó el estudiantado, en la noche de cada 28 de enero, partiendo de la escalinata de la Universidad de La Habana hasta la base del monumento.
  Con el tiempo, el Parque Central se rodeó, aun más, de otros edificios importantes y significativos que formaron parte de las distintas etapas de su desarrollo. En una de sus diagonales se destacó el Capitolio Nacional, inaugurado el 20 de mayo de 1929 y que puede observarse, con su enorme cúpula y su escalinata, desde cualquier punto del parque. Frente al Capitolio se encuentra el Teatro Payret, uno de los más grandes de la ciudad y que anteriormente fuera un popular teatro. 
  También dos impresionantes construcciones con fines sociales, como lo fueron el Centro Gallego, levantado en 1915, que albergó en su interior al antiguo Teatro Tacón, con el nuevo nombre de Teatro Nacional; y el Centro Asturiano, inaugurado en 1928 sobre los restos de una construcción anterior en la que radicaban el Teatro Albisu y el Colegio Jovellanos, para hijos de sus socios. 
  Y todo un acontecimiento como lo fue el edificio de la Manzana de Gómez, construido para comercios y oficinas, con sus exclusivas galerías interiores que lo atravesaban diagonalmente. Sin olvidar los hoteles Inglaterra, Telégrafo y Plaza, considerados de gran renombre en la época.
  En cuanto a la jardinería y el trazado del parque, también mejoro mucho su aspecto. Un considerable aumento de canteros y árboles, donde destacan las 28 palmas reales, en alusión al día del natalicio del Apóstol. Se realizaron además nuevos senderos que desembocan en pequeñas plazas interiores, con bancos de piedra y canteros, y adornadas con fuentes y esculturas. Un detalle que quizás desconozcan son las ocho tumbas simbólicas, en forma de canteros o jardineras, como tributo a los estudiantes de Medicina injustamente fusilados el 27 de noviembre de 1871. 
  Sin dudas nuestro Parque Central es punto de encuentro y referencia para los cubanos, siempre vivo, porque es cruzado día a día en todas sus direcciones por miles de personas. Su verdadero espíritu, su esencia, es la gente que lo puebla día y noche, más allá de su historia, de sus fuentes y edificios que le rodean.
  Los que deciden sentarse a conversar, a descansar, a leer o simplemente a pasar el tiempo, lo hacen sentados en sus bancos, a la sombra de los árboles, y se están allí horas completas disfrutando del sonido del canto de los pájaros mezclado con el bullicio de transeúntes y el tráfico constante…

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