El Libertador Simón Bolívar, y el gran mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. |
René León
En Cuzco todavía perduraba el poder
español, siendo mandadas sus fuerzas por el Teniente General La Serna , Virrey del Perú. Era
la última posesión que le quedaba al rey absoluto Fernando VII de España. El
ejército lo componían 9,310 soldados que disponían de 11 cañones. Salen las
fuerzas españolas en busca de una victoria que volviera a dar a España el
poder. Van cruzando montañas y ríos. Los esperan 5,780 revolucionarios con un
solo cañón como única artillería, pero un coraje que vale más que todos los
cañones españoles y sus tropas. Las fuerzas patriotas estaban formadas por
hombres de Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Argentina. Al mando de ellas,
Bolívar había puesto a un oficial que había empezado su carrera a los 16 años;
su nombre, Coronel Antonio José de Sucre. El lugar escogido para sus tropas era
un altiplano a 3,535
metros sobre el nivel del mar, protegido por profundas
barrancas. Los españoles ocupaban parte de la cordillera de las montañas de
Condorcanqui. En la alborada del 9 de diciembre de 1824, ya el Sol se había
levantado, se oía la música de las bandas militares, el cielo se encontraba
gris, allá en el campo de batalla se veían los colores de los uniformes
militares. Ayacucho significa en la lengua quechua “el rincón de la muerte”.
Sucre se dirige a sus hombres, y les dice: “Hoy la suerte de América del Sur
depende de vosotros” Miles de voces le responden “Viva el Libertador” “Viva la República ”.
El general Sucre
y sus principales jefes dialogan con el general español Canterac y otros
oficiales que fue hasta el campo patriota con pañuelo blanco a capitular.
A las diez y media de la mañana
comienza el combate. Los españoles, creyendo que su superioridad va a lograr el
triunfo, no escatiman esfuerzos. Pero el valor de la oficialidad revolucionaria
y sus hombres vale más que la superioridad del enemigo. Resultan acorraladas
las fuerzas españolas, tomada su artillería en la ladera del Condorcunca. y
capturado el Virrey español.
Ya han pasado más de cien años de
la victoria. En su primer centenario, a las diez de la mañana del 9 de
diciembre de 1924, el día se presenta lleno de Sol, las nubes corren por el
inmenso cielo. En el cerro de Condorcunca, todo es alegría. Un pequeño grupo de
personas se reúne para celebrar el primer centenario. Mientras estos hombres
están reunidos allí, un poco más lejos, en Lima, se conmemora la efeméride.
Delegaciones de más de 40 países
han sido invitadas a rendir homenaje a los héroes del Ayacucho, la batalla que
selló la independencia de los países suramericanos. El sueño de todos aquellos
valientes hombres: Bolívar, Sucre, San Martín, Córdoba, era unir los pueblos y
voluntades contra el egoísmo, y liberarse de la monarquía española.
La tres veces coronada “Ciudad de
los Reyes”, como fue llamada en 1535 por su fundador don Francisco Pizarro, el
Cuzco había sido el asiento del Imperio de los Incas.
La conmemoración da comienzo en la histórica
Catedral de Lima, donde reposan los restos de Pizarro. En los primeros actos de
la celebración se cantó un “Te Deum” y
el himno de Ayacucho. Componían el grupo
de cantantes cien artistas traídos especialmente de Roma. Su canto era como el
eco del grito de libertad de los
soldados en Condorcunca. Los recintos de la catedral estaban llenos de
extranjeros, representaciones de diferentes países, periodistas. Afuera, en la Plaza de Armas, el pueblo se
aglomeraba. La caballería del ejército, más vistosa que nunca, se alineaba en
formación. Las bandas militares preparaban sus instrumentos. El Presidente de la Nación , Augusto B. Leguía,
presidía el desfile.
Los balcones de las casas cercanas todos
habían sido adornados con flores y banderas del Perú. La ciudad estaba de gala.
El olor de las flores llegaba de los alrededores. Bellas mujeres en los
balcones esperaban el inicio del desfile, en la ciudad de altas azoteas y
torres. Las campanas de las iglesias cercanas anunciaban un día de grandeza.
Todo se iba sucediendo en armonía y orden. Era el homenaje de esa gran nación a
los héroes de Ayacucho. Las figuras de Bolívar y Sucre, se erguían invictas,
veneradas.
Bello el articulo del senor Leon, todo que escribe tiene un fondo que anima aquellos que np comprendemos la historia, pero el y el senor Soto, le dan mas valor historico a la historia de la America Hispana.
ResponderEliminarVIVA LA AMERICA HISPANA.
Ivan Rodriguez
Charleston, SC
Muy interesante el articulo sobre la batalla de Ayacucho. No habia leido nada tan bien detallado.
ResponderEliminarGracias
Arnold Vilegas
Rock Hill, SC