Blanca M. Segarra, Editorial Voces de Hoy, Miami, 2010.p.31-33
(Extractado)
“La poetisa chilena Gabriela Mistral al leer los Versos Sencillos de José Martí dijo que eran los versos más hermosos que había leído en español. Martí era el Rey Midas de la literatura, todo lo que escribía, novelas, poemas, versos no los convertía en oro, los llenaba de riqueza literaria, otorgándoles la cualidad de inmortales. Tendríamos tantos ejemplos que señalar, ya que su obra fue gigantesca, pero basta con nombrar La Edad de Oro, libro hoy capaz de llenar de amor y ternura el corazón de cualquier niño, aun de los que tuvieran carencia afectiva. En sus páginas se encuentran bellos poemas, interesantes relatos, pero por sobre todas las cosas: mucha enseñanza con mucho más amor.
Estando Martí en la ciudad de Tampa en Estados Unidos, brindó por Cuba, y ya en su patrio suelo, quiso hacer honor a ese brindis luchando en la campiña. No le bastaba defenderla con la pluma, deseaba hacerlo totalmente como dijo en su verso más profético:
No me pongan en lo oscuro
A morir como un traidor:
¡Yo soy bueno, y como bueno
Moriré de cara al sol!
Subió montañas, anduvo por inhóspitos caminos con las ropas ya harapientas y los zapatos rotos, durmiendo en el suelo, y su felicidad era tanta a pesar de haber abandonado todo por su lucha, que no podía silenciarla y disfrutarla él solo. En carta privada a Carmen Miyares el 16 de mayo, antes de morir, compartió su dicha en estas líneas:
Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo de mi propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decir que llegué al fin, de mi plena naturaleza; y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriaga de dicha con dulce embriaguez. Solo la luz es comparable a mi felicidad.
En Dos Ríos, un 19 de mayo de 1895, se regó su patrio suelo con su sangre bravía y el cristal de su corazón se fragmentó en cascada de diamantes abonando la tierra.
Nunca estuve en Dos Ríos, me hubiera gustado rendirle homenaje, allí, donde creo la tierra debe tener una energía única como único era el corazón que desgarrado en diminutos pedazos la nutrió.
Se dice en metafísica que el Templo de la Llama o Rayo Violeta, que es el de la transmutación del karma, se encuentra situado sobre la isla de Cuba, Martí era tan puro que seguramente no reencarnó más, e imagino debe estar en ese templo contemplando su amada isla, esperando el momento de purificarla.
¡Cuba, cómo se necesita al Apóstol, al poeta, al hombre amor!
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