René León
Por lo que
se ha podido averiguar, Hernando de Soto dejó unos cuantos hijos, en Perú,
Nicaragua, les legó no mucho pero los salpicó con algo de su fortuna, no muy
extensa, pero algo es algo. Como vamos a ver, nos basamos en informaciones
tomadas de diferentes autores de esa época. Al otorgar testamento en La Habana , antes de iniciar su
viaje a La Florida :
400 ducados “a un muchacho que dizen que es mi hijo que se llama Andrés de
Soto”, 1.000 ducados “ a una hija que dejé en Nicaragua que se dize doña María
de Soto, casada con Hernán del Solar y Taboada [José de Rújula y de Ochotorena,
marqués de Ciadoncha, en su libro El
Adelantado Hernando de Soto, Badajoz, 1920].
Aparece
otra hija que tuvo, a la que él menciona en dicho testamento (otorgado en La Habana ), llamada doña
Leonor de Soto, con la princesa india doña Leonor Coya, nombrada en su idioma
Yunga Ñusta Toctochirbo, hija de Huaynacapac, Señor de los reinos del Perú, y
de Chumbe Illaga, Señora del Valle del Inca. Que era hijo del Gran Tupa Inca
Inpangui, el último emperador legítimo del Perú.
En el
libro Nobiliario de Conquistadores de
Indias aparece el Real Decreto, dado en Valladolid, el 9 de mayo de 1545,
por el que se les concede a los hermanos de Leonor -pero no a ella- don Gonzalo Uchu Gualpa y don Felipe
Tupa Inca Inpangui, y sus descendientes, escudo de armas, “como personas del
Gran Tupa Inca Inpangui, Reyes y Señores nuestros que fueron de esos dilatados
Reinos y provincias”.
En el
libro de Del Solar y Ciadoncha, El
Adelantado Hernando de Soto, ellos dicen: “hera moça muchachota de hasta
veinte e dos años e que auía sido mujer de Atabalipa el qual murió y al dicho
tiempo quel dicho don Hernando de Soto la huvo que se la dio Tabalipa el linga
que hizo el marqués don Francisco Pizarro en caxamalea después de muerto
Atabalipa hera soltera y por tales solteros eran unidos”. Soto la bautizó y le
dio el nombre de su madre Leonor Arias Tinoco.
Eugenio
Ruidíaz y Caravia, en su libro, La Florida , su conquista y colonización por Pedro
Menéndez de Avilés, Madrid, 1893,
dice que la fortuna de Soto no era tan grande como dicen otros autores: “no
debía de ofrecer grandes atractivos para el infatigable guerrero, cuando
resolvió lanzarse a nuevas aventuras y realizar una expedición a La Florida , donde tantas, y
con éxito tan desgraciado (éxito desgraciado que Soto no podía ignorar) se
habían llevado a cabo”.
Sin embargo, no dejó ningún heredero en su
matrimonio con Doña Isabel de Bobadilla.
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