Tomado de Wikipedia
La batalla
de Annual (episodio conocido en la historiografía española comoDesastre
de Annual) fue una grave derrota militar española ante los rifeñoscomandados por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, que supuso una
redefinición de la política colonial de España en laGuerra del Rif.
La
crisis política que provocó esta derrota fue una de las más importantes de las
muchas que socavaron los cimientos de la monarquía liberal de Alfonso XIII. Así, los problemas
generados por Annual fueron causa directa del golpe de Estado y ladictadura de Miguel Primo de Rivera.
El 12 de febrero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre tomó posesión del
cargo de Comandante General de Melilla. Con la idea de llegar
hasta la bahía
de Alhucemas,
centro de operaciones de la tribus rifeñas más belicosas, en enero de1921 empezó el avance para
acabar con la escasa resistencia existente. La empresa era arriesgada, ya que
los soldados españoles, en su mayoría procedentes de reclutas forzosas, estaban
muy poco entrenados, mal pagados y alimentados, pésimamente armados (con fusiles y artillería pesados y
anticuados) y peor calzados (abarcas y alpargatas), se desmoralizaban enseguida
y tenían verdadero pavor a los rifeños. Había asimismo serios problemas
de corrupcióntanto
a nivel de intendencia y oficialidad como
entre la tropa, que vendía sus propios fusiles y municiones a los rifeños.1
Sin
embargo, entre mayo de 1920 y junio de 1921 Silvestre protagonizó un espectacular
progreso, rápido e incruento: avanzó 130 kilómetros sobre el Rif en un total de
24 operaciones, estableciendo 46 nuevas posiciones sin apenas sufrir bajas;2 ocupó Tafersit,
adelantó el frente hasta el río Amekrán y obtuvo la
sumisión de las cábilas de Beni Ulixek, Beni Said y Temsaman,
llegando a acuerdos con sus cabecillas, ofreciéndoles dinero a cambio de su
amistad. Todos en España creían que por fin se alcanzaría la bahía de Alhucemas y finalizaría la
sangría de Marruecos.
Pero
tal ilusión pronto se derrumbó de manera cruenta. Silvestre había cometido el
error de no desarmar a las tribus rifeñas cuya lealtad había comprado, y
precisamente por esto extendió mucho más de lo prudente sus líneas de abastecimiento.
Las fuerzas de la comandancia de Melilla se distribuyeron entre nada menos que
144 puestos y pequeños fuertes o blocaos, a lo largo de 130
kilómetros de zona ocupada, con una parte de ellos dedicados, además, a tareas
puramente burocráticas. Los blocaos se situaban siempre aprovechando los
lugares altos, pero a pesar de que desde estas posiciones se podían dominar
amplias zonas, normalmente no había agua, lo que obligaba a ir a por ella con
reatas de mulas periódicamente, a
veces a diario (conocidas entre los soldados como "aguadas"). La
distancia entre estos emplazamientos era variable, de 20 a 40 kilómetros, según
el terreno, y con fuerzas tan repartidas no era posible hacer frente de manera
eficiente a un ataque del enemigo. Las condiciones de los soldados, ya de por
sí malas, eran pésimas en los blocaos. Los suministros escaseaban, durante el
día hacía mucho calor y por la noche mucho frío. Las ratas y los piojos eran habituales en
fortificaciones y campamentos.
Así
las cosas, en mayo de 1921, el grueso del ejército español estaba en el
campamento base instalado en la localidad deAnnual. Desde allí Silvestre
esperaba realizar el avance final sobre Alhucemas. Entre Melilla y este
campamento había tres plazas fuertes separadas unos 31 km entre sí, y en torno
a él un anillo formado por otros pequeños fortines, cada uno con una guarnición
que variaba entre 100 y 200 soldados. En la costa se habían ocupado las dos
posiciones de Sidi Dris, cercana a la desembocadura del río Amekrán, y Afrau,
algo más a retaguardia.
Hasta
este punto apenas se había disparado un solo tiro, aunque se guardaban las
distancias con las tribus hostiles, y en las pequeñas escaramuzas que se
producían apenas sí hubo algunas bajas.
A
finales de mayo, una delegación de la cabila de los Tensamán convenció
a Silvestre para que cruzara el río Amerkan y estableciera una
posición en el monte Abarrán, en contra de las
órdenes de su jefe, el Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenguer.
Mapa
con los combates entre españoles y tropas rifeñas en Marruecos que dieron como
resultado el Desastre de Annual
Un
contingente de 1.500 hombres, al mando del comandante Villar, llegó a la
posición la mañana del 1 de junio de 1921,
estableciendo una base fortificada. Al mando de la posición quedó el
capitán Juan Salafranca Barrio, cuyas fuerzas
consistían en la harkaamiga de Tensamán, unos 200 policías
indígenas y 50 soldados españoles, y Villar se volvió a Annual. Cuando los
rifeños comenzaron el ataque a las 18:00, la harka de Tensamán
se les unió, así como muchos de los policías rifeños. Los españoles sufrieron
141 bajas,3 incluyendo a todos
los oficiales, a excepción del teniente de artillería Diego Flomesta Moya, al que los rifeños
dejaron vivo para que arreglase los cañones y les enseñase a usarlos, negándose
a ello, lo mismo que a ser curado de sus heridas, y a comer, por lo que murió
de hambre en cautividad el 30 de junio.4
Decidido
por el éxito, Abd el-Krim dirigió
entonces sus tropas contra la posición costera Sidi Dris,
a la que llegó la madrugada del día siguiente, 2 de junio. Sidi Dris fue asaltada
durante 24 horas, siendo rechazados por la defensa realizada por el
comandante Julio Benítez Benítez, que tuvo 10 heridos (él
mismo incluido), por 100 rifeños muertos.5
A
pesar del fracaso de Sidi Dris, la toma de Abarrán demostró a los rifeños la
vulnerabilidad de los españoles. Abd el-Krim no dudó en exhibir los cañones y
el material tomados, convenciendo a los rifeños que unidos podrían derrotar a
Silvestre y obtener un gran botín, de modo que en pocos días los efectivos de
su harka pasaron de 3.000 a 11.000 hombres.
Silvestre,
creyendo que se trataban de acciones aisladas, no adoptó ninguna medida
especial. Ocupó en respuesta Igueribenel 7 de junio de 1921,
manteniendo de ese modo una posición adelantada entre Izumma y Yebbel
Uddia, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado
sur. Después marchó a Melilla, para entrevistarse con su superior, el Alto
Comisario Berenguer, y solicitarle refuerzos, municiones, víveres para la
población y dinero para comprar a los rifeños antes de iniciar la ofensiva
final.
El 17 de julio Abd el-Krim, antiguo funcionario de la
Administración española en la Oficina de Asuntos Indígenas en Melilla, al mando de la cabila de los Beniurriagel (Ait Waryagar), y con el
apoyo de las tribus cabileñas presuntamente aliadas de España, lanzó un ataque
sobre todas las líneas españolas.
Igueriben,
guarnecida por 350 hombres bajo el mando del comandante Benítez, el defensor de
Sidi Dris, no tardó en quedar sitiada. El 17 de julio Abd el-Krim inició
el asalto, y la posición cayó el 22 de julio. Durante cinco días, y a
pesar del esfuerzo heroico de tres columnas de refuerzo,6 los españoles
habían sido incapaces de auxiliar la posición de Igueriben, fracaso que hizo
cundir la desmoralización entre las tropas de Annual.
Tras
estos sucesos se concentró alrededor del campamento gran cantidad de fuerzas
rifeñas, mientras que la moral del ejército español caía por los suelos. Al
comenzar el asedio de Igueriben había unos 3.100 hombres presentes en Annual.
Al cabo de dos días se incorporaron 1.000 más, y dos días después llegaron
otros 900 de refuerzo. Así pues, el 22 de julioAnnual acogía a unos
5.000 hombres (3.000 españoles y 2.000 indígenas), con una fuerza de combate de
3 batallones y 18 compañías de infantería, 3 escuadrones de caballería y 5
baterías de artillería. Sobre ellos iban a lanzarse unos 18.000 rifeños7 bajo el mando de
Abd el-Krim, armados con fusiles8 y espingardas.
El
empresario Horacio Echevarrieta y el líder
rifeño Abd el-Krim, durante
la reunión que mantuvieron ambos en 1923.
Primeras informaciones delDesastre
de Annual:
Entró el general (Silvestre) en
Igueriben, y los rebeldes (que indudablemente vieron entrar el grupo y
supusieron que se trataba de Silvestre) se lanzaron con premeditada táctica y
con imponderable furia, logrando cercar. El general decidió la retirada, y
con las fuerzas se retiró a Annual; pero bien pronto vio que el retroceso
había sido inútil y que se imponía una retirada más completa de la primera
línea.
Entonces lanzó mensajes radiofónicos a Tetuán y a Ceuta, que algún barco recogió y reexpidió a Madrid, declarando que se hallaba en situación desesperada y anunciando que, bajo su responsabilidad, ordenaba la evacuación de todas las posiciones avanzadas con la consigna de que las fuerzas se reunieran en el campamento de Dar-Drius. Se emprendió, pues, el repliegue general y, en su primera parte fue ordenado y, relativamente, con poco fuego; pero el enemigo, advertido del movimiento, se lanzó impetuosamente sobre algunas compañías peninsulares y sobre los grupos de Regulares. ¿Aguantaron todos estos con la debida cohesión? ¿Hubo vacilaciones o, lo que es peor, defecciones? Esto se aclarará en las informaciones. (...)
Terminaba el repliegue y el general Silvestre seguía en la
posición Annual, cercada por los Beni Urriaguel. En persona fue ordenando el
desfile de las últimas secciones. Parece que se le hicieron algunas
indicaciones; pero se resistió a dejar aquel sitio.
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El
campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un
día de combate, pero carecía de reservas de agua. El general Silvestre,
consciente de la imposibilidad de defender la posición, acordó con sus
oficiales la evacuación del campamento. Sin embargo, a las 3:45 del día 22
llegó un mensaje de radio del Alto Comisario Berenguer, prometiendo la llegada
de refuerzos desde Tetuán. Una hora más tarde el general Silvestre comunicó de
nuevo a Berenguer y al Ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, su desesperada
situación y su decisión de tomar urgentes determinaciones.
Al
rayar el alba tuvo lugar una segunda reunión de oficiales, en la que Silvestre
dudó entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos. Las
dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas
rifeñas de unos 2.000 hombres cada una. Ante esta información, el general ordenó
evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y
Dar-Drius, posición esta última, que reunía las características para albergar
gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.
La
retirada comenzó a las 11:00 horas: había dos convoyes, uno para retirar los
mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el
armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, que dominaban los
caminos de huida ya habían sido tomadas por los rifeños. La gran mayoría de los
policías indígenas que las defendían se pasaron al enemigo, matando a sus
oficiales españoles.9 De modo que cuando
las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a recibir disparos.
En ese momento comenzó el caos: los dos convoyes de evacuación se mezclaron sin
ningún tipo de orden de hombres, mulos y material. En medio de la confusión,
los oficiales perdieron el control de la situación. Sin nadie que cubriera su
retirada, los hombres trataron de ponerse a cubierto de las balas corriendo
hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser
abandonados; muchos oficiales escaparon ajenos a su deber, y la retirada
ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los
rifeños.
Oficiales
liberados tras las gestiones de Echevarrieta: De i. a d. Col. Araujo,General Navarro, TCol. Manuel López Gómez, TCol. Eduardo Pérez
Ortiz yCte. de Cab. José Gómez Zaragoza.
Algunos
oficiales y unidades mantuvieron la calma y lograron ponerse a salvo con un
número de bajas relativamente pequeño; pero, en su inmensa mayoría, los
soldados salieron a la carrera y en completo desorden. El desastre pudo haber
sido mayor si los Regulares al mando del
comandante Llamas no hubiesen resistido en las alturas del sur. Ello dio tiempo
a los huidos para pasar por el angosto paso de Izumar, evitando así una muerte
segura a manos de los rifeños. Los Regulares se replegaron por escalones,
retrocediendo monte a través en paralelo a la carretera, sin mezclarse con la
riada de soldados en fuga. Silvestre, que aún estaba en el campamento cuando
comenzó el desastre, murió en circunstancias no esclarecidas, y sus restos
nunca fueron encontrados. Mientras una versión dice que, al ver el desastre, fue
a su tienda de campaña y se voló la cabeza, otra versión dice que fue abatido a
tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que
trataban de defenderse. Una última versión cuenta que sus impropias últimas
palabras, dirigidas a sus hombres en estampida, fueron: ¡Huid, huid,
que viene el coco...!10
En
las cuatro horas aproximadas que duró el desastre murieron un total aproximado
de 2.500 españoles, a los que hay que sumar los ocupantes, 1.500 en total, de
las posiciones de Talilit, Dar Buymeyan, Intermedias B y C, Izumar, Yebel
Uddia, Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de Nador, Halaun y Morabo de Sidi
Mohamed, todos muertos. Quedaron 492 prisioneros españoles de los que
sobrevivieron 326. Algunos de ellos fueron liberados al comienzo de la misión
de rescate llevada a cabo, entre otros, por los miembros de la Delegación de
Asuntos Indígenas Gustavo de Sostoa y Luis de la Corte Lujan; los demás cautivos
fueron liberados finalmente el 27 de enero de 1923, tras las negociaciones
llevadas a cabo conAbd
el-Krim por
parte de Horacio Echevarrieta, a cambio de
80.000 duros de plata.
Las
pocas fuerzas que pudieron salir vivas, bajo el mando del general Navarro,
segundo jefe de la Comandancia de Melilla, retrocedieron hasta Dar Drius,
posición bien fortificada y con agua disponible. Sin voluntad de resistencia,
creyendo que todo estaba perdido, se replegaron hacia Barbel y Tistuin. En la
marcha, al llegar al río Igan, se produjo una nueva huida de oficiales, seguida
de la estampida de sus tropas. En medio de aquella desbandada, el Regimiento de "Cazadores
de Alcántara", 14 de Caballería, mandado por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, hermano del
futuro dictador, trató de proteger la
retirada enfrentándose a las oleadas de indígenas primero con sus
ametralladoras y después con sucesivas cargas de caballería. Su sacrificio fue
enorme, pues de los 691 jinetes que lo componían, 471 murieron, lo que supuso
un 80 por ciento de bajas. Pero gracias a su acción muchos soldados que huían
tuvieron tiempo de ponerse a salvo.10 11 El teniente coronel
Primo de Rivera recibió a título individual la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración
militar española, y en 2012 el Consejo de
Ministros concedió la Laureada Colectiva al Regimiento,12 siendo entregada
por Juan Carlos I de España el 1 de octubre de
2012.13
Finalmente,
tras seis días de agotadora marcha, alcanzaron el campamento de Monte Arruit, una posición más
difícil de defender pero más fácil de socorrer que Dar-Drius. Aquí, los 3.017
hombres de Navarro intentarían recomponerse, pero pronto Monte Arruit fue
también cercado, y cortados sus suministros. El 2 de agosto cayó Nador,
siendo su guarnición la única que, tras rendirse, fue respetada por los
rifeños. Con la caída de esta plaza quedó sentenciado el destino tanto de Monte
Arruit como de Zeluán,
asediada desde el 24
de julio.
Ésta se rindió el 3
de agosto,
siendo los supervivientes asesinados, y los oficiales, el capitán Carrasco y el
teniente Fernández, quemados vivos.14
Navarro
desistió de intentar una huida desesperada hacia Melilla, negándose a abandonar
a sus heridos. Al agotamiento físico había que sumar la desmoralización de la
tropa, en algunos momentos al borde de la insurrección, y la carencia de agua
(sólo tenían los bloques de hielo que dos aviones dejaban caer sobre la
posición). El 31
de julio una
granada destrozó el brazo de Primo de Rivera, que fue operado sin anestesia, y
murió el 5
de agosto por
causa de la gangrena. Vistas las condiciones,
el general Berenguer, Alto Comisario de España en el protectorado, autorizó la rendición
formal el 9
de agosto,
a pesar de que ese día llegó de la Península un refuerzo de 25.000 soldados. Se
pactó con los rifeños la entrega de las armas a cambio de respetar la vida de
los soldados. Una vez aceptadas las condiciones por los hombres de Abd el-Krim,
los españoles salieron de la posición y amontonaron sus armas. Los heridos y
enfermos comenzaron a alinearse en la puerta del fuerte, preparándose para la
evacuación. Pero cuando se dio la orden de partir, los rifeños atacaron a los
indefensos españoles, degollando a casi todos. Sobrevivieron 60 hombres de los
3.000 que se refugiaron allí, y salvó la vida el general Navarro de casualidad.
Los cadáveres fueron recogidos y enterrados en los cementerios de Monte Arruit,
Zeluán y Melilla por los Hermanos de La Salle, quienes, además, instalaron en
su colegio (situado en el Cerro de Santiago) un hospital que permitió a Cruz
Roja curar y atender a los soldados heridos.15
Cadáveres
encontrados en Annual
Pronto
corrió la noticia de la victoria rifeña, y tanto las cabilas como parte de las
fuerzas marroquíes al servicio de España se sumaron a la guerra santa
proclamada por Abd el-Krim.16 Ninguna ayuda llegó
desde Melilla, situada a unos 40 km, y así las pocas unidades que aún
conservaban la disciplina se vieron obligadas a retirarse bajo el constante
acoso enemigo hasta Melilla. Se produjo así una espantosa retirada en la que los
rifeños asesinaron y torturaron a los heridos, enfermos y a la población civil
dejada atrás.[cita requerida] Las
guarniciones de las posiciones murieron tras duros combates. Lograron escapar
vivos los defensores de Afrau, rescatados por la Armada y el destacamento
de Metalsa, que logró llegar a las posiciones francesas de Hassi Ouzenga tras
perder dos terceras partes de sus efectivos. En Dar Quebdana, el comandante
pactó la rendición, pero en cuanto ésta tuvo lugar él y sus hombres fueron
descuartizados.
Tan
terrible derrota se saldó, según el expediente Picasso, con 13.363 muertos
(10.973 españoles y 2.390 indígenas), por sólo 1.000 rifeños. No obstante, las
cifras seguramente fueron inferiores, ya que los registros eran a menudo
hinchados para cobrar más soldadas y recibir más suministros. El comandante
Caballero Poveda17 calculó el total de
bajas españolas en 7.875 hombres. Indalecio Prieto calculó en 8.668 los
españoles muertos o desaparecidos en octubre de 1921. Por último, Juan Tomás
Palma Romero18 estimó en 8.180 los
muertos o desaparecidos. En todo caso, había tantos cadáveres que se decía que,
del segundo día en adelante los buitres sólo comían de comandante para
arriba. A las pérdidas humanas se añadieron las de material militar (20.000
fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones, aparte de municiones y pertrechos) y
la destrucción de las infraestructuras (líneas férreas y telegráficas,
hospitales, escuelas, cultivos, etc.) construidas con el dinero y el esfuerzo
español a lo largo de 12 años.
El
desastre de Annual provocó una terrible crisis política. El gobierno de Allendesalazar se
vio obligado a dimitir, y en agosto de 1921, el rey Alfonso XIII encarga a Antonio Maura formar un gobierno
de concentración nacional del que formaron parte todos los grupos políticos.
Este gobierno estuvo dividido entre quienes deseaban una intervención más
decidida en Marruecos y los partidarios del abandono. Llegó a decir Indalecio Prieto en las Cortes:
Estamos en el periodo más agudo de la
decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin
atenuantes, del ejército español.
El
ministro de la Guerra ordenó al general Juan Picasso elaborar un informe
conocido como Expediente Picasso, en el que, a pesar de diversas
acciones obstructivas, se señalaban múltiples errores militares, calificando de
negligente la actuación de los generales Berenguer (Alto Comisario) y Navarro
(2º Jefe de la Comandancia General de Melilla) y de temeraria la del general
Silvestre.
Quedaban
desestimados los testimonios infundados de que el Rey había animado, con el
telegrama: "Olé los hombres", la penetración irresponsable de
Silvestre hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada
en la retaguardia.
Pero
la crisis política continuaba. El gobierno de Maura cayó en marzo de 1922 y
tras él los gobiernos de Sánchez Guerra y García Prieto. Antes de que el
informe Picasso se debatiera en el Pleno de las Cortes, el general Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de
Estado el 13 de septiembre de 1923, decidido a poner fin a
la deriva política.
Con
respecto al Rif, Abd el-Krim extendió su dominio por todo el protectorado
español, creando la República del Rif, que llegó en 1924 a la cumbre de su
poder. Sin embargo, su éxito y sus ataques al Marruecos francés determinaron el
giro de la política de Primo de Rivera, hasta entonces pasiva y de contención,
frente al problema del Rif. España se entendió con Francia para hacer frente
común a los rifeños y pasó a la ofensiva. Con el éxito rotundo del Desembarco de Alhucemas, en 1925, Primo de
Rivera obtuvo una posición fuerte que le permitió pacificar la zona en menos de
un año y restituir la autoridad española en el Protectorado.
Las
primeras obras significativas sobre el desastre de Annual fueron publicadas al
año escaso de la derrota. Las más destacadas fueron Las
responsabilidades del desastre, Ecce Homo, Prueba documental y apuntes inéditos
sobre las causas del derrumbamiento y consecuencias de él, de Víctor Ruiz Albéniz, y Del desastre
al fracaso. Un mando funesto, deFrancisco Hernández Mir, ambas publicadas en
Madrid en 1922. Cabe destacar así mismo
la obra del teniente coronelEduardo Pérez Ortiz 18 Meses de
Cautiverio. De Annual a Monte-Arruit. Crónica de un testigo en la que
describe su experiencia durante el Desastre y el posterior cautiverio.
La
dictadura de Primo de Rivera relegó los sucesos de Annual a un segundo plano.
Aun así, la obra de Carlos Hernández de
Herrera y Tomás García Figueras Acción de España
en Marruecos (2 vols., Madrid, 1929-1930) explicaba el desastre de
Annual con una solidez documental y una minuciosidad extraordinarias. Aún hoy
día es considerado uno de los mejores y más detallados trabajos acerca de la acción
española en el Protectorado marroquí.
El
Desastre de Annual fue un tema de importancia para la narrativa. En 1928 se publicó la obra
de José Díaz Fernández El blocao, y
poco antes de la caída de Alfonso XIII vio la luz la célebre novela Imán, de Ramón J. Sender (Madrid, 1930),
quizá el relato más estremecedor y terrible de la tragedia del ejército
español. En 1939 se publicó, en
inglés, la famosa trilogía autobiográfica de Arturo Barea, La forja de un
rebelde, en cuyo segundo tomo se recogen las experiencias del autor,
sargento de Ingenieros, durante su servicio militar en África entre 1920 y
1924.
Durante
la dictadura franquista, las referencias
históricas a la batalla fueron escasas y, en último término, justificadoras.
Así ocurría en los casos de la obra del duque de Maura y Melchor Fernández Almagro, Por qué cayó
Alfonso XIII. Evolución y disolución de los partidos históricos durante su
reinado (Madrid, 1948), y la extraordinaria recopilación documental
de Manuel Galbán Jiménez sobre las causas
del desastre de Annual: España en África. La pacificación de Marruecos (Madrid,
1965). Las escasas obras que hicieron frente a la interpretación oficial del
régimen procedieron del exilio republicano: España y
Marruecos, de Indalecio Prieto (Toulouse,
1956), La España de mi vida. Autobiografía, de Ángel Ossorio y Gallardo, (Buenos Aires, 1941),
y La pequeña historia, de Alejandro Lerroux (Buenos Aires,
1945), también Ricardo Fernández de la
Reguera ySusana March le dedicaron un
volumen en sus episodios Nacionales contemporáneos llamado El Desastre
de Annual.
1.
Volver arriba↑ Arturo Barea, en La ruta (segundo
libro de la trilogía La forja de un rebelde), refiere en varios
lugares episodios de corrupción entre jefes, oficiales y suboficiales
españoles.
3.
Volver arriba↑ 25 muertos o desaparecidos (6
oficiales, 18 soldados españoles y 1 soldado indígena) 59 heridos (24 soldados
españoles y 35 soldados indígenas) y 76 desertores o desaparecidos indígenas.
4.
Volver arriba↑ Por todo ello se le concedió a título
póstumo la Laureadapor
Real Orden de 23
de junio de
1923.
7.
Volver arriba↑ Caballero Poveda, Fernando. La
Campaña del 21 en cifras reales (I) y (II), en: revista
"Ejército", Nº 522 y 523. Madrid, 1984.
12.
Volver arriba↑ «Concedida la Cruz
Laureada de San Fernando al Regimiento Alcántara» (en español). Ministerio de Defensa de España (1 de junio de
2012). Consultado el 4 de junio de 2012.
13.
Volver arriba↑ «El Rey otorga la máxima
condecoración a los héroes olvidados de Annual» (en español). Libertad Digital (1 de octubre de
2012). Consultado el 1 de octubre de 2012.
15.
Volver arriba↑ InfoMelilla.com: "La
Salle de Melilla camina a su primer siglo al servicio de los escolares"
(14 de marzo de 2011)
16.
Volver arriba↑ Con el alzamiento contra España de
las cabilas de Beni Uleixec, Gueznaia, Beni Said y M'talza, casi todo el
territorio oriental del Protectorado quedó en manos rifeñas.
17.
Volver arriba↑ La Campaña del 21 en cifras reales (I)
y (II). Revista"Ejército". Nº 522 y 523. Madrid, 1984.
Fuentes primarias
·
Pérez Ortiz, Eduardo (2010). 18
Meses de cautiverio. De Annual a Monte-Arruit. Crónica de un testigo.
Colección Leer y Viajar Clásico. Editorial Interfolio. ISBN 978-84-936950-9-5.
Fuentes secundarias
·
La Porte
Fernández-Alfaro,
Pablo (2003). El desastre de Annual y la crisis de la Restauración en
España (1921-1923). Alcalá de Henares, UCM. Disponible online en: [5] (22'28 Mb), [6] (13'53 Mb) y [7] (22'72 Mb).
Novelas
·
Barea, Arturo (2012 (4ª
ed.)). La forja de un rebelde. Barcelona: Debolsillo. ISBN 978-84-9793-948-5.
Otros
·
Carrasco García, Antonio (1999). Annual
1921 Las imágenes del desastre. Madrid: Almena Ediciones. ISBN 84-96170-20-9.
·
Francisco, Luis Miguel
(2005). Annual 1921, crónica de un desastre.
·
Leguineche
Bollar,
Manuel (1996). Annual
1921: el desastre de España en el Rif. Madrid: Ed. Alfaguara. ISBN 84-204-8235-8.
·
Losada, Juan C. (2006). Batallas
Decisivas de la Historia de España. Punto de Lectura. ISBN 84-663-6845-0.
·
Palma Moreno, Juan T. (2001). Annual
1921 : 80 años del desastre. Madrid: Almena Ediciones. ISBN 84-930713-9-0.
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