22 Martes Mar 2016
Posted Costumbres, Cultura cubana
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Publicado por Derubín Jácome
En más de una ocasión he comentado sobre la bien merecida fama de bailadores que tenemos los cubanos, de los muchos sitios en que se podía ir a bailar e incluso sobre ritmos, canciones, intérpretes y músicos cubanos, y como llevo tiempo sin que dedique una publicación a este tema, hoy les comento sobre el zapateo.
El “zapateo cubano”, según muchos autores, es un baile cubano de origen español y se afirma que surgió en las zonas rurales, por lo que es lógico se considere música “campesina”. De hecho, en Cuba, recuerdo que solo se interpretaba en algunos programas de este género, como el clásico “Palmas y Cañas”. Y sin pretender hacer una tesis sobre este baile, pues no quiero aburrirles, les comento sobre el mismo.
Se cree que desde 1550, los primeros colonizadores empezaron a desarrollar en la Isla una afición por bailes que tenían como principal atractivo el arrastrado de los pies o zapateado. De posible procedencia andaluza, se asegura provenía de algunas danzas de influencia celta en Europa. Otros historiadores e investigadores le atribuyen una raíz canaria.
Alejo Carpentier en su libro “La música en Cuba”, considera que los primeros indicios de la aparición del zapateo en la Isla, datan de principios del siglo XVIII, aunque no fuera hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando alcanza su mayor auge. También afirma que no se convierte en un baile representativo de la cultura cubana, hasta las primeras dos décadas del siglo XX.
En un artículo de la revista “La Charanga” Tomo 2, Núm. 21-25 publicada en La Habana en Octubre de 1858, encuentro:
“…al oírlo se entusiasman y alegran de tal manera que olvidando una sus desventuras y el otro su elevada posición social, se ponen, sin dárseles un bledo por el qué dirán, a bailar el zapateo, entonces, todo el mundo se arrebata…”
En cuanto a considerar su surgimiento en las zonas campesinas, el musicólogo cubano Rolando Antonio Pérez expone que durante los siglos XVI, XVII y XVIII se manifestó en Cuba una tendencia hacia el poblamiento de las zonas interiores y hacia la ruralización de rasgos hispánicos… “que antes tuvieron por sede las ciudades”.
Es decir, que el proceso de evolución del zapateo comienza en los medios urbanos, y es después que se expande hacia las zonas rurales, como proceso natural de poblamiento de la Isla. Es cierto que no estuvo limitado al paisaje urbano, pues entre los campesinos también existió una danza, con particularidades que la diferencia del estilo común a más de una región de América: el zapateo cubano.
Otro investigador e historiador cubano, José María de la Torre, parte de su experiencia personal para afirmar que el origen del zapateo criollo parecía venir de la región española de Castilla la Nueva “… pues al escuchar alguna tonada en La Mancha, creía estar oyendo el lastimero ¡ay! de nuestros campesinos…” Esta afirmación no creo que resulte muy convincente.
La procedencia canaria del zapateo es una creencia arraigada en el pueblo cubano. Parece lógico si consideramos el significativo asentamiento de inmigrantes canarios en los campos de Cuba, donde más se desarrolló este género. Pero este argumento queda descartado porque en la historia de las Islas Canarias no existen referencias a ningún género basado en la improvisación poético musical que pudiera haber servido como punto de partida para el desarrollo posterior de este baile.
Quizás el más sólido argumento en contra de la hipótesis del origen canario del punto sea precisamente que en las Islas Canarias se le llama a este género “punto cubano”, en evidente reconocimiento de su procedencia de nuestro país.
En el libro “Música e historia del Zapateado” del español Guillermo Castro Buendía, aparecen muchas notas bibliográficas de la prensa hispana que no dudan en confirmar la nacionalidad cubana de nuestro zapateo:
Mayo de 1842, “El último adiós”.
…”Con este título hemos visto anunciado en el diario de ayer la última función de la sublime hija del Rhin, que se verificará el domingo próximo. En ella bailará la hechicera Hada, el “Zapateado Buscapié cubano” que ha aprendido en esta semana …”
Agosto de 1844, “Las bocas de la Isla”
…”Canción nueva con letra muy chistosa que cantará con toda la sandunga gaditana el joven Don Víctor Valencia… Se presentará Dª María Arroyo, con la disposición que le es natural, bailará el verdadero “zapateado cubano”, que le acompañarán con arpa, tiple, guitarra y güiro.
Sin embargo, no hay dudas de que el taconeo, la gestualidad y, en general, el ritmo asumido recuerda a la intencionalidad “coreográfica andaluza”, según escribió el compositor cubano Sánchez de Fuente.
Existen muchas referencias que, ya consolidada la dominación española sobre sus colonias, empiezan a regresar a España muchos españoles, acompañados de sus esclavos negros, que traían costumbres ya mestizas creadas en el Caribe, sobre todo en la música y la danza. De Cuba les llegarán instrumentos diversos, y algunos se adaptaron a su cultura, como el güiro, calabazo, y la quijada de burro.
El simple instrumento musical cubano llamado “güiro”, no es más que la fruta del árbol que llamamos güira. El fruto tiene forma de calabaza alargada, el que una vez secado, se le hacen varias rayas paralelas consecutivas por uno de los lados y que al frotarse con unas varillas produce el consabido y rítmico sonido que acompaña a la música cubana de todos los tiempos.
El zapateo es un baile de pareja suelta, y su característica más notable es el juego de los pies, alternando la punta y el tacón, paso básico que le da nombre al baile, sin dejar de marcar el ritmo de la música en compás de seis por ocho, con el canto y el palmeo de los participantes.
La mujer, erguida, sostiene su delantal o falda con ambas manos, mientras el hombre se inclina ligeramente hacia delante con los brazos cruzados por detrás a la altura de las caderas, simulando perseguir el cuerpo de la compañera con su cabeza, como hace el gallo con la gallina durante el cortejo de apareamiento. Incluso hay referencias de que los bailadores más experimentados se colocaban cuchillos en los zapatos, imitando espuelas de gallo y haciendo peligrosos pasillos.
El hombre gira alrededor de la mujer, quien trata de no darle las espaldas, por lo que ella va girando sobre su propio eje, acentuando el galanteo masculino y la coquetería femenina. Los dibujos coreográficos son libres y espontáneos, y se presentan otros pasos conocidos como “escobillado” y “floreo”, los cuales puede realizarse con rapidez o lentamente. Ella lo provoca y él culmina el baile colocándole su sombrero en la cabeza o su pañuelo sobre los hombros.
En la revista “Sport”, Año 3, Num. 14-16, Enero de 1888, se comenta:
“…En las razas superiores el primitivo objeto de los bailes fué el amor. Amor delicado, que aún suele elevarse dulcemente de los bailarines, moverse con ellos y embriagarlos con plácido calor, en tanto que los arrullan las notas de una música deliciosa. ¡El Zapateo cubano, la Tarantella napolitana, el Frascone toscano, el Walz alemán, la Mazurka polaca, la Rómeka y la Arnauta griega, que son sino bailes de amor?…”
Considerado como “baile de guajiros” cayó en descrédito y lamentablemente fue marginado. Y aunque no considero que deba actualizarse o hacerse popular como un baile de salón, tampoco debemos olvidarlo, porque es cubano y forma parte de nuestra cultura y de nuestras raíces. Y, sin dudas, está olvidado, como tantas otras cosas…
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