Foto tomada de: http://cuba.cu |
por Roberto Soto Santana,
de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)
En el
Continente americano –en las Antillas, para señalar con mayor precisión- hoy es
24 de febrero de 2018. Se conmemora el 123º aniversario del inicio de la
Segunda y definitiva Guerra de Independencia de Cuba respecto del poder
colonial de España –que fue su metrópoli desde la inicial adscripción a la
Corona de Castilla de esa Isla y de las otras tierras adonde arribó Cristóbal
Colón-.
Uno
de los más recientes recordatorios (hecho hace apenas un año) de que la
primacía en el levantamiento preparado principalmente por José Martí debería
ser compartido en justicia por alrededor de un total de 35 localidades donde se
proclamó simultáneamente la insurrección lo ha pronunciado un profesor
universitario guantanamero, con estas palabras: “El 24 de Febrero de 1895 la
isla de Cuba fue sacudida por una oleada revolucionaria caracterizada por
alzamientos armados en diversos puntos de su geografía. Guantánamo, Baire,
Ibarra, Santiago de Cuba y Manzanillo sobresalen sobre el resto, teniendo en
cuenta que alcanzaron un mayor nivel de organización y su impacto fue más
visible y efectivo en la sociedad de entonces. Este acontecimiento marca un
viraje en la lucha de los cubanos por alcanzar la independencia de la metrópoli
española. A su alrededor se han tejido polémicas que tienen como eje central la
adjudicación de la primacía a la hora de iniciar el levantamiento, y en este
sentido la historiografía cubana y extranjera lo llamó Grito de Baire,
denominación que se mantiene hasta el presente.” [FUENTE: EduSol Vol. 16. Núm.
57 ISSN: 1729-8091 Publicada en línea: 11 de enero de 2017
(http://edusol.cug.co.cu) El pensamiento histórico de Regino Eladio Boti y su
obra “El 24 de febrero de 1895”, por el Lic. Wilfredo de Jesús Campos-Cremé,
Profesor de Historia de la Universidad de Guantánamo].
En
2010, otro investigador, Antonio García, en el trabajo de su autoría titulado
“24 de Febrero de 1895 ¿Un solo grito?” [Revista Bohemia, 12 de febrero. Año 102. No.4], postuló las
consideraciones que se resumen a continuación.
El citado Regino Boti propuso
la siguiente hipótesis: "...Contribuye en ello la seducción fonética de la
frase: El grito de Baire. Puesto que parece que se trata solo de ponerle nombre
a la Revolución, fuera el que fuese, más que para rendir pleitesía a la verdad,
para recreo de nuestros oídos somnolientos. Las otras expresiones: Grito
de Ibarra, Guantánamo o Manzanillo, serán ciertamente menos gratos sonidos
aunque encierren mayor consistencia histórica..."
En diversos congresos
nacionales de Historia, celebrados a lo largo del siglo XX en Cuba, Emilio Roig
de Leuchsenring, combatió la errónea tendencia de centrar en Baire el inicio de
la Guerra del ‘95. Otros dos insignes especialistas, Fernando
Portuondo y Hortensia Pichardo, también combatieron esa
simplificación histórica.
Esta última ha opinado
así: "...Hacer del heroico Baire el centro aislado o principal del
levantamiento, sería desconocer que el 24 de febrero de 1895, como resultado de
una sabia orientación táctica de Martí, lo que tuvo lugar fue, aunque no en la
escala prevista y necesitada del proyecto martiano, un levantamiento
simultáneo, con el cual el Delegado del Partido
Revolucionario Cubano aspiraba a que la llama bélica prendiera en toda
la Isla, para permitir que la Guerra
Necesaria tuviera -como él solía decir-, la brevedad y la
eficacia del rayo..."
A la
luz de los anteriores comentarios por historiadores de diversas épocas, resulta
obvio, a estas alturas de la Historia, que no es útil ni siquiera necesario reconocer
o atribuir a una localidad mayor o menor significación en la proclamación de la
reanudación, un día como el de hoy en 1895, de la insurrección en pos de la
Independencia de Cuba.
Porque la verdadera originalidad del Partido
Revolucionario Cubano organizado por José Martí fue la de ser el primer
movimiento por la Independencia en un país colonial, estructurado como un
Partido político de masas (a diferencia de todos los movimientos anteriores
de esa naturaleza e incluso de muchos de los posteriores, fundados bien en el
siglo XIX o bien a comienzos del XX, que no pasaron de ser agrupaciones de
notables, de élites intelectuales y sobre todo de élites sociales que dominaban
las fuentes de riqueza -agrícolas, comerciales, financieras y las
manufactureras emergentes- y mantenían la estratificación de las clases
sociales –dicho esto sin desdoro de los casos de líderes que en esas luchas
individualmente perdieron su vida o integridad física o su patrimonio personal,
y de los destinos igualmente trágicos de un muy superior número de sus
adherentes que no disponían de otro patrimonio que una reducida parcela
roturable o simplemente su fuerza de trabajo como peones, arrendatarios,
precaristas, criados y otras dedicaciones muy subordinadas y dependientes de la
pitanza provista por las clases poseedoras-.
Con
ese espíritu y ese entendimiento es que hoy y siempre deberemos celebrar el 24
de Febrero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario