Por Alfredo A. Ballester
Dicen mis padres y los registros civiles que nací entre los años 1949-1955, en La Habana, Cuba.
–– ¡Qué de falso! ––susurré.
Yo recuerdo cuando el español Diego Velázquez de Cuéllar, el día 16 de noviembre de 1519, fundaba la Villa de San Cristóbal de la Habana y me dijo:
––“En 14 días ven a celebrar tu cumpleaños acá”.
–– ¡Claro que sí vendré! ––le grité desde la multitud.
No sé por qué ahora me pongo a pensar si hacía como 4 años atrás dieron por fundada esta villa. Quizás ya los años me están haciendo perder la memoria, porque incluso hay versiones que en 1915 Santiago de Cuba fue fundada por el propio Diego Velázquez como la sexta Villa de Cuba donde Hernán Cortés fue el primer alcalde antes de salir a la conquista de México.
Por supuesto le tomé la palabra. El día de la celebración de mi natalicio estuve a punto de hacerle una pregunta, por las dudas que tenía, pues aún no sé si el nombre de Habana proviene del cacique taino Habaguanex, del arahuaco “sabana”, o quizás de la locura de la india Guara de la palabra “abana”. Luego me dije:
–– ¡Qué va! El gobernador va a pensar que no sé nada de Historia de Cuba. ¿Cómo yo siendo cubano de pura ceiba a saber menos que él que estaba asignado por la Corona Española?
Mi orgullo es ser cubano, debo haber nacido entre el Cabo de San Antonio y la Punta de Maisí. Mis antecesores pudieron haber llegado desde la cuenca del Orinoco, Centro América o tal vez con el indio Hatuey desde la isla La Española.
Seguro mis raíces son “americanas”, mis ancestros no vinieron ni de España, Francia, Inglaterra, Holanda, África y mucho menos de Asia.
¡Cuánto hubiera querido trabajar donde se quitó aquella ceiba donde se dio la primera misa y se construyó El Templete que conmemora la fundación de esta sexta villa!
Al vivir por esos años corría muchos riesgos pero por buena suerte pude salvarme de: ataques de corsarios y piratas, epidemias traídas del extranjeros, invasiones francesas e inglesas u otras, pero aún así, la suscribieron como la “Llave del Nuevo Mundo” por su posición geográfica.
¿Ven el orgullo de ser cubano y no solo habanero?
Los ingleses tomaron La Habana, ahí pensé aprender su idioma pero nos cambiaron por la Florida. ¡Desde cuando pude haber aprendido ese idioma inglés!
–– ¡Heyyyyy you!, Where do you live? ––me preguntó un militar.
––No sé qué usted me dice ––le contesté.
Me había virado y dado la espalda al militar y sentí en ella algo que me pinchó. Al virarme, el soldado con la bayoneta de su fusil me había tocado mi espalda.
–– Where are you going? Where can I find a nice cuban chick?
–– ¿Qué? ––le contesté.
Como no sabía que me estaba hablando, solo salí corriendo y me perdí por uno de los callejones de la Habana Vieja.
¡No puedo creer que yo tenga más de 495 años de edad! y haber visto a La Habana resurgir varias veces de escombros y cenizas, ocasionado por corsarios y piratas allá por el siglo XVI hasta que España decide construir fortificaciones de defensa, que después de 400 años guardan tristes recuerdos.
En 1837 puedo trasladarme desde La Habana hasta Güines en ferrocarril y comer azúcar gratis. Este ferrocarril fue quinto en el mundo y el primero de los de habla española y latinoamericana. Y aunque no soy muy amante al teatro, de vez en cuando por esa época entré a los teatros: Tacón, uno de los más lujosos del Mundo; el Liceo Artístico y Literario, y teatro Coliseo.
Se desarrolla por los años 1850 la industria azucarera, ferrocarril y tabacalera. Desde entonces fumo cigarrillos.
Y no solo La Habana, Cuba es uno de los países más rico del mundo, en ese entonces. Por supuesto hoy en día no es así y si los cubanos de aquel entonces duraran como yo, cerca de cinco siglos, estarían muy tristes al ver cómo Cuba atrasó su desarrollo de 400 años, en tan solo medio siglo. A mí sí me ha tocado vivir las verdes y las maduras.
Al principio yo temía a esas guerras de independencia pues creía que todo sería otra vez escombros y cenizas, pero gracias a éstas vivimos los últimos tiempos de colonización española. Nos liberamos, ¡pero por muy poco tiempo! A veces pienso que hubiera sido mejor seguir como íbamos.
Qué susto cuando aquel buque El Maine fue hundido; enseguida los americanos...aprovechan el pretexto para invadir la Isla. El cambio de siglo transcurre en La Habana, el 20 de mayo de 1902 pasan los poderes a los cubanos, y se iza la enseña nacional en el Castillo de los Tres Reyes del Morro.
Yo había estado recluido en esa fortaleza por los finales de la década del 60 del siglo XX. Después de pasar más de 40 años regresé a visitarla ya que la habían convertido en un museo.
–– ¿Y estas celdas para qué eran? –– pregunté a una joven guía turística.
––Ahí estuvieron presos patriotas cubanos como Julio Sanguily y Juan Gualberto Gómez.
–– ¿Quiénes más? porque ese cartel dice que esta fortaleza fue prisión desde el año 1967 al 1977 ––señalando a la pared.
––Presos comunes.
––No sé por qué me dice eso, esta cárcel fue Prisión Militar Nacional.
No supo que contestarme, yo había estado preso allí considerado como traidor a la Patria por haber desertado al no querer ir a pelear a una guerra por allá en Asia o África. Y las celdas en cuestión no eran más que las capillas blancas o ardientes donde encerraban a los que serían fusilados. Así es nuestra Historia de Cuba, llena de recovecos y laberintos.
Ya había disfrutado los años 1930 y tantos, cuando nuestra Habana crece y puedo hospedarme en el Focsa, el Habana Hilton y el Nacional, no necesitaba dólares, nuestro peso cubano estuvo a la par de la moneda norteamericana.
Y hoy, entre los años de 1960 al 2014 ¿cómo está nuestra Habana? también entre escombros, no por daños de corsarios y piratas. Hoy mi Habana a los 495 años de su fundación, es una Habana “libre” de españoles, franceses y americanos (a no ser turistas), una Habana supuestamente libre. Lo único interesante en este período es que su casco histórico fue declarado por la UNESCO en el año 1987, Patrimonio de la Humanidad.
Así es mi Habana después de 495 años de fundada donde aquellas construcciones de los siglos XVIII, XIX y XX están apuntaladas sin saber si caminar por debajo de ellas, a riesgo de que te caiga encima un pedazo de techo, o ir por el medio de la calle sin perder de vista la altura porque puede venir un cartucho lleno de excremento lanzado por quienes tienen los sanitarios tupidos por mucho tiempo. Es hermosa mi Habana viendo a los médicos viajando en sus bicicletas chinas o al taxista que hay que preguntarle para dónde va. Una Habana que en pleno siglo XXI está infectada de enfermedades como: el dengue, cólera, leptospirosis y hasta brotes de tuberculosis.
Nuestra Habana tiene su historia, celebremos su fundación que yo seguiré recorriendo el tiempo con la esperanza de volver a ver aunque sea la época de aquel año 1519.
Yo prefiero a los españoles, franceses, ingleses o norteamericanos que, aunque fueron colonizadores o invasores, dieron luz y abono a nuestra Habana, floreciéndola y no marchitándola como hoy, dirigida por nuestros mismos cubanos.
No soy Anexionista pero el ser Independentista solo me permite decir:
––“¡Qué pena Habana mía!”
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