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lunes, 15 de abril de 2013

Cuba como objeto de ambiciones Territoriales: El Manifiesto de Ostend (Ostende) (1854)


Roberto Soto
Publicaciones Culturales René  León, Tampa, 2009.

Comentario René León

  El historiador Roberto Soto, ha escrito un interesante ensayo sobre el “Manifiesto de Ostend” en 1854. En su ensayo nos va detallando los acontecimientos de los años anteriores y las luchas por poder de Inglaterra e Estados Unidos, pero en especial de los Estados Unidos. Como bien dice Soto: “Consolidada la independencia de todas las antiguas colonias en Centro América y Suramérica, a España ya sólo le quedaban –en el año de las insurrecciones del camagüeyano Joaquín de Agüero y Agüero y de José Isidoro Armenteros, y de la segunda expedición de Narciso López…..las mismas colonias que en el momento del desastre de 1898, casi medio siglo después: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
  Anteriormente había fracasado la tentativa de compra de Cuba por el presidente de Estados Unidos Polk en 1848, pero al tomar la presidencia en 1853 el general Franklin Pierce, se vuelve a intentar la compra de la Isla a España. Cosa que motiva la protesta de la Junta Cubana al gobierno de los Estados Unidos, en un documento enviado al nuevo presidente firmado en Nueva York el 10 de julio de 1853, firmado por Gaspar Betancourt Cisneros y otros prominentes cubanos, donde decían: “La Junta Cubana cree ser el intérprete fiel de la gran mayoría de los hijos de la Isla. Ni puede ni quiere dirigir su voz al Gobierno de España, ni a los españoles; la dirige al Gobierno de los Estados Unidos con la esperanza segura de que será oída, al consultarse las elevadas consideraciones en que se atiende el grito de la dignidad, y del noble orgullo de los hijos de Cuba… resistirán entrar en la Unión envilecidos, y si les es dable, antes perecerán que conseguir la iniciación americana, al través de la deshonra y del desprecio de los hombres libres.”
  Soto nos va haciendo una descripción bien detallada de aquellos años, con fecha y acontecimientos que se iban sucediendo en las relaciones entre España y Estados Unidos, y nos dice: “Tras el sonado fracaso de la segunda expedición de Narciso López, que culminó con su ejecución en garrote vil, el Secretario de Asuntos Exteriores británico, Lord Palmerston, en oficios del 17 de octubre y 29 de octubre de 1851 dirigidos al Ministro británico en Madrid, Lord Howden, indicándoles debería disuadir a España de ir a la guerra con los EE.UU., subrayaba premonitoriamente (con vista a lo que sucedió efectivamente en 1898), la incapacidad española de asestar “ningún golpe significativo a su adversario mientras que ellos tendrían dos puntos vulnerables expuestos al asalto de su enemigo. Una invasión española de los EE.UU. estaría fuera de consideración.”
  Que existían esos nuevos proyectos de compra, no era nada nuevo, lo demuestran la llamada Conferencia de Ostende” celebradas en dicha ciudad los días 9, 10 y 11 de octubre de 1854  por indicaciones de la Cancillería americana, por sus ministros en Inglaterra, Francia y España, James Buchanan, J.Y. Mason y Pierre Soulé. Que se pudo saber todo lo tratado y sus incidentes por haber publicado oficialmente la documentación el Gobierno de los Estados  Unidos en un libro impreso en 3 de marzo de 1855. Las conferencias de Ostende no asustaron a España, como dice Ramiro Guerra, España “probablemente estaba en el secreto de la maniobra”. Y el ministro de Estado Español declaró en las Cortes, el 18 de diciembre de 1854, que “desprenderse de Cuba era desprenderse  del honor nacional”.
  Y termina Soto: Quedaba claro que los cubanos no tenían otro camino que tomar para alcanzar las libertades que les pertenecían sino la lucha por la Independencia”.

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