En el campo de las letras el legado de canarios y sus descendientes a Cuba resulta sorprendente. Un grupo considerable marcó hitos en la poesía y literatura en general, tanto en los orígenes como en los momentos definitorios. En apretada síntesis nos referimos a algunos autores.
La Condesa de Merlín, bautizada con los nombres María de las Mercedes, descendiente de familia de origen canario, es una de las célebres escritoras del siglo XIX. Nació el 5 de febrero de 1789 en La Habana, hija del Conde de Jaruco, don Joaquín de Santa Cruz, y de doña Teresa Montalvo y O’Farrill.
Su primer libro lo tituló Mis doce primeros años. En París deslumbró por la exótica belleza criolla” y su dulce voz de soprano. Tras su visita a la familia en La Habana en 1840, escribe Viaje a La Habana, donde describe con gusto la cocina cubana: La cocina criolla y la cocina francesa rivalizan en cada paso: los platos son a cual más delicado, y la comida se sirve bajo una tienda en medio del jardín. Murió en París en 1852.
Nacido en Matanzas en 1886, Agustín Acosta, hijo de emigrantes canarios, dejó su huella poética en las letras cubanas, así como en el periodismo. Los críticos estiman que su quehacer literario forma parte de la renovación poética de Cuba durante la segunda década del siglo XX, murió en 1979.
Por su lado, Arturo Doreste, 1895-1983, descendiente de canarios, publicó sus artículos en importantes medios de la prensa cubana y en la revista Flor de Canaria, en poesía obtuvo varios premios y su obra ha sido incluida en diferentes antologías, mientras el tinerfeño Antonio Hernández Pérez residió en Cuba desde la niñez y murió en esta isla en 1975, su primer poemario se publicó en 1947, a la que siguieron otros libros y también premios.
Ramona Pizarro natural de Santa Cruz de Tenerife llegó a Cuba en el siglo XIX y en esta isla del Caribe se destacó como poetisa. Publicó su obra en varios periódicos de su tierra natal. Identificada con el ideario patriótico de los cubanos, se vinculó con actividades revolucionarias en Cayo Hueso, Estados Unidos.
Entre los intelectuales que residirían en La Habana, llegó en 1916 Francisco Izquierdo, nacido en 1886 en Tenerife y fallecido en la capital cubana en 1971. En Cuba se destacó como poeta, periodista y narrador y obtuvo dos premios, uno en poesía y otro en cuento. De su poesía titulada "Presagios", es el siguiente fragmento:
Tenían para mí
Los heliotropos
Del naranjo a la sombra
Y ante las margaritas de ojo de oro
Me estaba horas enteras contemplando
La caída, en moroso
Silencio, de las flores menuditas.
Asimismo, la habanera y excelsa poetisa Dulce María Loynaz amó tanto a Canarias como a su natal Cuba y de ahí que se definiera como una mujer entre dos islas. Canarias la declaró hija adoptiva. Visitó cuatro veces Las Afortunadas, suficiente para que su sensible alma de poeta fuera tocada por la inspiración y escribiera Un verano en Tenerife, donde narró la estancia en La Palma, tierra natal del esposo, el periodista Pablo Álvarez de Cañas.
Pablo Álvarez de Cañas, había nacido en 1918 en Tenerife. De origen muy humilde, debió trabajar fuerte a su arribo a Cuba para lograr un sitio dentro del periodismo. Fue cronista social de los respectivos diarios:El País; El Siglo, La Habana y El diario de la Marina. En 1937 fue nombrado director de la revista Selecta.
Tras el triunfo de la Revolución cubana, regresó a su natal Tenerife, sin embargo cuando enfermó, volvió a La Habana y murió el 3 de agosto de 1974. Sus restos reposan en el Cementerio de Colón.
Una vez Dulce María contó que su amigo el emigrante canario, fundador del Orquideario de Soroa y abogado, Tomás Felipe Camacho, le había dicho: ¡Si vas a Tenerife, no dejes de ir a La Palma, si vas a La Palma no dejes de ir a Tijarafe, y si vas a Tijarafe no dejes de ir a una calle que se llama Adiós y que da al cementerio.”
“Quiero celebrar mi matrimonio en la capilla de la Quinta, ante el altar de la virgen de la Candelaria”, hubo de pedir Dulce María al amigo Camacho, quien por entonces era el director de la Quinta Canaria.
En Canarias, durante la luna de miel, la pareja visitó en La Palma sitios de fabulas como la Fuente Santa de poderes curativos, frecuentada desde siglos por viajeros de cualquier parte del planeta, y el hotel Florida, propiedad de la familia del célebre diseñador de calzados Manolo Blahnik, donde los esposos pasaron una noche, pues allí en particular ella quiso comprobar la existencia de los fantasmas de aquel inmueble de mitos y leyendas.
Sobre Canarias, escribió:
…islas floridas, espuma de volcanes y sueño de sirena.
Dulce María murió en su casona del Vedado, a los 94 años de edad, en 1997, legando al patrimonio de Cuba su asombrosa y delicada obra.
Por su parte, el poeta Antonio Hernández Pérez nació el 21 de mayo de 1909 en Santa Cruz de Tenerife, y la familia lo trajo a vivir definitivamente a Cuba. Pasó su infancia en el municipio de Yaguajay. Ya joven se trasladó a Caibarién donde hizo amistad con otros poetas, entre ellos: Emilio Comas Paret, quien creó un Taller Literario en 1969, donde participó con fuerza y entusiasmo el isleño Hernández Pérez. Su obra es muy prolífera en 1973, recuerda su amigo Comas Paret:
En ese año escribe el poemario Los árboles que envía al Concurso Nacional 26 de Julio, y obtiene con ella la segunda mención y un diploma de reconocimiento por otro texto enviado a un certamen de Casa de las Américas (…) A principios de 1974 por su título: De pronto sales con tu voz, logra el premio de la UNEAC y como parte de este, se le ofrece un viaje a Checoslovaquia, pero Antonio enferma de cáncer en el mediastino y repentinamente muere, sin conocer a Praga y tampoco pudo ver publicado el texto de la primera mención que había recibido.
De la poesía de Antonio Hernández Pérez, escogemos el final de la titulada: "La muerte":
Teníamos un gran temor a las paredes,
a las rendijas de las cercas,
a los muros de cal entre los patios.
Dondequiera podía estar la muerte
disfrazada,
sola.
Con relieve se nos quedan otros poetas en el tintero, sin embargo en este breve espacio no queda olvidado el poeta, ensayista, novelista y crítico literario: Cintio Vitier, Premio Nacional de Literatura 2002 y Premio Internacional Juan Rulfo de Literatura Hispano-Americana. Murió en La Habana en 2009.
Vitier nació en Cayo Hueso, Florida, en 1921; era nieto de abuelo canario que fue oficial mambí. En 1947 se graduó de Derecho en la Universidad de La Habana, más tarde fundó la Sala Martiana de la Biblioteca Nacional e integró el Grupo Orígenes. Su obra está recogida en varias antologías. De su poesía "Doble Herida", es el siguiente fragmento:
Este ir de la vida a la escritura
Y volver de la letra a tanta vida,
Ha sido larga, redoblada herida
Que se ha tragado el tiempo en su abertura.
Abierto como res por la lectura,
Le entregué las entrañas y la vida,
Queriendo rehacerlas conmovida,
En ellas imprimió su quemadura.
*Tomado del libro Corazones Canarios Cubanos, con la firma de esta periodista.
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