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viernes, 14 de febrero de 2014

LOS OJITOS AZULES DE LA MAR


Emilio J. León (†) Cuba

La Sirena está en la playa
porque desea jugar
con los niños en la arena
para reir y cantar…

Con los hilos de corales
ella sale ensartar
las perlas de aguas blancas
para la Estrella de Mar…

Con su vestido de algas
se pone ella a danzar
sobre la suave espuma
de la dócil bajamar…

Con el susurro de las olas
también sabe ella narrar
aventuras de piratas
y del gigante Calamar…

Con ecos de caracoles
ella sabe declamar
los poemas de los peces
y los cuartetos de Omar…

La Sirena está contenta
¿quién se atreverá a jugar
con sus escamas de plata
y su dorado collar…?


La Sirena está en la playa
y te va a regalar
dos cuentecitas muy claras:

¡Los ojitos azules de la mar…!

2 comentarios:

  1. Muy hermoso poema.
    Blanca m Segarra.

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  2. Delicioso enhebrado de cuartetas en versos de arte menor, con rima consonante los pares y rima asonante los impares, cuya lectura recuerda, sin por ello remedarlos cansinamente, la Sonatina de Rubén Darío (1895), el introito adosado por Amado Nervo a la edición de 1922 de "La Amada Inmóvil", y "Los zapaticos de rosa" (1882) de José Martí.
    El relumbre diamantino del tegumento que en este poema recubre el cuerpo de la figura mitológica representada escultóricamente en el puerto de Copenhague, las algas que la visten y que se nos antojan de un verdor selvático, el rubí de los corales, y la ceñidura áurea que adornan su garganta son imágenes que surgen al compás de las coloridas descripciones y onomatopeyas que nos encandilan y que suscitan en su conjunto un deliquio logrado exclusivamente con el primor de la palabra poética.
    Emilio J. León fue un cubano reyoyo (es decir, genuinamente autóctono) que brilló en el verso y en el ensayo histórico-sociológico. Tras pasar, en su Patria, por la ergástula reservada a los buenos de corazón y de principios, una vez que logró partir al Exilio vieron la luz sus memorias del Presidio Político (con el título de "El Gigante de Piedra"), escritas en prisión en 1978 y publicadas en 1982 en el libro "La muerte se viste de verde", editado por la Revista "Ideal" de Miami, y fueron reimpresas en 1983 en el libro "Los Hijos de las Tinieblas" del mismo autor.

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