por Roberto Soto Santana ,
de la Academia 
de la Historia 
de Cuba
En
1932, a 
los 50 años de edad, Franklin Delano Roosevelt ya era un político avezado, que
había entrado en Política en 1910, cuando había sido elegido para ocupar un
asiento en el Senado del estado de New York, había sido nombrado Sub-secretario
(vice Ministro) de la Marina 
en 1920, y finalmente había desempeñado la gobernatura del estado de New York
entre 1929 y 1932.
            A continuación, realizó la proeza
nunca igualada de resultar vencedor en las cuatro contiendas presidenciales
consecutivas de 1932, 1936, 1940 y 1944 –falleció en el cargo el 11 de abril de
1945, un mes antes de la rendición de la Alemania  nazi y con cuatro meses de antelación a
la capitulación del Japón-. Precisamente para evitar la perpetuación en el
cargo de Presidente por la vía de las sucesivas reelecciones, el Congreso de
los Estados Unidos aprobó en 1947 la 22ª Enmienda a la Constitución  de los
EE.UU., con arreglo a la cual “Ninguna persona será elegida al cargo de
Presidente en más de dos ocasiones, y ninguna persona que ha ocupado el cargo
de Presidente o ha actuado como Presidente durante más de dos años de un
período al que alguna otra persona ha sido elegida Presidente será elegida el
cargo de Presidente en más de una ocasión”.
            Pero las Agencias federales creadas
para realizar obras públicas, poner viviendas dignas al alcance de los
segmentos más pobres de la población, y llevar a cabo grandes proyectos de
irrigación, electrificación, vías de comunicación por carretera, servicios de
asistencia social y construcción de nuevas industrias causaron una gran
migración interior desde el Sur comparativamente más abusador de los
afroamericanos hacia el Norte donde la criminalidad racista estaba menos
extendida o aceptada por la sociedad. Las necesidades de la  producción de guerra llegaron a proveer una
economía de pleno empleo, en la cual los tradicionalmente peor retribuidos
obreros agrícolas e industriales (y, entre éstos, los afroamericanos) llegaron
a beneficiarse de mejores salarios y condiciones de trabajo.
            En el transcurso del verano de 1941, A . Philip Randolph
(1889-1979), el más destacado líder sindicalista y político negro hasta la llegada
de Martin Luther King, logró que las manifestaciones multitudinarias de la
población negra que impulsó hicieran que el Presidente Roosevelt firmara la Orden  Ejecutivala Segunda  Guerrala Orden  Ejecutiva
            La actuación del Presidente
Roosevelt, no obstante su alcance limitado a las instancias del Gobierno
federal (ya que las medidas no se extendían al sector privado de la economía ni
a los gobiernos estatales y municipales) y la timidez en su aplicación, logró
que a partir de 1936 las simpatías  los
votantes negros se fueran desplazando del Partido Republicano –con el que
llevaban identificados desde la
 Presidencia  de Lincoln en 1861-1865- hacia el Partido
Demócrata, en donde siguen concentradas al día de hoy.
            Al mismo tiempo, una Ley aprobada en
1933 reconoció el derecho de sindicalización y negociación colectiva a los
trabajadores. Aunque invalidada por el Tribunal Supremo en 1935, el Congreso
aprobó otra normativa laboral, la Ley  Wagner
            No obstante, no fue hasta que la
  II  Guerra
            Indiscutiblemente, la situación
social, sindical y económica de la población afroamericana dio un salto de
calidad durante la larga Presidencia de FDR, aunque en muchas regiones del país
subsistieron las prácticas segregacionistas y hasta los linchamientos, golpizas
y amenazas contra afroamericanos a manos de turbas criminales de racistas
blancos, hasta bien entrada la
 Presidencia  de Lyndon B. Johnson (1963-1969).  
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